La "vivencia" del dolor
Presentación en el I Stage del G.I. Psicoanálisis y Medicina "Clínica lacaniana del dolor", 9 de abril de 2005
Presentación que recorre el dolor de Freud a Lacan. El dolor de dimensión subjetiva, que a Freud le enseñaron las histéricas, como acontecimiento del cuerpo y que podía salir a la luz por la palabra. Y el dolor en Lacan, desde su última enseñanza, pensado en las diferentes modalidades de desarrreglo de los registros Simbólico, Imaginario y Real. Clínicas del dolor en las que está en juego, en último término, la subjetividad y que se trata de ver por ello cómo funciona el dolor en cada caso.
cuerpo, Elisabeth von R., histeria, deseo, Freud, Lacan, investidura pulsional, dolor, goce, síntoma analítico / síntoma psicosomático
El dolor es consustancial a la vida no así la "vivencia" del dolor. Freud introduce una novedad en el discurso de su época, descubre que el ser hablante habla con el cuerpo y que el dolor dice algo. Si bien el término vivencia remite a Dilthey, y a una orientación filosófica que Freud no comparte, es una forma de incluir la dimensión subjetiva. Mantenemos ese término en el título sólo para señalar la referencia al "Proyecto de psicología" 1.
Las histéricas le enseñaron a Freud un cuerpo enfermo de la verdad pero que hacía síntomas en relación al discurso médico y que se presentaba como un "cuerpo enfermo". Ellas pusieron así en primer plano la cuestión del síntoma como acontecimiento del cuerpo.
De inicio Freud aborda el tema del dolor de dos maneras distintas. En el caso de Elisabeth von R. Freud dice: "Poco a poco aprendí a utilizar como brújula ese dolor despertado; cuando ella enmudecía, pero todavía acusaba dolores, yo sabía que no lo había dicho todo y la instaba a continuar la confesión hasta que el dolor fuera removido por la palabra. Solo entonces le despertaba un nuevo recuerdo" 2.
Es decir, toma el dolor en relación a la cadena significante como síntoma que delata la marca del deseo que se había puesto en juego y que podía salir a la luz por la palabra.
Por otro lado, en el "Proyecto…" 3, el dolor deja como secuela facilitaciones amplias. Freud señala que del estado de deseo se sigue directamente una atracción hacia el objeto de la vivencia y que del dolor se genera una repulsión, un rechazo a mantener investida la imagen némica hostil. Es en relación al dolor que surge la defensa primaria. Se entiende que la defensa es ante un aumento de goce que produce malestar. Por eso este punto será retomado por Lacan que señalará que esa defensa es frente al goce y marcará la primera orientación de la subjetividad, es decir, la elección de la modalidad de rechazo . Es lo que Freud llamó la "elección de neurosis".
Para Freud la reacción motriz es imposible frente a la excitación interior. El dolor no puede ser reducido sólo al registro sensorial porque tiene un carácter complejo, intermediario, entre lo aferente y lo eferente.
Dice Lacan en el Seminario VII que para Freud el único contenido seguro del dolor es que "nace cuando un estímulo que ataca en la periferia perfora los dispositivos de la protección antiestímulo y entonces actúa como un estímulo pulsional continuado, frente al cual permanecen impotentes las acciones musculares, en otro caso eficaces, que sustraerían el estímulo del lugar estimulado." 4
El aparato psíquico que Freud construye es un sistema de filtros que fragmentan y de barreras que constituyen una topología de la subjetividad.
El dolor implica así la idea de una barrera que ha sido atravesada y la consecuente pérdida de la protección que la misma brindaba. Esto transforma al estímulo doloroso en un continuo que se equipara al flujo pulsional. A esta concepción genética del dolor hay que agregar que la pérdida del objeto se equipara al dolor corporal como un dolor interior.
El dolor corporal genera una investidura narcisista del lugar afectado lo que vacía el yo. Por eso se utiliza a menudo el dicho que un dolor saca a otro, en realidad lo que hace es desplazar la investidura.
Una enfermera me comentaba una de sus experiencias al respecto. Me decía que cuando los dolores eran muy fuertes lo único que se podía hacer era cortarlos con fármacos pero que si no eran demasiado fuertes era importante entretener al sufriente porque "ciertos dolores caminan" y si esto se logra "el dolor no hace sufrir tanto". De esta manera se refería, con sus palabras, a que se podía llevar una parte de esa investidura a otro lugar.
En la vivencia del dolor hay una profunda soledad. Sea dolor físico o dolor psíquico, en ambos casos se trata de desprotección como ya he señalado. Freud hablaba de la desprotección como indefensión frente a lo pulsional. Por eso se podría "concebir el dolor como un campo que, en el orden de la existencia, se abre precisamente en el límite en el que el ser no tiene posibilidad de moverse." 5
Esa es una definición de desprotección basada en la imposibilidad de realizar el acto motriz para alejar el estímulo molesto. Pero se puede apreciar también la proximidad con el dolor de existir que tiene diferentes formas de presentación y que se tematiza de manera especial en el melancólico.
Puedo referirme a un caso de neurosis donde en la franja del despertar un dolor sorprendía al sujeto como un equivalente de la angustia. El mismo desapareció después de una pesadilla que permitió adelantar algo sobre el goce en juego.
El dolor tiene un carácter paradojal por una parte parece excluir al otro pero al mismo tiempo es necesario introducirlo… Veamos por qué.
Volvamos a la relación entre conservación del cuerpo y narcisismo que Freud dejó planteada. Allí el dolor no es señal de daño sino un fenómeno de autoerotismo dado que la libido se retira del mundo y se ubica en el cuerpo, se trata entonces de un goce que se puede adherir en exceso no sólo al cuerpo sino al discurso como un lastre. Por eso la referencia al dolor puede quedar fijada y no entrar en la dialéctica de la conversación. Desde la hipocondría hasta la neurosis se pueden ver los matices.
Una mujer de mediana edad se halla deprimida, su relato enumera sus males corporales: que las varices, que la cintura, que las cervicales y sobre todo los dolores de cabeza. Un discurso cerrado, reiterativo. La pérdida del marido y la independencia de su hijo la dejaron sola. Después de un tiempo pudo decir que sus dolores le ocupan todo su tiempo, como antes se lo ocupaban el marido y el hijo que siempre le daban "dolores de cabeza".
Sin duda que los dolores físicos y los acontecimientos de discurso dejan huellas en el cuerpo, no sólo cicatrices, no sólo posturas y máscaras, no sólo discursos reiterativos. Sin embargo, sólo serán síntomas si el sujeto puede leer esas huellas.
En la sintomatización del dolor se incluye el Otro bajo sus variadas formas, desde el Otro de los cuidados -la madre que responde con un beso en el dedo que el niño se ha golpeado-, el Otro de los cuidados paliativos hasta el Otro de los dolores del alma como decía Freud…
Por eso leía no hace mucho una buena definición de los cuidados paliativos: mantienen, mientras sea posible, la dignidad subjetiva en relación con el mundo al apartar el dolor.
Pero el dolor puede devenir síntoma analítico o quedar como síntoma psicosomático; puede ser descubierto como parte de la fantasmática subjetiva - por ejemplo, un cierto dolor buscado como condición de goce sexual o una escena donde se sufre o se hace sufrir a otro un dolor-, puede emerger como un real delirante o como "anestesia mentalizada" como decía un paciente psicótico que anulaba el dolor.
Si abordamos la cuestión desde la última enseñanza de Lacan se pueden pensar diferentes modalidades de desarreglo de los registros S, I y R. La relación S e I puede hacer que el goce marche en consonancia o que por el contrario un desarreglo lo ubique en localizaciones dolorosas del cuerpo.
A veces el dolor sirve para recordar la existencia. Un adolescente psicótico se hacía una línea de pinchazos para hacerse un cuerpo, darle un límite cuando no lo encontraba.
Podemos dar una definición del dolor, podemos hablar de una clínica del dolor pero siempre lo que está en juego para el psicoanálisis es la subjetividad y se trata por ello de ver cómo funciona el dolor en cada caso.
La "vivencia" del dolor
NODVS XIV, juny de 2005