"Punto vivo" del seminario del Campo Freudiano de Barcelona de junio de 2008

Reseña de la presentación de Hugo Freda de la lección XXIV del Seminario X, La angustia, en el S.C.F. de Barcelona de junio de 2008

  • Publicado en NODVS XXV, juliol de 2008

Seminario del Campo Freudiano de Barcelona 2007-2008
La angustia
Jacques Lacan

Del ser

 

Hugo Freda afirmó que todo el capítulo XXIV está dedicado a responder a la pregunta sobre qué es un analista y para responder operará varios cambios en el interior. Uno es debido al título dado por J.A.Miller a esta Lección: "Del a a los Nombres del Padre" porque después de buscar el origen del objeto a y cómo éste se constituye Lacan pasa a una pluralización de los Nombres del Padre, cuando hubiera sido más fácil ir de a a A. Esta pluralización supone empezar a desmontar el Otro, donde el padre habría podido ser el respresentante más fiel, como en el mito freudiano, llegando años más tarde a la conclusión de que "el Otro no existe".

Si el objeto a es lo irreductible, no se pluraliza pero adquiere distintas funciones, en la del analista que no parte del Otro en tanto amo, sino de la transferencia. Así el objeto a, situado en el lugar del analista, supone otro cambio: que éste ya no está en el lugar de la verdad sino en el del goce. También cambia la definición del sujeto: ya no es representado por un significante para otro significante sino por el objeto a. No se trata de la prohibición del deseo sino de la relación con a.

La transferencia también se redefine aquí, lo que alcanza a la interpretación y al amor al que aquella apunta. Si el analista se situaba en el campo del Otro para extraer el objeto, el nombre en tanto que causa el deseo, y el análisis se define como la búsqueda del agalma en el campo del Otro, ahora estamos en la época del "más allá del límite de la angustia", en tanto la angustia no es una formación del inconsciente. El "más allá" aparece para ofrecer una "garantía real" a la angustia, que el analista debe estar dispuesto a dar.

La angustia que Freud definió como signo, señal, y no como significante, en tanto señal particular permite desplazarla en el eje metonímico mejor que en el eje metafórico. Darle un sentido a la angustia es suponerla una formación del inconsciente, sin embargo Freud en 1925 hace la distinción entre una y otra. Para Lacan esta señal de la angustia remite a un peligro vital, que es el carácter de cesión del objeto a implicada en el nacimiento de la angustia.

La señal de la angustia es la señal de un no-saber, hueso del problema, no saber quién soy. Problema del ser y no del sujeto respecto al Otro, y por ello el sin-nombre de la angustia. En tanto toca al ser no es un síntoma, como en el caso Juanito: angustia del ser cuando una parte de su cuerpo funciona independientemente de él. La amenaza de castración apacigua la pregunta por la angustia del ser y hace aparecer la fobia que ordena el mundo sin la angustia del ser.

La garantía de la angustia real: el problema del ser tocado por la irrupción de la angustia que el analista debe garantizar. En última instancia, sin angustia no hay sujeto y por eso ella no es una formación del inconsciente. En todo analista hay una dosis constante de angustia porque él debe garantizar la verdad que hay en el interior de ella. Ya no estamos en la clínica del esclarecimiento sino en una clínica del nombrar la angustia, así es como se recorre una cura, dado que en el sentimiento de la angustia se aloja lo enigmático del real puro.

En la IPA se resuelve la pregunta por la causa de la angustia, ya no por las respuestas de la religión sino por la identificación al analista. En cambio, el analista que postula Lacan debe estar dispuesto a quedar como deshecho, una vez respondida la pregunta del analizante sobre quién es él. Así, J.A.Miller señala que hay analistas que se inclinan por el clericalismo y la tradición como defensa contra la angustia.

En la referencia a Winnicot se ve que es el objeto real que se separa, mientras que para Lacan es el sujeto quien, al separarse, hace surgir el objeto en el campo del Otro. Entre el objeto interno y el objeto externo hay una continuidad, mientras que el objeto a lacaniano introduce una discontinuidad que hace aparecer la pregunta ¿quién soy?

Rosalba Zaidel

"Punto vivo" del seminario del Campo Freudiano de Barcelona de junio de 2008

NODVS XXV, juliol de 2008

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