Matèria d'escriptura
Texto presentado en el marco del grupo Cruïlla de recerca: Creació i PsicoanàlisiCurso 2007/2008: Entorn del real inèdit
El trabajo medita sobre la temporalidad rítmica requerida para una articulación literal – y litoral – de los dos términos del saber y el goce, en un contexto social en el que las condiciones de esta temporalidad están siendo abolidas de manera creciente. También se abre espacio para un diálogo entre el psicoanálisis lacaniano y las formas más contemporáneas de la física experimental.
tiempo, materia, real, goce, vacío, Seminario XX Aún, Lituraterre, litoral, acto analítico, a
MIRATGE
UN
Un dos tres.
La suma no será jamai el tot
Un, dos, tres, quatre, cinq. Ni la unitat, sis, 7
DEL TRES i el NO RES - de Magda Bosch
1.- La Temporalidad Rítmica.
La palabra poética, incluso si versa sobre algo tan gélido como el número, se encarna en una materialidad rítmica, un tiempo mas allá del reloj, que dobla la materialidad temporal.
Con frecuencia abordo la materia de trabajo a partir de una introducción rimada, una apertura que me posibilita estirar y estructurar, tejer, el hilo (¿materia?) del pensamiento.
En Octubre de 2005, iniciamos el tema de la escritura con dos premisas y una pregunta. Pregunta que insiste, reformulándose en el tiempo en relación a los significantes con los que la confrontamos: ¿podemos hablar de la escritura como la realización del pensamiento? Un hilo conductor la orienta en el sentido de la enseñanza lacaniana y la experiencia analítica, el vector que apunta a lo real.
El real, ese enigma, tan cerca y tan lejos, el enigma del goce que atraviesa el lenguaje y lo agujerea. El real que insiste en la experiencia analítica y marca un ritmo, una pulsación temporal, que la repetición escribe: burla al significante y se inscribe en el cuerpo. Se trata del goce, la sustancia gozante, que introduce un orden diferente al de la articulación significante con la que Lacan nos había familiarizado.
La penetración del seminario ENCORE, el AUN del goce, en la enseñanza de Jaques Lacan, abre el agujero habitado por la ausencia de La Cosa, desvela el real, la parte oscura del sujeto.
Ahora, después del recorrido, en el après-coup de su enseñanza, afrontamos este resto, materia irreducible al lenguaje, de la que tenemos constancia a causa de los efectos que provoca, es decir las diferentes formas con las que se escribe. ¿Cabe preguntarnos por la posibilidad de mejor cernirla, pensándola en relación a la materia invisible de la física, que solo se detecta debido a su interacción gravitatoria con lo visible?
Cuestión factible de ser planteada solo a riesgo de topar con otro imposible.
2.- Lo real y el tiempo.
Lo real, como el tiempo, solo podemos aprehenderlo si lo circunscribimos. Los semblantes culturales hacen mensurable el tiempo biológico, el cual, en definitiva, nos determina.
El espacio, el universo, contiene la materia / energía, que se manifiesta bajo diferentes aspectos.
Uno de los cuales, la cinética o del movimiento, comporta un parámetro descriptivo, el tiempo, a la vez que permite la percepción del mundo macroscópico debido a la intervención del tiempo biológico.
La ciencia moderna desveló hechos que no pueden ser integrados en la visión del universo clásico, así la necesidad de renunciar a la distinción entre el tiempo y las tres coordenadas espaciales, dado que el tiempo no puede ser utilizado como referencia universal para todos los observadores de un fenómeno.
Podemos afirmar que el mundo real existe. No se sabe como es, pero es posible decir como se ve. Se trata de un universo no inmediato.
El real del psicoanálisis, por el contrario, se experimenta pero se escabulle al decir, está del lado del silencio. Implica escribirlo, contornearlo, bordear el agujero del saber, lo que el Sinthome acecha y ensaya el arte. Característica que permite diferenciarlo de la realidad, a la que inscribo en el campo del semblante.
3.-La cara oscura de la luna.
Una de las características de la sociedad contemporánea es la forclusión de la temporalidad, que comporta la abolición de cualquier tipo de ritmo en la secuencias del tiempo biológico marcado, ahora, por la precipitación, resto de los tiempos lógicos. Una vez suprimido el tiempo de comprender y a falta del vacío, sin espacio entre una acción y otra, mas allá del ritmo, el acto se anula.
Los acontecimientos se agolpan, fuera de tiempo y de lugar, más allá del sentido, fuera de estación las estaciones. Mas allá de las reglas, con limites indefinidos, el sujeto, (a)parece regido por "el todo vale", otro nombre del goce, cara oscura de la luna.
Provocado por el eclipse del Otro, el objeto de consumo, simulacro del (a), prolifera en su loca oferta de tapar el agujero abierto en lo real y lo que ocurre es que obtura el deseo.
Los sujetos, librados al imaginario, se mueven sin descanso y sin mediación, por espacios singularmente virtuales en los que se agolpan, siempre contactados, solos siempre sin saber. En estas condiciones, el sujeto, reducido a individuo enfrentado al semejante, opera bajo el empuje del narcisismo de la pequeña diferencia, la rivalidad imaginaria expresada por la exclusiva "o el uno o el otro". Modalidad lógica que comporta la violencia como única posibilidad de hacerse un lugar.
Otra forma de negación, evasión del compás temporal, llámese miedo a la muerte, llámese miedo a las consecuencias de los actos, opera en sentido contrario, sin reparar en que la pretensión de inmovilizar la vida es, en sí misma, una muerte.
Lacan, el 15 de Mayo de 1993, prosigue el desarrollo del seminario AUN con el enunciado siguiente: (cito)" El sujeto es la discordancia del saber y del ser, la que anima el juego, aun". Y añade:" No por saber más andaría mejor, pero quizás habría un goce mejor, un acuerdo entre el goce y su fin. Al errar su goce es como el sujeto logra que se le reproduzca otra vez, sin saber nada de lo que lo reproduce (pasión de la ignorancia). No sabe si lo que lo reproduce es la vida o la muerte".
Está hablando del goce como suplencia de la relación sexual, dado que sobre ella, a diferencia de la sexualidad animal, no hay nada escrito en la naturaleza. Librada por entero al encuentro, a la contingencia no cesa de no escribirse.
Sitúa así el real como el misterio del cuerpo que habla y la formalización matemática como la escritura posible, con la objeción de que solo es transmisible mediante el uso de la lengua.
Si la física anula, en nombre de la interacción constante de los objetos del universo, la idea de vacío, entendido como ausencia de materia/energía, volvemos a interrogar a la física experimental:
Seria interesante iniciar con ella, un dialogo sobre la cuestión de la transmisión, así como acerca del concepto de vacío. Interesa también indagar acerca del objeto mental que ella propone casi como sinónimo de concepto y relacionarlo con el tratamiento que les damos en la experiencia y la teoría analítica.
¿Podemos interrogar al vacío como si se tratara de un objeto mental? (a)
4.- Litoral.
"Entre saber y goce hay litoral", declara o aclara Jaques Lacan, en el texto LITURATERRE, a la vuelta de su viaje por la escritura japonesa, a cuya lectura da continuidad, desde el avión con el que atraviesa la planicie siberiana. Desértica, desolada, atravesada solo por destellos de agua entre las nubes. Litoral que vira a literal.
Mientras la frontera, al separar dos territorios, los muestra semejantes a quien la franquea, el litoral convierte cada territorio en frontera para el otro, extranjeros hasta el punto de no ser ni recíprocos. El litoral dibuja el borde del agujero en el saber, el agujero que llama al goce para colmarlo.
El psicoanálisis trabaja en el litoral. Al tratar con el acto analítico, entre la palabra y el silencio, de ceñir el goce sintomático, realiza la experiencia de articular lo real y el sentido que conduce al sujeto a topar con el imposible.
El acto analítico, como litoral, separa y bordea, hace perceptible el agujero de lo real.
El sujeto neurótico es el testigo del trauma del lenguaje que conduce al sujeto a penar por su ser, goce extraño, nombrado por Freud pulsión de muerte, que implica fijar en el mal el bienestar. Se trata del también nombrado por Freud, mas allá del principio del placer, difícil de percatar y descifrar cuanto más se inviste de discreción.
La experiencia analítica desvela, bajo la queja, la dramatización histérica o la inhibición obsesiva, defensas del sujeto, las cifras del goce que lo habita.
A fin de cuentas el real da testimonio, tal vez encarna, el estruendoso silencio de la materia.
(1). Jaques Lacan. "Lituraterre" Autres écrits. 1991.
(2). Jaques Lacan. Encore, 1972/73.
Matèria d'escriptura
NODVS XXII, gener de 2008