La función de padre
Contribución presentada en el grupo de investigación sobre las Ficciones Familiares durante el curso 2003-04
deseo de la madre, ideal del yo, figura del padre, ley y deseo, función del padre como "broche", tipos de familia: tradicional, fusional, patriarcal, atípica
Dos preguntas me surgieron cuando pensé en ese punto:
Jacques Lacan nos habla de la función del padre:
“Cuando la distancia entre la identificación con el ideal del yo y la parte tomada del deseo de la madre no tiene mediación ( la que asegura normalmente la función del padre), el niño queda expuesto a todas las capturas fantasmáticas. Se convierte en el “objeto” de la madre y su única función es entonces revelar la verdad de este objeto.”(1)
En este párrafo sacado de Dos notas sobre el niño, (1969) Jacques Lacan define la función del padre como aquél que puede marcar una distáncia entre la identificación con el ideal del yo i la identificación con la parte tomada del deseo de la madre, función que le permite al sujeto constituirse como tal i así entrar en el campo del lenguaje, es decir la subjetividad que le permitirá tener su propio deseo más allá del de la madre.
Dos notas sobre el niño fueron escritas para Mme Aubry, que quería llevar a cabo reformaciones en la práctica psiquiátrica en las instituciones, pero era también un momento de la historia en la que surgieron diferentes maneras de “hacer familia”, un momento en el que parecía que la familia tradicional, compuesta por una pareja padre-madre i sus hijos no era lo suficientemente democrático, surgieron pequeñas comunidades en las que lo importante era el “todos iguales”, “todo de todos”, de esa manera los hijos también pasaban al “ser de todos”, esto implicaba una relación de hermanos, en la que la figura del padre quedaba borrada.
Este movimiento a inventar otras maneras de hacer familia no estaba separado del que la misma sociedad en general venía experimentando, era un momento de cambio en la economía i en la estructura de trabajo. Las mujeres empezaron a tener un papel cada vez más claro en la sociedad, i eso tenía sus consecuencias en la familia. Esa familia tradicional en la que cada sujeto tenía su lugar establecido comenzó a tambalearse.
Todo ese intento de querer hacer de la familia tradicional otro tipo de familia en la que cada uno de sus componentes tuviera un lugar distinto al que se tenía en esos momentos, no tuvo el éxito esperado, pero sí que marcó un antes i un después en lo que fue un inicio de cambio en el “hacer familia”.
Ese cambio empezó, sobretodo, en las sociedades industriales más avanzadas, dónde el nivel sociocultural permitía i a la vez exigía ese tener un lugar distinto al que se tenía en una familia tradicional, pero no sin llevar consigo lo que el sociólogo Lluís Flaquer llama La estrella menguante del padre.(2)
En La estrella menguante del padre, Lluís Flaquer trata de dar respuesta a las preguntas sobre las razones por las que se ha llegado a “... la pérdida de legitimidad del patriarcado” i lo hace a través de un estudio sobre la evolución de la familia en el mundo occidental. En él distingue tres tipos diferentes de funcionamiento en el sistema familiar que se suceden a lo largo, también, de la evolución en el sistema social. Deja claro que esta evolución no es de forma lineal, ni se da en todas las sociedades de la misma manera ni al mismo tiempo.
Familia tradicional, familia fusional o nuclear i familia postpatriarcal son los tres sistemas de funcionamiento familiar que se suceden en la historia i que él, en su libro, desarrolla las características diferenciales.
En un primer funcionamiento, en la familia tradicional, el lugar del padre era aquel que procuraba la unidad familiar, basada en una unidad económica, productiva i a la vez enraizada a la familia troncal, cuyo linaje prevalecía ante el deseo del individuo, el padre era el vínculo entre la familia i la sociedad i la mujer debía acatar la decisión del marido.
En la familia fusional, la unidad familiar se establece a partir de la pareja, donde el deseo de uno mismo empieza a ser más importante que el linaje, la mujer empieza a tener un papel más activo, tanto en la toma de decisiones dentro de su propia familia como en su lugar de trabajo, pero aún, en ese funcionamiento es el hombre, en la pareja, quien tiene un papel más importante, lo cual queda bien reflejado cuando en esa pareja, en esa família llegan los hijos, cuando eso ocurre, es la mujer quien vuelve a su lugar interno de la familia. Pero en esa vuelta ya no es lo mismo, algo ha cambiado.
En la familia postpatriarcal, o posmoderna (como la llaman otros autores) se refleja ese “algo cambiado”, surgen diferentes funcionamientos familiares, lo cual conlleva una creciente inestabilidad en los vínculos que sostenían la llamada unidad familiar. Lluís Flaquer la define diciendo:
“Así, la fragmentación de la familia nuclear y la diversificación de las formas familiares, la importancia cada vez más decisiva de los itinerarios individuales en contraste con un ciclo familiar único y una optatividad creciente en materia de moral sexual y familiar son algunos de sus rasgos distintivos.”(3)
La mujer deja su lugar interno en la familia para participar del mundo externo donde encuentra su lugar como individuo i pudiendo llevar a cabo su propio itinerario, así la unidad familiar, representada por la pareja en la familia tradicional, i aun en la fusional, se rompe. Ya no es sólo el hombre quien representa la voz familiar, hay pues una pérdida de ese lugar que era la figura patriarcal.
Hasta aquí parecería que el cambio dado en la sociedad sería suficiente razón para hablar de esa pérdida, la de una figura patriarcal que daba un lugar seguro, un lugar en el linaje. Pero no sería más que una media respuesta a la primera pregunta, puesto que si bien parece haber un desfallecimiento de la figura “padre”, no parece tan claro que también tenga que ver con la “función de padre”.
J. Lacan en Dos notas sobre el niño, señala lo irreductible de la función del padre i de la madre, dice:
“La función de residuo que sostiene (y a un tiempo mantiene) la familia conyugal en la evolución de las sociedades, resalta lo irreductible de una transmisión- perteneciente a un orden distinto al de la vida adecuada a la satisfacción de las necesidades- que es la de una constitución subjetiva, que implica la relación con un deseo que no sea anónimo.
Las funciones del padre y de la madre se juzgan según una tal necesidad. La de la Madre: en tanto sus cuidados están signados por un interés particularizado, así sea por la via de sus propias carencias. La del padre en tanto que su nombre es el vector de una encarnación de la Ley en el deseo”(4)
Éric Laurent retoma, en Une lecture de la Note sur l’enfant(5), ese carácter irreductible de las funciones del padre i de la madre diciendo que se manifiesta en la clínica con niños a partir del fracaso en ese hacer una manera diferente de família a partir de pequeñas comunidades.
Así pues la función de padre no es inherente a la figura del padre.
Entonces, cuando J. Lacan, hablando de la función del padre, dice: “su nombre es el vector de una encarnación de la Ley en el deseo”, qué es lo que quiere decir si lo que no quiere decir es que tiene que ver con el linaje o con los cuidados necesarios para vivir?
Éric Laurent, se detiene en ese “su nombre es el vector de una encarnación de la Ley en el deseo” i hace notar la contradicción que podría encerrar, puesto que la ley viene a regular, limitar el deseo. Laurent presenta el padre del que habla Lacan diciéndonos que se trata de un padre que no solamente prohibe, sino que también goza, un padre que transmite la ley, que enseña cómo vivir con ella, se trata de una ley viva, humanizada, con la que se puede convivir.
Ese padre que transmite la ley, pero que a la vez la transgrede deja de ser un padre ideal, el padre del Edipo, para quedar reducido a la función de instrumento, un padre que muestra el camino para llegar al propio deseo.
“Función de instrumento”. Cómo podemos entender esa función de instrumento? hace falta un padre real para llevar a cabo esa función? En la actualidad encontramos ya otras familias, que distan mucho de la familias tradicional, o aún fusional, donde era necesario un padre i una madre; ahora podemos encontrar familias monoparentales, una madre sola con sus hijos, un padre solo con sus hijos; familias con hijos adoptados, los cuales, seguramente no tuvieron un padre real; familias de parejas homosexuales con sus hijos, en adopción o a través de la coparentalidad, i aunque, como dice Déborah Fleischer(6) , no tenemos datos suficientes desde la clínica para valorar las consecuencias de todas esas otras maneras de hacer família, sí que hay estudios sobre ello i sí que podemos ver que aunque no haya ese padre real que parecería que es quien debería marcar “la distancia necesaria entre la identificación con el ideal del yo i la parte tomada del deseo de la madre”, el niño puede no quedar capturado en el fantasma materno.
Anne Cadoret(7) hace un estudio de familias compuestas de parejas homosexuales con hijos. De ese estudio tomo algo de lo que dicen esos hijos que creo que me ayudan a entrever aquello que para el sujeto es importante i con lo que podrá inventar una ficción para seguir su camino hacia su propio deseo. Ellos se preguntan sobre su origen i plantean “la dificultad que entraña tener una familia atípica”
Vemos dos aspectos importantes: una pregunta sobre su origen i una dificultad en tener una familia atípica.
El primer aspecto tiene que ver con la filiación, aquello que da un lugar al niño, una identidad propia, ese saber-se hijo i nieto de alguien, tener un lugar seguro en la sucesión generacional. Anne Cadoret habla de dos momentos en la filiación, un primer momento como
“la filiación de la primera infancia, que consiste en la cría y la educación..., en un segundo momento, la filiación inscribe al niño en una cadena genealógica, una cadena sin fin en la que el hijo, de forma muy provisional, sólo es el último eslabón”
Entiendo que esa inscripción del niño en una cadena genealógica tiene que ver con la función de residuo de la que habla J. Lacan i que es lo que permitirá la transmisión de “una constitución subjetiva, que implica la relación con un deseo que no sea anónimo.”
De ese primer aspecto, creo que se recoge la importancia que tiene para el sujeto de tener un lugar, un nombre, más allá de la figura de un padre.
El segundo aspecto tiene que ver con la aceptación en su entorno, de “su familia”, aceptación de lo que tiene que ver con la diferencia, la que existe entre “su familia” i la que aún sigue como norma social, como referencia familiar, referencia, sin embargo, que se sustenta en un ideal de familia. Así en su estudio, dice:
“la información recabada por L. Saffron, en sus entrevistas con una veintena de jóvenes y no tan jóvenes criados por padres homosexuales, refleja los momentos de incomprensión y dolor que experimentan o han experimentado estos jóvenes en lo que respecta al rechazo de sus padres por parte del entorno”.
Aunque ese aspecto lo tomo del estudio sobre las parejas homosexuales, bien podemos trasladarlo en los diferentes funcionamientos familiares actuales que distan de aquella familia tradicional. El rechazo de sus padres por parte del entorno es vivido, quizás, como un rechazo a su nombre, a su lugar en la cadena generacional.
Si estos dos aspectos, origen i aceptación de la familia atípica, son tan importantes para el sujeto i tienen que ver con la función de padre, habría que ver qué ficción inventa cada sujeto cuando uno de los dos aspectos o los dos a la vez fallan, qué ficción, para cada sujeto hará la función necesaria para no quedar apresado al deseo del Otro.
La función de padre no es inherente a la figura del padre, así pues, si esa función desfallece no depende del tipo de familia a la que esté inmerso el sujeto, sea tradicional o sea de otro tipo.
Jacques-Alain Miller habla de la función del padre como función de “broche”. Éric Laurent, en “Parejas de hoy y consecuencias para sus hijos”(8) retoma esta teoría i nos habla de esa función que es “abrochar el goce i el Otro”, dice:
“Hay estructuras clínicas, tipos de síntomas que se deducen de la posición del padre, como la neurosis, las perversiones y la psicosis, pero también, es necesario investigar modos de la clínica en el cual el broche está producido por un elemento que no es el padre.”
Entonces aquello que hay que buscar es qué broche funciona para cada sujeto.
Voy a intentar, a partir de los casos presentados por Mª José Freiría, encontrar lo que hace broche para el sujeto.
En el primer caso, “Ser algo como una madre”, me hace pensar en dos posibilidades de funcionamiento como broche, la primera tendría que ver con el síntoma con que se presenta:
“se presenta como portadora de una esterilidad más que asumida, casi lógica, aunque los médicos no le hayan dado una causa concreta. Es decir que se presenta con una imposibilidad real de acceder al ser madre.”.
Pensar en el síntoma como una posibilidad de broche es lo que nos dice Éric Laurent en su texto “Parejas de hoy y consecuencias para sus hijos” dice:
“Hay muchas maneras de anudar las consistencias con algo que funciona como el Nombre del Padre, con el síntoma, por ejemplo.”
La segunda posibilidad podría tener que ver con “la falta en ser” i que aspira a saturarla con el niño, como dice Mª José, pero que se basa en un saber: “es portadora de un saber, dado por su propia experiencia, sobre qué es lo que se debe hacer con estos niños abandonados”.
En el segundo caso “Estar por un niño”, creo que podemos pensar en la posibilidad del “saber” como aquello que le funciona a esa mujer como broche i que a la vez pone distancia entre su deseo i el niño, así mismo lo expresa ella: “Una mujer sola, sin saber lo que yo sé sobre los niños, no podría hacerlo” , i Mª José deja clara esa distancia necesaria entre el niño i la madre: “Si ella se sitúa como madre para un niño, el padre hará falta. No hay la presencia real de un hombre que vendrá a ocupar ese lugar del padre, pero el lugar queda situado.”
I sigue más adelante:
“Es porque el lugar queda situado subjetivamente en ella como un lugar vacío, como algo que hace falta entre ella y el niño que la cosa va funcionando.”
Las 'i' por 'y' se hallan en el texto por voluntad expresa de la autora (N. del E.)
La función de padre
NODVS IX, març de 2004