El caso Juanito

Contribución al Seminario de Investigación Clínica de los nombres del padre, de Miquel Bassols, del curso 2004-05

  • Publicado en NODVS XII, febrer de 2005

Paraules clau

castración materna, el Edipo, fobia, miedo y angustia, suplencia, complejo de castración, el padre y la organización simbólica, lo imaginario (como mito), represión, deseo materno (como metáfora y como metonimia), falo como significante, lo simbólico, sexualidad infantil

Trabajo realizado para el Seminario de investigación Clínica de los nombres del padre, de Miquel Bassols, del curso 2004-05. Consta de dos partes bien diferenciadas:


"Análisis de la fobia de un niño de cinco años", Sigmund Freud (1909)

En rigor, dice Freud, que el historial clínico y terapéutico que expone de Juanito no proviene de su observación, sino que él solo se ha limitado a orientar el plan de tratamiento y hasta intervino una vez en una plática con el niño; pero el tratamiento mismo fue llevado a cabo por el padre del pequeño, quien confió a Freud todas sus anotaciones acerca de las confesiones de Juanito.
Este historial, publicado en 1909 y titulado "Análisis de la fobia de un niño de cinco años" le sirvió a Freud, fundamentalmente para corroborar los supuestos teóricos acerca de la sexualidad infantil, en cuyos componentes cree haber hallado las fuerzas pulsionales de todos los síntomas neuróticos de la vida posterior. Tales supuestos los había presentado Freud en "Tres ensayos de teoría sexual" publicados en el año 1905.

Las primeras comunicaciones sobre Juanito datan del tiempo en que aún no había cumplido tres años. A través de diversos dichos y preguntas, exteriorizaba ya entonces un interés particular por la parte de su cuerpo que tenía la costumbre de designar como "hacé-pipí".
Así, cierta vez hizo esta pregunta a su madre:
Juanito: "Mamá, ¿tú también tienes un hacé pipí?".
Mamá: "Desde luego, ¿porqué?".
Juanito: "Por nada; se me ocurrió".
Su interés por el hacé-pipí no es, sin embargo, meramente teórico, sino que ese interés lo estimula también, a tocarse el miembro. A la edad de tres años y medio, su madre lo encuentra con la mano en el pene. Por lo cual, ella lo amenaza: "Si haces eso, llamaré al doctor para que te corte el hacé-pipí. Y entonces, ¿con qué harías pipí?".
Juanito: "Con la cola".
Él responde todavía sin conciencia de culpa, pero es la ocación en que adquiere el "complejo de castración", que con tanta frecuencia se infiere en los análisis de neuróticos, aunque muestren renuencia a admitirlo.
Más o menos a la misma edad exclama: "He visto el hacé-pipí del león!".
La curiosidad sexual de Juanito lo convierte en un investigador, le permite unos correctos discernimientos conceptuales.
A los 3 años y 9 meses, en la estación ferroviaria ve cómo de una locomotora tiran agua y dice:"Mira la locomotora hace pipí! Y donde tiene el hacé pipí?".
Reflexiona y al rato agrega "Un perro y un caballo tienen un hacé-pipí, una mesa y un sillón, no".
Así ha descubierto un signo esencial para distinguir entre un ser vivo y una cosa inanimada.
La curiosidad de Juanito se extiende muy en particular a sus padres y dice: "Papá, ¿tú también tienes un hacé-pipí?".
Padre: "Sí, naturalmente".
Juanito: "Pero si nunca te lo he visto cuando te desvestías".
En otro momento, tenso, ve como su madre se desviste para meterse en la cama. Ella pregunta: "¿por qué miras así?".
Juanito: "Solo para ver si tú también tienes un hacé-pipí".
Mamá: "Naturalmente, ¿no lo sabías?".
Juanito: "No, pensé que como eres tan grande tendrías un hacé-pipí como el de un caballo".

El gran acontecimiento en la vida de Juanito es el nacimiento de su hermanita Hanna, que se produjo cuando Juanito tenía 3 años y medio. Su comportamiento en esa ocación fue anotado enseguida por su padre:
A las 5 de la mañana, cuando empezó el trabajo de parto, la cama de Juanito fue llevada a la habitación contigua; allí despierta a las 7 y escucha el gemir de la madre que estaba pariendo, sobre lo cual pregunta: "¿por qué tose mamá?". Luego de una pausa añade: "Es seguro que hoy viene la cigüeña".
En los últimos días se le había dicho que la cigüeña traería una niña o un varoncito, por eso conecta el gemir con la llegada de la cigüeña.
Juanito se muestra muy celoso con la recién venida. Los primeros días quedó muy relegado y de pronto contrajo una angina. En medio de la fiebre se le oyó decir: "Pero si yo no quiero tener ninguna hermanita!".
Un día Juanito presencia el baño de su hermana de una semana de edad y dice: "Pero su hacé-pipí es todavía pequeño" y agrega, a modo de consuelo: "Ya cuando crezca se le hará más grande".
A la misma edad Juanito da el primer relato de un sueño y dice: "Hoy cuando estaba dormido, he creído que estoy en Gmunden con Mariedl".
(En el verano anterior a la llegada de su hermana, Juanito estuvo en Gmunden, donde jugaba con los hijos del propietario de la casa donde se hospedaban, Mariedl es la hija del propietario de la casa, tiene 13 años y ha jugado a menudo con él).
Cuando el padre le cuenta a la madre su sueño en presencia de él, Juanito le observa, rectificándolo: "No, con Mariedl; yo completamente solo".
Por otro lado desde que tiene a la hermanita fantasea que dos de sus amigas de Gmunden (Berta y Olga) son sus hijas y dice: "También a mis hijas Berta y Olga las trajo la cigüeña".

Un día, el padre le dibuja una jirafa y Juanito le dice: "Dibújale también el hacé-pipí". El padre le responde: "Dibújalo tú mismo". Entonces él agrega a la figura de la jirafa una raya, que primero hace corta y después le agrega un tramo. A lo que Juanito señala: "El hacé-pipí es más largo".

A los 4 años y tres meses, Juanito, como todas las mañanas, es bañado por su mamá. Luego, cuando la madre le entalca el pene, y por cierto con cuidado para no tocarlo, Juanito dice: "¿por qué no pasas el dedo por ahí?".
Mamá: "Porque es una porquería".
Juanito: "Qué es? Una porquería? Y por qué?".
Mamá: "Porque es indecente".
Juanito (riendo): "Pero me gusta!".
Dos días más tarde, Juanito tiene un sueño, se lo cuenta al padre y dice: "Escucha, hoy a la noche he pensado esto: "Uno dice: ¿Quién quiere venir conmigo? Entonces ella dice: "Yo". Entonces tiene que hacerlo hacer pipí".
El sueño imita a un juego de prendas, que Juanito juega con sus amigos en la casa de veraneo de Gmunden, solo que en el sueño desea que quien tenga la prenda no sea condenado a los usuales besos o bofetadas, sino a hacer pipí.
El padre deduce que "ella" es, evidentemente, Berta u Olga, con quienes ha jugado. Entonces ella tiene que asistirlo a orinar, cosa que evidentemente le resulta grato a Juanito.
El día anterior a este sueño, cuando el padre lo lleva a hacer pipí, Juanito le dice por primera vez que debía conducirlo detrás de la casa para que nadie pudiera mirarlo y agregó: "El año pasado, cuando he hecho pipí, Berta y Olga han mirado". El padre refiere esto a que el año pasado le era grato ese mirar de las niñas, pero ahora ya no lo es.
El placer de exhibición sucumbe ahora a la represión.

Historial Clínico y análisis

El padre de Juanito le comunica a Freud lo siguiente:
"Estimado profesor: Le envío otro fragmento sobre Juanito, pero esta vez, desdichadamente, son contribuciones para un historial clínico. Como lo leerá usted, en los últimos días se le ha desarrollado una perturbación nerviosa que nos tiene muy intranquilos a mi mujer y a mí, porque no podemos hallar ningún medio para eliminarla. Me tomaré la libertad (…) de visitarlo mañana lo cual (…) le anticipo por escrito el material disponible.
Sin duda ha sido una hiperexcitación sexual por ternura de la madre, pero no sé indicar el excitador de la perturbación. El miedo de que un caballo lo muerda por la calle parece entramado de alguna manera con el hecho de que le asusta un pene grande. Como usted ya sabe por una nota anterior, en su momento él reparó ya en el pene grande del caballo, y entonces sacó la conclusión de que la mamá, puesto que es tan grande, por fuerza ha de tener un hacé-pipí como el de un caballo.
No atino a hallar nada pertinente. ¿Habrá visto en alguna parte a un exhibicionista? ¿O el todo se anuda solamente a la madre? (…). Salvo el miedo de andar por la calle y su desazón al atardecer sigue siendo el mismo niño divertido y alegre".

Freud propone dejar el juicio en suspenso y prestar atención pareja a todo el material comunicado.
He aquí las comunicaciones iniciales del año 1908 cuando Juanito tiene 4 años y 9 meses: Aparece a la mañana llorando; la mamá le pregunta porqué llora y él dice: "Cuando dormía he pensado que tú estabas lejos y yo no tengo ninguna mami para hacer cumplidos" ("cumplidos" es la expresión de Juanito para "acariciar").
En esta ocación usa el término "pensado" en lugar de "soñado".
Al otro día, como de costumbre, va a un parque municipal de Viena con la niñera; en un momento empieza a llorar y pide que lo lleve a casa, dice que quiere "hacer cumplidos" con la mamá. Cuando en casa le preguntan por qué no quiso seguir y se puso a llorar, no dijo nada. A la tarde está alegre como de costumbre, pero al anochecer tiene visible angustia, llora y no se lo puede separar de la mamá, quiere hacerse cumplidos con ella.
En este momento no puede localizar la angustia. No dice a qué tiene miedo, porque tampoco él lo sabe, con lo cual, no es miedo, sino angustia; ya que su estado carece de un objeto.
Al día siguiente, la madre lo saca de paseo, para ver que pasa con él. De nuevo empieza a llorar, tiene miedo y no quiere seguir camino. Finalmente continúa, pero es visible que siente angustia. En el viaje de regreso, tras mucha renuencia, dice a la madre: "Tuve miedo de que un caballo me mordiera".
Al anochecer, ya en su casa, dice llorando: "Sé que mañana me llevarán de nuevo a pasear", y luego dice: "El caballo entrará en la pieza".
Ese mismo día la mamá le pregunta: "Te pasas la mano por el hacé-pipí?". Y sobre eso, él dice: "Sí cada anochecer cuando estoy en la cama". Al día siguiente, antes de la siesta, le previenen que no se pase la mano. Preguntado al despertar, dice que se la pasó durante un ratito.

Sería ese, pues, el comienzo de la angustia, así como el de la fobia. La perturbación se introduce con unos pensamientos tiernos-angustiados y luego con un sueño de angustia. Contenido de este último: perder a la madre y que él ya no pueda hacerse cumplidos con ella. Dice Freud que, el fenómeno básico de su estado radica en que la ternura hacia la madre se le ha acrecentado enormemente y súbitamente, se le ha volcado en angustia; es decir ha sucumbido a la represión.
Al anochecer, aumenta su angustia, pues antes de meterse en la cama lo asalta, reforzada, la libido cuyo objeto es la madre y cuya meta podría ser dormir junto a ella. Es que ha hecho la experiencia de que en Gmunden podía mover a la madre a que lo acogiera en su lecho y le gustaría conseguir lo mismo en Viena.
Vale la aclaración de que en Gmunden estaba a veces solo con ella, pues el padre no podía pasar ahí las vacaciones íntegras.
Dice Freud, la angustia corresponde entonces a una añoranza reprimida, pero esta añoranza no es la misma que se puede mudar en satisfacción plena aportándole el objeto ansiado; para la angustia esa terapia no sirve, porque esta añoranza permanece aunque pueda ser satisfecha. Ya no se la puede volver a mudar plenamente en libido; es decir, ya no se la puede cancelar aportándole el objeto ansiado.
Es lo que se muestra en Juanito a raíz del segundo paseo, cuando la madre lo acompaña. Ahora está con ella, a pesar de lo cual tiene angustia, es decir, hay una añoranza de ella no saciada. Vale decir, que ahora, la angustia, se ve precisada a hallar un objeto. En este paseo se exterioriza por primera vez el miedo a ser mordido por un caballo.

En este estado de las cosas, Freud, propuso al padre de Juanito internarse por el camino del esclarecimiento sexual, para sustraerlo de su deseo de ver el hacé-pipí de la mamá, comunicándole que ésta y todas las personas del sexo femenino, como podía saberlo de haber visto a Hanna, no poseían hacé-pipí alguno.
Luego de este esclarecimiento, que el padre le hace, sigue un período más tranquilo en que es posible mover a Juanito, sin gran dificultad, a que vaya de paseo al parque todos los días.
Su miedo a los caballos se muda más y más en la compulsión a mirarlos y dice: "Tengo que ver a los caballos y entonces me da miedo".
Después de una gripe que lo postra en cama por dos semanas, la fobia vuelve a reforzarse tanto que no se lo puede mover a salir.
Luego esto cede y puede volver a salir, pero se repite este reforzamiento cada vez que por alguna afección se tiene que quedar a reposar en la casa.
Un día, en el camino hacia la estación ferroviaria, mientras el padre intenta explicarle a Juanito que los caballos no muerden, él le dice: "Pero los caballos blancos sí; en Gmunden hay una caballo blanco que muerde. Si uno le acerca los dedos muerde".
Después cuenta la siguiente historia:
"Cuando Lizzi tuvo que partir de viaje, un carruaje con un caballo blanco se detuvo frente a su casa; iba a llevar el equipaje a la estación" (Lizzi es una niña que vivía en una casa vecina, en Gmunden). "El padre de Lizzi estaba cerca del caballo, el caballo volvió la cabeza, y él dijo a Lizzi: "No le pases los dedos al caballo blanco, de lo contrario te morderá".
Entonces, el padre le dice a Juanito: "Escucha, me parece que no es un caballo lo que tú tienes en la mente, sino un hacé-pipí, al que no se le debe pasar la mano".
Juanito: "Pero un hacé-pipí no muerde".
Al otro día, el padre le dice: "Sabes una cosa? la tontería perderá fuerza si sales de paseo más a menudo".
Juanito: "¡No!, es tan intensa, porque me sigo pasando todas las noches la mano por el hacé-pipí".
A los diez días el padre le dice: "Si no te pasas más la mano por el hacé-pipí, la tontería se te irá yendo".
Juanito: "Pero si no me paso más la mano por el hacé pipí".
Padre: "Pero sigues teniendo ganas de hacerlo".
Juanito: "Sí, vaya, pero "tener ganas" no es "hacer" y "hacer" no es "tener ganas".
Padre: "Para que no tengas más ganas, hoy te daremos una bolsa de dormir".

Una mañana se levanta angustiado y cuando le preguntan que le ocurre, cuenta: "Me he pasado el dedo un poquito por el hacé-pipí. Entonces, he visto a mami toda desnuda en camisa y ella ha dejado ver el hacé-pipí. Le he mostrado a Grete" (una amiga de Gmunden) "lo que hace mamá y le he mostrado mi hacé-pipí. Entonces he sacado rápido la mano del hacé-pipí. Ella estaba en camisa, pero era tan corta que se lo he visto".
Freud dice que esto no es un sueño, sino una fantasía onanista. Lo que hace hacer a la mamá sirve para su justificación "Si mami muestra el hacé-pipí, yo también puedo hacerlo".
Por esta fantasía, dice Freud, ya podemos averiguar dos cosas: la primera, que la reprimenda de la madre surtió en su momento un intenso efecto sobre él, como amenaza de castración, y la segunda, que al comienzo no acepta el esclarecimiento de que las mujeres no tienen un hacé-pipí. Se aferra a él en la fantasía.
Cuando él tenía 3 años y medio, la amenaza de la madre de que el médico se la cortaría si continuaba ocupándose de él, no produjo efecto alguno. Respondió, impávido, que entonces haría pipí con la cola.
Tal amenaza de castración adquiere vigencia ahora con efecto retardado, y él entonces, 1 año y 3 meses después, se angustia ante la posibilidad de ser despojado de su preciado miembro.
El esclarecimiento que Juanito ha recibido hace poco, que las mujeres efectivamente no poseen ningún hacé-pipí, no pudo tener otro resultado que el de conmoverle su confianza en sí mismo y despertarle el complejo de castración. Si realmente existen seres vivos que no poseen un hacé-pipí, no sería entonces tan increíble que le quitaran el suyo.

Una noche Juanito se levanta de su cama y se mete en la de sus padres. El se duerme y luego es retirado a la suya. Al día siguiente cuando se le interroga por qué fue a la cama de los padres, él dijo: "En la noche había en la habitación una jirafa grande y una jirafa arrugada y la grande ha gritado porque yo le he quitado la arrugada".
El padre le pide que le represente la escena, Juanito accede y luego le pregunta: "Has tenido miedo?".
Juanito: "No, seguro que no".
Padre: "Fue un sueño el de las jirafas?".
Juanito: ""No, no lo he soñado; me lo he pensado. A todo me lo he pensado. Ya desde antes estaba levantado".
(En su lenguaje, aclara que fue una fantasía).
Padre: "Qué quiere decir una jirafa arrugada? Sabes muy bien que a una jirafa no se la puede comprimir como a un pedazo de papel".
Juanito: "Sí que lo sé. Lo he creído simplemente. Por supuesto que no hay nada así en el mundo. La arrugada está toda tirada sobre el piso y yo la he quitado, la he tomado con las manos".
Padre: "A una jirafa tan grande se la puede tomar con las manos?".
Juanito: "A la arrugada yo la he tomado con la mano".
Padre: "Y donde estaba la grande entretanto?".
Juanito: "Mira, la grande estaba parada más allá".
Padre: "Qué has hecho con la arrugada?"
Juanito: "La he tenido un poquito en la mano hasta que la grande dejó de gritar, y cuando la grande dejó de gritar me le he sentado encima".
Padre: "Por qué la grande ha gritado?".
Juanito: "Porque yo le había quitado a la pequeña".

Ese día, el padre encuentra la resolución de la fantasía de la jirafa y se la comunica a Freud diciéndole:
"La gran jirafa soy yo o, más bien, el pene grande (el cuello largo); la jirafa arrugada, mi mujer o más bien, su miembro.
El todo es la reproducción de una escena que en los últimos días se desarrolla casi todas las mañanas. Juanito siempre acude temprano a nosotros y mi esposa no puede dejar de tomarlo por algunos minutos consigo. Sobre eso yo siempre empiezo a ponerla en guardia, que es mejor que no lo tome consigo, y ella replica que eso es un absurdo, que unos minutos no pueden tener importancia. Entonces, Juanito permanece un ratito junto a ella".

Freud, agrega a la interpretación del padre, que el "sentarse encima" es probablemente la figuración de Juanito para el "tomar posesión". Esta fantasía se anudaría con una satisfacción por el triunfo sobre la resistencia paterna y se leería de esta manera: "Grita todo lo que quieras, lo mismo mami me toma en la cama y mami me pertenece".

Otro día Juanito le dice al padre: "Escucha, hoy me he pensado dos cosas. La primera, que he estado contigo en Schönbrunn junto a los carneros, y entonces nos colamos por debajo de las cuerdas y le hemos dicho eso al guardian de la entrada del jardín y él nos ha atrapado". La segunda la ha olvidado.
Explicación del padre acerca de esto: "Cuando el domingo quisimos ver a los carneros, ese recinto estaba cerrado con una cuerda y no pudimos pasar. Juanito se asombró mucho de que un recinto se cerrara solo con un acuerda por debajo de la cual uno puede deslizarse fácilmente. Le dije que los hombres decentes no se deslizan por debajo de esa cuerda. Opinó que no obstante es facilísimo, a lo cual repliqué que entonces puede venir el guardián y arrestarnos.
En otra fantasía ha pensado que viajaba con el padre en el ferrocarril, han roto una ventanilla y el guardia los ha llevado.

Esa tarde lo visitaron a Freud en su consultorio y, en broma, le preguntó a Juanito, si sus caballos llevan gafas, cosa que él negó, luego si su padre las llevaba, cosa que también negó, contra toda evidencia, le preguntó si con lo negro alrededor de la boca del caballo quería significar el bigote. Entonces, Freud le reveló que tenía miedo a su padre justamente por querer él tanto a su madre y que aunque creyera que su padre le tenía rabia, eso no era cierto, sino que el padre le tenía cariño y podía confesarle todo sin miedo.
Padre: "Por qué crees tú que te tengo rabia, acaso te he pegado o insultado alguna vez?".
Juanito: "Sí, tú me has pegado".
Padre: "Cuándo?".
Juanito: "Hoy por la mañana".
El padre se acordó que Juanito, desprevenido, lo chocó con la cabeza en el vientre, tras lo cual, su padre, por reflejo le dio un golpe con la mano. Freud explica, que quizá la interpretación de Juanito de ese hecho estaba afectada por la necesidad de recibir un castigo del padre.

El padre cuenta que, a los pocos días, se comprueba la primera mejoría sustancial. Mientras que hasta entonces no se lo podía mover a que permaneciera un tiempo largo ante la puerta de calle y siempre que se acercaban caballos trotaba hacia adentro con todos los signos del terror, esta vez permanece una hora allí, aunque pasen carruajes.
Como quiera que fuese, solo subsiste un resto de angustia, y es inequívoco el progreso realizado desde el esclarecimiento. Al anochecer, Juanito dice: "Si ya vamos a la puerta de calle, también iremos al parque".

Una mañana Juanito va a la cama de los padres, luego de unos días que en que se había abstenido de hacerlo. El padre, intenta averiguar el motivo sobre los sentimientos de Juanito hacia él y le dice: "Cuando tú estás solo tienes nostalgia de mí y vienes a mí".
Juanito: "Cuando te has ido, tengo miedo de que no vuelvas a casa".
Padre: "¿Alguna vez te he amenazado con no volver a casa?".
Juanito: "Tú no, pero mami sí. Mami me ha dicho que no vuelve más".
Padre: "Te lo ha dicho porque te portabas mal".
Juanito: "Sí".
Padre: "Entonces tienes miedo de que yo me vaya porque te portas mal, por eso vienes a mi".
El padre cuenta que después del desayuno se levanta de la mesa y Juanito dice: "¿Papi, no te trotes de mí!".
Padre: "Tienes miedo de que el caballo se trote de ti". A lo cual Juanito ríe.

La angustia de Juanito, dice Freud, es de doble articulación: angustia ante el padre y angustia por el padre. En él luchan el amor al padre con la hostilidad hacia él a consecuencia de su papel de competidor ante la madre.
En el verano el padre partió repetidas veces de Gmunden para Viena, pues así lo exigía su profesión. Entonces, en relación a esto concluye que el hecho de que Juanito, a lo sumo, se atreva a llegar a la puerta de calle, pero no a alejarse de la casa y vuelva atrás a mitad de camino ante el primer ataque de angustia, está motivado por el miedo de no hallar a los padres en casa por haberse alejado de ellos. Y agrega que hay un deseo reprimido de que su padre viaje a la estación, pues así Juanito se queda solo con la madre. Este deseo deviene luego en angustia ante el partir de viaje los caballos.
Además, el padre agrega que, esta nueva pieza (el ánimo hostil hacia el padre) sólo pudo salir a la luz después que supo que no le tiene rabia por tener tanto cariño a su mamá.
Cuando el padre le pregunta por qué tiene tanto miedo a los caballos, Juanito le responde: "Tengo miedo de que los caballos se tumben cuando el caballo da la vuelta".
La situación en que está la puerta de calle de la casa de Juanito es la siguiente: Enfrente, el depósito de la Oficina Impositiva para Artículos de Consumo, con una rampa de descarga por la cual durante todo el día desfilan carruajes para retirar cestas, etc. Hacia la calle una verja cierra ese patio. En línea recta frente a la casa está el portón de entrada al patio. Desde hace ya unos días el padre de Juanito nota que tiene particular miedo cuando salen o entran del patio carruajes, para lo cual se ven precisados a virar.
Otro tanto teme cuando los carruajes, estacionados frente a la rampa de descarga se ponen de repente en movimiento para seguir viaje. Además tiene más miedo a los caballos de tiro grandes, que a los caballos pequeños, a los rústicos más que a los elegantes, a los caballos que van rápido que a los de trote corto.

Una mañana Juanito va la cama de sus padres y su padre le dice: "Mientras sigas viniendo al dormitorio por la mañana temprano, no mejorarás de tu angustia a los caballos". Pero él desafía y responde: "Vendré aunque haya de tener miedo".
Otro día, el padre le pregunta: "A qué caballos tienes más miedo".
Juanito: "A todos".
Padre: "No es verdad".
Juanito: "Tengo más miedo a los caballos que tienen algo así en la boca".
Padre: "A qué te refieres? Al hierro que llevan en la boca?".
Juanito: "No, tienen algo negro en la boca" (se cubre la boca con la mano).
Padre: "Qué? Acaso un bigote?".
Juanito (ríe): "Oh, no!".
Padre: "Todos lo tienen?".
Juanito: "No, solo algunos".
Luego, Juanito le dice: "También a un carro mudancero le tengo más miedo".
Padre: "Por qué?".
Juanito: "Yo creo que si los caballos de mudanzas tiran de un carro pesado se tumban".
Padre: "Entonces, un carro pequeño no te da miedo?".
Juanito: "No, con un carro pequeño o un coche correo no me asusto. También cuando viene una diligencia tengo más miedo".
Padre: "Porque es tan grande?".
Juanito: "No, porque una vez un caballo de carruaje así se tumbó".
Padre: "Cuándo?".
Juanito: "Una vez cuando salí con mami a pesar de la tontería, cuando compré el chaleco".
Padre: "Qué pensaste cuando el caballo se tumbó?".
Juanito: "Ahora eso será siempre. Todos los caballos se tumbarán siempre".

Luego el padre le pregunta: "En esa época ya tenías la tontería?".
Juanito: "No, sólo ahí la he cogido. Cuando el caballo de la diligencia se ha tumbado, me he asustado muchísimo, de verdad!. Esa vez que he ido, me la he cogido".
Padre: "Pero si la tontería era que te habías pensado que un caballo te mordería, y ahora dices tener miedo de que un caballo se tumbe".
Juanito: "Se tumbará y morderá".
Padre: "Por qué te asustaste tanto?".
Juanito: "Porque el caballo hizo así con las patas". (Se tiende sobre el suelo y le enseña el pataleo). "Me he asustado porque él ha hecho un barullo con las patas".
Otro día el padre le pregunta que aspecto tiene eso negro en la boca de los caballos y Juanito dice: "Es como un bozal".

La mejoría de Juanito es constante, aumenta su radio de acción con la puerta de calle como centro; incluso emprende la demostración, hasta entonces imposible para él, de cruzar corriendo a la acera de enfrente. Todo el miedo que le resta se entrama con la escena de la diligencia. Más tarde, dirá que también le tiene miedo a un carro carbonero, porque tiene una carga muy pesada y los caballos tienen que tirar tanto que pueden caerse fácilmente.
Luego hay una situación con los calzones amarillos que la madre se había comprado en donde a Juanito le da mucho asco cuando ella se los muestra al padre, lo mismo le había ocurrido con unos negros.
Cuando el padre le pregunta por qué le da asco, Juanito le responde que porque ha creído que tenía que hacer "Lumpf". Luego dice que ha visto a la madre ponerse y sacarse los calzones.
El padre dilucida que el ponerse y sacarse la madre los calzones pertenece al contexto del Lumpf, porque Juanito a menudo ha estado presente en el baño mientras su madre hace Lumpf o pipí, a lo que Juanito luego agrega que le gusta mucho presenciar eso.

Luego el padre intenta averiguar la cuestión de ver y ser visto en relación al "hacé-pipí", entonces, Juanito le cuenta que ha visto el del caballo y que además ha entrado al baño con Berta cuando ella hacía pipí y ella también ha mirado cuando él lo hacía en la huerta de la casa de Gmunden.
Luego el padre le pregunta si ha deseado que Berta le pase la mano por su "hacé-pipí", a lo que él responde que lo ha deseado muchas veces. Enseguida el padre le dice: "Siempre que tú has hecho pipí ella ha mirado; quizá tenía curiosidad por saber como haces pipí".
Juanito: "Quizá tenía curiosidad por saber cómo era mi hacé-pipí".
En relación al Lumpf, cuando el padre le pregunta si le dio asco cuando vió el calzón de la mamá, él contesta que él escupe, porque el calzón negro es tan negro como un Lumpf y el amarillo como un pipí y cuando la mamá lleva los calzones él no lo ve, pues ella tiene el vestido delante.

Otro día Juanito cuenta una fantasía y dice: "Escucha lo que me he pensado: Yo estoy en la bañera, entonces viene el mecánico y la destornilla. Entonces toma un gran taladro y me lo mete en la panza".
Unos días más tarde, la madre le cuenta al padre de Juanito que, el niño estuvo en el balcón y luego dijo: "He pensado que Hanna estaba en el balcón y se ha caído". El padre le había dicho con frecuencia que si Hanna estaba en el balcón, él debía vigilar que no se acercara mucho a la balaustrada.
Luego la madre le pregunta si preferiría que Hanna no estuviera y él responde que sí.
Ya había manifestado varias veces que había que darle dinero a la cigüeña para que no traiga ningún niño más de la gran cesta donde ellos están.

Un día el padre le pregunta: "Cómo fue, en verdad, que Hanna llegó, tras su nacimiento a la cama de mamá".
Juanito describe la teoría de la cigüeña y dice: "En fin, Hanna llegó y la señora Kraus" (la comadrona) "la puso en la cama. Claro que ella no podía caminar. Pero la cigüeña la trajo en el pico. Caminar, claro que no podía. La cigüeña llegó hasta el pasillo sobre la escalera y entonces golpeó, todos estaban dormidos y ella tenía la llave justa, abrió la puerta y puso a Hanna en tu cama y la mami estaba dormida… no, la cigüeña la puso en la cama de ella. Ya era todo de noche, entonces la cigüeña sin hacer ruido la puso en la cama, sin patalear, y después se puso el sombrero y después volvió a irse. No, sombrero no tenía".
Padre: "Quién se puso el sombrero? El doctor, quizá?.
Juanito: "Después la cigüeña se alejó, se fue a casa y después llamó por teléfono y toda la gente de la casa ya no durmió más. Pero no se lo cuentes a mami, ni a Tinni" (la cocinera). "Es un secreto".
Más tarde Juanito aclara que antes de que Hanna viniera a la casa con ellos ya estaba desde hacía mucho tiempo con la cigüeña, incluso podía caminar y que luego, la misma cigüeña la trajo en una cesta pintada de rojo.

Unos días más tarde, Juanito, ha jugado toda la mañana con una muñeca de goma a la que llamó Grete. Por la abertura en que alguna vez estuvo fijado el pito de latón ha introducido un pequeño cortaplumas y luego le abrió las piernas a la muñeca para hacer que el cortaplumas cayera. Entonces, dijo a la niñera, señalándole entre las piernas de la muñeca: "Mira, aquí está el hacé-pipí".
El padre le pregunta: ""En verdad, a que has jugado hoy con la muñeca?".
Juanito: "Le he separado las piernas, sabes por qué? Porque ahí dentro había un cuchillo que mami tenía. Se lo he metido adentro donde chilla el botón y luego le he separado las piernas y de ahí ha salido".
Un día el padre lo ve jugando a Juanito con sus hijos imaginarios y le pregunta: "Cómo es que todavía viven tus hijos? Ya sabes que un varón no puede tener hijos".
Juanito: "Lo sé. Antes yo era la mami, ahora soy el papi".
Padre: "Y quién es la mami de los niños?".
Juanito: "".
Padre: "O sea, te gustBueno, mami; y tú eres el abueloaría ser tan grande como yo, estar casado con mami y que ella tuviera entonces hijos".
Juanito: "Sí, eso me gustaría y la de Lainz" (su abuela) "es entonces la abuela".
Dice Freud, en lugar de eliminar a su padre, le concede la misma dicha que ansía para sí; lo designa abuelo y también a él lo casa con su propia madre.

Otro día; Juanito, cuenta una fantasía al padre y le dice: "Escucha, me he pensado hoy una cosa, ha venido el instalador y con unas tenazas me ha quitado primero el trasero y después me ha dado otro, y después el hacé-pipí. El ha dicho: "Enseña el trasero", yo he tenido que darme vuelta y él lo ha quitado y luego ha dicho: "Enseña el hacé-pipí".
Padre: "El te ha dado un hacé-pipí más grande y un trasero más grande".
Juanito: "Sí".
Padre: "Como los de papi, porque te gustaría ser el papi?".
Juanito: "Sí y también me gustaría tener unos bigotes como los tuyos y ese pelo" (señala el del pecho).

En los días siguientes Juanito se reestablece de su fobia.



El análisis de Lacan del caso Juanito

Lacan, en el seminario 4, en el cap.15, postula que la fobia es una tentativa de solución a la confrontación con la castración materna y que el objeto fobígeno tiene una función significante y supliría cierta falla a nivel del padre real. En ese sentido, la fobia opera como suplencia de la función del padre real, en la medida en que este no se sitúa como agente de la castración, operación que permitiría anudar el deseo a la ley.

Juanito primero padece de angustia y hay como un llamado, una apelación a la castración, es decir, un llamado a un padre que no castra. En la constelación familiar de Juanito, es notoria la figura del padre muy permisivo, que se obstina en no castrar. La madre se lo lleva al niño a la cama desoyendo al padre en sus reclamos de que no es recomendable para el niño. También se lo lleva al baño, pero el padre no hace ninguna objeción a ello. No solo muestra una tolerancia muy peculiar, sino que podemos juzgar que está fuera de la situación, pues diga lo que diga él, las cosas siguen su curso decididamente, mientras la madre en cuestión no tiene en cuenta, en lo más mínimo, las observaciones sugeridas por el personaje del padre.

El pertenecía al círculo intelectual de Freud. Estaban los dos, padre y madre, al tanto del psicoanálisis.

Juanito, como vemos es un niño amado sin frustraciones, su vida transcurre en armonía en donde él es feliz, hasta que en esa felicidad irrumpe la angustia.

Freud distingue la angustia y el miedo. Dice que en la angustia es un afecto que no se puede localizar, con lo cual el miedo viene a sustituir a la angustia para acotar su imprecisión, viene a situar algo allí. El miedo conduce a un objeto perfectamente localizable.

Lacan, dice que incluso permite una cierta localización de los espacios, en cuanto a que sitúa precisamente en primer plano la función de un interior y un exterior. Hasta ese momento el niño estaba en el interior de su madre, acaba de ser rechazado y esto lo angustia, pero con ayuda de la fobia instaura un nuevo orden, una serie de umbrales que se ponen a estructurar el mundo.

Lacan parte de una pregunta: Qué es un padre? Y dice que un padre no es tan simple. Su existencia en el plano simbólico con el significante padre y todo lo que ese término supone es profundamente problemático, en cuanto a cómo ha llegado a estar esta función en el centro de la organización simbólica.

Se trata de que el niño asuma el falo como significante y que haga de él instrumento del orden simbólico de los intercambios, rector de la constitución de los linajes.

Juanito, se encuentra en un juego de señuelo imaginario en relación a la madre, antes de la eclosión de la angustia. Juega a ser el falo de la madre. También hay una cierta identificación a ella, en tanto juega a que tiene niñas. Nunca es absolutamente una relación dual con la madre, porque circula el falo. Juanito cuando acude a consulta con Freud llevado por su padre, en ese momento, estaba interesado por la premisa fálica. Dentro de esta constelación y en la investigación que hace Juanito le pregunta a la madre si ella lo tiene. La respuesta afirmativa de la madre la coloca en una posición donde reniega de la castración.

Lacan se pregunta cual es el lugar que ocupa este niño para el deseo materno, es decir cual es la función del niño para la madre y postula dos posibilidades: Una que el niño encarne la metáfora del deseo de la madre por el padre, y la otra posibilidad es que encarne la metonimia del deseo de la madre por el falo, que no tiene y que no tendrá nunca.

Todo en el comportamiento de la madre con Juanito, a quien se lleva a todas partes, desde el baño hasta la cama, indica que el niño es para ella un apéndice indispensable, dice Lacan. Vemos que la madre se presenta para el niño con la exigencia de lo que le falta, a saber el falo que no tiene. Es decir, este niño ocupa el lugar de la metonimia del deseo de la madre. Este es un lugar muy incierto y caprichoso, además tiene la dimensión del engaño, porque el niño juega a ser algo que no es. Se manifiesta en un plano narcisístico, pasa de ser todo para ella a ser nada, en tanto que, ese "hacé -pipí" no satisface a su madre y con lo cual, queda fuera del circuito.

Hasta el momento de descompensación, Juanito jugaba con el falo deseado por la madre, es decir, con el falo convertido para él en un elemento de deseo de la madre, y en consecuencia, en algo por lo que se debía pasar para cautivar a la madre. Pero la irrupción de la excitación del órgano trastoca el paraíso imaginario de Juanito, en tanto la madre manifiesta horror ante su virilidad. Este es el desencadenante de la angustia, Juanito se ve confrontado con un goce para el cual no tiene un significante apropiado. No puede simbolizar eso real que le está pasando. A partir de allí va a ir entretejiendo fantasías para elaborar esto. Hasta este momento el falo solo tiene un valor imaginario. Ahora el niño ha de advertir que este elemento imaginario tiene valor simbólico.

Hay otro factor que le viene a complicar la situación y que influye en el estallido de la fobia, a saber, el nacimiento de su hermana, por lo que él es expulsado y queda excluido de la situación. En medio de esto, Juanito cuenta a su padre que ha soñado que estaba con Mariedl, cuando el padre le cuenta a la madre el sueño, Juanito le rectifica y dice "No solamente con Mariedl, completamente solo con Mariedl". Esta era la situación de partida de las relaciones del niño con la madre. Es decir, él dice no solo completamente solo, sino completamente solo con, es decir que se puede estar con ella totalmente solo sin tener, como ocurre desde hace tres meses, a esa intrusa con su madre.

Juanito encuentra una tentativa de solución en la fobia, porque no había podido construir el sistema de relaciones del significante en toda su envergadura solo en base al hecho de que algo a lo que se ama está o no está. Es decir, a la presencia y ausencia de la madre. No podemos conformarnos con dos términos, se necesitan más. El Edipo, desde luego, nos da tres, pero sin duda implica un cuarto término, porque el niño ha de franquear el Edipo. Por lo tanto aquí ha de intervenir alguien y este es el padre.

Para nosotros todo se ordena en función de que para el niño determinadas imágenes tienen un funcionamiento simbólico.

Para él se trata de conciliar el mundo de la relación materna, que había funcionado en armonía hasta entonces, es decir, hasta el momento en que irrumpió la excitación a nivel del pene real, con aquel elemento de abertura imaginaria o de falta, es decir, aquel elemento que introduce una falta en la madre.

Para ello encontramos constantemente el franqueamiento, la elevación de lo imaginario a lo simbólico y esto no puede producirse sin una estructuración en círculos por lo menos ternarios.

Esto lo presenta así Juanito cuando reacciona con la fantasía de las jirafas ante la comunicación del padre de que las mujeres no tienen falo y que es inútil que lo busque. Luego Juanito fantasea una situación en donde: ahí hay una jirafa grande, aquí, una pequeña y arrugada en forma de bola. Le preguntan al niño qué es eso y él lo muestra tomando un trozo de papel y haciendo con él una bola.

Para el niño se trata de recuperar la posesión de la madre para mayor irritación del padre. Esta cólera nunca se produce en lo real, el padre nunca se deja llevar por la cólera y Juanito se lo señala "Tienes que enfadarte, has de estar celoso". En suma, le explica el Edipo.

Por otra parte, hay una jirafa grande y una jirafa pequeña y, a la vez, son semejantes, la una es el doble de la otra. Así, cuando se trata de restituirle a la madre su falo, el niño faliciza a la madre entera, bajo la forma de un doble. Fabrica una metonimia de la madre.

Luego vemos aparecer otro término, lo perforado. En una fantasía, el mismo Juanito está perforado, luego la muñeca está perforada. En sus ficciones introduce el falo como algo que no está agarrado y que necesita de una mediación que permita ponerlo, quitarlo y volverlo a poner. En resumen, ha de ser amovible. El mecánico viene y le destornilla, después el instalador y con unas tenazas le quita el pene para ponerle otro mayor.

Esta ficción lo conduce a la verdadera solución del problema, a través de la noción de que el falo es también algo incluído en el juego simbólico, donde está fijo cuando está puesto, pero es movilizable, por lo tanto ha de circular.

De ahora en adelante, el niño está a punto de conseguir un pequeño respiro en su búsqueda frenética de mitos conciliadores, nunca satisfactorios hasta llegar a la última solución que encuentra.

Vemos que el progreso de lo imaginario a lo simbólico constituye una organización de lo imaginario como mito. Juanito va inventando teorías, fantasías donde se ponen en juego permutaciones significantes.

Se trata de pensar como el niño va a hacer una construcción, un anudamiento que permita representar su goce, para ello Juanito construye una ficción.

Él inventa la fantasía del instalador y el mecánico donde se efectiviza en forma de ficción la operación de castración. Donde Juanito diría, a falta de un padre un destornillador, el cual puede venir al lugar de agente de la castración.

La fantasía tiene la función del mito. El mito es una ficción simbolizada donde se mantiene una estructura, aunque varíen los personajes. Este mito encierra una verdad, en la medida de que implica un intento de elaborar simbólicamente una hiancia. Intenta elaborar el enigma de la diferencia de los sexos, la vida, la muerte. No es solo cubrir una falta, sino elaborar un enigma. Hay algo que se presenta enigmático, como sin respuesta. A ese lugar va el mito.

Lacan agrega que hay algo logrado en el caso, a nivel de la fantasía de castración y Juanito va a ser un heterosexual, pero va a quedar identificado al ideal materno y no al emblema paterno. En el sentido de que un sujeto puede ser heterosexual, pero sin embargo no se va a consolidar la posición viril si no se elabora la paternidad. Esto significa que no basta con que elija a una mujer como objeto, sino que hay un esfuerzo más que lo conduciría a la paternidad.

Claudia Viviana Quadraccia

El caso Juanito

NODVS XII, febrer de 2005

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