Georges Politzer, Crítica de los fundamentos de la psicología
Referencia a "Georges Politzer", presentada en el S.C.F. de Barcelona de Febrero de 2005
abstracción, formalismo, realismo, exigencia del yo, retorno del yo, psicoanálisis, teoría de la Gestalt, conductismo, amor a la verdad, filosofía, marxismo, psicología científica, psicología clásica, continuidad del yo, introspección, psicología concreta
Georges Politzer nace en Hungría en 1903, pero tiene que abandonar su país en 1919 tras el fracaso de una insurrección comunista en la que su familia participa activamente. Después de una estancia en Viena, donde asiste a los seminarios de la Sociedad Psicoanalítica y tiene ocasión de conocer personalmente a Freud y a Ferenczi, se instala definitivamente en París en 1921, con 18 años. Es un estudiante brillante de filosofía en la Universidad y rápidamente pasa a ejercer de profesor en varios institutos del área parisina.
Su vida intelectual es militante e intensa ya desde los tiempos de estudiante. Las crónicas nos lo muestran apasionado, mordaz, polémico e incluso violento, a la vez que un teórico de envergadura, que escribe con elocuencia y sutileza; y así lo demuestran también sus textos. Sus alumnos recuerdan a un profesor vivo, incisivo, preocupado por suscitar el diálogo, entusiasta y cautivador. Lacan nos dice de él que a su calidad de marxista sumaba la de ser un alma sensible.
Forma parte de un grupo de jóvenes filósofos inquietos que se constituye en 1924 alrededor de la revista Philosophies, entre los que se cuenta también su amigo Henri Lefevbre. Destacan por un gusto pronunciado por la espiritualidad, un culto a la persona individual y un esfuerzo por hacer estallar las estructuras de la universidad francesa de la época. El horror que les inspiran los representantes de la filosofía tradicional les conduce a la idea de que la filosofía ya no tiene razón de ser, y que sólo proclamando su fin la filosofía auténtica puede dirigirse a la acción verdadera: a la política (a la que el marxismo dará un sentido nuevo), o a la creación poética (símbolo de la modernidad del momento). Se trata de una escuela frágil, de carácter marginal y bastante arrogante, que combina una gran inquietud con una considerable desorientación intelectual. Así, cuando el grupo se propone estudiar el marxismo, Politzer se aparta, funda por su cuenta la Revista de Psicología Concreta, de efímera existencia, y dedica sus esfuerzos al terreno de la psicología.
Es un buen lector de Freud y el primero en Francia que se da cuenta del alcance teórico revolucionario del psicoanálisis, si bien en todo momento mantiene con él una cierta distancia crítica. La obra a la que hoy nos referimos, Crítica de los fundamentos de la psicología, publicada en 1927, cumplió la función de una verdadera "introducción al psicoanálisis" para toda una generación en Francia. Esta obra quedará como la única contribución de Politzer al dominio de la psicología que llama "concreta" -de la que se considera fundador y a la que promete un futuro brillante-, pues en 1929 se adhiere finalmente al Partido Comunista y abandona sus investigaciones en psicología para consagrar sus esfuerzos a la economía política. Este cambio de orientación es considerado por su amigo Lefebvre y otros contemporáneos como una "automutilación" heroica. Con su preocupación por la psicología, Politzer se ve alejado de los requerimientos urgentes de los problemas sociales, económicos y políticos, y eso lo conduce a una profunda crisis interior, de la que sale apostando por el marxismo y la acción política. Asume su apuesta hasta sus últimas consecuencias, con la misma pasión y talento que antes había aplicado a la psicología, y a partir de este momento reniega del psicoanálisis con fervor.
A principios de los años 30 participa muy activamente en la fundación de la Universidad Obrera de París, donde es investido profesor y se hace cargo de los cursos de materialismo dialéctico hasta que la universidad es disuelta en 1939 por la ocupación alemana. A partir de 1940, en la Francia ocupada, forma parte de la dirección clandestina del Partido Comunista y publica dos revistas anti-fascistas: L'Université Libre y La Pensée Libre. Arrestado en febrero de 1942, es torturado y fusilado por los nazis en mayo del mismo año, sin haber cumplido los 40 años. Desafiante hasta el último momento, la historia ha conservado sus últimas palabras, dirigidas a sus verdugos: "¡Yo os fusilo a todos!"
Póstumamente se publicó su obra filosófica, realizada a partir de las notas de sus alumnos, bajo el título de Principios elementales de filosofía.
La obra filosófica de Georges Politzer ha inspirado a y ha contribuido en la formación de varias generaciones de intelectuales tanto en Francia como en el extranjero, sobretodo marxistas. Sin embargo, los historiadores "oficiales" y académicos no parecen apreciar su compromiso militante y su crítica decidida, y han tratado su obra con cierto desdén.
En el campo de la psicología, la Crítica de los fundamentos de la psicología ha influido a una generación de psicoanalistas en Francia, entre ellos a Lacan, quien aplica elementos de la psicología concreta ya al caso Aimée. Sin embargo, esta influencia no ha sido nunca subrayada por las historias académicas.
Parece que en Argentina, donde su obra psicológica fue introducida por José Bleger, era profusamente leído y comentado a finales de los años 60 y en los 70, e incluso formaba parte de los programas universitarios.
¿Y en nuestro país? En los estantes de la biblioteca de la Universidad de Barcelona, sorprendentemente, encontramos seis o siete ejemplares de su Crítica, en ediciones de los años 70. Todos nuevecitos, sin rastros de haber pasado por muchas manos de lectores, si por alguna. Y el nombre de Politzer no aparece en ninguna de las muchas Historias de la Psicología ni en ninguno de los abundantes Diccionarios de Psicología que llenan esos mismos estantes.
Crítica de los fundamentos de la psicología
Volvamos pues a 1927, París. Cuando ve la luz la Crítica de los fundamentos de la psicología no han pasado aún 50 años desde que Wundt fundara el primer laboratorio de psicología experimental del mundo en Leipzig (1879), hecho que las historias universitarias marcan como el momento del nacimiento de la Psicología como disciplina independiente.
Esta historia de 50 años, para Politzer, "no pasa de ser la misma que la de un estanque de ranas. Los psicólogos, incapaces de descubrir la verdad… esperan que la traiga alguien… pero como no tienen idea alguna de la verdad, no saben reconocerla…, la ven en cualquier cosa y son víctimas de todo tipo de ilusiones".
Empujado por el amor a esa verdad, y por la fuerza y la pasión que le caracterizan, emprende Politzer su crítica a toda psicología "oficial" hecha hasta el momento.
La Crítica de los fundamentos de la psicología, una reflexión sobre el psicoanálisis y, más precisamente, sobre la teoría del sueño y del inconsciente, se presenta como el primer volumen de una serie de Materiales preparatorios para la crítica de la psicología, al que deberían seguir dos más dedicados a la teoría de la Gestalt y al conductismo y que no serían más que estudios preliminares para un cuarto volumen, el Ensayo crítico sobre los fundamentos de la psicología, donde Politzer desarrollaría con detalle todos los aspectos de su proyecto de psicología concreta. Pero ni el resto de materiales ni el ensayo llegaron nunca a ser escritos.
Para Politzer, cada uno de estos tres movimientos -psicoanálisis, teoría de la Gestalt y conductismo- apunta, en su "inspiración fundamental", algún punto dirigido a replantear los fundamentos mismos de la psicología clásica, pero a la vez es erróneo en algún aspecto. Sin embargo, habrá que estudiarlos a los tres para llegar a la nueva y verdadera psicología, que no podrá ser otra que la que él llama "concreta".
El carácter estéril, puramente nocional, de la psicología oficial se debe a que está edificada sobre los siguientes tres pilares: abstracción, formalismo y realismo, no siendo los dos últimos a su vez más que formas de abstracción. Abstracción que consiste en aplicar a los hechos psicológicos la misma actitud que para los hechos objetivos en general, es decir, el método de la "tercera persona".
Según nuestro autor, la existencia de la primera persona es la que explica la necesidad de intercalar en la serie de las ciencias una ciencia "psicológica". Entre la física, ciencia de la tercera persona, y la psicología, ciencia de la primera persona, no existe lugar para otra ciencia que estudie los hechos de la primera persona en tercera persona. Esto es lo que ha querido hacer la psicología hasta ese momento, lo cual ha obligado a la verdadera psicología a refugiarse en la literatura y el teatro, es decir, a vivir al margen de la psicología oficial.
Tanto el furor objetivista de la psicología científica -con sus aparatos de laboratorio, afanes medidores y calculadores y teorías fisiológicas- como la introspección subjetivista de la psicología clásica -que considera la "vida interior" como constituida por una serie de elementos impersonales sin significado- adolecen de una falsedad radical y no dejan más opción a la psicología que ceder el paso a la física o crear de arriba abajo nuevas realidades. En suma: la psicología oficial sólo puede dejar de existir, o continuar existiendo en forma de mitología.
Reflexionando sobre el psicoanálisis ha podido Politzer vislumbrar a la verdadera psicología, nos dice, puesto que el psicoanálisis es ya una de sus encarnaciones.
El psicoanálisis se preocupa por la comprensión de los hechos en función del sujeto; lo que quiere alcanzar, a través de la interpretación, no es el yo abstracto de la psicología oficial sino el sujeto concreto de la vida individual. La psicología concreta, como psicología de la primera persona, sólo puede estudiar el acto del individuo concreto, es decir, la vida singular del individuo deseante, en su devenir histórico. La vida propiamente humana, la vida en el sentido dramático del yo. Así, Politzer deduce del psicoanálisis una nueva definición del objeto de la psicología: los hechos psicológicos deben ser segmentos de la vida dramática del individuo particular, entendiendo que el término "drama" designa aquí a un hecho vivido, sin ninguna resonancia romántica ni significación conmovedora.
Es en el segundo capítulo de la obra, dedicado al método psicoanalítico en contraposición a la introspección, donde Politzer es más certero en su lectura de Freud y se adelanta a su tiempo remarcando, como nadie hasta entonces lo había hecho, que lo esencial del método freudiano para abordar las formaciones del inconsciente es fiarse del relato. Así nos lo indica el propio Lacan en el cuarto capítulo de El reverso del psicoanálisis.
Para Politzer, la introspección no puede llegar a informar más que sobre la forma y el contenido del acto que se estudia, descuidando la explicación del hecho mismo en su particularidad, es decir, descuidando su significado. Pero las preguntas de la psicología concreta sólo pueden responderse si se consideran las circunstancias particulares del hecho psicológico -un olvido, un sueño-, es decir, lo que significa para el sujeto. Hay que penetrar en el sentido del acto. Y éste sólo puede ser aclarado por los materiales proporcionados por un relato del sujeto mismo.
Entonces, si consideramos un gesto realizado por un sujeto en un momento dado como un segmento de su vida -un hecho vivido-, el hecho psicológico será el gesto explicado por el relato, y no el gesto de forma aislada, ni el contenido del relato por si mismo. Se trata de una nueva definición del objeto de la psicología que subraya un hecho de lenguaje del que todo -citamos a Lacan- hubiera podido partir.
Según Politzer, el método psicoanalítico busca hallar las significaciones individuales del sujeto, reveladoras de la psicología del individuo concreto. Si hay significaciones íntimas se debe a que el individuo posee una experiencia secreta, en la que sólo se puede penetrar en la medida en que el propio sujeto proporciona los materiales que la constituyen, a través de su relato. Cuando el psicoanalista ruega al sujeto que diga todo cuanto pasa por su mente, sin crítica ni reticencia, sólo le pide que abandone todo aparato convencional para dejarse inspirar exclusivamente por su dialéctica secreta. Concluye Politzer, entonces, que hay dos maneras de utilizar el relato del sujeto. Una, desarticularlo por la abstracción y el formalismo para proyectarlo en la vida interior. Es la actitud de la psicología clásica. La segunda, utilizar los datos psicológicos como contexto de un sentido que estamos buscando: ésta es la actitud del psicoanálisis. Y debe ser la de la verdadera psicología.
Así pues, Politzer critica los fundamentos de la psicología oficial existente hasta el momento, y toma al psicoanálisis como instrumento para poner en cuestión no sólo a la propia ciencia llamada psicológica sino también al estatuto de su objeto de estudio y a su método de investigación. A la vez, reconoce el carácter revolucionario del psicoanálisis y el valor de los nuevos fundamentos que aporta para el desarrollo de esa verdadera psicología, la psicología concreta.
Sin embargo, el psicoanálisis mismo no quedará sin crítica. Su "inspiración verdadera", esa "actitud concreta" gracias a la cual Freud puede establecer una serie de descubrimientos inaccesibles a la psicología oficial, cesa inmediatamente en el momento de abordar la teoría, afirma Politzer. Así, acusa a Freud de caer en la abstracción y, por lo tanto, en los supuestos de la psicología tradicional, con sus elaboraciones teóricas de la segunda parte de La interpretación de los sueños. En la construcción de su aparato psíquico le acusa de seguir la tradición sensualista. En tesis como la de la regresión, de sustituir el drama concreto por el impersonal. En las nociones de contenido latente y manifiesto, de realismo. También la introducción de la hipótesis del inconsciente es entendida por Politzer como resultante de la persistencia en el interior de la teoría freudiana de las exigencias y procedimientos fundamentales de la psicología abstracta.
De esta manera, nos dice, se crea un abismo entre la actitud práctica y la teórica del psicoanálisis, pues el psicoanalista funda procedimientos verdaderos sobre principios falsos, traduciendo descubrimientos fecundos en esquemas perfectamente estériles.
Estériles porque todo hecho psicológico, por ser un segmento de la vida de un individuo, sólo es un hecho psicológico en tanto que es actualmente inseparable de dicho individuo, pero al dar paso a la abstracción se rompe la continuidad de la presencia del yo, y no podemos hablar ya de psicología. En estos términos se expresa nuestro autor.
Georges Politzer, formado en la Universidad, intelectual del entorno universitario, fundador de una Universidad, profesor de Universidad. Alma sensible, rebelde con las estructuras universitarias del momento, capaz de vislumbrar la rampa que podría ofrecerle el psicoanálisis para emerger de allí. Sin embargo, no logra salirse de la estructura del propio discurso universitario y, en su esfuerzo por preservar la continuidad del yo, acaba por volver sobre él y caer de nuevo en la exigencia del Yo que todo enunciado universitario, irreductiblemente, conlleva. ¿No podría ser que este impasse tuviera algo que ver en el abandono de su proyecto psicológico para dedicarse a la acción política?
En fin. En 1927 concluye Politzer su libro con un grito optimista, concorde una vez más a su temperamento apasionado: "!La metapsicología ha dejado de existir, y ahora comienza la historia de la psicología!". Hoy, casi 80 años más tarde y visto lo que se enseña en las facultades de Psicología, ¿podemos darle la razón? Más allá de las objeciones que podamos oponer a su desarrollo, a pesar de que no consiga salirse del discurso universitario ¿no tiene aún su crítica a la psicología oficial -digamos universitaria- una vigencia y una actualidad de primer orden? ¿No está el estanque de las ranas más estancado que nunca? Quizá no iría mal del todo poner en circulación a esos volúmenes impolutos que reposan en los estantes de la Biblioteca universitaria…
Georges Politzer, Crítica de los fundamentos de la psicología
NODVS XIII, maig de 2005