El significante, el significado y lo incorporal en el estoicismo
Referencia al estoicismo, presentada en el S.C.F. de Barcelona de diciembre de 2005
Los estoicos, ¿quiénes eran?
Alrededor del año 314 a.C. Zenón de Citio1 desembarca en Atenas. En esa época, en el mundo griego, coexistían diferentes corrientes filosóficas; entre otras muchas destacaban: la nueva Academia, sucesora de la fundada por Platón, con Polemón al frente; el Liceo, dirigido por Teofrasto que continuaba tras la reciente muerte de Aristóteles; la escuela cínica que había fundado Antístenes y cuyo representante más célebre fue Diógenes; la escuela cirenaica de Aristipo de Cirene y en la ciudad de Megara, cerca de Atenas, la escuela megárica que muchos años antes había iniciado Euclídes el Socrático.
Zenón fue discípulo de Crates el Cínico y hacia los cuarenta y dos años de edad comenzó a enseñar. Fundó una nueva escuela: el estoicismo; una doctrina filosófica también conocida por "la filosofía del pórtico" debido a la costumbre griega de llamar a una escuela según el nombre del lugar en que se había establecido, en este caso el Pórtico Pocilé, que significa "pórtico cubierto de pinturas", en la ciudad de Atenas.
El estoicismo que abarcará prácticamente cinco siglos de existencia, no solo arraigó en el período antiguo, en la Atenas de la época helenística del siglo III a.C., con Zenón, Cleantes y Crisipo o en el período medio del siglo II a.C. en que empezó a latinizarse, sino que tuvo grandes representantes en su último período, la Roma imperial, siglos I y II d.C., en el que podemos citar a Lucio Anneo Séneca que se presentaba, con sus consejos de moderación y virtud al tiempo que advertía de los peligros de las pasiones, en la corte de Claudio y de Nerón; a Epicteto, el esclavo frigio que predicaba la libertad interior y la sumisión a la razón, y que por un edicto contra los filósofos, dejó Roma y, que al igual que Sócrates, no escribió un solo libro; también al mismísimo emperador Marco Aurelio, quien entre batalla y batalla contra los bárbaros que empujaban en las fronteras del oeste y en las márgenes del Danubio, se dedicaba a la práctica de la meditación interior y escribió doce libros de Pensamientos en los que aparece la existencia efímera del hombre y el sentido del deber.
La caída del imperio Romano de Occidente y la pujante influencia del cristianismo precipitó el declive del sistema filosófico estoico. Aparecieron otras escuelas filosóficas, que como los escépticos, los epicúreos y el neoplatonismo de Plotino, en Alejandría, con su influyente crítica de los dogmas estoicos, ganaron numerosos adeptos.
Las distintas invasiones bárbaras acabarían con libros y monumentos del mundo clásico -señalemos aquí que gran parte de la filosofía estoica nos ha sido trasmitida no por sus creadores sino por comentaristas de tiempos posteriores. A pesar de este tiempo oscuro, en el que el griego y el latín pasaron a ser patrimonio de las clases cultas e inaccesibles a la suma de pueblos divididos por diferentes lenguas, la huella de la ética y de las enseñanzas del estoicismo alcanzará toda la Edad Media y los tiempos modernos.
La filosofía estoica
El estoicismo es un materialismo y un racionalismo ético que se propone establecer criterios de certidumbre susceptibles de dar al hombre reglas de vida y de acción que le permitan vivir de acuerdo con la naturaleza, aceptando el orden de los acontecimientos que expresan la voluntad de la Razón.
Zenón de Citio, según Diógenes Laercio, estableció que el discurso filosófico tiene tres partes, a saber: la física que es una investigación acerca del mundo y de los objetos que éste contiene; la ética que concierne a la acción y la lógica o dialéctica que es el arte del bien decir y concierne al discurso. Las tres partes, a pesar de la diversidad de sus objetos respectivos, estaban consideradas como inseparables, porque "es una y sola razón la que, en la dialéctica [la lógica], encadena las proposiciones consecuentes a las antecedentes, en la naturaleza [la física] liga juntas todas las causas y, en la conducta [la ética], establece entre los actos, el acuerdo perfecto".2
El mundo y la naturaleza de las cosas
Un rasgo característico de las corrientes filosóficas que precedieron al estoicismo era el de rechazar, para la explicación de los seres, toda causa inteligible e incorporal. Mientras Platón buscaba el principio de las cosas en los seres intelectuales, el mundo de las ideas, con los estoicos ya no estamos en la dualidad de lo inteligible y lo sensible, del mundo de las ideas y la materia. Por el contrario, los estoicos presentan un mundo que no consiste en la imagen de un orden inmutable que se refleja en la materia sino que se trata del resultado de la actividad de una razón [Logos] que somete toda cosa a su poder y, esta actividad es algo físico y corporal.
Dos son pues, los principios de la física estoica: un cuerpo, la razón, como causa única y otro cuerpo, la materia, que recibe la causalidad sin hacer resistencia alguna. Y, al unirse ambos cuerpos, la acción del primero atraviesa al segundo para animarlo.
"Todo lo que existe es cuerpo" -este podría ser uno de sus eslóganes. Los estoicos vieron en los cuerpos las únicas realidades, porque lo que existe [lo existente] es lo que es capaz de actuar o de padecer. Estamos ante un materialismo integral, pues los filósofos estoicos "admiten que los cuerpos son las únicas realidades y la única sustancia, y afirman que la materia es una; es el sustrato y la sustancia de los elementos; las demás cosas, inclusive los elementos, no son más que cuerpos y modos de ser de la materia".3
Al identificar "existencia" con "cuerpo", se ven forzados a admitir, si no como existencias, pero sí al menos como cosas definidas [lo subsistente], tanto los efectos de unos cuerpos sobre otros como las ficciones del espíritu que no tienen más realidad que en el pensamiento y, por tanto, no tienen materialidad alguna, por ejemplo un centauro. Para estas nadas crearon la categoría de "lo incorporal". Así, los incorporales no existen sino que subsisten.
Lo incorporal
Aunque esta palabra había sido utilizada por filósofos precedentes, fueron los estoicos quienes la introdujeron en el lenguaje corriente de la filosofía. Según el uso que hace Platón, es posible que esta palabra venga de Antístenes -de la escuela cínica-, quien, antes que los estoicos, habría rechazado a los incorporales, los no seres, como el lugar o el tiempo.
Los estoicos no ponen el incorporal en la causa de los seres sino en el efecto. El mundo está compuesto por principios espontáneos, que comportan vida y actividad, y ninguno de ellos es causa de otro.
Los seres reales pueden entrar en contacto unos con otros y entonces modificarse, pero estas modificaciones no son realidades o propiedades nuevas sino efectos que los estoicos denominarán atributos. Tomemos el siguiente ejemplo del médico de la escuela escéptica Sexto Empírico: "Cuando el escalpelo corta la carne, el primer cuerpo [el escalpelo] produce sobre el segundo [la carne] no una propiedad nueva sino un atributo nuevo, el de ser cortada. El atributo no designa ninguna cualidad real, 'blanco' y 'negro', por ejemplo no son atributos ... El atributo se expresa siempre mediante un verbo, lo que quiere decir que no es un ser sino una manera de ser ... que se encuentra en la superficie del ser y no cambia su naturaleza: no es activa ni pasiva pues la pasividad supondría una naturaleza corporal que sufre una acción. Es simplemente un resultado, un efecto que no se clasifica entre los seres".4
Los estoicos distinguen cuatro tipos de incorporales: el lécton, el vacío, el lugar y el tiempo.
Para esta referencia trataremos únicamente del primero de ellos: el lécton, un termino griego que se traduce como "lo expresable" o "lo decible". Los estoicos diferenciaban las emisiones vocales que son los ruidos emitidos por la boca, la palabra, es decir, una emisión bocal articulada en fonemas y, el lenguaje como una emisión bocal significante por la que se expresa un estado de cosa. Estos estados de cosa, estos atributos son, propiamente, lo incorporal expresable.
El estoicismo en Radiofonía
La marca de los "filósofos del Pórtico Pocilé" atraviesa el texto, a veces explícitamente y otras en forma de eco de sus planteamientos.
En la primera respuesta5 del texto de Radiofonía, Lacan dice que Saussure y el Círculo de Praga (Jakobson entre otros) encuentran la clave de su lingüística bebiendo en las fuentes de los estoicos, que tal como recoge Sexto Empírico,6 distinguieron entre significante, significado y objeto o referente.7
Para los estoicos, el significante o palabra -la materia fónica articulada- y el objeto real eran cuerpos, mientras que el significado no, pues al estar éste en relación de referencia al objeto real, no puede ser considerado como cuerpo sino como atributo, como un incorporal, puesto que se trata de un efecto. Pongamos un ejemplo: "Un griego y un bárbaro escuchan una misma palabra, y aunque ambos tienen la representación del objeto referido por esa palabra, uno la entiende y el otro no. Sólo para el griego el objeto tiene un atributo [un lécton, un expresable que le permite volver legible un significado] que le permite que, en su lengua, ese objeto sea significado por la palabra en cuestión".8 Así, este planteamiento de los estoicos suprime en primer lugar cualquier vínculo implícito entre la palabra y el objeto. Es la arbitrariedad -estoicamente podríamos llamarla la atributrariedad- del signo lingüístico saussuriano
y, en segundo lugar, plantea que no hay un vínculo necesario entre el significante y el significado; esto se corresponde con el corte que es la barra saussuriana entre el significante y el significado que podemos leer en la primera pregunta9 del texto de Radiofonía.
(Algoritmo saussuriano del signo lingüístico)10
Tras lo expuesto, podríamos leer lo que dice Lacan, en respuesta a la segunda pregunta11, como sigue: Vuelvo en primer lugar al cuerpo de lo simbólico, que no hay que entender como una metáfora. Recordemos que en "Función y campo..." Lacan mencionaba que: "...el lenguaje no es inmaterial. Es cuerpo sutil, pero es cuerpo".12 Los antiguos estoicos señalaban, ya entonces, el materialismo fónico del lenguaje, lo que llevará a Lacan a hablar de moterialisme [mot-palabra].
Sigamos leyendo, La prueba es que sólo él [el cuerpo de lo simbólico] aísla [separa, identifica, zonas erógenas...] el cuerpo [humano] ... es decir, que el ser que se sostiene en él [cuerpo humano], no sabe que es el lenguaje el que se lo otorga -al nacer el viviente no tiene cuerpo, es organismo, es carne.
El primer cuerpo [la palabra, la materia fónica, el significante] hace/crea al segundo [el cuerpo humano] al incorporársele.
Después de su incorporación, el primero [el significante] sigue marcando lo incorporal -al incorporarse al organismo el lenguaje marca la carne, al organismo y, de esta manera organiza el cuerpo, lo construye. El efecto de las palabras a modo de escalpelo -ambos son cuerpos, en el sentido estoico- sobre la carne/organismo -que es otro cuerpo- es un incorporal, es el lécton, lo expresable, lo que se dice del cuerpo, un atributo, es decir, la posibilidad de que la carne sea cortada, que el cuerpo pueda ser dicho.
Lacan introduce aquí un juego de palabras entre "incorporar" -que remite a la identificación primaria, a la entrada del viviente en el lenguaje- y el "incorporal" de los estoicos. La entrada [incorporación] del lenguaje en el viviente no es del orden de una asimilación, de un proceso que lo volvería homogéneo pues, tal como dicen los estoicos, el contacto entre los cuerpos no altera su esencia sino que la "incorporación", es decir, la entrada del lenguaje en el viviente, crea un efecto incorporal: el goce.
En la página siguiente, Lacan dice que: Eso no le sucede a toda carne. Sólo de aquellas que el signo marca para negativizarlas, se elevan, a partir de este cuerpo del que se separan, las nubes, aguas superiores, de su goce, cargadas de rayos que volverán a distribuir cuerpo y carne
Desde esta perspectiva, podemos volver a leer la frase de la página 10 y cambiarla un poco: De ahí lo incorporal que continúa marcando al cuerpo de lo simbólico después de su incorporación. El lenguaje marca el cuerpo [corps] y lo vacía de goce, lo mortifica, cadaveriza [corpse: cadáver], se desprende del cuerpo el goce, "las nubes del goce", que luego retornan de nuevo diferenciando carne y cuerpo.
Y, para terminar, esta frase, presente en Radiofonía: Hagamos justicia a los estoicos por haber sabido, con este término, lo incorporal, dar testimonio de la manera que lo simbólico toca al cuerpo.13
El significante, el significado y lo incorporal en el estoicismo
NODVS XVI, gener de 2006