El shofar, de Theodor Reik
Referencia presentada en el Seminario del Campo Freudiano de Barcelona en febrero de 2008
El Shofar es un estudio de T. Reik que Freud prologa y Lacan retoma para abordar el oído como uno de los elementos presentes en la relación de objeto a la vez que advierte sobre los peligros de la investigación psicoanalítica cuando se cae por la pendiente del uso intuitivo de sus conceptos. En este estudio, Reik parte de un interrogante sobre el origen de la música, continua con un desarrollo sobre su función llegando al shofar que identifica como instrumento primitivo cuyo sonido es la voz de Dios. Lacan retomará este punto para introducir que este objeto (voz) es potencialmente separable del instrumento.
El ritual. Estudio psicoanalítico de los ritos religiosos [1914-1919 (1928)]. ACME -agalma BB.AA.1995.
Presentación
Theodor Reik fue uno de los analistas de la primera generación. Nació en Viena y ejerció en Viena y en Berlín. Se analizó con Karl Abraham y fue analista, entre otros, de Ángel Garma y de Paula Heimann. Reik fue denunciado en 1926 por ejercer sin título de medicina, lo que representó la "ocasión inmediata"1 que animó a Freud a escribir su conocido artículo "¿Pueden los legos ejercer el análisis?" en defensa del psicoanálisis profano o laico.
Reik recibió en 1915 un premio de la Sociedad Psicoanalítica de Viena por su trabajo sobre los ritos religiosos, en el que se incluye el estudio sobre el shofar. Esta obra sobre el ritual nace del afán de Reik por aplicar el método psicoanalítico a la investigación de la psicología de las religiones primitivas. El libro fruto de esta investigación fue prologado por Freud, quien destacó en su prólogo que el psicoanálisis "se orientó desde sus inicios hacia la investigación, al descubrimiento de mecanismos de naturaleza encubierta, pero de efectos trascendentales"2.
El estudio de Reik sobre el shofar ofrece a Lacan un sostén con el que abordar, por un lado, en el marco de la experiencia de la angustia, un nuevo piso en la gama de las relaciones de objeto, el del oído. Por el otro, Lacan no desperdicia la ocasión de servirse igualmente del estudio de Reik para mostrarnos tanto lo que ha de ser la investigación en psicoanálisis, como lo que no debe ser. Lacan alaba el estudio de Reik3, pero no deja de advertir, a pesar de "su penetración y su elevada significación, una fuente de confusión, una profunda falta de base cuya forma más sensible y más manifiesta se encuentra en lo que llamaré el uso puramente analógico del símbolo"4. Por eso, para Lacan el estudio de Reik muestra la fecundidad de la investigación en psicoanálisis a la vez que el peligro de extravío cuando se cede al uso intuitivo del símbolo5.
Pasemos ahora al estudio de Reik sobre el shofar.
El Shofar
Este estudio parte del interrogante que le dirigen a Reik en una reunión sobre el origen de la música, interrogante que lo pone a investigar. En una primera consulta Reik descubre una abundancia de mitos sobre el origen de la música en indios, chinos, egipcios y griegos, que reúnen la común característica de la atribución de la música y de los instrumentos musicales a dioses y semidioses. Con una excepción: el judaísmo. En la Biblia no figura ningún mito sobre el origen de la música y sólo en una breve mención se atribuye la invención de los instrumentos musicales a un simple mortal llamado Yubal, nombre que deriva de jôbel, que significa cuerno de carnero o trompeta. Reik destaca al respecto que el nombre del inventor se identifica con el de un instrumento importante en un culto religioso.
Prosigue su investigación preguntándose por la función de la música y apercibiéndose de que con los ruidos y sonidos los distintos pueblos buscaban desde la protección a aplicaciones mágicas. Descubre igualmente que con el ruido también se pretendía llamar la atención de la divinidad: "hay que gritar fuerte para llamar la atención de la divinidad, que tiene mucho que hacer y tal vez esté ocupada en otro lado"6. Reik deduce que éste debía ser también el sentido original de la plegaria, formulada en voz alta, al verificar que la oración en silencio es un fenómeno más reciente.
Reik llega hasta el shofar al identificarlo como el único instrumento primitivo que aún forma parte del rito del judaísmo, siendo uno de los instrumentos de viento más antiguos. Está hecho con el cuerno de un carnero (se puede ver una reproducción en la página 265 del Seminario 10). No obstante, el shofar no es exactamente un instrumento musical, pues no se puede tocar una melodía con él (aunque al parecer pueden obtenerse hasta tres sonidos diferentes)7.
Reik sigue examinando el uso del shofar en el judaísmo antiguo y concluye que tenía numerosos usos, pero nunca triviales. El shofar se hacía sonar tanto en la coronación de un rey o por la proclamación de una ley como por la muerte de un rabino importante. También se usaba como señal de alarma, aunque con el tiempo el uso se fue restringiendo cada vez más a la esfera religiosa, llegando en la actualidad a tocarse únicamente en dos fiestas religiosas, el Rosh Hashaná (Año Nuevo judío, y también el Día del Juicio) y el Yom Kipur (Día de la Expiación o del Perdón). Rosh Hashaná y Yom Kippur forman en la tradición judía una unidad llamada Yamim Noraim (Días temibles) que marcan el inicio y el fin del tiempo en el que Dios juzga al mundo y decreta lo que sucederá en el transcurso del nuevo año.
Reik destaca la intensa emoción que el sonido del shofar despierta en quienes lo escuchan y se pregunta por qué conmueve tanto a quien lo oye. El Talmud asocia el instrumento con el sacrificio de Isaac por parte de su padre Abraham, y en diversos lugares, así como en el oficio litúrgico de la mañana del Día de Año Nuevo (Rosh Hashaná)8 se revela la idea de que el sonido del shofar se usa como medio para convencer o aplacar a Dios y conducirlo a la misericordia.
Lacan nos dice que el shofar es un objeto y que se va a servir de él para substantificar lo que entiende de la función de a en este piso, pues permite revelar la función de sustentación que vincula al deseo con la angustia. Destaca, al igual que Reik, el carácter profundamente conmovedor e inquietante de los sonidos del shofar.
Ahora bien, a pesar de los descubrimientos que Reik realiza a lo largo de su estudio, no puede sacar ningún partido de ellos, señala Lacan, a partir del momento en que cede al uso intuitivo del símbolo, que lo lleva a una deriva y un exceso. Es por eso que Lacan decide subrayar el análisis de Reik sobre los textos bíblicos, enumerando aquellos relacionados con un acontecimiento histórico revelador (Éxodo, capítulos XIX y XX, respectivamente versículos 16 a 19, y capítulo XX, versículo 18; Samuel, segundo libro del capítulo VI y primer libro de las Crónicas, capítulo XIII)9. Vamos a pasar pues a examinar con especial atención esta parte del estudio de Reik.
Análisis de los textos bíblicos
Animado ahora por la pregunta sobre el origen y el uso del shofar, Reik nos explica que se sumerge en el estudio de abundante material que, sin embargo, no le aporta ninguna aclaración; hasta que llega a los textos bíblicos y localiza un primer esclarecimiento en el capítulo XIX del Éxodo10. En el Éxodo se narra la esclavitud de los hebreos, el nacimiento de Moisés y su salvación en el Nilo, su huida al desierto, la aparición de Dios en la zarza ardiente y la partida de Egipto de los esclavos hebreos. Es en los capítulos en los que se narran las vicisitudes de la huida del pueblo hebreo, conducido por Moisés, donde se sitúan las citas de Reik en relación al shofar.
En la primera cita, encontramos al pueblo judío acampado durante tres meses al pié del Monte Sinaí. El Señor ordena a Moisés que suba al monte y le anuncia: "Ahora, pues, si de veras escucháis mi voz y guardáis mi alianza, vosotros seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra"11. También le dice que se le presentará en una densa nube para que el pueblo lo oiga hablar con él y así le de crédito. Moisés se encarga de transmitir los mensajes del Señor al pueblo, al que le está prohibido acercarse al monte. Sin embargo, más adelante aparece una frase que llama la atención de Reik en varios sentidos. La frase dice "Cuando resuene el cuerno, subirán ellos al monte"12. Se trata de una oración inconexa, no se sabe bien quien la pronuncia ni a quien se dirige. Tampoco había aparecido anteriormente ninguna mención al cuerno del carnero, y además el pueblo no participó en el ascenso al monte. No resulta claro tampoco quien ha de dar la señal, si Dios, Moisés u otra persona. Reik se pregunta también por la exactitud de la traducción, pues el texto dice jôbel, carnero, y no keren ha'jobel, cuerno del carnero. En ese caso, la frase rezaría así: "cuando el carnero bale durante largo rato, subirán ellos al monte". Lo que conduciría a nuevas preguntas, como por ejemplo, de qué carnero se trata. Ahora bien, Reik también afirma que se puede suponer que jôbel significa tanto carnero como cuerno del carnero.
En la mañana del tercer día, "hubo truenos y relámpagos y una densa nube sobre el monte, y un poderoso resonar de trompeta; todo el pueblo que estaba en el campamento se echó a temblar". Reik identifica de nuevo aquí el sonido del shofar, en la trompeta (aclara que se sabe que la trompeta deriva del shofar). Es Dios quien causa los truenos y relámpagos, apareciendo en una densa nube, pero Reik se pregunta: ¿quién toca el shofar? Sin embargo, en ese momento ocurre algo más. Dios ha descendido sobre el monte en el fuego, todo echa humo y "el sonar de la trompeta se hacía cada vez más fuerte; Moisés hablaba y Dios le respondía con una voz"13. De nuevo Reik interroga el texto bíblico con escepticismo, le parece grotesca la idea de que Dios y Moisés puedan conversar mientras los sonidos de la trompeta van en aumento, considerando incluso blasfema la idea de que en tales circunstancias, en las que "no se podría ni oír lo que se habla"14, Yahvé pudiera entregarle a Moisés las enseñanzas fundamentales sobre moralidad y religión. Reik señala la imprecisión de todo el texto, y en especial en el Éxodo XX, versículos 18 y 19, que reza así: "Todo el pueblo percibía los truenos y relámpagos, el sonido de la trompeta y el monte humeante, y temblando de miedo se mantenía a distancia. Dijeron a Moisés: "Habla tú con nosotros que podremos entenderte, pero que no hable Dios con nosotros, no sea que muramos"15. En relación a este pasaje, Reik se pregunta si el pueblo de Israel oyó la voz de Dios o no, pues por un lado, se informa únicamente del sonido de la trompeta, y no de la voz de Dios, pero por el otro, el pueblo asegura haber oído su voz, y también Dios afirma que el pueblo oirá su Voz.
Ante este cúmulo de contradicciones, Reik llega a una única conclusión que las resuelve: suponer que el sonido de la trompeta es la voz de Dios. Entonces se entiende que es Dios quien ha de dar la señal para que el pueblo suba al monte, que el pueblo pueda escuchar la voz de Dios, tal como éste había anunciado, al oírse la trompeta, y cobra también sentido aquella frase extraña que decía que el sonar de la trompeta se hacía cada vez más fuerte. También se entiende que cuando Moisés hablaba y Dios le respondía con una voz, se oyese cada vez más fuerte la trompeta, pues significa que todo el pueblo ha de oír lo que Dios tiene que anunciar. Reik concluye así que el sonido del shofar es la voz de Dios16.
Ahora bien, esta conclusión le plantea a Reik una nueva pregunta: ¿Por qué el sonido del shofar es la voz de Dios? Reik quiere seguir sirviéndose de la aplicación del método psicoanalítico para responder a esta pregunta. Considera que la elección del cuerno del carnero como instrumento de la voz de Dios posee sin duda un significado y llega a la deducción de que Dios se identifica con el carnero. Apoya su afirmación en investigaciones que no voy a desplegar aquí17 pero que lo conducen a examinar el culto a Dios y la identificación producida en los creyentes, y que lo llevan hasta la teoría freudiana del tótem y del asesinato del padre en la horda primitiva. El sacerdote que toca el shofar se identifica con Dios, igual que los hijos que asesinaron al padre imitaron su voz y sus formas de expresión. La identificación con el padre se origina a partir del amor por él y en el deseo de poseer su poder. Siguiendo a Reik, "se continuó cuando el padre encontró a su sustituto en el animal totémico y persistió en esencia cuando el animal totémico dio lugar a un concepto más elevado de Dios"18. Reik localiza así en el ritual del uso del shofar esta identificación, así como un propósito principal: "aterrorizar y causar un efecto profundo"19. Se revela así el significado inconsciente del sonido del shofar y de su uso: su resonar recuerda el bramido de un toro cuando lo matan, que es la voz del sustituto totémico del padre. Rememora así, inconscientemente, el antiguo ultraje, despertando la culpabilidad oculta en cada individuo20. El resonar del shofar se convierte en recordatorio de la resolución de no volver a cometer ese ultraje primitivo. Se explica también así la profunda emoción que despiertan los sonidos del shofar.
Llegado a estas deducciones, Reik continúa construyendo una historia del shofar, destacando su valor de rememoración. El sonido del shofar rememora la caída del judaísmo como castigo por el hecho primitivo, pero también, al mismo tiempo, "el anuncio de su restauración y su renovación"21. Rememora pues, la Alianza de Yahvé con el pueblo judío.
Al final del escrito, Reik dedica un suplemento al estudio de la figura de Moisés, partiendo del efecto profundo y de los interrogantes que le despierta la contemplación del Moisés de Miguel Angel, que luce un par de pequeños cuernos y que produce un efecto ambiguo, la admiración mezclada con el terror, la atracción junto a la repulsión. Su examen de la figura de Moisés lo conduce a diferentes hipótesis como la de la analogía de Moisés con Cristo, hijo de Dios, o la deducción de que Moisés se convierte en Dios porque mata a Yahvé, al pulverizar el novillo de oro22, lo que lleva a Lacan a señalar que, desprovisto de un criterio que oriente, "ninguna barrera detiene a Reik en su análisis ni le impide identificar al final al propio Yahvé con el Becerro de Oro"23.
Para no extraviarnos nosotros en nuestro estudio conviene resaltar lo que del shofar resulta de interés para Lacan. El sonido del shofar es la voz de Dios, es una rememoración de la Alianza de Yahvé con el pueblo judío y es todo ello lo que le permite mostrar a Lacan que "este objeto [el shofar,] nos presenta la voz bajo una forma ejemplar en la que, en cierto modo, ella es potencialmente separable"24.
El shofar, de Theodor Reik
NODVS XXIV, març de 2008