Un libro con un agujero
Un caso de autismo y desinserción en La lluvia de verano de Marguerite Duras. Presentación en el seminario de investigación "Saber, amor y goce" del curso 2008-09
El presente texto resume la novela "La lluvia de Verano" de Marguerite Duras centrándose en el personaje protagonista, Ernesto. La autora realiza un análisis de los personajes a partir de la articulación con conceptos psicoanalíticos como son la psicosis, la angustia, el deseo y el síntoma.
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Un libro con un agujero
Un caso de autismo y desinserción en La lluvia de verano de Marguerite Duras
El protagonista de la novela es Ernesto, el hijo mayor de una familia de inmigrantes extranjeros en el barrio de Vitry. Vitry, como escribe Duras en el epílogo, es un barrio inmenso de las afueras de París, indefinido y aterrador, situado junto a una autopista. En Vitry la familia lleva "tal vez" más de veinte años. La indefinición de los lugares y de las fechas es recurrente en la narrativa: los padres de autistas, como lo son los de Ernesto, tienen muchos agujeros. Allí mismo, en Vitry, se conocieron y se casaron. Están ambos en el paro y tienen permisos de residencia que van prolongando. Con anterioridad el padre trabajó como albañil. Es italiano. La madre vino de Polonia, pero no es polaca: sus padres vinieron desde Polonia y ella nació en algún lugar, no se sabe exactamente cuál, en un momento complicado de la historia en que se mezclaban poblaciones diversas por Ucrania y el Ural (se alude sin mayor concreción a las movilizaciones y migraciones de la segunda guerra mundial). Pero la madre nunca aclara bien su juventud a su familia (59).
Todos los hijos nacieron en Vitry. Un hermano mayor murió. El alojamiento lo consiguen porque tienen hijos, gracias los servicios sociales. Es una casa de dos habitaciones (dormitorio y cocina) y un pequeño habitáculo que la comuna ha construido para los niños que han ido naciendo. En total son siete. Reciben ayudas de los servicios católicos. Los mayores se ocupan de los pequeños. Se dice (pues nunca se sabe bien quién dice qué, ni si se entienden entre sí los personajes de la novela) que todos los hermanos se parecían cuando eran pequeños al padre, luego a nadie, y finalmente a Ernesto y a la madre. Jeanne no se parece a nadie, se dice que tiene entre once y diecisiete años. Duras habla de los niños como si formasen un único cuerpo, una máquina grande que come y duerme, llora y ama (43).
La cuestión de la escolarización de los niños no parece preocupar a los padres. Recogen libros abandonados de distintos sitios. Así les dan para leer. De la edad de Ernesto sólo sabemos que tiene entre doce y veinte años. Él tampoco la sabe. Su madre a veces le llama Vladimir, otras Ernestino. Al principio de la novela no sabe leer. Sólo sabe cómo se llama. Un día los hermanos pequeños se encuentran un libro: uno grueso, cubierto de cuero negro, que había sido quemado y que tenía un agujero en el centro que había quedado como marca del fuego. Ernesto se queda con el libro, y desde entonces se vuelve silencioso, se encierra en un cobertizo con él. El libro y un árbol son los objetos más importantes de su vida. Un árbol de una especie rara, sin edad definida, indiferente a las estaciones. Ernesto se queda junto al árbol, con el libro. El libro y el libro quemado son las cosas que, tal vez, de nuevo tal vez, le empiezan a volver loco. Piensa en el árbol enfermo y en el libro quemado. Jeanne sabe que Ernesto también piensa en ella. (Lo más importante en la vida de Ernesto son estos dos objetos y la hermana).
¿Qué hace Ernesto con el libro? No sabe leer, pero a cada forma de palabra, y de manera arbitraria, le va dando un sentido. Así lo hace con una palabra, luego con otra, en razón del sentido primero que había dado a la primera, así hasta que la frase entera quiere decir algo con sentido. La letra es un objeto que se impone a la interpretación y de donde surgen construcciones delirantes. Así va Ernesto comprendiendo que la lectura es una especie de desarrollo continuo en su propio cuerpo de una historia inventada por él. Llega a averiguar que el libro trata de un rey que reinó en un país lejano, hace mucho tiempo. Los hermanos pequeños quieren verificar si de verdad el libro va de eso, por lo que Ernesto va a ver a un vecino que sabe leer, y también al profesor de Vitry, y ambos le confirman que se trata de la historia de un rey. De un rey judío. El libro con el agujero es una Biblia. Es como un deslumbramiento (106): las palabras no tienen sentido en sí mismas, pero se reenvían el sentido de unas a otras. Más adelante sabemos que Ernesto también aprende solo filosofía alemana, es un pequeño genio.
La madre les dice a los niños que un día se tendrán que acostumbrar a la ausencia de Ernesto. Le van a mandar al colegio, junto a Jeanne.
Ernesto va al colegio, no hace preguntas, escucha al profesor, pero al décimo día vuelve a casa.
Un día Ernesto mantiene una conversación con la madre, que está pelando patatas. Ernesto dice cosas raras. "El mundo, está ahí, por todas partes, hay un montón de cosas, acontecimientos de todas las categorías, y tú estás ahí pelando las patatas, todos los días del año, ¿no podrías cambiar finalmente de verdura?" (20) Y la frase más célebre de la novela, que muestra cómo Ernesto vive fuera del discurso: "Mamá, no volveré al colegio porque en el colegio me enseñan cosas que no sé" (29). La madre se ríe, luego calla. Ella también dice frases entrecortadas que no se entienden bien. (Es como si ambos dijeran cosas que ninguno entiende). En medio de la conversación, Ernesto le recuerda a la madre que él es el primero después del que murió. Es el real de la historia; la identidad de Ernesto con el objeto muerto. En otro lugar de la novela encontramos a Ernesto diciendo que el colegio no sirve para nada (77). Que si les mandan ahí es para que se den cuenta de que están abandonados. Ernesto piensa en Dios; pero en el colegio aprendió sobre "la inexistencia de Dios" (78) Para él no hay un sujeto supuesto saber, un lugar del Otro. El saber está en bloque. En una conversación con el profesor dice que no quiere aprender porque no merece la pena sufrir. Lo quiere aprender todo, pero lo que no sabe, eso no (81)
Algunos datos más sobre los padres y Jeanne, la hermana:
Sobre la respuesta del padre a la decisión de Ernesto:
cuando la madre le dice al padre lo que Ernesto ha decidido, el no ir más a la escuela, el padre responde que no es posible porque Ernesto no sabe nada. Según la madre, desde que Ernesto piensa eso del colegio, desde entonces sí que le entiende todo el rato. Pero cuando tiene que explicar el sentido, lo que le salen son meros balbuceos: "esta frase tiene un sentido, como si, como si uno quisiera verdaderamente.... que tuviera un sentido... y bien al final... tendría un..." (29) El padre reconoce que Ernesto es distinto de los otros niños, pero tampoco sabe definir de qué modo. Dice cosas como las siguientes, en referencia a su hijo: "cuando habla mira lo que ocurre. 'No es pásame la sal'. Son cosas que nadie había dicho antes de él, nadie, había que encontrar eso, y no es todo el mundo..." (30)
El padre dice que no ir a la escuela está castigado, que van a mandar a Ernesto a la cárcel y que en caso de guerra será ejecutado. Insiste durante un rato que tiene que ir al escuela, pero al final accede, habrá que hablar con el profesor y decirle lo que piensa Ernesto.
Sobre el deseo de la madre:
ella a veces cuenta historias sobre los ingredientes que utiliza cuando está cocinando. Canta canciones de cuna.
De ella también se dice que los hermanos mayores saben que quiere abandonar todo y perderse (44). Nadie sabe de qué lugar viene, ni de qué raza es. No dice nada, vive en una noche continua. Lo único que les contó a Ernesto y a Jeanne es la historia de una conversación (45). Parece ser el recuerdo más claro de su vida, una conversación que escuchó por casualidad en un tren que atravesaba Siberia Central, cuando tenía tan sólo diecisiete años. Pero la historia está envuelta en una nebulosa. Dos hombres que no se conocían, y que hablaban en el tren, habían descubierto que los pueblos que atravesaban estaban muy alejados entre sí. El más joven habla de su mujer e hijos y del frío del ártico (46). Pero este breve recuerdo se superpone y se borra al mezclarse con otro: en el tren también conoció la madre a un hombre, un amor que nunca desvaneció. (De este hombre se dice en un momento que sabe quién es. Incluso podría ser el padre, pero luego se niega esta posibilidad al afirmar que este recuerdo es una traición abominable de la madre. Tan confuso está todo que sobre esta historia se cuenta incluso que el padre llegó a pensar que la protagonista era una prostituta). La madre, seguramente psicótica, es para los hijos mayores como la naturaleza desconocida (48). Un sentido contradictorio (48). Al leer la novela e intentar comprender las historias de la madre, no conviene intentar hacer conexiones del estilo S1 S2. No hay enlace entre los significantes. Mejor no entender nada, tampoco la madre y la familia entienden. Se trata de S1 sueltos, no enlazados entre sí.
Sobre la relación de los padres:
Se van juntos a beber y desaparecen. Luego vuelven con historias brutales (51). O se enferman durante un largo tiempo y se quedan en su dormitorio, sin salir (51). Los niños tienen una respuesta a la pregunta del padre, a saber, quién es esta mujer. Es el problema edípico: esta mujer es su madre, pero también la mujer del padre. La amante del padre (59). El padre tiene un dolor que se va quitando con el nacimiento de los hijos, es el dolor del pasado de la madre, y por la pregunta por quién es esta mujer. Pero luego otro dolor reaparece; éste sí lo acepta. El padre está seducido por la mujer. Los padres están ahí, se ríen todos, hay muchas risas en la novela, pero los niños abandonados. El padre dice en un momento que mejor sería que Ernesto muriese (96).
Sobre Jeanne, la hermana:
Desde pequeña tiene interés por el fuego. Le fascinaba tanto que la madre la llevó a la consulta municipal para analizarle la sangre (31). Y en la sangre vieron que Jeanne era una incendiaria. Es guapa, vigorosa. Ama al fuego y a Ernesto. Todo esto le da miedo a la madre. Ernesto y Jeanne están muy unidos, tanto como lo están los padres (98).
Jeanne le dice a Ernesto que cuente cómo dejó el colegio, y cuando lo hace, las palabras del hermano son como si estuvieran dirigidas a alguien ausente o que no oye bien. Parece también como si hablase sólo para ella (34-35). Él se pone a hablar de la creación del universo, de todas las cosas, de todo lo que fue creado solo. En una sola noche, todo era exacto, "la compte y était" (la cuenta estaba hecha, salía). Excepto una cosa. Es un saber en lo real: "Esta cosa que creemos que podemos decrir que es.. al mismo tiempo sabemos que es imposible decir... es impersonal.. creemos que podemos.. debemos llegar ahí... y luego no..." "Es casi imposible decirlo correctamente, todo estaba ahí pero no valía la pena. Nada, nada nada…. No faltaba nada, no faltaban las piedrecitas, no valía la pena" Y así habla horas seguidas. En otro lugar Ernesto dice que tiene miedo de su propio miedo (105) Es la angustia. El símbolo del falo, de la ausencia o del cero, no está en estas palabras. Como la estructura es psicótica, no está escrito de entrada, por eso no se encuentra. En la angustia aparentemente no hay objeto, es el puro sujeto del conocer.
El final de la novela:
El profesor se sorprende de que no fuercen al niño a ir al colegio, aunque reconoce que su historia es rara. Pero también se sorprende (103) de que haya aprendido solo a leer. Los padres defienden al niño, no se le pueden enseñar cosas que no son verdaderas (64).
También hay un periodista que les interroga porque ha oído sobre el caso de Ernesto, su rechazo del colegio. La madre le cuenta que un día Ernesto se le acercó llorando porque no encontraba las tijeras. La madre le respondió que tenía que encontrarlas. Ernesto respondió que no podía pensar. No puede pensar puesto que cuando piensa, piensa que las ha tirado por la ventana. La madre dice que sólo ella puede entender las palabras del chico.
Según ciertas personas, Ernesto no morirá. Pero el final es una conjetura. Tal vez se convertirá en un brillante profesor de matemáticas y luego en un sabio. Con esta opción la vida se le hará más tolerable.
Jeanne también se marchará. Nunca volverán a casa, ni a Francia.
Los padres morirán al cabo de marcharse Ernesto y Jeanne. El resto de los niños serán enviados a un orfanato al sur de Francia. El profesor se convertirá en su tutor.
El libro con el agujero es la construcción que Ernesto hace para crearse un padre mediante el uso de letras. Es su síntoma. El psicótico se sitúa en el significante como objeto, como delirio, como letra/soporte de la significación. Pero sin el velo fálico. El libro agujereado es la falta psicótica. El falo falta, y lo que hay son frases interrumpidas.
(Se cita entre paréntesis del original francés: La pluie d'été, Paris, Gallimard/Folio, 1990)
20. Duras, M: La pluie d'été. Paris: Gallimard/Folio. Pág. 20
29. Duras, M. Op. Cit. Pág. 29
30. Duras, M. Op. Cit. Pág. 30
31. Duras, M. Op. Cit. Pág. 31
34 - 35. Duras, M. Op. Cit. Págs. 24 y 35
43. Duras, M. Op. Cit. Pág. 43
44. Duras, M. Op. Cit. Pág. 44
45. Duras, M. Op. Cit. Pág. 45
46. Duras, M. Op. Cit. Pág. 46
48. Duras, M. Op. Cit. Pág. 48
51. Duras, M. Op. Cit. Pág. 51
59. Duras, M. Op. Cit. Pág. 59
64. Duras, M. Op. Cit. Pág. 64
77. Duras, M. Op. Cit. Pág. 77
78. Duras, M. Op. Cit. Pág. 78
81. Duras, M. Op. Cit. Pág. 81
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Duras, M: La pluie d'été. Paris: Gallimard/Folio
Un libro con un agujero
NODVS XXIX, juliol de 2009