De lo que se combina y sustituye, a lo que no.
Referencia presentada en la sesión del 22 de abril de 2017 del Seminario del Campo Freudiano de Barcelona, impartida por Hebe Tizio.
El siguiente trabajo es una referencia a los apartados de los capítulos VI y VII de “La interpretación de los sueños” donde Freud expone el trabajo de condensación y desplazamiento en el primero, y da cuenta del ombligo del sueño en el segundo. La referencia bibliográfica tomada es: Freud, S.: “La interpretación de los sueños”, Cap. VI, apartados A y B, y Cap. VII, apartado A, en Obras Completas. Buenos Aires: Amorrortu, 2012.
Condensación, desplazamiento, metáfora, metonimia, ombligo, sueño, Unerkannt.
La invitación al trabajo para preparar la referencia bibliográfica venía acompañada de una extensión máxima: 7500 caracteres. Tal vez podría pensarse un resumen como un ejercicio de condensación. Si bien no es ese el sentido que da Freud a este término, lo presentará a partir de una observación, digamos, económica (en cuanto al número de palabras): “puesto por escrito, el sueño ocupa media página; en cambio, si se quiere escribir el análisis que establece los pensamientos del sueño se requiere un espacio seis, ocho o doce veces mayor” [1].
Esta desproporción entre el contenido manifiesto del sueño y los pensamientos latentes (aquellos que aparecen durante el análisis y que estarían asociados a los primeros) le llevan a inferir que ha tenido lugar dicho trabajo de condensación [2]. ¿En qué consiste?
En un primer momento, lo destaca como el resultado de una omisión [3] pero haciendo referencia también a una subrogración (es decir, una sustitución). Unos pocos pensamientos latentes están subrogados [3] (sustituidos) en el sueño por otros que los representan, pero la mayoría han sido omitidos y se echan en falta en el relato (lo que contribuiría a su carácter incompleto). Toma el ejemplo de un sueño propio, cuyo contenido es el siguiente: “tengo escrita una monografía sobre una variedad de planta. El libro yace frente a mí, y estoy hojeando una lámina en colores doblada. Acompaña al ejemplar un espécimen desecado de la planta”
En el análisis que realiza, viene a su cabeza que esa misma mañana había visto en el escaparate de una librería una monografía sobre el género ciclamen: “la mención de este género falta en el contenido del sueño, en el que sólo aparece la monografía y su relación con la botánica” [4]. A su vez, “monografía botánica” (una palabra al lado de otra) le remite a un trabajo que había redactado sobre la cocaína; y cada uno de estos dos términos por separado lo llevan a través de la vía asociativa a la madeja de los pensamientos oníricos, no presentes como tales en el contenido manifiesto.
El contenido (manifiesto) del sueño se le presenta pues como el sustituto de los pensamientos (latentes) que aparecen en el análisis del mismo.
Sustitución y omisión, serán identificadas en la interpretación de otros sueños, permutaciones que resultan más evidentes, dice Freud, cuando la condensación opera sobre palabras [5]: la descomposición y recomposición de las sílabas es calificada entonces como una verdadera química de las palabras que no solo interviene durante el dormir sino también en la vigilia permitiendo los chistes [6], lo mismo que las deformaciones léxicas del sueño le remiten a aquellas observadas en la paranoia, en la histeria y en las ideas obsesivas [7].
Establecerá Freud un segundo eje de relación entre los pensamientos latentes y manifiestos del sueño, observando una diferencia de texto [8] entre unos y otros ya no sólo en virtud de sustituciones, sino con respecto a la posición, al ordenamiento: digamos que el elemento de un relato reaparece en otro pero en distinta posición con respecto a los demás (por eso desplazado, descentrado) lo que da lugar a una modificación del sentido: “desprendido de su contexto y convertido así en algo extraño” [9]. Es lo que denomina trabajo de desplazamiento o descentramiento.
Lacan señalará en La instancia de la letra en el inconsciente, o la razón desde Freud [10] que, si bien la publicación de La interpretación de los sueños fue muy anterior a las formalizaciones de la lingüística, a las que abrió el camino, ya Freud advirtió que el sueño había de ser entendido al pie de la letra [11] y las imágenes del mismo tomadas por su valor significante, pudiendo afirmarse ahora que el trabajo del sueño sigue las leyes del significante [12], siendo la condensación homóloga de la metáfora y el desplazamiento, de la metonimia [13].
A modo de recordatorio: “Una palabra por otra, tal es la fórmula de la metáfora” [14]: un significante es sustituido por otro, el cual permanece oculto si bien conectado metonímicamente con el resto de la cadena.
Por su parte, la metonimia se apoya en la conexión palabra a palabra [15]: no hay aquí sustitución ni ocultación, sino la precipitación de un sentido inesperado a través de la yuxtaposición de dos términos [16].
De lo que se combina y sustituye, a lo que no
En la introducción del capítulo VII de La interpretación de los sueños, a partir de un sueño cuya "verdadera fuente" [17] desconoce, Freud parece querer plantear la pregunta por el origen de los mismos, de dónde vienen, tropezando con la "imposibilidad de esclarecer al sueño como hecho psíquico, pues explicar significa reconducir a lo conocido, y por ahora no existe ningún conocimiento psicológico al que pudiéramos subordinar lo que cabe discernir en calidad de principio explicativo" [18].
Así, podría deslizarse un interrogante desde la finalidad –cumplimiento de deseo– hacia aquello que constituiría su causa.
El sueño se presenta escurridizo, difícil de atrapar, aunque no por ello es sin efectos; por eso su olvido no es un inconveniente para el trabajo psicoanalítico: ya no es tanto el contenido sino su relato lo que adquiere valor [19]. Destaca Freud que cuando se vuelve a dar cuenta del relato de un sueño, es raro hacerlo con las mismas palabras. Y justamente los lugares donde el paciente modificó su expresión "dan a conocer los puntos débiles del disfraz del sueño (...). Por ahí puede comenzar la interpretación" [20].
Un sueño puede dar lugar a varias interpretaciones [21]; sin embargo, no siempre puede obtenerse una [22]. Desbrozando el sueño de sentido, tropieza Freud con un lugar donde las herramientas que le han acompañado no sirven para continuar, imposibilidad o límite que no sitúa en el orden de una resistencia al trabajo:
"Aún en los sueños mejor interpretados es preciso a menudo dejar un lugar en sombras, porque en la interpretación se observa que de ahí arranca una madeja de pensamientos oníricos que no se dejan desenredar, pero que tampoco han hecho otras contribuciones al contenido del sueño”. [23]
Si "interpretar un sueño significa indicar su sentido, sustituirlo por algo que se inserte como eslabón de pleno derecho en el encadenamiento de nuestras acciones anímicas" [24], se apunta ahora hacia algo que escapa a la posibilidad pues de articular un sentido, un límite a partir del cual un pensamiento ya no remitiría a otro, donde la condensación y el desplazamiento identificados previamente como mecanismos de la elaboración del sueño, ya no alcanzarían para continuar el trabajo de interpretación:
“Entonces ese es el ombligo del sueño, el lugar en que él se asienta en lo no conocido. (…) Y desde un lugar más espeso de ese tejido se eleva luego el deseo del sueño como el hongo de su micelio." [23]
Como apuntaba también Freud en el sueño de Irma, “un lugar en el cual (todo sueño) es insondable, un ombligo por el que se conecta con lo no conocido" [25]
En palabras de Lacan: “el punto donde todas las asociaciones convergen para desaparecer. En ese punto no es posible relacionarlas más que con aquello que se denomina lo Unerkannt” (traducible por lo que permanece incógnito, lo que no es reconocido), como retoma en el Seminario 6, situando dicho ombligo como la huella de la noción de desaparición del sujeto, en cuanto “el ser del sujeto ha de articularse, nombrarse, en el inconsciente, pero en última instancia no puede hacerlo”. [26]
Tomando, de un lado, la condensación y el desplazamiento y del otro, el ombligo del sueño, se presenta una tensión entre aquello de lo que es posible decir y aquello que no podría enunciarse.
El ombligo del sueño, como lo reconocible que se asienta en el marco de lo que no se puede reconocer en cuanto no es posible representarlo a través la articulación de las palabras. Imposibilidad de decir que tal vez deja abierta la contingencia a continuar hablando.
[1] Freud, S. “La interpretación de los sueños (primera parte) (1900)” en Obras Completas. Volumen IV. Buenos Aires: Amorrortu, 2012; p. 287.
[2] Ibidem, p. 287.
[3] Ibidem, p. 289.
[4] Ibidem, p. 290.
[5] Freud, S. “La interpretación de los sueños (primera parte) (1900)”. Ob. cit. p. 302.
[6] Ibidem, p. 304.
[7] Ibidem, p. 309.
[8] Ibidem, p. 313.
[9] Ibidem, p. 311
[10] Lacan, J. “La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud” en Escritos 1. Madrid: Biblioteca Nueva, 2013; p. 480
[11] Ibidem, p. 477.
[13] Ibidem, p. 478
Ibidem, p. 474
[15] Ibidem, p. 473
Ibidem, p. 467
[17] Freud, S. “La interpretación de los sueños (segunda parte) (sobre el sueño) (1900-1901)” en Obras Completas. Volumen V. Buenos Aires: Amorrortu, 2012; p. 504
[18] Ibidem, p. 506
[19] Ibidem, p. 512
[20] Ibidem, p. 510
[21] Freud, S. “La interpretación de los sueños (segunda parte) (sobre el sueño) (1900-1901)”. Ob. cit. p. 517
[22] Ibidem, p. 518
[23] Ibidem, p. 519
[24] Freud, S. “La interpretación de los sueños (primera parte) (1900)”. Ob. cit. p. 118.
[25] Ibidem, p. 132
[26] Lacan, J. “La dialéctica del deseo en el neurótico” en Seminario 6: el deseo y su interpretación. Ob. cit. p. 471
De lo que se combina y sustituye, a lo que no.
NODVS XLIX, juny de 2017