Puntos vivos de diciembre, enero y febrero del curso 2017-2018. Seminario del Campo Freudiano de Barcelona.
Puntos vivos correspondientes a las sesiones del Seminario del Campo Freudiano de Barcelona, realizadas en diciembre, enero y febrero durante el curso 2017-2018 en torno al texto de Jacques Lacan "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis". Presentaciones a cargo de Iván Ruiz, Begoña Ansorena Anza y Myriam Chang respectivamente.
Texto "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis"
Una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis
Domenico Cosenza inició el Seminario del Campo Freudiano de diciembre señalando la elaboración clásica/estructural sobre la psicosis que se encuentra en su tesis. Más tarde, en 1966, en el texto de presentación de las Memorias de Schreber, introduce una centralidad del goce que no estaba en el primer abordaje. En ese momento, el punto clave para Lacan es reconducir el delirio del psicótico a su estructura y a la relación con la palabra y el lenguaje. Esta es una perspectiva opuesta a la cuestión de la relación de objeto que no permite diferenciar neurosis y psicosis. Con su enseñanza, Lacan aporta al abordaje de la psicosis una perspectiva que llega en un momento en el que ningún paso adelante se había producido.
Del texto de la “Cuestión preliminar…”, Cosenza destacó por ejemplo la teoría del conocimiento, de la que Lacan que sirve cuando se hace la distinción entre el percipiens y el perceptum. Se trata fundamentalmente de cómo se llega a encontrar la verdad del objeto percibido. El docente recordó lo que según San Agustín es la verdad, esto es la adecuación del intelecto y la cosa. Es, de hecho, lo que se encuentra en el centro de la experiencia psíquica: la relación entre el yo conosciente y el objeto. Más allá del plano especular en el que esto se produce, Lacan introduce el inconsciente. Y es el fruto del diálogo con Heidegger, en los años 50, alrededor de la Aletheia (develamiento): la verdad se manifiesta siempre sustrayéndose y en ese momento se desvanece.
Para Lacan, la estructura de la palabra está ya en el perceptum y eso permite el pasaje desde una tópica hacia una topología a la hora de leer el texto sobre Schreber. Así, Lacan opone a Freud contra Freud y permite un pasaje hacia una topología de los lugares en el sujeto. Y, dijo Consenza, producir una distinción entre el Freud del descubrimiento del inconsciente y el Freud posterior, atrapado en la traducción que estaba subvirtiendo.
Lacan planteó una lógica de lugares distinta, en la que lo exterior es lo interior. De lo contrario, con una distinción neta entre el exterior y el interior, nos situaríamos en una falsa pregunta por el hecho de ser imaginaria. La primacía del yo es la primacía del percipiens y Freud se encuentra entonces en el plano imaginario y el uso recurrente de la proyección, también en el caso Schreber. La crítica de Lacan al mecanismo de la proyección se fundamenta en que ésta solo funciona en la dimensión especular de la relación de objeto. Propone entonces la vía de la lógica del lenguaje de lo que el sujeto dice, también en la psicosis. Pero, para Lacan el callejón sin salida de la proyección es insuficiente para abordar el problema en las psicosis. Cuando Freud se refiere a la represión, Lacan dirá que se trata de un mecanismo imaginario, tópico-finalista, y considera que el pseudo concepto de proyección solo puede ser tratado a partir de la forclusión.
Finalmente, Cosenza destacó el interés de Lacan por Ida Macalpine en diversos momentos de su enseñanza, por ser outsider (herética, diría Jacques-Alain Miller) en el campo analítico. Para Macalpine se trata de la homosexualidad latente en la psicosis de Schreber, pero para Lacan eso solo resultará un síntoma en el proceso. Es la función del padre en el desencadenamiento de Schreber lo que Lacan echará en falta en el abordaje de Macalpine del caso.
Iván Ruiz
Diciembre 2017
Una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis
En esta sesión del Seminario, Manuel Fernández Blanco, trabajó el apartado III Con Freud, del Escrito de “Una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis.”. Comienza Lacan este apartado con un recorrido por la definición del inconsciente, de sus formaciones, la constitución del yo y la cura por el desciframiento. El momento de su enseñanza es el de la primacía de lo simbólico. Por eso al inicio de este apartado habla de aquellos a quienes la idea de pensamiento les da la seguridad de pensar. Se refiere a ese Otro sitio más allá de los afectos, distinguiéndolo de los estados de ánimo. Ese Otro sitio presente para todos dice Lacan pero cerrado para cada uno, se refiere al inconsciente. Va a recordar que Freud denominó al inconsciente como ese otro escenario en sus primeras obras. Ahí donde Freud descubrió que sin que se piense, ello, piensa. El inconsciente responde a leyes, dice Lacan. Responde a una articulación significante. Si hace este recordatorio del inconsciente freudiano, de las formaciones del inconsciente, del inconsciente estructurado como un lenguaje, es para pasar a lo que denomina textualmente “la formulación científica de la relación con ese Otro del sujeto”. Es decir, sentar las bases, la formulación científica de la relación entre el sujeto y el Otro. Recurre entonces al esquema L. Este esquema lo introdujo en el seminario de La carta Robada en 1955 y en el seminario sobre las psicosis 1955-56, de algún modo condensa las dos primeras partes. Lacan va a simplificar este esquema y lo va a colocar en su estructura mínima porque le interesa desarrollar lo que resume en esta frase del texto: “la condición del sujeto (neurosis o psicosis) depende de lo que tiene lugar en el Otro.” Lo que ocurra en S depende de lo que ocurre en el lugar del Otro. Lo que se articula en el Otro es un discurso. Recuerda que el inconsciente es el discurso del Otro cuya sintaxis se expresa en las formaciones del inconsciente, en los sueños, los lapsus, el chiste etc. El sujeto es parte interesada de ese discurso, es decir el Sujeto está de algún modo en los cuatro puntos del esquema. La cuestión de su existencia no se plantea a nivel del yo, si siente a nivel del yo la angustia que suscita, pero no aparece sino como pregunta articulada a nivel del Otro. Es decir, la pregunta Freudiana fundamental del sujeto por el sexo y por la existencia.
Esa pregunta cada uno la formula con elementos de su discurso particular. Esos elementos, dice Lacan, que no son legibles y por no ser legibles adquieren la fijeza de síntomas y dice Lacan en ese momento, se resuelven cuando son descifrados por el sentido.
Privilegia el carácter de elemento discreto del significante que se articulará en la cadena S1, S2 del que destaca una relación de alteridad respecto del sujeto. Recordemos la formula: el significante representa al sujeto para otro significante, pero el mismo no está en la cadena solo, está como efecto de representación de un significante para otro significante. Por eso va a privilegiar la función del Otro. “Esto no impide existir al Otro en su lugar, pues quitadlo de allí y el hombre no puede ya ni siquiera sostenerse en la posición de narciso.” ¿Qué quiere decir esto? y es la tesis fundamental: Si se produce el fracaso en lo simbólico, conlleva la disolución de la estructura imaginaria. Es por esto que Lacan va a definir en este momento a la psicosis como una regresión tópica al estadio del espejo. Miller [1] subraya que el esquema R que Lacan desarrolla a continuación a partir del esquema L, supone una teoría del Narcisismo, su articulación con la castración e inscribe un término como el ideal del yo que desempeña allí un papel fundamental. En relación al esquema R, Lacan sitúa la relación imaginaria en el eje a-a’ pero la urbild que acaba en el ideal del Yo, en otro eje. ¿Qué quiere decir esto? Que nunca en la constitución del yo se juega únicamente en el registro imaginario, porque es necesario y Lacan en el Seminario VIII lo explica, que el niño en el momento de captura de su imagen en el espejo, se vuelve hacia quien lo sostiene, es decir, buscando su confirmación. Lo imaginario no es sin la sanción del Otro, no es sin lo simbólico. Lo cual abre a la dialéctica entre el yo ideal y el Ideal del yo.
Miller va a subrayar la solidaridad entre la forclusión y la regresión para aclarar el esquema R, del que dice: “es sin duda un cuadrángulo pero está hecho de dos triángulos. En uno se resume la funciones principales de lo simbólico y en el otro, las de lo imaginario. A modo de introducción señalar que el esquema R, en realidad lo que establece es el funcionamiento neurótico. Luego lo distorsionará dando lugar al esquema I el que da cuenta de la estructura del sujeto Schreber al final del proceso psicótico. En este escrito Lacan parte de la neurosis para explicar la psicosis. El esquema es también solidario de la fórmula de la metáfora paterna que va a desarrollar al comienzo del siguiente apartado, el apartado 4. Si el Nombre del Padre, (NP) está en el lugar del Otro, da un sentido al deseo de la madre produciendo la significación fálica, alojando al sujeto bajo el significante del falo. Por lo tanto, Lacan sitúa aquí una relación de causalidad entre Padre y falo. Si hay padre en el lugar del Otro, en lo simbólico, esto tiene como efecto que en lo imaginario se inscriba el falo. Esto es la neurosis o si preferimos el delirio común. Recordemos que Lacan nos dice que la significación del falo debe ser evocada en lo imaginario del sujeto por la metáfora paterna. Es decir, la significación se evoca en lo imaginario del sujeto.
13 de enero 2018
Begoña Ansorena Anza
Las Psicosis Ordinarias y las otras bajo transferencia
En esta sesión del SCF, Miquel Bassols propone rastrear en el texto de la Cuestión preliminar lo que será el desarrollo de Lacan, en los años 70. Rastrear incluso algo de las psicosis ordinarias.
Este texto del 58 presenta la psicosis, en lo que se ha llamado la clínica estructural, diferencial entre neurosis y psicosis. Es no obstante una clínica de alcance reducido que no explica una serie de fenómenos discretos que pueden pasar desapercibidos. Rasgos ordinarios que forman parte de la realidad, dependiendo del orden simbólico en el que el sujeto se mueve. La psicosis ordinaria implica una reordenación general de la clínica. Una subversión radical de la clínica bajo transferencia, que solo el análisis puede abordar, y donde la presencia real del analista es fundamental. Es solo por la transferencia y en la transferencia que estos elementos discretos pueden aparecer en su estatuto de rasgos de la psicosis. La Cuestión preliminar se detiene precisamente ahí. Lacan dice: “Me detengo ante la cuestión de la transferencia en la psicosis”. Es decir, que todo su texto es desarrollado como previo a la consideración de lo que ocurre, en la psicosis, en la transferencia. [pg. 564]
El término psicosis ordinaria está hecho para esquivar la rigidez de una clínica binaria que dejaba de lado una serie de fenómenos que son cada vez más manifiestos y más frecuentes. Es ésta una clínica que ya no funciona por fronteras, al estilo clásico, sino una lógica del litoral, donde las fronteras se van ensanchando. Se ve en esta nueva lógica que las psicosis se acercan a lo que se llama la normalidad. Lo que ya estaba presente en el análisis de la paranoia del primer Lacan. Con su tesis de La psicosis paranoica en su relación con la personalidad. La personalidad como aquello que hace de norma en cada sujeto, ella misma construida como una paranoia.
Pero si se lee el Post-Scriptum, bajo esta perspectiva, se ve que ya hay una cierta anticipación clínica de las psicosis ordinarias. En la pg. 557, Lacan dice escribir ahora “desde la misma atalaya adonde nos ha llevado la subjetividad delirante”: la de Schreber. Lacan toma al sujeto delirante como un sujeto de enunciación, desde el que puede leerse de otra manera la subjetivad de la época, ya en el año 58, lo ordinario de la psicosis en la subjetividad de la época hoy desarrollada de una manera manifiesta. Lacan lo va a abordar, pg. 558, con el término “compatible”. Dice: “que semejante psicosis se muestre compatible con lo que llaman el buen orden social, según la concepción que cada uno se hace de la realidad”. Lacan considera que desde esa atalaya del sujeto delirante podemos encontrar una compatibilidad de la psicosis con lo que llamamos el buen orden social. E, inmediatamente alerta al psicoanalista de una suerte de segregación estructural del sujeto en nombre de esa realidad compatible con el delirio.
Lacan en estos párrafos desplaza la cuestión de la psicosis desde un problema diagnóstico, basado en los fundamentos de causalidad, hacia el tratamiento y la transferencia en la experiencia analítica. En la pg 561: “la preeminencia que Freud otorga a la transferencia de la relación con el padre en la génesis de la psicosis” Lacan dice “la génesis”, no la causa. En estos términos: génesis, precipitación, desencadenamiento, Miquel lo subraya: no se trata de causalidad. Y cita en el seminario III, pg. 174, donde Lacan alerta sobre esta lectura precipitada de la causalidad como normalidad vinculada al criterio de realidad que tiene el analista. A contrario, Lacan ubica la génesis a cuenta de los encuentros fortuitos, casuales de la transferencia.
Después de haber formalizado de una manera muy clara, la neurosis y la psicosis, en la Cuestión preliminar, el Post-Scriptum deja la cuestión muy abierta al campo de la transferencia, al estudio de la transferencia en la psicosis. Lacan dice: la forclusión del NP, en el lugar del Otro, y el fracaso de la metáfora paterna, “es el efecto que da a la psicosis su condición esencial, con la estructura que la separa de la neurosis.” [pg. 556] La forclusión no es la causa es el efecto. Lacan más que causalista se guía por los efectos de los encuentros azarosos, sin una ley causal determinada. Con todo, Lacan mantiene una perspectiva estructural, después de hablar de la forclusión como el efecto de la estructura dice: “con la estructura que la separa de la neurosis”. Hay la estructura que separa neurosis y psicosis. Miquel subraya que es distinto pensar dos estructuras diversas, a pensar una estructura que separa neurosis y psicosis. Y cita el texto de L’Etourdit, del año 72, donde Lacan va a hablar de la estructura que “se abre a la luz del lenguaje”, se manifiesta. Es decir, lo real de la estructura aparece en el lenguaje y la forclusión sería un efecto de esta estructura que se hace luz en el lenguaje. Y eso a partir de ciertas contingencias, de ciertos encuentros con lo real que suponen siempre una elección del sujeto. Una elección que no está determinada, de entrada, por la estructura. La forclusión es un efecto, puede haber otros. Puede haber la metáfora paterna por ejemplo. El NP inscrito en el lugar del Otro puede ser otro efecto, pero no la causa. De haber causa alguna habría que buscarla en el llamado, que no es del sujeto –que no llama– si no un llamado que viene del Otro.
Lacan continúa en las pgs. 650-61, ubicando la subjetivad contemporánea bajo estas tres líneas: política, ciencia y religión. El discurso sobre la libertad en política, el determinismo de la ley de causalidad en la ciencia y, la creencia en la religión. Tres ideales, tres modos también de la forclusión, efecto estructural que va a la par del declive de la función paterna en nuestra civilización.
Para terminar, Miquel para distinguir estos dos paradigmas clínicos: la clínica estructural y la continuista y sus consecuencias en la experiencia, toma el ejemplo del taburete que se encuentra en la pg. 289 del S. III, y una obra del artista chino Ai Weiwei, dos taburetes unidos por el asiento que comparten 7 patas.
El sujeto contemporáneo tiene cada vez menos puntos de apoyo en su taburete. Clínicamente implica decir que el sujeto hará recurso a una forma sintomática, supletoria, incluso de suplencia. Y se puede pensar que el NP, es en el taburete de 4 patas, él mismo un supletorio. Es una pata que viene al lugar de una suplencia que cuando hace falta puede recurrirse a ese elemento para sostener ese anudamiento. El taburete lacaniano funciona según cómo y dónde consideremos ese lugar de la pata supletoria. Y, cómo sentarse en un taburete, es una elección. Es la insondable decisión del ser a la que Lacan se refiere. En algunos puntos se puede reducir a eso: a “cómo me siento yo en mi taburete para aguantarme en el mundo”. Ahí se abre el espacio de contingencia, de decisión. Esto conlleva en efecto a plantear que, en la clínica clásica, la metáfora paterna es una solución posible al modo de sentarse, pero no la única.
Miquel concluye con tres indicaciones éticas para el analista: 1) Salir de una manera decidida de una lógica determinista, de esa ley de causalidad, en la que se funda la ciencia. 2) Salir de manera decidida de la creencia en el NP en la que se funda toda religión. 3) Salir de manera decidida de la idea de libertad como ideal y defenderla en cada caso como un espacio cuyo límite es la locura. A esos tres puntos de referencia conduce la clínica de las psicosis ordinaria, no como una categoría descriptiva que defina un universal en la que situar casos particulares, si no como un método de investigación, como una posición ética en la subjetividad de nuestra época.
Febrero de 2018
Myriam Chang
Puntos vivos de diciembre, enero y febrero del curso 2017-2018. Seminario del Campo Freudiano de Barcelona.
NODVS LI, març de 2018