Comentario de Mystic River
Guía de lectura de la película Mystic River, comentada en la Tertulia sobre Cine el 12 de enero de 2004
Mystic River, encuentro con el sexo / violación / encuentro con la muerte / violencia, segundas oportunidades, Clint Eastwood, mirada, sinsentido, culpa, paternidad, sociedad estadounidense
Mystic River es un western. Un film hilvanado por una calle, o un río, donde se despliegan los personajes y ocurren las tragedias. Qué alegría al conocer la coincidencia con Pedro Almodóvar en este punto de vista sobre el film.
¿Qué está ocurriendo en la sociedad estadounidense? Mystic River da algunos elementos para pensar. Hace reflexionar sobre la idea de las segundas oportunidades, y lo que ocurre cuando éstas faltan. Hace sentir el peso de la culpa, de la culpabilidad que se arrastra como un destino por no haber respondido en su momento. Y vuelve a abrir grandes horizontes -este es un gran mérito- para algunos interrogantes: aquellos que atañen al sexo, al padre, a la muerte, a Dios.
Pongamos un ejemplo: dicen que la escena del descubrimiento del cadáver en el parque fue rodada sin interrupciones. Podemos creerlo. Esa escena comprime la trama reduciéndola a tres redondeles, tres agujeros.
En el primer redondel, un trozo de jardín horadado, se descubre el cuerpo de una joven, como Ofelia entre hojarasca. En el segundo, una masa compacta de policías, aúlla la mirada desencajada de un padre. En el tercero, un agujero de cielo entre los árboles, resuena el inútil silencio de dios.
El arte del director es mostrar en esos planos los agujeros del sinsentido más radical -y sin embargo más humano- y aquello que lo vela: la muerte absurda de un ser bello y joven; un padre confrontado al dolor por la muerte de su hijo (que Lacan subrayó como un enigma); el silencio de los dioses ante los pecados de sus ministros.
El diagnóstico del film nos parece implacable, tanto como necesario: las sociedades están edificadas sobre un real, justamente para protegerse de su absurdo. Por esto el sinsentido no puede eliminarse: frente a este punto no hay seguridad ni prevención posible.
¿Qué queda entonces? Queda no resignarse, enfrentarse al malestar, discutirlo colectivamente, pensarlo cada uno a pesar del miedo. Eso, o dejar que él nos piense a nosotros.
El texto que sigue es, más que un resumen, una guía de lectura de la película hilvanada por Fina Giménez y Lola Pastó. Quienes la hayan visto sentirán el poder evocador de las imágenes, casi plano a plano; quienes no la conocían lo podrán seguir como un relato apasionante. En cualquier caso deseamos que lo disfruten... Y ya nos contarán.
Anna Aromí
MYSTIC* RIVER
*mystic, del griego mystikón: que cubre, envuelve, cierra.
El escenario y los personajes
Al margen de la ciudad (Boston)
Panorámica aérea del escenario donde se van a desarrollar los hechos: las casas de un barrio obrero, el río con su tranquila superficie, la autopista elevada. El barrio está separado de la ciudad por el río.
Sin protección
La radio anuncia el tema del día: el partido de baseball y la seguridad del estadio. El barrio queda desprotegido.
Los niños juegan
Sentados en un balcón, dos hombres beben y hablan del encuentro deportivo. No muy lejos, tres niños, de unos diez años, juegan a hockey en plena calle.
El azar interrumpe la inscripción
La pelota cae en la alcantarilla y no la pueden recuperar. Una superficie de cemento fresco en la acera es la ocasión de un nuevo juego, van a escribir sus nombres, "eso será para siempre" dice uno de ellos, "para siempre", insiste otro. JIMMY, SEAN, DA … Dave no acaba de escribir: la potente voz de un hombre que les afea su conducta le interrumpe.
¿Quiénes son?
Es un hombre alto, ha descendido de un coche negro y se presenta como policía. Deja ver unas esposas en su cinturón. Los chicos, sorprendidos por esa inesperada y amenazadora irrupción en sus juegos, reaccionan a duras penas. Finalmente Dave es introducido por la fuerza en el del auto. Dentro hay otro hombre: lleva un anillo de oro con una cruz.
La mirada se congela
El automóvil enfila la calle justo por el centro, siguiendo la línea amarilla. La mirada de Dave desde la ventana de atrás, expresando todo el frío del miedo, de la soledad, del desamparo y de la impotencia, se encuentra con la de sus amigos, congelada por el mismo frío.
Descenso a los Infiernos
Alguien baja por una estrecha escalera y entra en un subterráneo. Es el hombre que ha obligado a Dave a subir al coche. Tras él baja el de la cruz. "No, otra vez no", suplica el muchacho.
Huyendo de los lobos
Un estallido de luz en el exterior es el testigo de la huida. Sin dejar de correr, casi sin aliento, el muchacho se vuelve de vez en cuando para asegurarse de que no lo persiguen los lobos, los vampiros. El vacío y la angustia que lo acompañan son remarcados por la cámara en su giro vertiginoso entre los árboles hasta señalar al cielo.
El vampiro se queda
Dave es devuelto a su entorno, "han abusado de él sin piedad". Se lo ve en la ventana de la casa. Su madre baja entonces la persiana para protegerlo de las miradas de los vecinos, pero corta también los lazos con Sean y Jimmy que lo miraban desde la calle. Dentro queda el horror, la vida que no es vida.
Veinticinco años después, el escenario es el mismo.
Los personajes …
El dolor se lleva en el estómago, los hombros soportan el peso de lo que se ha vivido.
DAVE
Es alto y desgarbado, de aspecto abatido bajo la pesada losa de su historia. Vive en el barrio, está casado y tiene un hijo, al que acompaña y con el que juega a menudo.
De regreso del colegio, pasa con su hijo junto a la alcantarilla y junto al cemento que conserva los tres nombres. En ese momento a él lo asalta un flash: la intimidadora imagen del hombre alto descargando con violencia un fuerte puñetazo sobre el coche negro. "Volvamos a casa", dice trastornado a su hijo, "antes de que mamá se preocupe".
Celeste es su mujer. Parece vulnerable e insegura.
JIMMY
Es fuerte y moreno. Tiene aspecto de hombre duro. Está casado y tiene tres hijas. También él vive en el barrio. Es dueño de un supermercado.
Está en la trastienda cuando llega una bella muchacha, es Katie, hija suya y de su primera esposa: va a salir esa noche con unas amigas. "No regreses tarde, no olvides que mañana es la comunión de tu hermana", le recuerda.
Marita fue su primera esposa, "era una mujer preciosa y digna", muy especial en su vida. Se casaron muy jóvenes y murió estando él en la cárcel; Katie tenía cinco años.
Katie tiene ahora diecinueve años y es su hija predilecta. Desde pequeña lo ha mirado de un modo especial, como si le reprochara algo, hasta el punto de inquietarlo: "Temo a la mirada de mi hija más que a la cárcel". Tiene novio en secreto y ambos han proyectado huir y casarse. Es Brendan, un joven de su edad. Precisamente con este muchacho su padre le ha prohibido tener cualquier tipo relación: "Si mi padre te ve, te dispara".
Annabeth es la segunda esposa de Jimmy, con quien tiene dos hijas. Es ambiciosa y sabe lo que quiere. Ella y Celeste son primas.
SEAN
De expresión seria, es alto, rubio y va bien vestido. Su mujer, embarazada, lo ha abandonado hace unos meses. Es policía, pertenece a la brigada de homicidios y trabaja en la ciudad.
Un accidente lo ha llevado a la autopista elevada. Allí, desde lo alto, se detiene a contemplar aquellas mismas casas del barrio obrero en el que creció.
Panorámica nocturna del río y el barrio
En un bar, unas chicas se han puesto a bailar sobre el mostrador: "¿No es la hija de Marcus?", "Sí, la conozco desde que era una niña", responde Dave.
De madrugada
Dave llega a casa ensangrentado. Tiene una profunda herida en el vientre y otra en una mano. "La he cagado", dice a Celeste, mirándose las manos. Está muy alterado: ha tenido que defenderse de un atracador, incluso es posible que lo haya matado: "¡Qué solo se siente uno cuando le hace daño a alguien! Te sientes como un extraño".
Amanece
Un helicóptero de la policía sobrevuela el río, la autopista, el barrio. Recibe la llamada, de unos muchachos que no se identifican, denunciando la aparición junto al parque de "un coche con las puertas abiertas y con sangre"; hablando entre ellos, se refieren a una mujer.
¿Dónde está?
Katie no ha dormido en su cama y tampoco ha aparecido por la tienda. Ante esta tardanza, Jimmy y su esposa expresan su temor: él por la hija, ella por la celebración. Habiendo acudido Jimmy al supermercado, llega Brendan a comprar unas cosas, con él va su hermano, mudo. Antes de marcharse, pregunta por Katie: es domingo y no está en la tienda.
"¿Por qué odias a ese chaval?", pregunta su empleado refiriéndose a Brendan. "¿No te acojona el mudo?", pregunta a su vez Jimmy.
Fuera, expectación; dentro, angustia
La policía ha identificado a la propietaria del coche, es Katerina Marcus, la hija de Jimmy. El caso será llevado por Sean y otro inspector. Dado que él conoce a Jimmy, su compañero quiere saber si su relación puede ser un problema para la investigación. Sean aclara que no son amigos. Sólo se saludan.
En el interior del templo ha empezado la ceremonia. Junto al parque, los inspectores especulan acerca de lo que pudieron haber hecho la víctima y su agresor.
"Cuerpo de Cristo", dice el sacerdote. El orgullo de Annabeth y la inquietud de Jimmy son manifiestas. En el parque la policía busca el cuerpo de Katie.
Preocupado, Jimmy vuelve la cabeza hacia la puerta. De fuera llega el sonido de las sirenas de la policía.
A la salida del templo, los niños y los padres se abrazan, las familias se saludan. Súbitamente la familia Marcus queda paralizada ante el ruido de las sirenas y el paso a gran velocidad de los coches que se dirigen al parque. Jimmy se acerca para ver qué ocurre.
Angustia y horror
Celeste y Dave están en casa. A ella se la ve muy angustiada, porque los periódicos "no dicen nada" sobre el incidente que le ha contado su marido. "Era muy tarde", justifica él.
Jimmy reconoce el coche de su hija y quiere entrar en el parque. El drama acaba de estallar con toda su carga de horror: han encontrado el cadáver de Katie.
Celeste, sola, está viendo la televisión: se busca a una chica desaparecida. Su angustia y su incertidumbre son cada vez mayores.
El desamparo
En el parque, la cámara se eleva y enfoca dos círculos: el foso redondo donde yace el cuerpo de Katie, semienterrado en la hojarasca, y la masa de policías que inmovilizan a Jimmy y tratan de contener la furia de su dolor. La cámara sigue elevándose, sale de la espesura de los árboles y, girando sobre sí misma, crea un tercer círculo: el desamparo y el vacío del cielo.
El poder del azar
Jimmy está en la cafetería del depósito con Annabeth y los dos inspectores. Acaba de reconocer el cadáver de su hija: habla de ella, de su primera esposa, de su encuentro con el horror, del azar y de sus consecuencias: si hubiera subido él al coche, en lugar de Dave, no habría sido capaz de conquistar a Marita.
La marca
El compañero de Sean quiere saber qué ocurrió después que Dave subió a aquel coche. Sean le explica lo sucedido: "Hubo violación ". Más tarde, el policía creerá ver una relación entre aquel suceso y el desequilibrio que aprecia en Dave. Sean rechazará esas suposiciones: Katie no ha sido agredida sexualmente.
Los indicios
El coche de Dave es encontrado con sangre de él y de otra persona. En otro momento, su mano llama la atención de los policías, que se interesan por la causa de la herida. La explicación que da no les parece creíble.
Amor y odio
Sean y su compañero se presentan en casa de Brendan para hacerle algunas preguntas. Hablan también con su madre La noticia del asesinato de Katie produce desolación en él: era el amor de su vida; y satisfacción en ella: odia profundamente a Jimmy.
Lazos
El padre de Brendan pertenecía a la misma banda que Jimmy, quien fue delatado y pasó dos años en la cárcel. Su esposa murió antes de que él recobrara la libertad. 'Sólo Rey', el padre de Brendan, desapareció cuando Jimmy salió de prisión, antes de que naciera su segundo hijo. Jimmy dejó la banda por su hija, pero siguió manteniendo los lazos con algunos de sus miembros, que en la actualidad son sus hombres de confianza.
El gran desencuentro
Dave se da cuenta de que Celeste cree que él ha matado a Katie. Estalla de angustia. Llora y ríe a la vez. Está tan solo e indefenso ahora como lo estuvo hace veinticinco años. "Nunca se lo había contado a nadie", le confiesa entremezclando el horror de entonces y el de ahora. La noche anterior no se defendió de ningún atracador, sino que atacó a un pedófilo y le arrebató su presa. Ella no le cree. Pero él sigue hablando, impotente: es el vértigo, el horror, él no es él, tuvo que pensar en otra persona, ha perdido el juicio… No sabe quién salió del subterráneo, Dave está muerto, es como los vampiros: "una vez que están en ti, se quedan", "¿Sabías que hubo prostitución infantil en el barrio?" No confía en su mente, no puede más, necesita salir.
Casi como si no hubiera ocurrido
Jimmy está sentado en la escalera de su casa, "como si esperara a Katie, como tantas veces", le dice a Dave. Éste le cuenta que la vio en el bar: "Parecía muy feliz".
A la mañana siguiente
La entrega
Celeste, desesperada, va al encuentro de Jimmy: ha abandonado a Dave, le tiene miedo, "últimamente está muy extraño". Le explica en qué estado llegó a casa esa madrugada y lo que le contó. Ella no cree lo del atracador: no ha aparecido ninguna noticia en la prensa. Cree que mató a Katie.
El arma de los hijos
La pistola con la que dispararon a Katie resulta ser la misma que la utilizada hace dieciocho años en un atraco en el que estuvo implicado "Sólo Rey".
En comisaría, Brendan responde a las preguntas de los policías: su padre no tenía ninguna pistola, los abandonó hace años y les envía dinero todos los meses.
Regresa a casa, no hay nadie. Busca algo en una trampilla y comprueba con horror que no está. Se trata de la pistola.
Horas después llega su hermano, con un amigo. Lleno de rabia, Brendan le pregunta por qué lo ha hecho. ¿Para retenerlo a él? "¿A quién quieres tú?", "¿A quién odias?". Fuera de sí, se abalanza sobre los dos chicos y los golpea con fuerza. Sean y su compañero llegan en el momento en que uno de muchachos apunta a Brendan con la pistola.
Ha anochecido
En el río
Por encargo de Jimmy, sus matones han llevado a Dave a un bar cuya puerta trasera da al río. Lo obligan a beber mientras le cuentan anécdotas de los tiempos de la banda. Jimmy se une más tarde a ellos. Dave se siente mal y sale. Los demás salen también. Él se le acerca y le habla: fue delatado por 'Sólo Rey', por eso estuvo en la cárcel. Él mismo lo mató, junto al río, en ese mismo lugar.
No estaba preparado
Dave dice que él no mató a Katie, y le explica el episodio del pederasta. Tampoco Jimmy lo cree, pero le perdonará la vida si confiesa que ha matado a su hija. Dave lo niega. Jimmy insiste. Dave claudica y dice que ha sido él: la mató en nombre de la juventud que él no tuvo y del sueño de no ser él quien subía al coche, sino Jimmy: "Pero subiste tú", le puntualiza al tiempo que le clava una navaja. "No estaba preparado", susurra moribundo. Lo remata de un tiro y arroja su cuerpo al río, donde "pagamos nuestros pecados y lavamos nuestras conciencias."
De madrugada
El azar, una vez más
Sean encuentra a Jimmy sentado en el bordillo de la acera, cerca de la alcantarilla. Le comunica la detención de los asesinos de su hija. Los dos muchachos han confesado: estaban jugando en la calle y el azar hizo que Katie se cruzara en su camino. Para no atropellarlos, empotró su coche en la acera. No querían ser reconocidos, llevaban la pistola y le dispararon. Ella, levemente herida, salió del coche y huyó al parque, donde ellos la alcanzaron y la mataron.
Los tres subieron al coche
El policía le dice a Jimmy que ha sido hallado el cadáver de un conocido pedófilo. Se ha informado a Celeste, que desde entonces está buscando a su marido. Ante la expresión de Jimmy, Sean le pregunta cuándo ha visto a Dave por última vez: "Hace veinticinco años, subiendo la calle en un coche", y añade "Gracias por haber encontrado a los asesinos, pero ya es un poco tarde". "¿También le enviarás quinientos dólares a Celeste?", pregunta Sean. "Los tres subimos al coche", prosigue, "y lo de ahora es un sueño. Somos niños de once años en un sótano, imaginando la vida si hubiéramos escapado". "Es posible", asiente Jimmy mientras echa a andar siguiendo la línea amarilla del centro de la calzada.
Por la mañana
"Nosotros somos los fuertes …"
Jimmy está en la habitación, mirando por la ventana. Sobre su espalda desnuda destaca un tatuaje: una gran cruz. "He matado a Dave", dice a su mujer, "Me equivoqué. No puedo deshacerlo." Anoche, mientras él estaba en el río, Annabeth acostaba a sus hijas y les hablaba de su padre: tiene un gran corazón, las quiere mucho, igual que quería a Katie, él las va a proteger siempre, y todo lo que haga será por su familia. Ella sabía lo que él estaba haciendo, y Celeste también: "¿A quién se le ocurre decir esas cosas de su marido? Nosotros somos los fuertes y los demás son los débiles, podrías ser gobernador de esta ciudad." En la calle, por delante de su casa, discurre el desfile.
Las familias
Por el centro de la calle van pasando las bandas y las carrozas. La familia Marcus, arropada por sus guardaespaldas, sale a ver el espectáculo. Annabeth destaca por encima de todos: es la reina. Del otro lado de la calle, Sean y su familia -su mujer ha vuelto, con la hija recién nacida- también presencian el desfile. Los dos hombres se miran. Sean simula apuntarlo con un arma. Jimmy levanta las manos.
La imagen de las dos familias al completo contrasta con la desesperación que embarga a Celeste. Va de un lado a otro, angustiada. Cuando ve la carroza de su hijo, lo llama a gritos. Pero él ni la ve ni la oye, sólo mira al suelo.
Algunos comentarios
No estamos preparados
Como no hay saber, el encuentro con la sexualidad deja marca, a cada uno la suya. Cada sujeto tiene su marca particular, en torno a la cual girarán sus sucesivos encuentros.
En la película se produce un encuentro con el sexo en la peor manera posible: la violación. Uno de los tres niños se encuentra por puro azar con el horror de ser tomado como objeto de placer por dos adultos, para satisfacer así su particular forma de gozar. Esos dos adultos pertenecen a dos instituciones a las que precisamente la sociedad ha dado como encargo la protección de sus miembros.
Los otros dos niños quedan también marcados por ese encuentro: podían haber sido ellos quienes subieran a ese coche. Podía haber sido su mirada la que se alejara calle arriba. Y es por eso que la culpa se instala en ellos.
El director nos presenta los efectos de esas marcas en cada uno de ellos veinticinco años después, en que, también por puro azar, se produce un nuevo encuentro, esta vez con la muerte; y también de la peor manera posible, con violencia.
Esta muerte los reúne de nuevo, ahora con sus respectivas historias a cuestas.
Dave no ha podido hacerse cargo de sí mismo, no ha tenido una segunda oportunidad, es un muerto viviente: lo enterraron en vida en aquel subterráneo y veinticinco años después sale aquel niño para ayudarlo a matar al pederasta.
A menudo está con su hijo, juega con él, lo protege. Ese niño es el motor de su vida, pero él no lo ayuda a crecer: no puede.
Su trabajo es precario y sus lazos sociales reducidos Está casado con una mujer insegura, a la que no vemos en el papel de esposa ni de madre, no protege a los suyos.
Desde la adolescencia, Jimmy ha estado al margen de la ley: bandas, robos, cárcel y un asesinato. Por otra parte, está integrado en el tejido social del barrio: tiene amigos y es dueño de una tienda.
Fue capaz de elegir y conquistar a su primera mujer. Se ha casado de nuevo y tiene dos hijas. Su mujer es ambiciosa y capaz de defender a los suyos por encima de todo.
Sean escogió el lado de la ley, se hizo policía. Está casado, pero no puede asumir la paternidad.
En el reencuentro con sus antiguos compañeros de juegos, la marca de aquella escena traumática se le hace más pesada y le impide dedicarse a la investigación desde la distancia debida, interfiriendo en el desarrollo de la tarea encargada.
Fina Giménez, Lola Pastó
Comentario de Mystic River
NODVS XI, octubre de 2004