La conversación con el psicótico. Tres preguntas a Vicente Palomera
Preparación para la Conversación Clínica de Febrero de 2008: Precariedad del vinculo social en las psicosis ordinarias
¿Cómo entiendes este término de "conversación con el psicótico"? ¿Podrías señalarnos alguna diferencia clínica entre esta "conversación" y un abordaje más tradicional, por así decir, de la psicosis?
El tratamiento de las psicosis supone un modo peculiar de conversación, porque es una conversación sobre lo innombrable del goce. Supone también un trabajo de traducción del goce enigmático que presenta al sujeto como exceso o como falta. En este sentido, el tratamiento de la psicosis es una conversación que le permite al sujeto nombrar aquello que excede a la significación.
Lacan, en su lectura de Schreber, confirma que el tratamiento de la psicosis es un tratamiento de una nominación posible. El sujeto psicótico busca dar con el nombre del goce que sobrepasa el campo de la significación. En la "Cuestión Preliminar", Lacan muestra cómo al final Schreber logra atrapar el goce en las redes de un delirio fantasmático con el que anuda lo imaginario y lo simbólico. Lo que Lacan llama "goce transexual" en Schreber es un goce articulado en la imágen del cuerpo propio y, de otro lado, en lo simbólico, por la convicción de "ser la mujer de Dios". Se trata de una nominación posible, de hacerse un nombre como "la mujer de Dios".
Más adelante, a propósito de Joyce, Lacan ve que es como sinthome que Joyce llega a identificarse con su proceso de producción de una lengua nueva, el Finnegans Wake.
Hace poco, leímos en el diario La Vanguardia, una entrevista a John Forbes Nash, el Nobel de Economía, que inspiró el libro "Una mente prodigiosa". Nash es presentado por el periodista como un Nobel que fue "esquizofrénico". En verdad, Nash fue diagnosticado de diversos modos lo largo de su vida. Fue tratado como "esquizofrénico", luego como "psicosis" en general, más tarde como "bipolar" y finalmente como "border-line". Todo esto en función de los medicamentos, frente a los cuales Nash se mostró siempre escéptico. Hay que decir que fue él mismo quien logró encontrar una salida por medio del llamado "equilibrio Nash". Nos encontramos aquí con alguien que hizo un delirio extraordinario, junto a un trabajo que acabó llevando su nombre: equilibrio Nash, es decir, el mejor equilibrio que pudo encontrar, porque se trata de un equilibrio en una "situación no competitiva".
También, podemos deducir de nuestra práctica que todo tratamiento de la psicosis apunta de una forma u otra a la nominación de ese goce enigmático. Por supuesto, hay formas de nominación mucho más modestas que las mencionadas, menos típicas, como las encontramos en las psicosis ordinarias.
El psicoanálisis aplicado a la psicosis es pues una tarea de traducción constante de lo que le ocurre al sujeto. El analista acompaña al psicótico en esta empresa de traducción, sabiendo que, en ese esfuerzo del delirante hacia una "identidad de goce", esfuerzo por "hacerse un nombre", existe siempre una indeterminación y que, por tanto, siempre es posible encontrar otra manera de decir. En esta conversación, no hay más identificación posible que con el proceso mismo de búsqueda del nombre, nombre que puede amarrarse por un tiempo, más o menos duradero, "en el puerto" de un S1.
En el texto de presentación de la Conversación, Mercedes y tú escribís que la orientación clínica apunta a " intentar establecer las condiciones de la conversación con el psicótico, ofreciéndonos para que éste se sirva de nosotros". ¿Podrías decirnos algo más sobre este punto?
¿Cómo establecemos las condiciones de esa conversación? Después de La Convención de Antibes, empezamos a describirla como una "practica del surcamiento". Recomiendo que se lea la última parte del libro sobre La psicosis ordinaria (ICB-Paidós,Buenos Aires, 2003) en la que se trata de las condiciones de esa conversación. Por ejemplo, tratando de esclarecer esta práctica, Miller señala, primero, que "nos ofrecemos para que el sujeto psicótico se sirva de nosotros", y, segundo, precisa que si bien existe una situación analítica normalizada, muchas veces, "la gente nos utiliza de una manera que no está normalizada, es decir, no prevista por el modo de uso", lo que supone, que tengamos que ocuparnos de la cuestión de saber cómo comprender lo que se nos dice, cómo comprender la lengua del otro, una lengua que está afectada por una significación personal, a niveles muchas veces inimaginables.
Por su parte, Eric Laurent, prosigue diciendo que, "metódicamente tratamos de comprender dónde está esta modificación, a qué nivel se produce; nos las arreglamos con un principio de traducción generalizada en el que surcamos un camino".
¿De dónde sale este término de "surcamienro"? Laurent lo recuerda con el texto de Lacan "Lituraterre": "En el momento en que rehace su teoría, Lacan observa, volando sobre Siberia, el surcamiento. No observa lo arbitrario del signo y del mapa, los códigos, los mensajes. Observa más bien las isobaras, y el surcamiento del significante".
¿Cómo entenderlo en la práctica psicoanalítica? El sujeto psicótico es alguien que muestra que se puede construir una lengua en todos sus componentes atravesada por una significación particular. La "lengua fundamental" es exactamente una "lengua privada". Frente a los esfuerzos por normalizar las lenguas hay siempre el problema que es saber de lo que se habla. Con la perspectiva de "Lituraterre", tenemos ahora otra perspectiva de las cosas: la idea de surco, de rutinas, de prácticas, ya no es la idea de un hermoso paisaje, con una lengua, sino de surcos. Entonces, el uso que hace el psicótico de nuestra presencia es labrar unos surcos más que otros. "Nosotros -aclara Laurent- tenemos que ayudarlo, con método (...) el método no consiste en partir de lo más secreto, de lo mas profundo, sino que procede de un surcamiento operado por la práctica".
En esta conversación con el psicótico, conviene que el analista esté advertido para no esperar del sujeto un funcionamiento "normativizado o estándart". Según tu experiencia en la psicosis, ¿qué mejoría le cabe esperar al sujeto psicótico que acude al psicoanálisis, en relación con su vínculo social?
En efecto, el psicótico nos enseña a no esperar un funcionamiento "normativizado", "estandarizado", pero nos enseña también mucho a confiar en que él sabe sin saberlo aún. El analista, como dice Virginio Baio, lo mejor es que sepa no saber y su correlato, con el psicótico, ir siempre un paso más atrás.
El analista también debe saber que, en la mayoría de los casos, no es suficiente con una posición de testigo, posición en la que muchos psicóticos tratan de mantener al analista para protegerse de su deseo. El analista debe esforzarse "por añadidura" para orientar el goce de modo limitativo, contrariando el goce no regularizado, como de modo positivo, sosteniendo algunos ideales del sujeto. Son justamente algunos de estos ideales los que le permiten al sujeto mantenerse en el vínculo social.
Hay diversos modos de amarrar el goce en esos S1 que resultan del desbroce operado en nuestra práctica del surcamiento. ¿Algunos ejemplos? Encontrar un apoyo en un partenaire, o bien, mantener al sujeto en su voluntad de hacerse un nombre, u obtener un efecto de estabilización por medio de un objeto que cumple la función de un "órgano suplementario" y con el que regula la distancia respecto a un Otro invasor, ...
Precariedad del vinculo social en las psicosis ordinarias
CONVERSACIÓN CLÍNICA
Barcelona, 23 y 24 de Febrero de 2008
Para preparar la Conversación Clínica, la Comisión de Organización ha realizado tres preguntas, cada vez distintas, sobre el tema que nos convoca a diversos docentes y colaboradores de las actividades del ICF en España.
La conversación con el psicótico. Tres preguntas a Vicente Palomera
NODVS XXIII, febrer de 2008