Le dimanche de la vie, de Raymond Queneau

Referencia del Seminario 11 de Jacques Lacan, "Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis", clases XVI y XVII, presentada en el SCF de Barcelona en abril de 2010

  • Publicado en NODVS XXXII, octubre de 2010

Resum

El presente texto trabaja la relación entre la novela de Raymond Queneau y la fenomenología del espíritu de Hegel. El autor destaca la propuesta de Hegel acerca de la sabiduría autoconsciente como esencia del sujeto, lograda a través de la acción; y la distingue de la propuesta de Lacan acerca de la imposibilidad de “elevarse sobre los quehaceres de los días ordinarios, ocuparse de la verdad y traerla a la conciencia”. 

Paraules clau

Le dimanche de la vie; El domingo de la vida; Raymond Queneau; Hegel; La fenomenología del espíritu; Seminario 11; Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. 

 

1) LACAN, QUENEAU, Y LOS AÑOS 30

 

En 1933 Jacques Lacan y Raymond Queneau empiezan a asistir como oyentes al curso de Alexandre Kojève sobre "La fenomenología del espíritu" de Hegel. Cuentan cada uno poco más de treinta años. Es posible que ya se conocieran: ambos frecuentaron a los surrealistas a lo largo de los años 20, y eran amigos de André Breton.

Compartieron otros amigos ilustres, amigos que en muchos casos conservaron: Bataille, Koyré, Merleau-Ponty, Corbin, el propio Kojève. Este último dirá, días antes de su fallecimiento, y en referencia a su famoso seminario: "¡Ah, sí! Fue muy bueno, lo de la Ecole de Hautes Etudes. Allí fue donde introduje la costumbre de fumar en clase. Y luego íbamos a comer con Lacan, Queneau y Bataille a un restorán griego del barrio que todavía existe, el Athénes. Pero la historia de eso comienza más atrás."

Queneau, escritor y poeta francés, nace el 21 de febrero de 1903. Estudiante de filosofía en la Sorbona, adhiere al grupo surrealista en 1924, en el momento de su fundación; será expulsado en 1930, cuando rechaza integrarse al partido comunista: Breton, Éluard y otros compartían convicciones marxistas, convicciones plasmadas por un viraje a la izquierda en el segundo manifiesto del grupo, publicado en 1929.

Queneau se lanzará así en los años 30 a elaborar una "Enciclopedia de las ciencias inexactas"; rechazada por los editores, la reconvierte en una novela, "Les enfants du limon", publicada en 1938. Seguirán muchas otras, dos de ellas adaptadas al cine: la más famosa de las obras de nuestro autor, "Zazie dans le métro", realizada por el genial Louis Malle en 1960; y la que nos ocupa, "Le dimanche de la vie", llevada a la gran pantalla en 1967 por Jean Herman. También llevará a cabo una gran labor para establecer un seminario: la introducción a la lectura de la "Fenomenología del espíritu" de Hegel a partir de los cursos de Kojève, publicada en 1948. Polifacético, su fascinación por las matemáticas le lleva a unirse a la Sociedad Francesa de Matemáticas este mismo año.

Su prosa es siempre singular: alberga un estilo propio obsesionado por reinventar la lengua, a la vez que busca mantener un tono desvergonzado e impregnado del dialecto de la calle.

Su hilarante novela "Les fleurs bleues" será un nuevo éxito de crítica y público, pero aunque publicará una última, "Le vol d'Icare", en 1967, será la poesía la que le atrapará en los sus últimos años de vida, que se prolongará hasta 1976.

 

2) UNA NOVELA HEGELIANA: LE DIMANCHE DE LA VIE

 

Valentín Brû es un soldado de segunda que, tras servir en la campaña colonial de Madagascar en 1930, sueña con visitar el campo de batalla de Iéna en Turingia, Alemania. Allí Napoleón humilló al ejército Prusiano en 1804. Una mercera, ya entrada en años, no sólo suspira por nuestro soldado, sino que mediante las artimañas de su hermana y cuñado consigue convencerle para que se case con ella.

Julia y Valentín hacen una fantástica pareja, pero solo él se irá de viaje de novios, mientras ella permanece en Burdeos a cargo de la mercería. Sin embargo el viaje es organizado por su mujer, que escoge el destino, Bruges-la-morte (Brujas, se entiende: Burges-la-morte es una novela de finales del XIX, firmada por Georges Rodenbach, en la que el personaje principal es la ciudad misma). Valentín se muestra encantado pues en esa ciudad, Bruges, resuena su apellido (Brû).

Más adelante, la muerte de la suegra de Valentín les lega un piso en París, y allí abren un comercio de marcos para fotos. El negocio no va mal al principio, pero el miedo a la guerra (de cuyo advenimiento Valentín está convencido, a diferencia de sus interlocutores) les obliga a cerrar; eso sí, sin graves penurias: informada de los chismorreos que le cuentan sus clientas a Valentín, Julia había abierto una consulta de videncia que le era más que rentable.

Sin embargo, ésta sufrirá un ataque de epilepsia que obligará a nuestro protagonista a tomar el lugar de su mujer como Madame Saphire, la vidente. Valentín quedará fascinado con el atuendo y las artes adivinatorias, las cuales desempeñará con gran habilidad, logrando así mayores clientes y beneficios.

Llega 1939, y el ex-soldado Brû es movilizado: la guerra de verdad le quedará muy lejos, siendo su destacamento una unidad de reserva en Nantes. Allí, Valentín decide vivir la vida de un asceta.

La guerra termina sin más contratiempos, y también la novela: Julia, insistente, localiza a su marido, y se reúne con él en un ambiente simpático y desligado de pasiones.

La novela así transcurre, liviana, sencilla; los personajes, dirá Queneau, "son gentes pequeñas, pero no imbéciles, en absoluto; tienen muy buenas ideas, dicen cosas muy inteligentes. De una cierta forma, tienen razón en ser felices".

Sí, son felices; a ratos avaros y algo mezquinos, pero simpáticos, especialmente el protagonista, Brû: un inocente a ratos, a veces un sabio como veremos, pero casi siempre un personaje cuya psicología el lector de la novela desconoce.

 

3) HEGEL, LA GUERRA Y EL SUJETO

 

Queneau se inspira en el siguiente pasaje de Hegel para dar título a su novela. Dice el filósofo alemán: "Sin duda el hombre ha de ocuparse necesariamente de lo finito; pero hay una necesidad superior, que es la de que el hombre tenga un domingo en la vida, para elevarse sobre los quehaceres de los días ordinarios, ocuparse de la verdad y traerla a la conciencia."

La doctora en letras Makiko Nakazato dirá de la novela que trata de abordar la realidad desde una perspectiva filosófica. Nos recuerda que es leída en seguida por Kojève tras su publicación, el cual escribirá en una crítica que Valentín Brû es una encarnación del sabio hegeliano. Un guiño permite situar el vínculo en la novela: el propio protagonista visitará, en su viaje a Iéna, la casa del filósofo, del cual ignoraba la existencia. Además, dos citas sugieren esta lectura:

1) El "Fin de la Historia" que postula Hegel en su "Fenomenología" es ilustrado en la novela en un decir del protagonista sobre la guerra por venir. Dirá: "No habrá posguerra. O más bien después, no habrá nada. O, incluso: no habrá nada. O, además, sería impensable. Después de una tal guerra, no habrá un después."

2) El propio Queneau confesó en una entrevista que su personaje es respecto a sí mismo un cierto alter-ego: alguien que sabe, antes de la guerra, que ésta se va a producir. Pero con una diferencia: el personaje es más sabio de lo que él era en ese momento, y no se angustia en absoluto. Respecto a la guerra, Valentín Brû parece impasible, pero consciente de la gratuidad de los conflictos entre los hombres. En la charla que se produce entre los principales personajes de la novela en la exposición de 1937, se habla sobre cierta práctica de los malgaches, que desenterraban cadáveres para enterrarlos de nuevo en otro lugar. Valentín interpreta: "Esto es como en la historia. Las victorias y las derrotas, jamás tienen un final o forman parte del pasado. Las desenterramos al cabo de cierto tiempo para que vayan a pudrirse a otra parte".

En la fenomenología del espíritu Hegel liga el devenir de la Historia a la dialéctica del amo y el esclavo. De forma análoga, esta dialéctica la sufre cada sujeto en su encuentro con el semejante. Así, para Hegel la conciencia no se atrapa en la inmediatez de la relación a sí mismo, sino que se pelea, se lucha para obtener del otro el reconocimiento de sí. La razón universal surge a la postre de esta dialéctica guerrera entre dos autoconciencias. El saber no se adquiere, sino que se forma en un movimiento hacia lo otro para volver sobre sí en una determinación superior. El domingo de la vida del filósofo alemán se puede pensar entonces como un camino espiritual de la autoconciencia, originado por la acción, y que culmina en la sabiduría autoconsciente que es la esencia del sujeto.

Para Lacan hay, sin embargo, una falla en el idealismo filosófico: la dialéctica del sujeto no se produce sino en la afánisis del sujeto mismo, en tanto éste es representado por su alienación a un significante. Esta afánisis, dirá Lacan, se produce no en la autoconciencia, sino en la Otra escena; es decir, en el inconsciente. En este lugar, marcado por la hiancia, no hay posibilidad de saber absoluto, y por tanto no es posible "elevarse sobre los quehaceres de los días ordinarios, ocuparse de la verdad y traerla a la conciencia". Lacan, por tanto, no esperaba de la experiencia analítica que desembocara en un domingo de la vida.

Bibliografia

  • www.nosubject.com - No-subject, Encyclopedia of Lacanian Psychoanalysis - entrada: Surrealism.
  • Gadea, Eduard: (2003) "El saber absoluto: la verdad toda", en NODVS, http://www.scb-icf.net/nodus/.
  • Lapouge, Gilles; Kojève, Alexandre: (2003) "Entrevista a Alexandre Kojève: los filósofos no me interesan, busco a los sabios", Virtualia nº8, Junio/Julio de 2003.
  • Nakazato, Makiko: (2004) "Roman philosophique: Le dimanche de la vie de Queneau", Revue de langue et littérature française, nº 27, pág.237-264.
  • Queneau, Raymond: (1952) "Le dimanche de la vie", Folio.
  • www.wikipedia.fr - entradas: Henry Corbin, Raymond Queneau, Jacques Lacan, Alexandre Kojève, André Breton, Bataille d'Iéna, Georges Rodenbach.
Héctor García de Frutos

Le dimanche de la vie, de Raymond Queneau

NODVS XXXII, octubre de 2010

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