"Punto vivo" del seminario del Campo Freudiano de junio de 2003
La destructividad del deseo
Reseña del comentario de Marie-Hélène Brousse de los capítulos XXV y XXVII del Seminario VIII de Jacques Lacan, La transferencia, el 7 de junio de 2003
deseo del analista, significante, final del análisis, transferencia, objeto de goce
El pasado 7 de junio, Marie-Hélène Brousse dio término al Seminario VIII con el comentario de los capítulos XV, XVI y XVII, bajo el título “La destructividad del deseo”. Como conclusión de la cuestión “ardiente” del amor, del debate acerca del amante y el amado, Jacques Lacan aborda en el último tramo de este Seminario la problemática de la Transferencia al final del análisis. Más concretamente, como destacó M.-H. Brousse, Lacan plantea ahí cuál es el duelo a hacer en el final del análisis; dando una indicación técnica muy precisa a los analistas sobre el uso de su ser, de su posición en la Transferencia.
Lo leemos en el capítulo XVII, El analista y su duelo: “Por esta vía nos vemos llevados al corazón de la relación entre el I mayúscula y el a minúscula, en un punto del fantasma donde la seguridad del límite siempre está en cuestión y del que debemos saber hacer que el sujeto se aparte.” Se trata, pues, de la separación entre I y a. Previamente, I y a se recubren, están entremezclados, juntos, en una conjunción que el fantasma enmascara y que el análisis va a deshacer. Con lo cual, lo que el analista tiene que hacer es separar el significante y el objeto de goce, el I del a, S1 y a. “Esto supone en el analista una completa reducción mental de la función del significante”; es decir, una reducción del significante a su materialidad, que comporta escuchar el significante como sonido, fijarse en el equívoco, olvidarse del sentido e interpretar a partir de ahí. Este es un principio fundamental de la práctica psicoanalítica que marca nítidamente un corte entre psicoanálisis y psicoterapia, también la orientación del análisis como “poesía” y no como psicoterapia; así mismo lo señaló M.-H. Brousse.
Por lo que “concierne a la función del a minúscula (...) el analista, por su parte, sólo puede pensar que cualquier objeto puede rellenarlo (...) No hay objeto que valga más que otro –éste es el duelo a cuyo alrededor se centra el deseo del analista.” Es, pues, éste un duelo por la pérdida de la substancia del objeto, -en tanto que a es una función y no una substancia-, y del que surge el deseo del analista. Esta problemática Lacan la retomará en la Proposición del 67, donde el deseo del analista es lo que sostiene la invención del saber inconsciente; por eso es un deseo que tiene que hacer el duelo de una substancia de objeto como garantía de la existencia óntica del inconsciente.
Anna Castell
Junio de 2003
"Punto vivo" del seminario del Campo Freudiano de junio de 2003
La destructividad del deseo
NODVS VII, juliol de 2003