"La feminidad como máscara" de Joan Rivière
Comentario al texto "La feminidad como máscara" de Joan Rivière, presentado en la mesa de lectura "La mujer, más verdadera, más real" en las sesiones a cargo de Marta Serra.
En el presente artículo se analiza el texto "La feminidad como máscara" de Joan Rivière cuya hipótesis de partida sostiene que las mujeres que aspiran a una cierta masculinidad pueden adoptar la máscara de la feminidad para alejar la angustia y, así, evitar la venganza que temen de parte del hombre. El mencionado texto constituyó una innovadora aportación a los estudios sobre la sexualidad femenina de su época y un importante antecedente para la obra de Lacan.
Feminidad, sexualidad, máscara, angustia.
Contexto del texto
Joan Rivière, psicoanalista inglesa nacida en 1883, perteneció a la generación de los discípulos de Freud que participó en la constitución y ampliación de la primera comunidad psicoanalítica. Incidió en la propia obra de Freud, hasta que éste murió en 1939. Con el crecimiento de la comunidad psicoanalítica las tensiones y conflictos también se multiplicaron. Una de estas controversias, la desarrollada en la década de los años 20-30, giró en torno la sexualidad femenina y los avatares del desarrollo psicosexual. Más concretamente en torno al complejo de castración que Freud planteó para explicar el proceso edípico de las mujeres. En esta controversia, denominada en ocasiones la polémica "Freud-Jones", pues fue éste último quine más la sintetizó; se confrontaban de manera diversa, y para decirlo de forma muy esquemática, la importancia concedida por Freud a la castración, por un lado, con quines destacaban las etapas femeninas anteriores al Edipo.
Curiosamente, en la controversia de aquellos años en torno a la sexualidad femenina, fondo contextual del artículo de Rivière, los críticos de las nociones freudianas de envidia del pene y de castración, recurrían en muchas ocasiones a postular rasgos femeninos innatos, tendencias biológicas en las niñas, anteriores al Edipo. Freud, con su consideración de las convenciones y normas sociales en el desarrollo de la feminidad, con la importancia que concedió a los significados y representaciones psíquicas y con su insistencia en la vida pulsional indiferenciada y activa, mantuvo una postura problemática para la ideología de la época y criticó la tendencia a explicar la sexualidad femenina e claves biológicas de algunos de sus discípulos.
Introducción del texto
Joan Rivière empieza el texto haciendo referencia al trabajo de Ernest Jones sobre "La fase precoz del desarrollo de la sexualidad femenina". En dicho trabajo hace una clasificación de los diferentes tipos de desarrollo de la sexualidad femenina, dividiéndolos en un grupo de heterosexual y un grupo homosexual, éste último dividido a su vez en otros dos. Rivière aclara que Jones admite diversas formas intermedias. De una de estas formas intermedias, de desarrollo heterosexual pero de características masculinas, se ocupará ella en este artículo.
Formaría parte de aquellos casos que aún siendo hombres o mujeres heterosexuales presentan rasgos del sexo opuesto. Los presupuestos teóricos sobre la masculinidad y la feminidad que tejen la mirada analítica, junto con la necesidad de abordar los desafíos que las transformaciones de las mujeres plantean, hacen que la compulsión clasificatoria se dirija a un horizonte sin sentido. El sin sentido de la clasificación aparecerá formulado como un enigma: "es realmente un enigma saber cómo clasificar psicológicamente este tipo de mujeres". En estos casos dice que a menudo se ha querido ver una bisexualidad inherente a todos, en contra de esta idea expone que cualquier rasgo de carácter homosexual o heterosexual es fruto de la interacción de conflictos psíquicos, y no una tendencia natural e innata. Marcando una diferencia con el contexto sociohistórico anterior, "esto ahora ha cambiado"-, que "de todas las mujeres que actualmente trabajan de manera profesional, seria difícil decidir si la mayoría de ellas son más femeninas que masculinas en sus personalidades y estilos de vida".
Concretamente la diferencia entre un desarrollo homosexual o heterosexual viene determinada, según ella, y sigue las misma dirección de los trabajo de Ferenczi; por el grado variable de angustia y por sus efectos sobre el desarrollo de la sexualidad. Se trata entonces de angustia y de defensas ante esta angustia. Pero en esa reconsideración de la feminidad que ella realiza, la angustia y la defensa es también situada en el ámbito de las prácticas y de las definiciones sociales y pierde su carácter esencial y ontológico.
De ésta manera la hipótesis central que Rivière intenta demostrar en este texto es que las mujeres que aspiran a una cierta masculinidad pueden adoptar la máscara de la feminidad para alejar la angustia y evitar la venganza que temen de parte del hombre.
Esta primera parte del texto me parece interesante porque refleja cómo el psicoanálisis está inmerso en su tiempo, es decir, por un lado pareciera que Rivière se confunde con una cuestión cultural, en relación al rol social que adoptaban las mujeres de su tiempo, como si de eso se tratase. Pero una segunda lectura del texto nos hace pensar más bien en el intento por explicar aquello que circula en lo social, en cómo el discurso psicoanalítico partiendo de la clínica puede explicar lo social, la dimensión del psicoanálisis aplicado a lo social.
Breve exposición del caso y descripción del síntoma
Rivière presenta un ejemplo para ilustrar su afirmación anterior. Se trata de una mujer de procedencia americana que mantenía excelentes relaciones con su marido, en el plano afectivo y en las relaciones sexuales que era frecuentes y satisfactorias, era una perfecta ama de casa, había triunfado notablemente en su profesión que tenía relación con la escritura y el hablar en público, poseía el más alto grado de posibilidad de adaptarse a la realidad y mantenía buenas relaciones con casi todas las personas de su entorno. En fin, era a primera vista una mujer perfecta.
El síntoma del que se queja es una angustia intensa después de hacer sus apariciones en público. La noche después de hacer una brillante conferencia es presa de una excitación y aprensión, de un temor de haber cometido un error que la llevaba a la necesidad imperante de que la afirmaran. Esta necesidad la llevaba compulsivamente a llamar la atención y a provocar los cumplidos por parte de un hombre o varios. Trataba de afirmarse ante estas figuras primero sobre la base de cumplidos sobre su aparición en público pero, sobre todo, indirectamente, sobre la base del interés sexual que le demostraban estos hombres. Esta actitud planteaba un verdadero problema para ella.
Análisis del caso
El pimer punto que se deriva del análisis y que Rivière destaca es que la rivalidad edípica con la madre había sido extremadamente intensa y no se había resuelto satisfactoriamente. Se puede ver cómo la autora apunta a la relación madre-hija como núcleo importante aunque esta relación se explique a partir del complejo edípico.
Dicha rivalidad se acompaña de la rivalidad con el padre. Rivalidad sostenida en la identificación al padre que se extendía hacia las figuras paternas, frente a las cuales reclamaba su superioridad, pero de las que solicitaba atención después de las conferencias.
Rivière a partir del análisis de varios sueños nos da su interpretación: lo temido de las figuras paternas era ser descubierta en posesión del pene paterno. Las exhibiciones en público de sus capacidades intelectuales se podía entender como la demostración de que ella poseía el pene después de haber castrado al padre, y tras esta demostración esperaba el castigo, que evitaba "disfrazándose" con la mascara de la feminidad.
A pesar de su intento de ubicar este comportamiento en el descrito por Jones, el primer tipo de mujeres homosexuales que sin interesarse por otras mujeres quieren ver reconocida su masculinidad por los hombres y piden ser sus iguales, ser ellas mismas hombres, la autora introduce aquí lo más importante, lo más significativo, abre una brecha en el debate de su tiempo sobre la feminidad. Dirá:
"La femineidad podía de este modo ser asumida y llevada como una máscara, a la vez para disimular la existencia de la masculinidad y evitar las represalias al descubrirse lo que tenía en su posesión....El lector se preguntará como distingo la feminidad verdadera y el disfraz. De hecho, no sostengo que tal diferencia exista. La femineidad, ya sea fundamental o superficial, es siempre lo mismo".
Además de este fragmento que ha sido destacado numerosas veces, me resulta interesante como acaba este párrafo:
"La femineidad utilizada como un medio para evitar la angustia de castración y no como un modo primario de goce sexual".
Me parece que el ejemplo utilizado revela que la feminidad puede ocultar diferentes posiciones con respecto la relación al falo: tenerlo o serlo, posiciones que evitan la angustia de castración. Así la mujer descrita por Rivière primero lo tenía para luego pasar a serlo para el Otro. Cómo dirá Lacan en la "Significación del falo", años más tarde:
"Por muy paradójica que pueda parecer esta formulación, decimos que es para ser el falo, es decir el significante del deseo del Otro, para que la mujer va a rechazar una parte esencial de la femineidad, concretamente todos sus atributos en la mascarada. Es por lo que no es por lo que pretende ser deseada al mismo tiempo que amada. Pero el significante de su deseo propio lo encuentra en el cuerpo de aquel a quien dirige su demanda de amor."
La última parte de la afirmación de Rivière, el modo primario de goce sexual del que habla, y que se podría interpretar como un nuevo esencialismo, sin embargo apunta a lo real, podríamos relacionarlo con "la verdadera mujer" de la que habla Jacques Allain Miller, en la "Clínica de la posición femenina". Existe un goce femenino que escapa a la función fálica, eso seria lo propiamente femenino.
Después de explicar una serie de casos en los que se ilustra como la mascarada puede adoptar los aspectos más diverso, Rivière vuelve al caso que nos ocupa para explicar a través de éste las etapas precoces del desarrollo de la libido, siempre en el intento de introducir este caso en la clasificación de Ernst Jones. Dirá:
"El análisis probó que las reacciones de rivalidad hacia mujeres y hombres nacían de sus reacciones frente a los padres en la etapa sádico-oral.....Durante la niñez ambos padres, poseen un talismán de que carece la hija: el pene paterno. De aquí proviene su rabia, pero también su terror y su sentimiento de impotencia. Quitándoselo a su padre y apropiándose, adquiere el talismán, la espada ....Lo mismo sucede con su madre: ella la ha despojado del pene, la ha destruido, la ha reducido a un estado lamentable de inferioridad y triunfa ahora, pero a escondidas; aparentemente reconoce y admira las virtudes del as mujeres femeninas".
Es interesante aquí que diferencie el castigo temido que puede infringir la madre y el castigo que puede infringir el padre. El castigo de la madre es mucho más peligroso y por este motivo debe reconciliarse con ella, expiando (sufriendo las consecuencias de un delito o falta- borrar el crimen), abandona toda competencia con la madre y trata de devolverlo si puede lo que le ha robado, esto lo hace justamente identificándose al padre y sirviéndose de la masculinidad para colocarse ella en lugar del padre, ofreciéndose ella como padre. Sin embargo, el castigo esperable del padre es menos temible, se mantenía en parte por que él podría vengar a la madre, y la máscara le servía para ganárselo y apaciguarlo, esta máscara probaba su amor e inocencia frente al padre.
Se ve en el texto que es la castración de la madre lo que está en juego, porqué el castigo de la madre será más temido, porque la falta de la madre nunca se reparará y para la del padre basta con la máscara.
En realidad nosotros ahora podemos pensar esto de otra manera, del lado de la metáfora paterna como sustituto del deseo ilimitado de la madre, de esta forma la mascarada seria aquello que queda para tapar el vacío, donde en el varón es "tener el falo", en la mujer ha de "serlo", pero un serlo para el Otro, un ser donde no hay significante, aquí es donde podemos pensar se inserta lo cultural en cuanto a la características y rol que debe cumplir una mujer en relación al hombre, colocarse en el lugar de objeto de deseo para el Otro, ella es el deseo del deseo del Otro. Sin embargo el hombre tiene el objeto de deseo y debe no perderlo y exhibirlo, ostentar de él como mediador en la relación con las mujeres, de ahí la impostura masculina. Estas son la salida femenina y la masculina ante la "no relación sexual", nombrada y formulada por Lacan.
La situación fantástica de la que habla a continuación Rivière, le sirve al sujeto para sostener esta "no relación sexual" y apaciguar el goce: ante la angustia que le provoca la castración- entendida como pérdida de goce por la introducción del significante- se construye un fantasma cuya función es convertir el goce que es mortífero en placer (satisfacción de ser superior a los hombres y superior a su madre).
La esencia misma de esta fantasía, era la de creerse superior frente a los objetos paternos, gracias a creerse superior logró evitar su venganza y disimular su hostilidad. Esta fantasía dice Rivière era el principal resorte de toda su vida y de su carácter, y llegó casi a realizarla a la perfección.
Rivière describe a continuación como se puede ver en estos casos la necesidad que la madre una vez despojada del objeto deseado absuelva a la hija, de ahí que se niegue la existencia de la madre: ninguna relación es posible con ella, así consiguen evitar la angustia. El sentimiento de culpa provocado por este triunfo ante los padres solo puede ser absuelto por el padre, si este sanciona el tema de que ella posea un pene reconociéndolo, está salvada. Así se desarrolla igual que el Edipo normal, la diferencia seria la base sádica de los casos de mujeres que ella ha analizado como supuestas mujeres con"mascarada". Esta conclusión le lleva de nuevo a plantearse:
"¿Qué es la naturaleza esencial de una femineidad plenamente desarrollada? ¿Qué es das ewing Weibliche? La concepción de la femineidad como máscara tras la cual el hombre sospecha la existencia de algún peligro disimulado, aclara ya este enigma."
Un paso más allá
Aunque al finalizar el texto insiste en el esquema previo, apuntando que no ha hecho otra cosa que reafirmar las teorías de Jones, Deutsch, Abraham, Klein, y parece dejar en suspenso sus propias reflexiones, hoy podemos decir con toda seguridad que Rivière hizo mucho más que esto. Este texto supone un paso más allá en el debate del momento sobre la feminidad y un importante antecedente para la obra de Lacan.
Durante la lectura del texto de Rivière se puede sentir una tensión: constreñida en las teorías de su época se escapa un real que no puede ser atrapado, intento de acercarse mediante una pregunta a su propia falta en ser. No hay que olvidar que algunos autores sostienen que la mujer con la que ejemplifica su discurso es ella misma.
Mi sensación al leer el artículo es que hay dos textos en un mismo escrito, como aquel efecto de descifrado al exponer un papel a la luz de una vela. Pareciera que Rivière se justifica constantemente, se justificaba de su saber, de aquello que anticipa, intenta inscribir su respuesta en la teoría de Ernest Jones, cuando es obvio que ésta apunta hacia otro lugar que cuestiona todo aquello desde lo que partía.
Rivière, J. (1929), Womanliness as a mascarade, International Journal of Psycho - Analysis X
"La feminidad como máscara" de Joan Rivière
NODVS XXVI, novembre de 2008