Estados de tristeza. Clínica diferencial entre melancolía e histeria
Ensayo para la obtención del Certificado de Estudios Clínicos del Instituto del Campo Freudiano, Sección Clínica de Barcelona
En este ensayo se realiza un estudio y clínica diferencial entre melancolía e histeria, de los fenómenos depresivos, y los estados de tristeza. Para trabajar el concepto de melancolía se realiza un recorrido tanto por la obra de Freud como por la de Lacan. El concepto de histeria es vinculado al tema de la culpabilidad. Finalmente, se aborda el tema sobre los estados de tristeza y las variaciones del humor.
afecto, histeria, narcisismo, yo, depresión, manía, objeto, goce, melancolía, tristeza
INTRODUCCIÓN
El objetivo de este ensayo es cernir y diferenciar en la melancolía y en la histeria, los fenómenos depresivos, los estados de tristeza.
Desde una clínica meramente fenomenológica estos fenómenos pueden presentarse tanto en la histeria como en la melancolía. Es desde una clínica de las estructuras donde podemos orientarnos en la clínica diferencial, a partir de la posición del sujeto frente a sus enunciados. Los trastornos del humor en la histeria pueden confundirse con la melancolía en cuanto a la exclusión de todo lazo social o incluso en la encarnación del objeto 1.
Serge Cottet señala 2, la importancia de la separación entre el objeto y el goce fálico ejercida en el afecto depresivo. Se trata de la pérdida no del objeto sino del brillo fálico, que toca al paño narcisista del sujeto. En este caso, el de la neurosis, se trata del recubrimiento fálico del objeto a. En la melancolía, en cambio, el goce fálico está fuera de juego: un goce imperativo vuelve en el lugar en el cual el goce fálico falta, cuando el sujeto tropieza con lo imposible inscrito en la inexistencia de la relación sexual .3
Hay que decir que el término “depresión” no es un término del psicoanálisis, aunque se utilice frecuentemente. En Televisión (1973) dice preferir el término de “tristeza” al de depresión, y define la tristeza como "una falla moral, . lo que quiere decir una cobardía moral... que no cae en ultima instancia más que del pensamiento, o sea, del deber de bien decir o de reconocerse en el inconsciente, en la estructura" 4 .
En este momento de su enseñanza sitúa la manía y la tristeza en las pasiones del sujeto, del parlêtre 5.
Lacan sitúa la tristeza como la primera de las pasiones, como pasión central en la modernidad. Eric Laurent destaca que lo central en la tristeza es que es en sí un saber: "hay lucidez en la tristeza, pero es un saber triste, cortado de la vida, separado de lo real del goce" 6
En el ámbito de la psicología y la psiquiatría, la noción de “depresión” funciona como verdadero cajón de sastre para sintomatologías en las que hay variaciones del humor o alteración de los afectos.
La importancia de la farmacología en la sociedad actual incide en la concepción de la enfermedad, eliminando la idea de una causalidad subjetiva y de una posición del sujeto, dando más protagonismo a la causalidad orgánica.
Una clínica diferencial entre melancolía e histeria nos ayuda a situar estos fenómenos ya que presentan puntos en común, pero que responden a estructuras diferentes.
I.- SOBRE LA MELANCOLÍA
I. 1.-Tres obras básicas de Freud para situar la melancolía
En 1895 Freud escribe el “Manuscrito G”. En este texto toma el término “melancolía” de la psiquiatría clásica alemana, y lo utiliza para designar todos los estados, incluso los más leves, de depresión y distimia.
El afecto correspondiente a la melancolía es para Freud el duelo o la aflicción (anhelo de algo perdido). Su hipótesis es que la melancolía es el duelo por la pérdida de la líbido y conlleva la falta de excitación somática que afecta al cuerpo y al objeto.
Freud resalta la pérdida, habla de “hemorragia interna” 7 que produce un empobrecimiento del caudal de excitación en lo psíquico, o sea una inhibición psíquica con empobrecimiento pulsional y el dolor consiguiente. Intenta relacionar este punto con las reacciones ante la excitación sexual, pero pronto considera insatisfactoria esta idea, ya que por ejemplo, la anestesia sexual –falta de voluptuosidad-, no implica la melancolía.
Freud escribe en 1915 “Duelo y Melancolía”, publicado en 1917. En este texto compara y a la vez diferencia la situación de duelo en situaciones de pérdida de objeto, con la melancolía.
En la neurosis, el duelo como reacción a la pérdida del objeto, pérdida consciente, no está el amor propio perturbado. El proceso de duelo sólo se realiza de un modo paulatino, con gran gasto de tiempo y energía de carga, continuando mientras tanto la existencia psíquica del objeto perdido. A veces, la intensa oposición a la realidad por parte del sujeto puede producir un apartamiento de ella permitiendo la conservación del objeto, por medio de una psicosis desiderativa alucinatoria. Lo normal es que la adecuación a la realidad obtenga la victoria. Al final de la labor de duelo vuelve a quedar el Yo libre y exento de inhibición.
En la melancolía, por el contrario, se trata de una pérdida de objeto pero es una pérdida que puede ser consciente (pérdida de un ser amado o pérdida de naturaleza más ideal), o puede ser inconsciente (en esta clasificación se puede incluir el caso, por ejemplo, en el que el sujeto conoce la pérdida, sabiendo a quién ha perdido pero no lo que con él ha perdido) 8. La pérdida viene acompañada de:
Hay una identificación del yo al objeto abandonado: se transforma la pérdida de objeto en pérdida del yo (goce narcisista). La identificación narcisista se convierte en sustitutivo de la carga erótica hacia el objeto, de manera que no puede ser abandonada la relación erótica, a pesar del conflicto con la persona amada. Los reproches corresponden al objeto erótico y son vueltos contra el propio Yo.
Freud introduce una nueva identificación, presentada así: “La sombra del objeto cae sobre el Yo, que puede entonces ser juzgado por una instancia particular como un objeto, como el objeto abandonado”, El objeto aparece en el lugar de Das-ding, de la Cosa siempre ya perdida 9.
En este momento, Freud añade junto a la tercera identificación (identificación al rasgo, la identificación histérica), la identificación narcisista: al objeto, pero abandonado, contrariamente al objeto investido en la identificación histérica 10.
Siguiendo el camino abierto en "Duelo y melancolía" en “Psicología de las masas y análisis del Yo” (1921), relaciona la identificación narcisista a la primera identificación, que tiene relación con el padre. Por lo tanto, la identificación narcisista queda desligada de la identificación al rasgo de la histeria, la cual Freud liga con “la formación en multitud” o “fascinación colectiva” 11.
Eric Laurent señala la diferencia entre la identificación narcisista que sería igual en la melancolía que en la esquizofrenia, y, la identificación histérica 12.
Con el texto “El Yo y el Ello” de 1923 Freud ya se maneja en la 2a tópica (Yo, Superyó, Ello). Se interesa por el autoreproche, cobrando la instancia del Superyó un papel fundamental en la melancolía.
En la fase primitiva oral, no es posible diferenciar la carga de objeto de la identificación. Posteriormente. las cargas de objeto parten del Ello, el cual siente como necesidades las aspiraciones eróticas. El Yo, débil al principio, aprueba o rechaza por medio de la represión. Cuando un objeto sexual ha de ser abandonado, surge en su lugar la modificación del Yo que vemos en la melancolía (reconstrucción del objeto en el Yo). El Yo facilita así el abandono del objeto, y, esto es un modo de dominar al Ello.
En la génesis del Ideal del Yo, Freud destaca la primera y más importante identificación, o sea la identificación con al padre, anterior a toda carga de objeto. Y añade: “Pero las elecciones de objeto pertenecientes al primer periodo sexual, y que recaen sobre el padre y la madre, parecen tener como desenlace normal tal identificación e intensificar así la identificación primaria” 13.
En 1916, en la “Metapsicología” Freud ya había efectuado la conexión entre melancolía y la identificación con el padre muerto (modalidad de forclusión del Nombre del padre, para Lacan) 14
Freud hace derivar de la fase del Complejo de Edipo el Ideal del Yo o Super-yo, como una modificación del Yo especial y que se opone al resto del Yo, y que proviene del establecimiento de las dos identificaciones (al padre y a la madre) enlazadas entre sí, y la formación reactiva correspondientes a las primeras elecciones.
¿Qué pasa con la culpa? Es intensamente consciente en la melancolía porque el yo se reconoce culpable y se somete al castigo, el objeto de sus iras está en el Yo. En la histeria el Yo se defiende de la crítica del Superyó, por medio de la represión, haciendo que el sentimiento de culpa sea inconsciente. Dependerá del Yo que siga siendo inconsciente. Así, la culpa se presenta delirante en la melancolía y reprimida en la histeria.
A propósito de esta cuestión me parece interesante la anotación de V. Vicente sobre el “Manuscrito N” (Correspondencia con Fliess, de finales de 1800) de Freud, en la que resalta una diferencia introducida por éste entre las dos estructuras, vista desde el Edipo. Los impulsos hostiles hacia los padres toman caminos diferentes:
I. 2.- La melancolía en la obra de Lacan
Lacan desarrolla una teoría de la melancolía a lo largo de su enseñanza 17 situándola dentro de las coordenadas de la estructura.
En 1938, en el texto, La familia (Los Complejos familiares) clasifica la psicosis maníaco-depresiva en la clínica diferencial de las psicosis, como trastorno del narcisismo 18.
Lacan habla del mundo narcisista del yo que caracteriza al estadio del espejo, teniendo en cuenta una estructura libidinal en la que la líbido se dirige al propio cuerpo, y, una estructura mental “con el pleno sentido del mito de Narciso, tanto si ese sentido indica la muerte -la insuficiencia vital de la que ha surgido ese mundo-, o la reflexión especular –la imago del doble que le es central-, o la ilusión de la imagen; de todas maneras y en todos esos casos, ese mundo, .., no contiene al prójimo” 19. “La estructura de involución intrapsíquica .. corresponde a la relación del narcisismo tal como lo hemos definido genéticamente como la forma psíquica en la que se compensa la insuficiencia específica de la vitalidad humana. .. Es indudable que un ritmo biológico rige algunos trastornos afectivos llamados ciclotímicos ..” 20.
En 1946, en “Acerca de la causalidad psíquica”, con referencia directa a la pulsión de muerte freudiana (dejando de lado la referencia más organicista de los ritmos biológicos), plantea que el sujeto melancólico aparece capturado en el sacrificio: “El sacrificio primitivo es sacrificio del sujeto, lo paranoico es la relación con el Otro .. el suicidio melancólico es el equivalente del asesinato inmotivado de la vertiente paranoide” 21.
En 1953 en “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis” Lacan articula la dialéctica hegeliana del reconocimiento con la lingüística introduciendo la importancia del lenguaje en la resolución de los síntomas, los cuales representan “conflictos simbólicos”. Del síntoma dice: “... para admitir un síntoma (...), Freud exige el mínimo de sobredeterminación que constituye un doble sentido, símbolo de un conflicto difunto más allá de su función en un conflicto presente no menos simbólico, .. el síntoma se resuelve por entero en un análisis de lenguaje, porque él mismo esta estructurado como un lenguaje, porque es lenguaje cuya palabra ha de ser librada” 22.
Lacan hace un análisis de la ley igualándola a un orden de lenguaje. En dicho análisis se reconocen los efectos inconscientes de la función simbólica (sostenida por el Nombre del Padre, figura de la ley), respecto de las relaciones narcisistas, incluso respecto de las redes que el sujeto sostiene con la imagen y la acción de la persona que la encarna y de ello resulta un modo de comprensión que va a resonar en la conducción misma de las intervenciones 23. En la locura es forzoso observar “la libertad negativa de una palabra que ha renunciado a hacerse reconocer, o sea lo que llamamos obstáculo a la transferencia” y la formación de un delirio singular que objetiva al sujeto en un lenguaje sin dialéctica 24.
Lacan, en referencia a Heidegger, apunta que la pulsión de muerte expresa esencialmente el límite de la función histórica del sujeto, siendo ese límite la muerte. Este límite representa el pasado en su forma real, el pasado que se manifiesta invertido en la repetición 25.
E. Laurent al comentar este texto, hace hincapié en la acción del sujeto en el juego del fort-da en la que destruye a la madre como objeto y convirtiéndose esa acción de destrucción en objeto mismo, repitiéndola: el símbolo se manifiesta en primer lugar como asesinato de la cosa, constituyendo esta acción el deseo del sujeto.
En la melancolía, verdadero sacrificio suicida, hay una identificación con esta "muerte del sujeto que se nombra al mismo tiempo que se eterniza" 26 La melancolía pasa a situarse no desde el narcisismo, sino desde los efectos del parasitismo del lenguaje; el sacrificio narcisista estará subordinado al sacrificio simbólico 27 .
En el seminario sobre La angustia, Lacan articula el narcisismo y el objeto a, considerado como resto de la incidencia de lo simbólico en lo imaginario, todo ello en relación a la melancolía.
En la clase 25 del seminario Lacan plantea que el problema del duelo es el del mantenimiento de los vínculos por donde el deseo está suspendido, no del objeto a, sino del i(a). Es a partir de la distinción entre objeto a y i(a) que se establece la diferencia entre manía y melancolía.
Lacan considera que el impulso suicida supone un atravesamiento imaginario, un atravesamiento de la propia imagen: "como ese objeto a está habitualmente oculto detrás de la imagen del narcisismo, esto es lo que en el melancólico necesita pasar a través de su propia imagen, poder alcanzar ese objeto a cuyo mando se le escapa y cuya caída lo arrastrará en la precipitación suicida" 28.
En 1963 en “Kant con Sade” Lacan habla de la perversión y del dolor: Kant ubica el dolor entre las connotaciones de la experiencia moral, mientras que en la experiencia sadiana el dolor aparece como objeto de desprecio. El sádico, más que negar la existencia del Otro, rechaza hacia el Otro el dolor de existir, convirtiéndole en objeto eterno. El dolor de existir aparecerá en estado puro en la melancolía 29.
Christian Vereecken en el artículo “Mélancolie, perversion et identifications idéales”, resalta el punto común de la perversión con la melancolía, constituido por la preferencia de la ley sobre el deseo. Sin embargo, el perverso piensa en ultrajar la ley, siendo la ley diferente de sus dominios, mientras que el melancólico se excluye de los dominios de la ley porque no la tiene interiorizada.
Por vía de la introyección, por identificación a las insignias del padre se constituye el Ideal del Yo, insignias del padre que en la melancolía aparecen rechazadas haciendo del melancólico un ser de privación. El melancólico se identifica al trazo unario, del que no se marca.
En 1973, en “Televisión”, Lacan se referirá implícitamente a la melancolía y a la manía entendiendo que lo que resulta por poco de esta cobardía (moral) vaya a la psicosis, es "de ser desecho del inconsciente...es el retorno en lo real de lo que es rechazado, del lenguaje; es por la excitación maníaca que ese retorno se hace mortal” 30, El suicidio lo sitúa como acto que deriva del prejuicio de no saber nada, “en el horizonte de rechazo del inconsciente .. manía y melancolía se nos presentan como dos figuras de lo mismo; el pasaje al acto melancólico se junta con la dispersión maníaca del sujeto en lalengua” 31.
El abordaje, entonces, no es por el lado de la tristeza, sino por la relación con el rechazo del inconsciente.
II.- A PROPÓSITO DE LA HISTERIA
En la histeria estos fenómenos están relacionados con el saber, en tanto impotente para atrapar el ser, para dar cuenta de qué objeto se es para el Otro. Por ello, tienen la dimensión de llamada al Otro.
Para analizar los estados del humor, la tristeza y los fenómenos melancólicos de la histeria, creo conveniente primero hacer una aproximación a la culpa por estar muy relacionada, culpa que en la histeria aparece reprimida y que se deduce por las conductas de castigo, fracaso o fenómenos conversivos, y, que en la melancolía se muestra delirante y se refiere a la certeza de ser un desperdicio.
II. 1.- La culpabilidad
En la teoría heideggeriana, el análisis del ser para la muerte y de la culpabilidad originaria hacen par. La anticipación de la muerte es lo que posibilita un poder-ser auténtico, que aparece como exigencia por la voz de la conciencia que dice “tú estás en falta”. Este “ser en deuda” o “ser en falta original” es lo que llama Heidegger Schuldigsein (en tanto que el sujeto habla) y pertenece a la constitución del ser.
Jacques-Alain Miller se pregunta si el sentimiento de culpabilidad aislado por Freud, el Schuldgefühl, contiene Schuldigsein. La falta del sujeto barrado emerge como un afecto primario de la palabra. “La culpabilidad .. es desde este punto de vista efecto de la barra que se lleva sobre el sujeto y lo marca para siempre, pues la palabra es imposible ..” 32. El Schuldigsein ya está constituido al nivel de la palabra cuya estructura hace que el ser del sujeto esté siempre en otra parte y que no pueda inscribirse más que bajo la forma de un obstáculo, una falta (manque) o una raja.
Para Freud el sentimiento de culpabilidad inconsciente es lo que hace que el sujeto se sienta enfermo y que encuentre satisfacción en el sufrimiento, lo que significa que el sujeto no puede acceder al goce como prohibido, más que en el displacer, existiendo aquí una cuestión de satisfacción pulsional. Se pregunta entonces J.-A. Miller si el sentimiento inconsciente de culpa es lo mismo que la forma freudiana de decir que el goce es masoquista en su fondo.
Hay formas de masoquismo que implican un cierto goce, a condición, dice Freud, de que haya un motivo libidinal. En la perversión ése es claro, pero en la neurosis no tanto: el sujeto no sabe que se satisface de un sentimiento inconsciente o de una necesidad de castigo.
En la culpabilidad más fuerte, la de la melancolía, el elemento erótico parece faltante. Por ello hablar de masoquismo del melancólico es excesivo, sin embargo Freud admite en él, “un goce que actualiza la cultura pura del instinto de muerte”, sin líbido alguna 33 .
Sin embargo, llamar masoquismo moral (el del neurótico) a un modo de gozar que no da placer y del que no se ve de qué pulsión sexual deriva, es problemático. El movimiento analítico después de 1925 (post-freudianos), ha hecho uso de esta culpabilidad neurótica de forma tergiversada, en relación al concepto de masoquismo fundamental. Por ejemplo, Helene Deutsch relaciona la frigidez con el masoquismo femenino, relación a la que se opone Lacan rotundamente disociando los dos conceptos, porque no se puede llamar masoquismo a un no goce. Esta autora defiende un masoquismo primario libidinal (en pro de la conservación de la especie), el masoquismo femenino, que es parte del destino anatómico de la mujer, determinado por factores biológicos y constitucionales y funda el posterior desarrollo de la femineidad, independiente de las reacciones masoquistas ante el sentimiento de culpa (masoquismo moral) 34.
De Karl Abraham a Melanie Klein la tesis que se ha impuesto es la de que el masoquismo no es originario, tesis según la cual la base pulsional hace problema.
En el masoquismo moral el motivo erótico no queda claro (por ejemplo, en las conductas de fracaso). Este motivo erótico que no aparece en las neurosis, Freud lo buscará en la construcción de la pulsión de muerte, el goce de la autodestrucción (1924). Construye la categoría del Superyó, donde reina dicha pulsión, que, en la histeria aparece fragmentada, mitigada. El lenguaje, dice Freud, implica esta dimensión erótica de la satisfacción, modo de goce propio del masoquismo de la neurosis, que no se resuelve ni en las pulsiones parciales ni en el sadismo. Poco a poco se da cuenta de que el sujeto es el agente de su destino; a partir de 1921 admite un masoquismo primordial, tomando la medida del beneficio de la enfermedad (que hoy se llama plus de goce) que entretiene el síntoma del cual se queja el sujeto. 35 “La culpa ya no es alegada como causal, sino rechazada, pasando del débito de la queja al crédito del beneficio secundario” 36.
II. 2.- Sobre los estados de tristeza y las variaciones del humor
Lacan introduce la oposición entre Imaginario y Simbólico donde sitúa un orden de la variación y un orden de la constancia, respectivamente. Lo que no se mueve es la estructura, lo que varía es el Imaginario.
Se trata aquí de recoger en qué se relaciona la imagen del propio cuerpo y el narcisismo con las variaciones de los sentimientos, la Stimmung –una inestabilidad que es de esencia-, como estados del Yo: los sentimientos son llamados a variar en función de las maneras cómo nos afecta el “alter ego” 37. Esta es una referencia a la filosofía clásica, especialmente la de Spinoza, teórico de las fluctuaciones del alma, el cual afirma la permanencia de un deseo conforme a la esencia del ser.
Lacan duda de la autenticidad de la Stimmung freudiana, ya que para él consiste en una experiencia ética donde incluye los afectos, que define como pasiones del alma, porque implican al sujeto. Lacan recoge la tradición clásica (de Descartes a Spinoza) que afirma que las pasiones son del alma (definición de Santo Tomás), pero, entendiendo el alma como alma-cuerpo, puesto que, como dice Spinoza, el alma es la idea del cuerpo.
Pero “las facultades del alma” (los afectos) cierran el acceso a lo real. El afecto en psicoanálisis no es verdadero de entrada, hay que verificarlo porque no habla de la verdad, aunque tiene un efecto de verdad. Lo que nos interesa es lo que en el afecto prevalece del inconsciente. El afecto no se puede reducir al significante porque sino se reprimiría igual que él. Es consciente, del Yo, y no se reprime, pero se desplaza pudiéndose unir a otro significante diferente. En la histeria aparece desplazado en el tiempo, por ejemplo los llantos histéricos pueden repetir ancianas experiencias de amor. La emoción, el sobresalto y el impedimento ponen de relieve la censura que introduce el inconsciente, que el sujeto está cogido en la trampa de la imagen narcisista en el impedimento o confrontado al significante fálico en la caída de potencia que exprime al Yo (pérdida, no del objeto sino de su brillo fálico). El afecto tiene un efecto de significado del sujeto.
¿Qué significa afecto? Que el sujeto está afectado en sus relaciones con el Otro, interviniendo en él el significante, el goce y el Otro.
Los afectos de tristeza serían goce por la adecuación o no de las ideas. Lacan admite, como Descartes, que todas las pasiones derivan de una sola: la admiración. Para Spinoza, los estados de tristeza, de humildad revelan la impotencia del sujeto a tener una idea clara de su esencia: .. él ignora la causa de su efecto. Es en la medida donde la tristeza, en lugar de traducir una falta real, es una pasión de la impotencia ... 38 La tristeza pasa a ser un asunto de saber: la tristeza es un saber fallido; es relativa a ese acuerdo entre el significante y el goce. Y sostiene el deseo de la histérica como insatisfecho.
Otra referencia que Lacan toma de Santo Tomás es la relación del lenguaje inadecuado a propósito de las pasiones, con referencia especial a la tristeza. Así, Santo Tomás recoge la cita de Gregorio de Niza, para distinguir abatimiento de tristeza: “El abatimiento es una tristeza que corta la palabra” 39.
Serge Cottet se pregunta si las variaciones de los sentimientos y de los afectos sirven para manifestar un real. El humor es algo confuso, pero del mal humor y la pesadumbre, Lacan dice en “Televisión”, que es un verdadero toque de lo real, “ligado al atolladero y al fracaso, y ello es por estructura: el lenguaje no alcanza a dar su lugar a lo real” 40. En ciertas condiciones del humor puede verse prueba del real .. pero es sobre la base de una enunciación que nos aseguramos. Freud hace el diagnóstico no por el lado depresivo, sino por la discordancia entre el humor y la enunciación, especialmente a partir de la estructura de la queja. La pérdida de autoestima, no es un afecto, es una queja dirigida al Otro. En el melancólico puede aparecer el delirio de indignidad, pero con la paradoja de inadecuación entre la ausencia de modestia (clamores reivindicativos de la auto-acusación) y el humor abatido; puede aparecer también un humor sin tristeza. Una buena descripción fenomenológica del humor puede ser válida como fenómeno elemental: un estado de humor sin ideación o representación y sin afecto.
Mercedes Le Monnier Mata
Sección Clínica de Barcelona, año 2.002
“Ensayo” de la Tétrada dirigido por Elvira Guilañá
Estados de tristeza. Clínica diferencial entre melancolía e histeria
NODVS VIII, novembre de 2003