"Punto vivo" del seminario del Campo Freudiano de Barcelona de febrero de 2007
Reseña del comentario de Antoni Vicens de los capítulos V y VI de La angustia realizado en el S.C.F. de Barcelona de febrero de 2007
Seminario del Campo Freudiano de Barcelona 2006-2007
La angustia
Jacques Lacan
El cuerpo de la angustia
Antoni Vicens abordó los capítulos V y VI del Seminario en base a las referencias que Lacan trató en su momento, una vez trazadas las grandes líneas de toda la primera parte, desde el primer capítulo.
A partir del postulado: la angustia viene acompañada de certeza y actuar es arrancarle dicha certeza, señaló a Kierkegaard como fundamental, tanto por su crítica a la dialéctica hegeliana: la angustia es el único afecto no dialectizable porque el sujeto se encuentra frente a la nada que lo constituye, como por encontrar el origen auténtico de la fe, recuperando a Pascal como primer pensador sobre la angustia. Parte del pecado original que, en tanto es universal en todas las religiones, por ende, la culpabilidad también, pero además anterior a la ley. Así, la angustia precede a la ley y se iguala a la existencia como el vértigo en el que se sitúa el sujeto frente a los posibles. La culpa cuantifica la calidad de la introducción del sexo y la muerte, en el pasaje de la inocencia a la posibilidad de poder.
En el capítulo V se resume "La estructura del organismo" de Goldstein, de 1934, por dos reacciones del organismo ante dos modos de catástrofe: la descoordinación del cuerpo, que no reacciona por la magnitud de las fuerzas externas y la angustia que se produce ante el déficit del organismo o ante una falta objetiva que supone el bloqueo del pensamiento causal.
Si bien en capítulos anteriores Lacan trabaja con tres autores que huyen de la angustia de forma divergente: Heidegger, Sarte y el mismo Lacan de "Los complejos familiares" de 1938, en el V y el VI la aborda a través del cuerpo. Con Pavlov y sus experiencias de neurosis experimental, con referencias a lo imaginario en "Lo ominoso" de Freud y a la pesadilla bien descrita por E. Jones en 1931: terror agónico, sentimiento de opresión en el pecho, parálisis incapacitadora, sudor frío, eyaculación, secreción, o lo que es lo mismo, experiencia sexual del durmiente en posición supina ante el íncubo que lo posee.
Angustia aquí es que el Otro no ha de saber, es decir, poner el deseo del Otro en interrogante, que en el análisis, en tanto deseo del analista, tiene una dimensión canalizable.
El hombre, que borra su rastro como el animal, quiere, sin embargo, hacer creer que deja huellas, así como lo hace el neurótico, porque la angustia está situada entre demanda y deseo.
Ferenczi aúna lo ontogenético y lo filogenético gracias a la summa tomasiana del erotismo, oral, anal, uretral, genital, mediante el corte, la interrupción no dialectizable de la sexualidad.
Aquí, gracias a sus experiencias con el vacío, reaparece Pascal, que consiguió demostrar que la naturaleza no aborrece el vacío sino más bien el exceso de plenitud, acercándose así a la cosmogonía moderna.
En el final de la lección VI hay un silencio, surgen una mirada y una voz y el hallazgo lacaniano en el Eclesiastés: "Vanidad de vanidades, todo es vanidad". El dios que se expresa en la lengua que hablan los hombres dice "goza de la vida oyendo a Dios". Todo es vanidad, vaho, pero todo ha sido escuchado. La vanidad del Eclesiastés es lo que se borra, mientras que con el significante encontramos la posibilidad de hacer una dialéctica entre lleno y vacío, pero... ¿antes del significante?
"Punto vivo" del seminario del Campo Freudiano de Barcelona de febrero de 2007
NODVS XXI, setembre de 2007