"Punto vivo" del seminario del Campo Freudiano de mayo de 2003
El ideal del yo y la transferencia
Reseña del comentario de Luis Solano de los capítulos XXIII y XXIV del Seminario VIII de Jacques Lacan, La transferencia, el 17 de mayo de 2003
emergencia del yo, mundo real / mundo imaginario, esquema óptico, objeto, ideal del yo
En su comentario de los capítulos XXIII y XXIV del Seminario VIII, La transferencia de J. Lacan, Luís Solano manifestó moverse por un espacio de inconsistencia al que invitó a sumarse a los participantes. No sólo las dificultades del esquema óptico delimitan dicho espacio, sino que la articulación entre las cuatro partes del Seminario también resulta problemática para el lector.
Siguiendo a J-A. Miller propuso tomar el algoritmo del s.s.s. como punto de capitón. Los primeros capítulos nos introducen a un Sócrates que se caracterizará por detentar una nada, por no consentir a la representación significante (S/). Su negativa al consentimiento engendra una significación de saber. En tanto que (S/) se sitúa en un vacío que produce una falta. Más adelante introduce Phi (mayúscula) como lugar del analista, en tanto que dicho símbolo anula a los demás significantes, y finalmente se referirá a la presencia real.
La cuarta parte del Seminario VIII se inspira en el propio escrito de Lacan “Observación sobre el informe de Daniel Lagache” producido un año antes y donde Lacan situará a i(a) e I(A). De hecho el esquema óptico ya apareció en 1954, en el capítulo VII del Seminario I, “La tópica de lo imaginario” y en el capítulo X donde añadió el espejo plano al cóncavo. De lo que se trata con dicho esquema es de ilustrar la imbricación entre el mundo real y el imaginario en la economía psíquica.
Anteriormente a la emergencia del yo, la imagen del cuerpo le da representación al sujeto con el florero imaginario recubriendo el ramo real de flores en el primer esquema. En el segundo se introduce el espejo plano y el florero substituye al ramo en el interior de la caja. De esta forma aparece la imagen real del cuerpo (florero) que le da unidad. El sujeto, asimismo, se desplaza desde su primera posición a la del sujeto virtual, reflejo del ojo mítico, desde donde veremos al yo. Así, el espejismo de sí mismo sólo es captado desde fuera de sí. La inclinación del espejo plano actúa como la voz del Otro y la regulación imaginaria dependerá del vínculo simbólico. El ideal del yo es quien guía al sujeto y se sitúa entre los objetos en el lugar del yo ideal.
¿Qué constituye al ideal del yo? Una constelación de insignias, marcas indestructibles de las respuestas que convirtieron al grito en una llamada. Dichas marcas se inscribieron con el rasgo del significante.
En la transferencia el analista se sitúa en el espejo plano y el sujeto en el lugar de la ilusión óptica. El Otro lleva al sujeto al lugar donde sólo está a partir de la posición horizontal del espejo plano y la ilusión del florero. El sujeto ya no se ve virtualmente y los efectos de despersonalización representan franqueamientos al situarse el sujeto en el lugar desde donde mira.
Lacan quiso liberarse de lo imaginario para dirigirse al deseo. La posición del objeto en el campo del Otro es la ilusión que después permitirá el paso al objeto a, al objeto que el sujeto fue para el Otro. El esquema óptico es la representación imaginaria de la estructura y el objeto acabará siendo una imagen real.
Eduard Gadea
Mayo de 2003
"Punto vivo" del seminario del Campo Freudiano de mayo de 2003
El ideal del yo y la transferencia
NODVS VII, juliol de 2003