Presentación del Seminario de Casos Clínicos
Presentación del Seminario del Campo Freudiano de Barcelona para el curso 2010-2011
Esclarecer la clínica es esencial en psicoanálisis, la construcción del caso permite trasmitir una particularidad, no sólo del caso en sí, sino también del deseo de quien lo expone. Se presenta el caso y al mismo tiempo la posición del analista. Así mismo, presentar un caso implica enfrentarse a las dificultades, no el protegerse de ellas, así entiendo lo que Lacan planteaba en el texto Breve discurso a los psiquiatras con la expresión: “estar concernido”1 la cuestión entonces para cada uno de nosotros es cómo colocarse delante de esa dificultad, de ese no saber.
Iniciaré este recorrido con una pregunta suscitada a partir de la clínica y de los textos que tomé para preparar la exposición de hoy. La pregunta tiene que ver con la clínica infantil que, precisamente, es la que en varias ocasiones he presentado en este Seminario. ¿Cómo ordenar en la clínica infantil el conjunto de detalles, de fenómenos que a menudo aparecen en los casos? ¿Cómo hacer para no embrollarse en la espesura fenomenológica e ir un poco más allá hasta clarificar de qué se trata?
En numerosas ocasiones la demanda de atención para un niño está muy poco articulada, y podríamos situarla o bien del lado de lo que no funciona, o de lo que es deficitario. Son niños, que no obedecen, que desafían al Otro, que ponen en riesgo su vida, o que tienen puesta su atención siempre en otro lugar. Toda esta diversificación en las demandas llega sin una mínima formalización, podríamos pensar que están en un tiempo, si se puede decir así, anterior al síntoma.
Se trata entonces, desde nuestra clínica, de ver cómo haciéndonos partenaire de estos sujetos permitimos la realización de diferentes recorridos hasta poner un cierto orden en esta variedad. También sabiendo de entrada que ninguna formación imaginaria es decisiva en cuanto a la estructura.
Tomemos ahora algunas referencias que me han permitido trabajar esta presentación:
Alienación-separación
Para aislar la lógica de los casos podemos articular la clínica en torno a dos operaciones, lo recuerda J. A.-Miller en la Conversación sobre Los embrollos del cuerpo, se trata de la doble operación del sujeto: alienación-separación.
La alienación, dice, es una articulación significante, la separación es un momento pulsional. En la neurosis el tiempo de la alienación es el de la represión, hay la articulación significante, que soporta una pérdida. Y el tiempo de la separación, en el que encontramos la emergencia de la pulsión como respuesta a la represión.
En la psicosis, en el lugar de la represión hay la forclusión, y en el lugar de la separación, también hay esa emergencia pulsional pero a nivel de los fenómenos del cuerpo, es decir, la pulsión en lo real, menos domesticada, la que no se articula al objeto a.
Pues bien, la infancia es el momento privilegiado para investigar sobre cómo el sujeto responde precisamente a estos dos momentos lógicos y especialmente el de la separación, y ver en este segundo momento de qué forma la pulsión se articula al Otro hasta encontrar su formalización en el síntoma.
Por otro lado en la Conferencia en Ginebra sobre el síntoma, vemos cómo Lacan señala que los síntomas se cristalizan en un momento precoz para el niño, en el encuentro entre la palabra y el cuerpo algo se traza, se dibuja, el síntoma se va a ir determinando para cada sujeto en función de cómo fue hablado o fue escuchada una palabra, “es ese materialismo (materialismo de la palabra) donde reside el asidero del inconsciente-quiero decir que es lo que hace que cada cual no haya encontrado otras maneras de sustentar lo que recién llamé el síntoma”2.
Recuerdo, por ejemplo, como para Oriol, algo quedo cristalizado en los primeros días de su nacimiento, la palabra del Otro le llegó bajo el enunciado “aún no quería nacer”, su síntoma, si es que podemos nombrarlo así, apareció a las 48 horas en forma de dificultades en la respiración, necesitaba a su hermano para estabilizarse en la incubadora.
Después, con 20 meses, la angustia estaba encarnada en su cuerpo en forma de tensión muscular, su cuerpo estaba rígido, de alguna forma seguía “ahogado” bajo la mirada de los otros que buscaban alguna patología.
En otras ocasiones vemos que el sujeto, la palabra y el cuerpo funcionan de forma separada y sin ninguna articulación, con las consecuentes disarmonías en la constitución de un sujeto.
En esta Conferencia de Ginebra, Lacan nos remite a Freud, y nos invita a leer los dos capítulos sobre el síntoma en “Introducción al psicoanálisis”: “El sentido de los síntomas” y “Los caminos de la formación del síntoma”, en la primera se trata del síntoma tomado del lado del sentido, en la segunda de la libido, va de la significación descifrable a la relación con lo real, un aspecto del síntoma más inmóvil, como una fijación resto de un primer encuentro con el goce.
En el “Seminario de Barcelona”, J.-A. Miller, comenta estas dos conferencias. Me interesé en particular por la segunda la que tiene que ver con los caminos, los rodeos que la libido recorre hasta la llegada a la formación del síntoma.
El camino sintomático comienza por un bloqueo en la búsqueda de la satisfacción, una satisfacción pulsional, que situamos como un modo de gozar, el sujeto responde a ese real de la pulsión sintomatizándolo, la llave para la formación de los síntomas es pulsional.
Cuando en esa Conferencia de Ginebra Lacan habla del pequeño Hans, es para decir que el goce es algo hétero para el sujeto, algo que le viene de fuera y que él rechaza todos los recorridos, los circuitos a los que Juanito se enfrenta no es otra cosa que el encuentro con un goce que le es ajeno y que no puede situar, “su síntoma, dice Lacan, es la expresión, la significación de ese rechazo”3. Me pareció muy interesante esta cuestión por lo que plantea con relación a la dificultad de localización del goce, situando los circuitos que Juanito inventa como una forma de poner alguna barrera a lo real, hasta llegar a encontrar un significante que nombre aquello que le viene de fuera y no puede situar.
Lacan inventara a lo largo de su enseñanza diferentes aparatos del síntoma para dar cuenta de esta articulación entre significante y goce, es más, habla del síntoma como del aparato que garantiza la articulación entre una operación significante y sus consecuencias sobre el goce del sujeto.
No podemos tomar solamente los efectos del significante como significados, también hay que dar cuenta del efecto de goce sobre el sujeto, del sentido gozado, jouis-sens. De la misma manera, también el goce o los fenómenos de goce debemos pensarlos y situarlos articulados a un proceso simbólico.
J.-A. Miller precisó este punto en “La Conversación de Arcachon”, dice allí: “Se entiende que la irrupción libidinal es un momento perfectamente situable en el proceso simbólico. Ocurre que en ciertos casos el sujeto no está en condiciones de restituirnos su lógica… siempre hay que intentar restablecer eso a lo que tenemos acceso de la fase de alienación, para dar justo lugar a los fenómenos que dependen de la separación”4.
Precisamente podemos ver cómo en muchos casos el problema es lograr saber de qué dicho el sujeto puede deducirse, es decir, poner palabras allí donde sólo hay un real sin ninguna conexión, por esto mismo a veces encontramos sujetos absolutamente vulnerables sin un significante que lo represente y todo nuestro trabajo se desprende de ahí, de permitir que el sujeto inicie un recorrido que restablezca de una forma u otra una defensa frente a ese real.
En este punto, me parece que, entramos en la clínica de los anudamientos, de los enganches y desenganches, en la que se pone en juego no solamente la construcción del caso sino también la coherencia en la construcción.
A partir de la última enseñanza de Lacan tratamos, si se pude decir así, con formas de funcionamiento, con un saber arreglárselas, hay un cambio radical aquí: el síntoma ya no es más un disfuncionamiento sino un funcionamiento, ya que el sujeto a pesar de todo continua gozando en el síntoma, continúa gozando aunque sea por otros medios.
Y para terminar una pregunta: ¿qué es ser lacaniano?
J. A. Miller da una respuesta en su Seminario El partenaire-síntoma: "ser lacaniano es tener que arreglárselas siempre, en definitiva, con un problema de articulación entre la libido y lo simbólico. Los lacanianos son aquellos que están embrollados con esto”5.
1. J. Lacan, “Breve discurso a los psiquiatras”, (Conferencia dictada en el psychiatrique en Sainte Anne, el 10 de Noviembre de 1967)
2. J. Lacan, “Conferencia de Ginebra sobre el síntoma”, en Intervenciones y Textos 2, Manantial, Buenos Aires, 1988, p. 126.
3. Ibid., p. 128
4. J.-A. Miller y otros, “La Conversación de Arcachon”, en Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, Paidós, Buenos Aires, 1999, p. 390
5. J.-A. Miller, El partenaire-síntoma, Paidós, Buenos Aires, 2008, p. 47
Presentación del Seminario de Casos Clínicos
NODVS XXXIII, març de 2011