El valor relativo del "NO" (escribir y morir)

Presentación en el G.I. Creación y Psicoanálisis el curso 2002-03

  • Publicado en NODVS IX, març de 2004

Paraules clau

ambivalencia estructural de todo deseo humano, habilidad del significante para hace pasar el goce al inconsciente, lo que es insoportable en la condición humana, relación del hombre con su vida, elección del fracaso motivado por la culpa, Ibsen, Kertesz, Melville, pasaje de la contingencia a lo necesario, función del arte que nos permite llegar, más allá del placer, al goce, instauración de un significante amo que permite ir más allá del primum vivere, querer gozar / horror del goce

Recorriendo algunos tramos de textos de Freud y Lacan podemos conceptualizar la transferencia con una obra de arte y lo que esta transferencia nos permite vivir y elaborar. El amor al arte es un amor interesado, interesado en un producto y dependiente de esta producción.
A sabiendas del hecho de ser la obra quien interpreta a su lector, nos dejaremos leer por nuestro análisis de tres “NO”:
El NO de “Bartleby el Escribano”, de Melville, el NO de Rebeca, en “Rosmersholm”, de Ibsen y el NO de Kertesz en el “Kadish por un hijo no nacido”.
Cada uno de estos NO ataca la relación del hombre con su vida y revela algo de lo que es insoportable en la condición humana.

Antes quiero hacer notar que:

  • a) no se trata del NO de los diez mandamientos. Allí, en la biblia, tenemos el No, que según lo describe Lacan en el seminario VII, son noes- no matarás, no robarás, no fornicarás, etc., que por un lado hacen un silencio acerca del NO fundamental de la prohibición del incesto en su forma de la posesión de la madre por el hijo, por otro lado dicen lo que se debe decir con el fin de preservar la palabra. Y aquí Lacan decide insistir: “preservar la palabra, no digo preservar el discurso” (VII, p. 86). Estos NOes visualizan el futuro.

  • b) tampoco es el NO de la Verneinung que Freud elevara al status de concepto en el artículo de 1925. En este No de la Verneinung somos testigos de una operación que utilizando un elemento del lenguaje, permite una separación entre la operación intelectual, inteligente, y la reacción afectiva ante el contenido de aquello que exige acceder a la palabra: “No sé quien es la mujer de mi sueño pero NO es mi madre”. Este NO cabalga sobre un SI anterior, una Bejahung, que asegura la presencia, en la relación del sujeto con la palabra, de un operador, el padre, que permitirá aceptar o rechazar, según sea el caso.
    Este NO viene a permitir una forma de rechazo merced a la cual se accede a una aceptación de algo (una ocurrencia, una percepción, una conclusión lógica del pensamiento, etc.). Es un No que permite la prosecución del discurso, permite al hablante seguir hablando.

  • c) tampoco sería el NO del negativismo psicótico, aquél que testimonia de una defusión por la cual las pulsiones de vida y de muerte se presentan separadas, llevando esto a un rechazo de lo vivo y una cierta pendiente hacia la muerte y la separación, no precedida por la alienación. Este No de psicótico, diríamos en términos más modernos, es una forma de hacerse demandar por el otro, una forma de no tener que tomar la decisión que la ambivalencia del deseo exige continuamente. El deseo comporta siempre su No y pasar a la acción exige una nueva operación, sumamente difícil.

La realidad y el psicoanálisis:

Es útil, para entrar en el tema de la incidencia de la creación artística en nuestras vidas recordar la afirmación radical de Lacan en “Aún”, en que sencillamente afirma [1] que “no existe una realidad pre-discursiva.
Cada realidad se funda y se define con un discurso”.
O sea que la realidad no es un dato a tratar por el trabajo común de los hombres, sino que es el trabajo, es el discurso el que crea la realidad.
Así continúa Lacan: “ Creer lo contrario es un sueño, un mito de la teoría del conocimiento. ....Lo que se escucha no es un significado sino un significante.....que se produzca significado depende de que haya vínculo”.

Años atrás, en su comentario de Hamlet, Lacan había dicho que el arte no refleja la realidad sino que la crea.
Así, Hamlet es un producto artístico que ha creado al hombre moderno.
Ha creado al analizante, que es aquél que sufre de la distancia entre su deseo y su acción, aquél que perturbado por la voluntad de goce de su madre, ve su propio deseo desembragado de su voluntad.
Este hombre creado por Shakespeare no comete incesto y parricidio, como es el caso de Edipo.
Tampoco está enterrado en vida, como Antígona, viviendo su vida como perdida. Pero en cambio está enterrado, inhibido, por un divorcio entre su deseo, sus ideales y su cuerpo y su capacidad de actuar.
Si sintetizamos un psicoanálisis con la frase de Freud “Wo Es war soll Ich werden” [o sea: “donde era el ello el yo ha de ser”], vemos que lo que le pasó a Hamlet, el analizante, es que se separó su deseo de su voluntad.....hasta que la inminencia de la muerte le permitió unificarse y cumplir su cometido.

En “El poeta y los sueños diurnos”, de 1907, Freud estudia la forma en que el arte, al desencadenar en nosotros el goce, el más allá de la barrera del placer, influye en nuestra íntima economía pulsional y en nuestros vínculos con el otro.
Así avanza en la descripción de lo que ocurre:

“La relación de una fantasía con el tiempo es, en general, muy importante. Puede decirse que una fantasía flota entre tres tiempos: los tres factores temporales de nuestra actividad representativa.....el sueño diurno o fantasía, lleva entonces en sí las huellas de su procedencia de la ocasión y del recuerdo. Así, pues, el pretérito, el presente y el futuro aparecen como engarzados en el hilo del deseo, que pasa a través de ellos.....
........el soñador oculta cuidadosamente a los demás sus fantasías porque tiene motivos para avergonzarse de ellas. Añadiremos ahora que aunque nos las comunicase no nos produciría con tal revelación placer alguno. Tales fantasías, cuando llegan a nuestro conocimiento, nos producen rechazo, o repugnancia...o al menos, nos dejan completamente fríos......
En cambio, cuando el poeta nos hace presenciar sus juegos o nos cuenta aquello que nos inclinamos a explicar como sus personales sueños diurnos, sentimos un elevado placer que fluye seguramente de numerosas fuentes.
Cómo lo consigue el poeta es su más íntimo secreto. En la técnica de la superación de dicha repugnancia [Abstossung], relacionada indudablemente con las barreras que se alzan entre cada Yo y los demás está la verdadera Ars Poética.”

O sea: el Ars Poetica es aquella que logra superar las barreras del autismo del goce, barreras que separan a los seres entre sí y superando esas barreras contribuye a la creación del vínculo y con él, la aparición de nuevas significaciones.

Volvamos al texto de Freud:
“Dos órdenes de medios de esta técnica se nos revelan fácilmente. El poeta mitiga el carácter egoísta del sueño diurno por medio de modificaciones y ocultaciones y nos soborna con el placer puramente formal, o sea estético, que nos ofrece la exposición de sus fantasías. A tal placer, que nos es ofrecido para facilitar con él el desencadenamiento de un placer mayor, procedente de fuentes psíquicas más hondas, lo designamos con los nombres de “prima de atracción” o “placer preliminar” [Verlockungspramie]. A mi juicio, todo el placer estético que el poeta nos procura entraña este carácter del placer preliminar y el verdadero goce [eigentliche Genuss] de la obra poética procede de la descarga de tensiones [Befreiung von Spanungen] dadas en nuestra alma.”

De modo que Freud nos revela aquí una función del arte como la que nos permite llegar más allá del placer, al goce, de un modo que es aceptable por el Yo y en general por el orden social....y en ese camino vence las distancias que separan a los hombres entre sí.

En su obra:
“Varios Tipos de Carácter descubiertos en la Labor Analítica”, de 1916, en torno a su lectura de Rosmersholm, de Ibsen, Freud describe el esforzado trabajo de desciframiento que una obra exige del lector. Lo artístico se caracterizaría precisamente por ese decir ocultando, por el medio-decir que pone al inconsciente a trabajar. Este trabajo, paradójicamente, permite gozar de aquello que el artista ofrece, y vencer a la vez las fuertes resistencias que todo ser humano ofrece al goce prohibido. Diríamos que la cuestión es cómo hacer pasar el goce al inconsciente, cómo el arte poética permite que algo caiga en el inconsciente anotándose como letra, entrando en la contabilidad.

Por otra parte, es este delicado juego entre el querer gozar y el horror del goce, lo que le permite explicar la extraña condición de aquellos que “fracasan al triunfar”.

Freud escribe:
“...cuando los hombres enferman al lograr el éxito, la privación interna ha actuado sola y ha surgido una vez que la privación externa ha dejado lugar al cumplimiento de deseos. ........no es nada raro que el yo tolere un deseo mientras sólo existe en calidad de fantasía, oponiéndose, en cambio, decididamente a él en cuanto se acerca a su cumplimiento y amenaza convertirse en realidad.

El NO de Rebeca de “Rosmersholm”:

La trama de la obra es tal, que Rebeca, con el fin de conseguir el amor del amo de la casa, empuja a la esposa al suicidio. Pero, en contra de lo esperado, cuando este amo le declara su amor y le pide su mano, Rebeca se niega.
Freud reflexiona en torno a este NO:
“Cómo ha podido suceder que la arriesgada aventurera, de voluntad osada e independiente, que se ha abierto camino, sin reparo alguno, hacia la realización de sus deseos, se resista ahora a cosechar el fruto del éxito ofrecido a sus manos? Ella misma nos da, en el cuarto acto, la explicación:

“Eso es precisamente lo terrible: ahora que se me ofrece a manos llenas toda la felicidad del mundo, me encuentro transformada, de tal suerte que mi propio pasado me cierra el camino de mi felicidad......Es la concepción de la vida de la casa Rosmer- o por lo menos la tuya- la que ha contagiado mi voluntad....y la ha enfermado. La ha esclavizado con leyes que antes no regían para mí. Mi convivencia contigo ha ennoblecido mi alma.”.........

Poco antes se había lamentado de la otra cara de esta transformación:

“Porque Rosmersholm me ha quitado mis fuerzas; ha paralizado mi animosa voluntad. Ha pasado para mi el tiempo en que podía arriesgarlo todo. He perdido la energía para la acción, Rosmer.”

El No, la elección del fracaso, está, entonces, motivado por la culpa. Lo que cuesta desentrañar es que la culpa insoportable que siente Rebeca está relacionada con ese descubrimiento, no voluntario, de la índole incestuosa de sus relaciones de amante con su supuesto tutor (y que resulta ser su padre).
Freud justifica estas vueltas de la trama:
.....”Normas imperativas de la economía poética aconsejaron al autor dar esta forma al caso expuesto, pues el motivo más profundo no debía ser abiertamente presentado y tenía que permanecer encubierto, sustraído a la cómoda percepción del espectador o el lector, so pena de provocar la aparición de graves resistencias, fundadas en sentimientos muy penosos, que habrían de comprometer el efecto de la obra.”

O sea: puesto en términos más modernos, lacanianos: Se hace necesaria una habilidad del significante para hacer pasar el goce al inconsciente, es decir: a la contabilidad. Lograr una inscripción en un Uno donde los significantes están como s1, s1, s1.......sin encadenar, sin producir s2, sin producir sentido: como un número, como una letra en el desierto. Como una “contabilidad”.
En todo caso, ha de haber una “caída en el inconsciente”.

La cuestión es cómo hacer pasar el goce al inconsciente. No cualquier significante lo logra pero esto es condición para la eficacia de la producción artística como asimismo la eficacia de toda elaboración. Aún cuando el horror esté patente en la obra de arte, llamamos artístico a aquello que se marca en el inconsciente, que cae en el inconsciente como si un velo cayera sobre lo horroroso. Así incide como letra y para que esto ocurra, debe ser dicho a medias. No como un significante que encadenándose haría sentido, sino como letra, efecto de goce que acerca a la acción y aleja del primado del bla-bla-bla, del principio del placer.

El No de Rebeca, evidencia el pasaje de la contingencia a lo necesario. En el momento en que los datos inexorablemente la enfrentan con un incesto realizado (cuando descubre que su ex amante era su padre), aquello que guía la contingencia de la vida, se ha vuelto necesario, convirtiendo la vida en insoportable. (Recordar que en Pericles, de Shakespeare, se produce en el príncipe una profunda depresión cuando descubre que el secreto a descifrar se refiere al incesto entre el rey y su hija). Podríamos ubicar aquí un fenómeno de confluencia entre el deseo y la ley (en el incesto), que sólo puede conllevar depresión y muerte.

El psicoanálisis freudiano revela lo que se presenta como variedades de tratamiento personal a esta gran tarea que tienen los humanos: la de amar respetando la ley y a la vez transgrediéndola. O sea: creando un lugar para que el goce incestuoso sea contingente. Frente a Ibsen, el único dato que Freud agrega es que ese incesto ignorado, la heroína lo deseaba.

El No en “Bartleby el Escribiente”, de Melville:

Se trata de un conmovedor relato, escrito hace unos 140 años. Recordaréis que el relator se auto describe como “...uno de esos abogados sin ambiciones que jamás se dirige a un jurado, no hace por atraer el aplauso del público”.....cuyo despacho, en un piso alto de Wall Street, tenía ventanas que daban a una pared blanca, vista insípida, “carente de eso que los paisajistas llaman ‘vida’”.
Es acerca de una peculiarísima experiencia que nos quiere contar, con su empleado Bartleby, quien a partir del tercer día de trabajo en el despacho, con una precisión y persistencia propias del reino mineral, contesta a toda orden o requerimiento de su empleador con:

 

“I would prefer not to”
o, con una leve variante:
“I prefer not to”

 

“La maestría de Melville nos hace partícipes de un fenómeno de sugestión o incluso de hipnosis, conectado con la imposibilidad de leer, interpretar o comprender este absoluto rechazo, por el cual el estilo “I would prefer” se impone cual significante amo provocando contagio en el grupo de empleados.

“La tensión va en aumento entre el asombro e indignación sin límites del amo de la oficina, o sea el relator, y la petrificación progresiva del escribiente, inexorablemente entregado a la pasión de la estatua.

Frente al poder del “I would prefer not to”, el amo se convierte en humilde demandante de alguna clave que le permita comprender y poder así ejercer su amor cristiano hacia el prójimo.
Sabemos que el escribiente, si pudiera de él decirse que poseía algún secreto, se lo lleva a la tumba, sin chistar.

Aquí es el momento en que presenciamos el ingente esfuerzo de Melville para devolver esta patética tragedia a la “heimliche” y más humana invención de la “causa”, de la clave que permita dirigirse otra vez a la humanidad: para humanizar esta extraña condición del escribiente, Melville escribe Que anteriormente Bartleby había trabajado como subalterno en la Oficina de Cartas Muertas de Washington.
De modo que constantemente había manejado y quemado esas cartas , que, mensajeras de vida, se precipitaban a la muerte!!

El I would prefer not to: se presenta como una contingencia, pero cobra valor de necesario en el momento en que la inacción, el no cumplimiento de su rol, vuelve aquello que era contingente, en algo que no podía ser de otra forma. Es un No expresado en esa cortesía que caracteriza al inglés y que en castellano exige el uso del condicional. Este no se expande, lleva a otros No’s del sujeto y se expande a otros sujetos....casi como en una epidemia....delata su valor de significante amo..En cierta forma delata su presencia en la ambivalencia estructural de todo deseo humano.
Pero en Barteby resulta, en su radicalidad, una repetición irrefrenable, un no querer detener nunca más el Denkaufschub (la postergación ejercida por el pensamiento). Allí donde la forma lingüística permitiría en el fondo un acceder a la demanda del otro, una cierta docilidad, la radicalidad de su abstinencia convierte al sujeto en su propia estatua de piedra.
Bartleby muere sin haber siquiera preparado su propia fosa. Tal es su ignorancia del lugar que ocupa, que finalmente es la oficina toda la que se cambia de lugar.

El No de Kertesz:
“El Kadish por el hijo no nacido:”

Nos introduce a su diálogo con el hijo con una cita de Celan, de Fuga de la muerte:

 

“....tocad más sombríamente los violines
luego subiréis como humo en el aire
luego tendréis una fosa en las nubes
allí no hay estrechez”

 

De allí, el comienzo de su kadish es un fulgurante No que encabeza una frase interminable:

“No!, dije enseguida, en el acto, sin titubear y de manera como quien dice instintiva, porque entretanto ya resulta del todo natural que nuestros instintos trabajen contra nuestros instintos, que, por así decirlo, nuestros contrainstintos trabajen en vez de nuestros instintos y que incluso ocupen su lugar- así hablé yo con ingenio, si pueden calificarse de ingeniosas mis palabras, o sea, si puede considerarse ingeniosa la pura y triste verdad-, así hablé, digo, al filósofo que se me apareció, después de que tanto él como yo nos detuviéramos en el bosque de hayas o hayal o comoquiera que se llame, un bosque tendente a ralo que resollaba de forma casi perceptible debido a una enfermedad que era acaso la tuberculosis: confieso mi ignorancia y falibilidad en cuestión de árboles, pues sólo reconozco al punto los abetos por sus hojas aciculares y también los plátanos porque me gustan, y hasta el día de hoy reconozco lo que me gusta incluso con mis contrainstintos, aunque no sea ese reconocimiento estremecedor, capaz de apretar el estómago en un puño, listo para dar el salto, electrizante y, por así decirlo, inspirado, con que suelo reconocer aquello que odio.”

p. 9:
“No!, gritó, chilló algo en mí enseguida, en el acto, cuando mi mujer (que por lo demás dejó hace tiempo de ser mi mujer) habló por primera vez de ello- de ti-, y el gimoteo sólo se apagó poco a poco en mi interior, de hecho, sólo al cabo de muchos, muchísimos años, para convertirse en la melancolía del desengaño, como aquella cólera desenfrenada de Wotan en la célebre despedida, hasta que entre las formas nebulosas de las voces jadeantes de las cuerdas, por así decirlo, una pregunta se fue perfilando en mi interior con malicia y parsimonia, como actúa una enfermedad latente, y esa pregunta eres tú o, para ser más preciso, yo pero cuestionado por ti o, para ser aún más exacto ( con lo cual el doctor Oblath también se mostró de acuerdo): mi existencia vista como posibilidad de tu ser, o sea, yo como asesino, si queremos llevar la precisión al infinito, a lo inconcebible, y esto es lícito aún cuando vaya acompañado de cierta autotortura porque, gracias a Dios, ya es tarde, ya siempre será tarde, tú no existes y yo, en cambio, puedo sentirme plenamente seguro después de haberlo destrozado todo y pulverizado todo con ese “no”: en primer lugar mi breve y fracasado matrimonio- cuento yo, contaba yo al doctor Oblath, doctor en filosofía, con esa indiferencia que la vida nunca fue capaz de enseñarme, pero que a estas alturas ya practico con cierto desparpajo cuando resulta del todo imprescindible.”

p.37
......claro que sí, quiera o no quiera, no puedo hacer otra cosa si escribo, recuerdo y debo recordar aunque no sepa por qué, por el saber sin duda, pues el recuerdo es saber............sabemos y recordamos para que alguien se avergüence de nosotros ya que nos ha creado, si, recordamos para él, exista o no exista, porque al fin y al cabo da igual que exista o no, lo esencial es que alguien-quienquiera que sea- se avergüence de nosotros y (quizá) por nosotros. Porque, por lo que a mi respecta, si me pusiera a la obra, mis recuerdos privilegiados, solemnes, casi diría sagrados y, ya que estamos empleando grandes palabras, pues si, adelante: mis recuerdos consagrados y hasta santificados en la misa negra de la humanidad emanarían gas, emitirían voces duras y guturales: der springt noch auf, el último gemido del último Sch’ma Israel cantado por el superviviente de Varsovia y luego retumbaría el estruendo del fin del mundo.......

p.53:
“Y dejad de decir por fin, dije con toda probabilidad, que Auschwitz no tiene explicación, que Auschwitz es el producto de fuerzas irracionales, inconcebibles para la razón, porque el mal siempre tiene una explicación racional...........
.......lo verdaderamente irracional y lo que en verdad no tiene explicación no es el mal, sino lo contrario: el bien.”

Para ejemplificar este aserto, Kertesz relata el hecho totalmente inexplicable de un preso del campo que, pudiendo quedarse con su ración de comida, se la trae..........

“Si, y a mi juicio esto no tiene explicación, por cuanto no resulta racional en comparación con la lógica sensatez de una ración de comida que puede servir para evitar el desenlace definitivo en una situación límite llamada campo de concentración, si en efecto sirviera, si esta utilidad no chocara contra la resistencia de un concepto inmaterial que desecha incluso los intereses vitales..............”

En este aserto de Kertesz encuentro la relevación de un significante amo, irracional, que lleva a un hombre piel y huesos, en un vagón de tren que amenaza con ser su tumba....ir más allá del primum vivere.

Con estos trozos de una lectura cortajeada, como la que se exige inevitablemente en este comentario, quiero decir qué es para mí este No de Kertesz:
Es la instauración de un significante amo (el No) que le permite ir a su vez más allá del primum vivere, de la ley de la supervivencia de la especie, negándose a tener un hijo.
Al escribir esta plegaria tradicionalmente dicha ante la muerte, al escribirla para alguien que aún no nació, Kertesz realiza para su hijo aquello que en las antiguas enseñanzas de los sabios y en el Edipo en Colona, sería para el hombre lo mejor: No haber nacido.
“No haber nacido” no es un deseo de muerte, es distinto al deseo suicida por cuanto es una nostalgia por aquél momento anterior en que todo era posible. O sea: un momento sin real.

Este hombre salido de Auschwitz, que confiesa vivir “llevando el hato de la vida en las manos levantadas” para protegerlas del lodo de sus recuerdos... quería para su hijo un tiempo sin shoah.

Notes

[1] Lacan, “Aun” pags 43 y 44

Susana Huler

El valor relativo del "NO" (escribir y morir)

NODVS IX, març de 2004

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