"Punto Vivo" del Seminario del Campo Freudiano de Barcelona de enero de 2012
Reseña de la presentación de Antoni Vicens de los capítulos VIII a XI del Seminario 16 de Jacques Lacan, De un Otro al otro, en el SCFB de enero de 2012.
Antoni Vicens afirmó que el núcleo de este Seminario está en Pascal, por lo que hay que elaborar su “Apuesta” siguiendo a J.A.Miller, quien en Iluminaciones profanas lo aborda por la provocación de L. Althusser a J. Lacan con su pregunta: ¿Ese Otro entre el hombre y la mujer no será el Dios de siempre? y la respuesta de Lacan, impactado, que está en estas lecciones VIII, IX, X y XI.
Pascal se inscribe en el cristianismo de la Contrarreforma, mundo del que surge la ciencia, distinguiendo el Dios que me habla del Dios abstracto de los sabios. En el campo del psicoanálisis, como el Otro de Lacan es inconsistente, la respuesta a Althusser es no, con la supuesta contingencia del Universo. La duda de la “Apuesta de Pascal” sobre la existencia de Dios, que no existe en Descartes, se inscribe en la filosofía, como Kierkegaard, pensando desde la angustia. Supone articular saber y goce, sin confundir goce con plus-de-gozar. y con un goce que siempre escapa al significante: ¿Dios es saber o goza?
Miller también sitúa aquí cómo Lacan hace pasar el objeto a, obtenido en el Seminario La angustia, por la inconsistencia radical del Otro. Los objetos a pasarán del patema –extraídos del cuerpo en aquel Seminario – a tomar aquí la consistencia del matema, reconsiderando la lógica de la perversión, hasta el Seminario 20, donde su consistencia no será matemática ni matemática, sino de semblante.
Sobre la elaboración del lado del sujeto, que era del significante, aquí lo llevará también a ser del goce, hasta hablar más adelante en su enseñanza del parlêtre. ¿Cómo puede elegir un sujeto barrado, ausente? Y es aquí que aparece en función gramatical, el je que aísla el pronombre átono, que en castellano desaparece en la conjugación.
La “Apuesta de Pascal” ocupa un sitio aparte en su obra póstuma Pensamientos, fue escrita en la cama, en estado de arrebatamiento místico; manuscrito donde primero dice: “Infinito Nada”, donde no se puede distinguir si es el cero matemático o la nada de la existencia. Su contenido: Pascal discute con el libertino, para quien la existencia humana es única e irrepetible por lo que la única condición moral es el placer, y dentro de éste, el juego, el cual expresa la contradicción de ir más allá del placer, que puede ser la muerte. Pascal era especialista en la matemática del juego; dice que la religión enseña la posibilidad de una vida eterna y plantea lo que Lacan llama: “una infinidad de vidas de dichas eternas”, pero también la infinidad de vida, no contable.
El cálculo del cristianismo es que la vida finita puede malograr la infinidad de vidas pero si este infinito es el mal esa infinidad sería de vidas desdichadas. Para Pascal, un jugador, si tras la muerte hubiera dos vidas dichosas valdría la pena apostar, pero si se trata de infinidad todo cambia, porque es el infinito de los números racionales. -En la serie de los números reales, introducida por Kantor, éstos no tienen fórmula para escribirse y pasan a las series infinitas (el número p, Ö2, Ö5)-. El infinito no es un número, incluso en la serie de los números racionales - ¥ x 2 siempre es ¥ -, por eso la “Apuesta” se sale de la teoría de los juegos, que se basa en hacer previsible la ganancia. Con la fe sabemos algo del infinito: que es un agujero, así que toda apuesta será una apuesta humana y está perdida de entrada porque el infinito la convierte en nada.
El hombre, para Pascal, está entre el animal y el ángel, así que tenemos que apostar con que no somos ninguna de las dos cosas. El Dios de Pascal no es deducido racionalmente, está en la esencia y no en la existencia, porque es indemostrable y para él se trata de elección forzada: forzar a jugar para no estar loco porque la razón no dice nada de la existencia o no existencia de Dios. Este escrito es un sinthome, escrito de goce.
La formalización de la “Apuesta”: dos que juegan a los dados, con la regla de que quien gana tres tiradas seguidas se lleva todo el dinero apostado, introduce la ganancia futura que es discutible, haciendo del juego algo infinito porque nunca hay uno que gane todo y da lugar a la sucesión de Fibonacci que es infinita. Nuestra existencia será seguro una partida abandonada, cálculo sobre una partida que se interrumpe cuando no podemos dejar de calcular la ganancia futura. Pascal apuesta el valor de la vida en contraste con el infinito. Se apuesta la existencia de Dios, que podría hablarme si quisiera, el de Moisés: “Soy lo que yo es”, pronombre átono que enuncia una ley del lenguaje.
De la soledad nos saca el discurso que se fundamenta en la ausencia del Otro. “Yo, la verdad, hablo” es “la cosa freudiana” que le habló a Freud, la que habla para mentir. El goce tiende a callar pero el plus-de-gozar demanda más y más. Este je es el plus de gozar, el objeto a, equivalencia en la fórmula: S/¨D, con el a plus-de-gozar. El sujeto zafado de la cadena pasa a ser sujeto de la enunciación. Está en la “Apuesta”: el je es un esbozo del parlêtre, sujeto de la enunciación, porque nadie habla solo, hay un interlocutor. Pascal está solo pero hace un interlocutor. El objeto a es el sujeto goce, sería el Dios de Pascal si hablara, pero no habla. El Dios de la zarza ardiente es un parlêtre, el Dios de Pascal está ausente, el sujeto está solo con el plus-de-gozar y con éste hace su sinthome.
La cuestión de la apuesta no es si Dios existe sino que Lacan quiere llevarnos a pensar si je existe. El je se constituye en la demanda que formula, ante Otro que no existe: ¿existe el Universo? Así es como queda la fórmula con el objeto a como real. Éste condiciona la distinción del saber y del goce, el je del saber queda excluido del “je” del goce. Nunca podrá apostar esa existencia.
Las matrices ponen en conjunción el Uno de la ley del lenguaje y el objeto perdido. El plus de goce se pierde pero deja un rastro. Entre el Uno del saber y el objeto a como objeto plus de gozar están las fórmulas matemáticas. El objeto a divide y hace aumentar y este plus de gozar, a, que tiene como interlocutor al Uno, encuentra el infinito. Los términos de la serie nunca llegan a llenar el agujero que surge de adicionar a a 1. La matriz falsa –cara: inversión a la baja y puede ser que tengas ganancia infinita, cruz: gano un trozo finito- proviene de la teoría de los juegos, parte de la contingencia inicial, supone una regulación y en el otro mundo la ganancia es cero.
Lacan escribe la segunda matriz: “Vous est engagé”, lo que está es el je, no el moi, no se puede anular la puesta en juego. Si el je apuesta en contra de “Dios no existe” es un mundo sin sueños, con la dicha limitada. Miller en su curso pasado señala que el objeto a tiene existencia pero no tiene ser: “je suis ce que je hais” ¿Por qué el odio? Porque no todo el je está en el moi, en la imagen especular.
En el contexto de discusión del pase se trata de escuchar algo de lo que este je puede decir gracias al análisis. Lacan quiere introducir ese sujeto que la ciencia forcluye porque no se puede poner en manos del Otro lo que está del lado del sujeto. Cada cual es responsable de su modo de gozar, por eso estamos allí “engagé”.
"Punto Vivo" del Seminario del Campo Freudiano de Barcelona de enero de 2012
NODVS XXXVI, març de 2012