"La Biblioteca de Babel" (Jorge Luis Borges)

Contribución al seminario de investigación "Del sujeto del significante al sujeto del goce" impartido por Miquel Bassols durante el curso 2006-07

  • Publicado en NODVS XXIV, març de 2008

Resum

La Biblioteca de Babel sirve de metáfora para la aprehensión de algunos conceptos psicoanalíticos como semblante, angustia, goce o la fórmula "no hay otro del otro". En esta línea y  por medio de un par de axiomas la autora da cuenta de como el psicoanálisis puede pensar el goce desde la letra o la experiencia analítica como una vivencia de escritura. Por último el personaje del escrito borgeano busca un libro imposible, un libro capaz de cifrarlo todo, esta imposibilidad es aboradada matemáticamente por la teoría de los conjuntos que mostrará que no es posible encontrar algo que nunca ha existido.

Paraules clau

La Biblioteca de Babel, Jorge Luis Borges, biblioteca, lenguaje, libro, letra, hablar, angustia, goce, lalangue, objeto "a", Otro, Cantor, conjuntos, metáfora del no hay metalenguaje, letra, semblante, angustia enmarcada, lalengua

"En el principio era la Palabra,
y la palabra estaba ante Dios,
y la palabra era Dios.
Ella estaba ante Dios en el principio."

La Biblia
Juan 1:1-2

Pretendo con esta pequeña contribución, esbozar la manera en que con este escrito borgiano como metáfora, se pueden vislumbrar en "la Biblioteca de Babel" algunos de los conceptos psicoanalíticos que conciernen a este seminario.

Empecemos por el título: sabemos que los títulos tienen un valor semántico, a veces pueden funcionar como clave interpretativa que invita a entrar en el texto para descifrarlo o pueden poner al lector en expectativa por un significante. Así, se puede decir que La Biblioteca de Babel hace referencia o evoca en primera instancia, a la Torre de Babel (Gen. 11:7) "se la llamó Babel, por que allí Yavé confundió el lenguaje de todos los habitantes de la tierra, y desde allí los dispersó Yavé por toda la tierra."1

Podemos decir entonces, que esta historia funciona como metáfora del no hay metalenguaje de Lacan, o en otras palabras no hay Otro del Otro.

Esto indica ya algo del lenguaje, en tanto lo que tratará el escrito y la obvia relación que hay entre el lenguaje y una bibilioteca. En este caso, Babel no es sólo el nombre de una de las ciudades más famosas de la historia (llamada también Babilonia) sino un nombre que implica la letra, el lenguaje.

Luego, podemos acercarnos al epígrafe, sustraído de The Anatomy of Melancholy, libro que el mismo Borges calificó como "una de las obras más personales de la literatura"2 que dice así: "By this art you may contemplate the variation of the 23 letters…"

Podríamos decir, que la variación que cada sujeto hace de las letras lo concierne a él y solamente a él, constituyéndose ésto en su discurso, así en lo más íntimo.

Otra de las remisiones a las que nos lleva una bibilioteca es al saber: "El universo (que otros llaman Bibilioteca)…"3 cita con la que el narrador se refiere a la biblioteca como "universo". Así, en la teoría planteada por Richards, en los años treinta, haciéndo referenecia a la metáfora, postula que tenor es a lo que la metáfora se refiere o el término literal, mientras que vehículo es lo que se dice figuradamente o el término en sentido figurado. Entonces, en "La Biblioteca de Babel" universo sería el tenor y biblioteca el vehículo.

Al proseguir con la lectura, nos topamos con uno de los temas predilectos de Borges: los espejos. Nos encontramos, en el cuento, con un espejo que duplica las apariencias. Es decir, que lo que vemos no es lo que es. Es apariencia. Los semblantes se reproducen.

Lo que podríamos analogar al analista como Otro, como ese que duplica la apariencia, lo que el sujeto percibe en el Otro. Las apariencias son duplicadas en la Biblioteca (el universo) y eso la hace no un otro sino el Otro.

Los libros de La Biblioteca de Babel, como los semblantes, tienen letras en el dorso de cada uno, letras que no indican lo que dirán las páginas.

Igualmente, esto que está en el espejo, que está enmarcado en él ilustra de alguna manera lo angustioso para el sujeto del significante, Lacan en el seminario sobre La Angustia dice: "un espejo no se extiende hasta el infinito, tiene límites… Este espejo permite al sujeto ver un punto situado en el espacio que no le es perceptible directamente. Pero yo no me veo forzosamente a mí mismo, o a mi ojo en el espejo, aunque el espejo me ayuda a percibir algo que de otro modo no vería. Lo que quiero decir con esto es que la primera cosa a plantear sobre la estructura de la angustia -y que ustedes descuidan siempre en las observaciones, porque están fascinados por el contenido del espejo y olvidan sus límites-, es que la angustia está enmarcada."4

Quizá lo que aparce enmarcado en La Biblioteca de Babel (y entonces se reproduce), es el intento obsesivo de justificar la Bibilioteca, de encontrar ese libro como cifra y compendio de todos los demás y el deseo histérico del "libro total", el que lo contenga todo, que pueda acceder a todo. La pasión del neurótico, decía Miller "como pasión de justificación no es una problemática del goce sino del deseo -del verdadero deseo, como ocurre en un análisis- hay una perspectiva del juicio final…lo importante de ese juicio final es que en el análisis ocurre cuando el juez ha desaparecido"5.

El sujeto que busca este libro, el "catálogo de catálogos", es el Hombre del Libro, el sujeto del significante, el sujeto del goce.

La Biblioteca de Babel, plantea la posibilidad de la infinitud de la Biblioteca (de libros, de galerías), infinitud a la que se le pide justificación para justificar así mismo el universo y dejar entonces el sin-sentido de la búsqueda de la justificación, del catálogo de catálogos. Sólo así el sujeto develaría su manera de gozar.

En esta búsqueda, se menciona un libro cíclico. "Ese libro es Dios", dice el autor anónimo, quien se le revela a los místicos en el extasis (ek-stasis: estar fuera de sí). Recordemos que para Borges la eternidad son todas las historias una y otra vez, eternos retornos, ciclos repetitivos, que niegan la concepción idealista sobre la existencia de un sólo tiempo. Al ser cíclico, circular, con testimonio sospechoso y palabras (no letras) oscuras, este libro (que es Dios) es como la experiencia analítica en la que no se progresa en línea recta pues el sujeto está dándo vueltas a lo mismo, es decir al objeto a. La Biblioteca (universo) es redondo, como la forma de narrar del sujeto, de narrar-se.

El círculo (sin principio ni fin) es símbolo de lo eterno para el narrador anónimo. Borges, a lo largo de su obra usa ciertos símbolos religiosos (en este caso el libro circular) para ilustrar la idea de que todo el universo puede cifrarse en un punto, y que el destino puede ser contenido en un instante. En la experiencia analítica, es el sujeto del goce el que va bordeando para llegar al núcleo que es el goce.

Así, si Dios, si el libro de los libros no se justifica, el universo no tiene sentido y tampoco la vida del sujeto que goza con Dios. Lo que el Hombre del Libro perdió (a Dios), es una pérdida que le angustia, trata de encontrarlo en el objeto a.

Los Axiomas

El escrito "La Biblioteca de Babel" ennumera varios axiomas respecto de la Biblioteca y sus condiciones, así:

"El primero: La Biblioteca existe ab aeterno. De esa verdad cuyo corolario inmediato es la eternidad futura del mundo."6 Este axioma atribuye la Biblioteca a la obra de un dios por su dotación de anaqueles, libros, escaleras, etc. Añade que la diferencia entre lo divino y lo humano es la letra. La letra humana es goce por ser de símbolos, garabatos, es falible. Lo que la hace inentendible y sin sentido, no para el sujeto. El bien decir del psicoanálisis está entonces en el neologismo.

En cambio, la letra divina es puntual, delicada, negra, simétricamente inimitable.

Segundo axioma: los símbolos ortográficos son veinticinco (el espacio, el punto, la coma y las veintidós letras del alfabeto) elementos presentes en todos los libros por distintos que sean. Lo que permite al narrador postular que esa es la razón de la naturaleza informe y caótica de casi todos los libros. En muchos de los que se encuentran las letras formando sin sentidos: "Ya se sabe: por una línea razonable o una recta noticia hay leguas de insensatas cacofonías, de fárragos verbales y de incoherencias."7 Así se muestra también la experiencia analítica, que puede escribirse en criptografía.

Podemos decir, en el sentido figurado, que cada sujeto es un libro, con una forma de gozar distinta. "No hay en la vasta Biblioteca dos libros idénticos"8.

El narrador anónimo del texto alude al uso, por parte de los primero bibliotecarios, de un lenguaje asaz, dialectal, argumentando que ciertas combinaciones de letras inalterables no pueden pertenecer a ningún idioma, por rudimentario o dialectal que este sea. Se hace referencia entonces no sólo a la sincronía del lenguaje y a lalangue que a diferencia del lenguaje es diacrónica. Lalangue, que tiene que ver con el goce, no con el sentido, eso lo más individual del sujeto, creaciones de cada uno sirviéndose del lenguaje y sus malentendidos, sus aluviones.

Llegamos, al punto del escrito en donde observamos que esto no es un cuento sino una epístola. En tanto, podríamos interpretar que se le escribe a Dios. Cuestión que luego podemos corroborar con esta frase: "Que yo sea ultrajado y aniquilado, pero que en un instante, en un ser, Tu enorme Biblioteca se justifique"9 (la cursiva es mía), en esta justificación versa uno de los temas principales de la narración, de la epístola, pues al estar justificada la Biblioteca (el universo) "no había problema personal o mundial cuya elocuente solución no existiera: en algún hexágono"10 Así, el sujeto del significante buscando tener un significado, gozar con esa injustificación que permanence, con esa búsqueda de lo perdido, con la sustición el objeto a. El neurótico busca para no encontrar, como dice el refrán "No me buscarías si antes no me hubieras encontrado".

La certidumbre, el sujeto la encuentra en su fantasma, no en lo que dice. En el escrito sobre la subversión del sujeto y dialéctica del deseo, Lacan dice: "soy en el lugar donde se vocifera que el 'universo es un defecto en la pureza del No-ser' Y esto, no sin razón, pues de conservarse, ese lugar hace languidecer al Ser mismo. Se llama el Goce, y es ello cuaya falta haría vano el universo".11

El escritor anónimo le escribe a Dios. Así, la palabra, la letra como medio de comunicación con la Ley o con lo real, lo que vuelve siempre al mismo lugar. En este caso a la injustificación y eterna búsqueda. "Esta epístola inútil y palabrera ya existe en uno de los treinta volúmenes de los cinco anaqueles de uno de los incontables hexágonos, y también su refutación."12 ¿Para que le escribe, si la espístola es tildada de inútil y palabrera? Para gozar.

El escritor, el sujeto del significante, el sujeto del goce, el Hombre del Libro.

Refiere el narrador, que una vez justificado el universo se habló mucho de las vindicaciones: libros de profecía y apología, guardando prodigios para su porvenir. Unos morían, otros enloquecían pues encontrar la propia vindicación o una pérfida variación de ella es igual a cero. A nada. El destino como afantasmador "la certidumbre de que todo está escrito nos anula o nos afantasma"13 escribe. En cuanto al significante y al destino, fuera de sus efectos de sentido, podemos decir que el significante cifra como letra y marca el destino del sujeto en tanto éste último obra, inconscientemente, regido por el significante Amo.

La Biblioteca entonces, toma el papel de quien explica en palabras cuando no basta cierto lenguaje, produciendo el idioma inaudito que se requiere y los vocabularios y gramáticas de ese idioma, lalangue. La Bibilioteca con la que el sujeto goza. La Bibilioteca, infinita. El universo es Dios: El Otro infinito, el Otro inmenso, que no acaba. El Otro sin tachar.

La Biblioteca, Dios, el Inconsciente futuro, el goce, el lenguaje.

Así también, en la Biblioteca (el universo) se permiten todas las estructuras verbales, todas las variaciones de los veinticinco símbolos ortográficos, pero no un sólo disparate absoluto. Es decir, no se permite el disparate, la locura, el sin sentido de la Biblioteca, su inexistencia. Es necesaria, para el narrador, su justificación. La pide, eternamente la ha pedido y la pedirá, la repetirá.

Lo que hay en la Biblioteca, a primera vista incoherente, tiene sentido: "nadie puede articular una sílaba… que no sea en alguno de esos lenguajes el nombre poderoso de algún dios"14 (S1).

"Hablar es incurrir en tautologías"15 escribe el autor. En el psicoanálisis hablar es situarse en el lugar de la demanda. Sea entonces considerada una tautología situarse una y otra vez en la demanda pues al ser el sujeto un sujeto que habla está prennemente incurriendo en la demanda. Hay la incurrencia en la tautología cuando el inconsciente , en su tiempo, está "cerrado", pero cuando se "abre" (por ejemplo en un lapsus o en un acto fallido) es dónde aparece algo del orden de lo inconsciente, de esto que aquí llamamos lo más íntimo del sujeto, su manera de variar las letras del alfabeto al que se refería Borges con el epígrafe aquí citado. La diferencia entre la palabra plena y la palabra vacía que menciona Lacan.

Así, el Otro de la palabra es el otro en tanto se pone a hablar. La estructura entonces ya no es la del lenguaje sino la de cada sujeto que habla. En la lengua entonces, no hay más que diferencias, lo que lleva a Lacan a postular que el inconsciente está estructurado como lenguaje. El escritor de esta epístola lo dice así: "(Un número n de lenguajes posibles usa el mismo vocabulario; en algunos, el símbolo biblioteca admite la correcta definición ubicuo y perdurable sistema de galerías hexagonales, pero biblioteca es pan o pirámide o cualquier otra cosa, y las siete palabras que la definen tienen otro valor. Tú que me lees, ¿estás seguro de entender mi lenguaje?)"16

La Biblioteca de Babel y la matemática

El Hombre del Libro, busca, como se ha visto, el "catálogo de catálogos" (quizá analogable a la cosa, das ding, pues es lo que el narrador nunca encontrará y siempre buscará. Esta imposiblidad es demonstrable matemáticamente:

Pensemos que el conjunto A es el catálogo de catálogos y A1 , A2 , A3 son todos los catálogos existentes en la Biblioteca. Simbólicamente tenemos: A={A1,A2,A3}. Entonces hay un catálogo que no está catalogado, el A. Armemos un catálogo B que lo incluya, así: B={A, A1,A2,A3} pero nos encontramos con que no está el catálogo y así lo tendríamos que hacer con C, con D e infinitamente.

Vale recordar un poco la historia de las matemáticas. Ya en 1638, Galileo pensó que los números infinitos, cardinales, o transfinitos podían establecer una biyección entre un conjunto y un subconjunto suyo más pequeño. Es decir, que un conjunto infinito podía tener el mismo cardinal que una de sus partes. Así, la máxima eucleidiana "El todo es más grande que la parte" debe ser corregida a "el todo es mayor o igual que la parte", donde "igual" significa realmente "equinumeroso" en el sentido matemático.

Volviendo al tema de la "Biblioteca de Babel", como hemos visto, el narrador anónimo, ruega que ese libro total exista, que en algún sitio se encuentre el "catálogo de catálogos" pero Georg Cantor destruyó esa posibilidad con su teoría y refutación de la misma cuando en 1895 pensó en considerar el mayor conjunto de todos los que existen. Cuatro años más tarde llegó a la conclusión de que tal cosa no era posible (ejemplo del barbero de Rusell).

Es decir que el catálogo de catálogos como infinito no se encontrará porque no existe. Así, en la teoría de conjuntos, Cantor postula que un conjunto es infinito cuando contiene como partes (o elementos) otros conjuntos que tienen tantos términos como él. Esto es posible con las biyecciones con las que observó que así como se cuenta lo finito se puede contar también lo infinito.

Los números transfinitos son aquéllos que indican la cantidad de elementos de un conjunto infinito. Este número es el aleph, el número transfinito más pequeño y la primera letra del alfabeto hebreo. Entonces, decimos que un conjunto cuyo cardinal sea aleph-cero (el número transfinito más pequeño) es numerable porque lo podemos numerar aunque jamás terminemos de hacerlo. A los demás conjuntos infinitos se les llama no-numerables.

Volvamos a la epístola, ésta finaliza con la solución (para tranquilidad del narrador): "La Biblioteca es ilimitada y periódica."17

Borges también trata estos temas en Historia de la eternidad, y en la poesía Nihon, en donde dice:

"He divisado, desde las páginas de Russell, la doctrina de los conjuntos, la Mengenlehre, que postula y explora los vastos números que no alcanzaría un hombre inmortal aunque agotara sus eternidades contando, y cuyas dinastías imaginarias tienen como cifras las letras del alfabeto hebreo. En ese delicado laberinto no me fue dado penetrar."18

 

Claudia Gonzalez

Seminario de Investigación: Del sujeto del significante al sujeto del goce
Instituto del Campo Freudiano Sección Clínica de Barcelona
Docente: Miquel Bassols

Notes

  1. La Biblia. Latinoamerica. Génesis, Capítulo 11, verísculo 7. 99a Ed. Editorial Verbo Divino. Navarra.
  2. Borges, J.L. (1998). Obra poética, 3: Historia de la Noche. (1a ed.). Madrid. Alianza Editorial.
  3. Borges, J.L. (2005). Obras Completas I: La Biblioteca de Babel. (3a ed.). Barcelona. RBA.
  4. Lacan, J. (2006). El seminario de Jaques Lacan: libro 10: La Angustia. (1a ed). Buenos Aires. Paidós.
  5. Miller, J-A. (2006). Introducción a la Clínica Lacaniana. (1 ed). RBA Libros. Barcelona.
  6. Borges, J.L. (2005). Obras Completas I: La Biblioteca de Babel. (3a ed.). Barcelona. RBA.
  7. Ibid.
  8. Ibid.
  9. Ibid, pag. 469
  10. Ibid, pag. 468
  11. Lacan, J. ( 2005). Subversión del sujeto y dialéctica del deseo. Escritos 2. 1ed 2a reimp. Siglo XXI. Buenos Aires.
  12. Ibid, pag. 470.
  13. Ibid.
  14. Ibid.
  15. Ibid, pag. 470.
  16. Ibid.
  17. Ibid.
  18. Borges, J.L. (1998). Obra poética, 3: Historia de la Noche. (1a ed.). Pag. 254. Madrid. Alianza Editorial.

"La Biblioteca de Babel" (Jorge Luis Borges)

NODVS XXIV, març de 2008

Comparteix

  • Compartir en Twitter
  • Compartir en Facebook