Reseña de El caso Schreber
Referencia presentada en el SCFB de diciembre de 2010.
En la página 92 del seminario III, Lacan destaca el fantasma de Schreber: "sería algo hermoso ser una mujer sufriendo el acoplamiento", el cual se convertirá en el tema central de su psicosis, adoptando distintas formulaciones a lo largo de su evolución, la cual voy a recorrer siguiendo la recomendación que da Lacan: intentar no descuidar las etapas y las crisis que lo hicieron pasar de un pensamiento fugaz a un discurso firmemente delirante.
PRIMERA ENFERMEDAD; DR. FLECHSING
En otoño de 1884, Schreber con 42 años y siendo el presidente del Tribunal del Land de Chemnitz, después de presentarse candidato y de perder las elecciones al Reichstag, tiene su primera enfermedad. En el curso de la misma ciertas aprensiones hipocondriacas le dominaban, en concreto la obsesión de que estaba cada vez más flaco. Lo que es fundamental para Schreber en este episodio es que a finales de 1885 recuperó la salud y que en el transcurso de la enfermedad no se registraron episodios relacionados con el ámbito sobrenatural.
En esta primera enfermedad, es ingresado durante algunas semanas en el Hospital Provincial de Sonnenstein y posteriormente, durante 6 meses, en la Clínica Psiquiátrica Universitaria de Leipzig, donde establece una buena relación con el Dr. Flechsing; lo que el mismo Schreber destaca al afirmar que se sentía henchido de vivos sentimientos de gratitud que fueron manifestados de forma expresa al Dr. Flechsing en una visita tras el alta, acompañándolos de unos honorarios que a su parecer eran adecuados.
Al hacer la descripción de su relación con el Dr. Flechsing, aparece una primera escena, de tres personajes, en la que hace un primer paralelismo “con su consorte, con su doble” femenino. “Casi más cordial fue el agradecimiento de mi esposa, que veneraba en el Dr. Flechsing al hombre que le había devuelto a su marido. Por esta razón, tuvo durante muchos años su retrato en su mesa de trabajo”.
En enero de 1886 ocupa el cargo de Director del Tribunal Provincial del Land de Leipzig, al que había sido trasladado. Vive 8 años de plena felicidad con su mujer, colmado de honores sólo empañados por la repetida frustración de la esperanza de tener hijos.
SEGUNDA ENFERMEDAD, ETIOLOGÍA: UN NOMBRAMIENTO, UNA FANTASÍA, UN GOCE
En el mes de junio de 1893 se le notificó su inminente nombramiento para Presidente de Sala del Tribunal Supremo de Dresde. Durante esa época tuvo algunos sueños a los que no prestó de momento particular atención: “Soñé algunas veces que se reproducía la antigua enfermedad nerviosa. Además, en una ocasión, hacia el amanecer, estando acostado en la cama (aunque no puedo precisar si semidormido o ya en vela) tuve una sensación que, más tarde, al reflexionar sobre ella, ya completamente despierto, me provocó una singular impresión. Se trataba de la idea de que debía resultar muy placentero ser una mujer cuando se entrega en el coito. Semejante idea era tan absolutamente ajena a todo mi ser que puedo afirmar que de haberla tenido con plena conciencia la habría rechazado con indignación”.
En octubre de 1893, toma posesión de su nuevo cargo. Al cabo de pocas semanas estaba anímicamente agotado. Empieza a faltarle el sueño, presentándose las primeras noches de insomnio casi total, a finales de octubre y principios de noviembre. Algunas noches se dejaba sentir en la pared de su dormitorio un crujido que le desvelaba justo cuando estaba a punto de conciliar el sueño. “Entonces pensaba que era un ratón”. En los días siguientes se añaden palpitaciones, sensación de gran opresión, sensación del refluir de la sangre, escalofríos…preso de angustia hace un intento de suicidio con una toalla.
A finales de noviembre de 1893, es ingresado por orden del Dr. Flechsing en la Clínica de Leipzig, en estado de grave sobreexcitación nerviosa. Schreber se siente totalmente perdido e intenta colgarse del techo con una sábana. “Estaba completamente dominado por la idea de que a una persona, que ni con la ayuda de todos los recursos de las artes médicas era capaz de conciliar el sueño, no le quedaba otra solución que quitarse la vida”.
Hacia el 15 de febrero de 1894 fue determinante para su derrumbamiento espiritual el haber tenido un número totalmente inhabitual de poluciones (tal vez hasta media docena) en una sola noche. A partir de entonces, las voces interiores le hablan incesantemente, aparece la conexión nerviosa con el Dr. Flechsing y los primeros indicios de los poderes sobrenaturales.
PERSECUCIÓN
Durante este ingreso, se modifica la relación de Schreber con el Dr. Flechsing, aumentando la desconfianza que tenía hacia él por lo que en marzo de 1894, Dr. Flechsing o su alma pasan a ser el enemigo. Tiene certeza de que se había concertado un complot contra él: a un hombre se le entregaría su alma, que sufriría un almicidio, y su cuerpo, que transformado en cuerpo femenino sufriría abusos sexuales y luego sería abandonado a la descomposición.
Contra este vergonzoso procedimiento, se rebela toda su personalidad moral y todo su sentimiento viril del honor, prefiriendo cualquier tipo de muerte, por espantosa que fuese, antes que aquel destino humillante, por ello rechaza la comida, intenta ahogarse y pide veneno.
A mediados de marzo de 1894, aparece una segunda escena, esta vez de 4 personajes, una visión en la que el Dr. Flechsing conversa con su mujer: Ante ella se llamó a sí mismo "Dios Flechsing". Desde entonces, además de con los nervios del Dr. Flechsing, se estableció una conexión directa con los nervios de Dios.
GRANDEZA
Schreber considera este tiempo como la época sagrada de su existencia, cuando su alma, enteramente extasiada por las cosas sobrenaturales que penetraban a raudales en él estaba llena de las más sublimes ideas acerca de Dios, del orden cósmico y de los “reinos divinos anteriores”. Se considera a sí mismo como “el mayor visionario de todos los milenios” y como un caso único en la historia de la humanidad por haber entrado en contacto continuo con la omnipotencia de Dios a la que toma como una aliada frente al complot del Dr. Flechsing, por lo que su propia muerte pasa a ser un sacrificio a Dios. Schreber es el objetivo exclusivo de los milagros divinos siendo el hombre más notable que ha existido sobre la tierra. Es el punto máximo de cuanto Dios puede crear a su imagen y semejanza, en torno del cual gira todo lo que acontece.
A mediados de junio de 1894 es trasladado a la Clínica Privada para enfermos mentales del Dr. Pierson, y a finales de junio de 1894 es llevado al Hospital Provincial de Sonnenstein, en Pirna.
A principios de julio de 1894, coincidiendo con el espectáculo de los fenómenos luminosos, aparecen “los reinos divinos posteriores” en los que se encuentran los rayos del dios inferior, Arimán, que llevan a cabo su transformación en mujer, llenando su cuerpo de nervios de la voluptuosidad femenina, a la vez que se burlan de él llamándole miss Schreber, y los rayos del dios superior, Ormuz, que le restituyen la virilidad. El mismo Dios, influenciado por la política de medias tintas que mantenía con el alma examinada del Dr. Flechsing, se había situado fuera del orden cósmico que también Él estaba obligado a respetar. Cuando este orden se resquebraja se impone la ley del más fuerte por lo que la fuerza de voluntad de Schreber no podía impedir que, sobre todo cuando estaba acostado en la cama, le invadiera una sensación placentera sin excitación sexual propiamente dicha, voluptuosidad del alma.
SABER SOBRE EL GOCE
Schreber hace una construcción sobre el goce partiendo de lo que ha vivido y experimentado en su cuerpo que es aquello de lo que una persona puede estar más segura. Él diferencia dos tipos de felicidad: la felicidad masculina que es de mayor rango y la felicidad femenina que consiste en una sensación de placer ininterrumpida. Dios goza eternamente de su creación, siendo atraído por todo lo femenino. Las almas están destinadas sólo a disfrutar de la bienaventuranza, que consiste en una sensación de placer voluptuoso de elevadísima intensidad. En cambio, los hombres, que en su vida terrena no han nacido sólo para la voluptuosidad, la alcanzarán después de la muerte, bajo la forma de la beatitud.
La máxima sensación de bienestar corporal, fundamentada en la voluptuosidad del alma, es asimilada con el placer sexual femenino en el coito. Un placer que en el cuerpo femenino se extiende, mediante los nervios de la voluptuosidad, en todas sus zonas, pero especialmente en los pechos, a diferencia del cuerpo masculino en el que los nervios de la voluptuosidad sólo se localizan en las zonas genitales.
UNA RECONCILIACIÓN: SER LA MUJER DE DIOS
En el mes de noviembre de 1895, se produce un cambio radical en la orientación de la voluntad de Schreber al tener absoluta conciencia de que el orden cósmico le exigía imperiosamente la eviración, tanto si le agradaba como si no, y que, por tanto, y por motivos racionales, no le quedaba ninguna otra solución que la de hacerse a la idea de transformarse en mujer. Dios lo quiere, Él reclama un placer permanente siendo el deber de Schreber, por el temor a Dios, el de proporcionarle este goce. A partir de entonces cultiva la feminidad con plena conciencia, poniendo para ello toda su capacidad imaginativa de que es un ser femenino, desempeñando siempre el papel de mujer que yace en el abrazo sexual, dibujándose un trasero femenino, dejando descansar la mirada en seres femeninos, contemplándose en el espejo, colocándose collares y adornos de mujer, etc. Al mismo tiempo se produce un cambio repentino y radical en la situación celeste: los rayos divinos son atraídos con mayor intensidad al encontrar placentero el penetrar en su cuerpo femenino. Con todo esto las actitudes del Dios superior, Ormuz, y del Dios inferior, Arimán, progresivamente cambian a ser amistosas en lugar de hostiles. Los milagros pasan a ser inofensivos y las almas examinadas desaparecen o quedan como un resto (Flechsing).
La consecuencia posterior de esta transformación en mujer sólo podía ser la perspectiva de una fecundación por acción de los rayos divinos, de forma similar a la Virgen Inmaculada, con el objetivo de la creación de una nueva humanidad: los hombres nuevos del espíritu de Schreber.
UNA VICTORIA, UNA REPARACIÓN, UNA MISIÓN
Schreber considera que todos los intentos por perpetrar en él un asesinato del alma, por destruir su inteligencia convirtiéndole en idiota o por transformarle en mujer han fracasado y que él, que durante mucho tiempo ha vivido bajo el supuesto inamovible de que al final acabaría por producirse una eviración real, cree probable que hasta el fin de su vida todo quede reducido a una acentuación de las características femeninas (piel suave, turgencia de los pechos, talla baja, ausencia de vello facial, retracción del pene…) y que la condición de varón le acompañaría hasta la muerte por decrepitud senil.
Schreber sabe que tiene que existir una justicia compensadora por su inocencia y por todos los sacrificios que se le han impuesto, de forma que le debería estar reservada una gran y resplandeciente reparación en la que tiene reservada una palma de la victoria enteramente singular que puede consistir en su transformación en mujer en los años venideros (decenios o siglos), con la consecuencia de convertirse en una especie de santo nacional, de Apóstol o de Dios que fuera objeto de adoración por parte de la posteridad, que saldría de su seno en virtud de una fecundación divina, o que su nombre fuera asociado a una fama tal como no les ha sido concedida a ninguno de los muchos millares de hombres adornados de dotes espirituales de incomparable grandeza.
Schreber se ofrece como objeto de experimentación a la ciencia, basada en un racionalismo que niega los fenómenos sobrenaturales, para que estudie los nervios de la voluptuosidad de su cuerpo femenino. Esto permitiría confirmar la veracidad del resto de sus afirmaciones, que le han sido reveladas, acerca de la naturaleza de Dios y de las almas. Él confía en el poder victorioso de la verdad que hace que sea preciso corregir muchas de las concepciones religiosas ante la certeza de la existencia de un Dios vivo y la persistencia de las almas después de la muerte.
Reseña de El caso Schreber
NODVS XXXIII, març de 2011