"Punto vivo" del Seminario del Campo Freudiano de Barcelona de enero de 2011

Reseña de la presentación de Hugo Freda de los capítulos VIII, IX, X y XI del Seminario 3 de Jacques Lacan, Las Psicosis en el SCFB, en enero de 2011

  • Publicado en NODVS XXXIII, març de 2011

Las Psicosis
Jacques Lacan

Delirio de libertad

Hugo Freda introdujo los capítulos VIII, IX, X y XI respondiendo a la pregunta sobre la pertinencia de tomar este Seminario, dictado más de medio siglo atrás, apuntando a los saltos epistémicos al ser transcrito, establecido, publicado y traducido en épocas diversas, y afirmando que hay otro seminario en el interior de éste: el establecido por Jacques-Alain Miller. Asímismo se trata –además de la novedad de la introducción de la Verwerfung como “forclusión”- de poner a cielo abierto, a partir de un caso grave, el inconsciente en su dificultad de pasar al discurso analítico, porque la operación analítica consiste en hacer pasar por el Otro, un cierto “dar” al Otro aquello más particular, que es distinto de lo que se manifiesta. A un Analista de la Escuela se le pide testimoniar si el inconsciente es o no el mismo antes y después de haber pasado por el análisis, porque si Schreber encuentra siempre a Dios, el neurótico podría encontrar algo nuevo cuando somete su decir al discurso psicoanalítico.

Los títulos que J.A.Miller elige funcionan como brújula, a saber: “La frase simbólica”, supone que lo que el paciente dice es el material y no hay nada más allá de las palabras. La forclusión consiste en que al faltar una palabra se desarticulan todas las otras problematizando la realidad misma y el delirio, dice Lacan, es lo que le permite al psicótico construir la realidad. “Del significante en lo real” es la restitución que permite el enganche de lo real con lo simbólic -la psicosis muestra a cielo abierto los registros real, simbólico e imaginario-. Lacan demuestra lo imaginario del delirio, en tanto Schreber dice que no son imaginaciones, la Verneinung –denegación- es la diferencia entre lo que es y lo que está. Para ilustrarlo Lacan llama al filósofo J. Hypolite porque se trata en este Seminario del problema del ser. “La paz del atardecer” le permite extraer allí el ser, lo imaginario de la relación que Schreber tiene con Dios como otro, lo cual le permite estar en el mundo porque cuando no es así surge el aullido. “Los dos mellizos” permite afirmar que no es cuestión de reforzar el yo sino atender a las significaciones que se le imponen.

Es un Seminario de diferenciación de la neurosis y la psicosis, en lo que concierne a cada una el significante y la significación. En la psicosis se trata de anticipar el orden de las significaciones para restablecer un Otro a quien hablar, situándose dos momentos: desencadenamiento en la pérdida de significación por la ingerencia de un real que no puede ser significado y la operación que se consigue con el delirio, que más tarde Lacan llamará “suplencia”. Lo simbólico en Schreber es en última instancia una proliferación, que lo maltrata, que fundamenta la alucinación verbal. La erotización del pensamiento supone un pensamiento que se colma de goce, cuando Schreber dice que Dios se aprovecha de él eróticamente. Se diferencia del pensamiento que permite diferenciar exterior e interior y estar anclado en el mundo. El neurótico no anticipa la significación, decide lo que no es importante, lo cual implica una operación de significación, con un orden que ya es una interpretación. Lacan recomienda no buscar la parte neurótica del psicótico, para curarlo, a menos que el psicoanalista acepte ser su partenaire de por vida. Desmonta la noción estructural al suponer que dentro de una estructura hay otra, hasta que en 1975 establece neurosis, psicosis, perversión como modalidades.

“Del sinsentido y la estructura de Dios” supone una doble idea: en la lengua falta aquello que vive Schreber: el sinsentido seguido por órdenes de frases. “Me falta la palabra”, Schreber dice que tiene que vivir con eso que le falta a la lengua, mientra que el neurótico, que no cree en las palabras sino en lo que piensa, no sabe de esa falta y que el mundo no es otra cosa que palabras. Si es delirante pensarse autónomo, para Schreber lo que falta en las palabras ordena la estructura de Dios pero se trata del Dios que quiere gozar de él, siendo objeto del pensamiento de Dios.

El discurso sobre la libertad hace hablar a Lacan de lo delirante en tanto se puede reivindicar la libertad, que no es la de Schreber, en tanto él es el testigo viviente de la existencia del amo y el esclavo, porque está sometido al deseo y el goce del Otro. Al neurótico se le oculta que él también es testigo de la existencia del inconsciente, por eso necesita del síntoma para hacerlo hablar abiertamente. Si hay una determinación puramente significante, al mismo tiempo la proposición del psicoanálisis: hablar sin pensar, comporta hablar para no decir nada; articulación significante sin significación porque la articulación está en el analistsa, en el interior de lo que dice. Lacan hizo de la libertad el fin del análsis, el lugar donde todas las significaciones son posibls pero el psicoanálisis puede devenir un delirio a dos cuando se anticipa la significación, dado que hay una significación que obtura y una significación que abre.

Rosalba Zaidel

"Punto vivo" del Seminario del Campo Freudiano de Barcelona de enero de 2011

NODVS XXXIII, març de 2011

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