Sacher-Masoch, el contrato masoquista y la palabra
El siguiente artículo fue presentado en el marco de los Seminarios Clínicos del SCB el 17 de marzo de 2012.
En la perversión se desnuda el funcionamiento del objeto a y su relación con la incompletud del Otro. Con Sacher-Masoch Lacan nos muestra la doble vertiente del objeto como pérdida y captura de goce y su función. En este caso resalta el objeto voz como el que va a hacer de pantalla de la incompletud del Otro realizándose en la paradoja que encontramos en el contrato masoquista.
Masoquismo; plus-de-goce; objeto voz; contrato masoquista.
Leopold von Sacher-Masoch fue un escritor austríaco que nació en Lemberg en 1835. La mayoría de sus obras no adquirieron mucha popularidad a excepción de las que formaron parte de “El legado de Caín”, una compilación de escritos que abordaría distintas temáticas, de las que sólo consiguió llevar a cabo las del amor y la propiedad.
Sacher-Masoch es más bien conocido por inspirar el nombre del que se sirvió Krafft-Ebing en Psychopathia Sexualis para designar una de las perversiones más conocidas: el masoquismo.
Lacan lo nombra en la página 234 del seminario XVI “De un Otro al otro” a propósito del “…masoquista florido, el bello, el verdadero, Sacher-Masoch, organiza todo de manera de ya no tener la palabra. ¿Cómo puede estar interesado en esto? Expliquémonos. Se trata de la voz. Lo esencial de la cosa es que el masoquista haga de la voz del Otro, por sí solo, eso que va a garantizar respondiendo como un perro.” [i]
En este párrafo hace presente el objeto, una de las cuestiones claves en la relación con el Otro. Un breve recorrido entre el seminario X y el que trabajamos este año, el XVI, permite seguir el cambio de paradigma que Lacan introduce respecto de la función del objeto a y hacia dónde se dirige.
En el seminario X el objeto es causa de deseo y de la angustia[ii]. En ese momento Lacan equipara la posición del sujeto masoquista a “ser el objeto
de un goce del Otro que es su propia voluntad de goce”[i] y destaca algo más y es que el sujeto barrado es inasible como tal. Jacques – Alain Miller nos aclara en “Una lectura de un Otro al otro” que “como sujeto del deseo, no se capta más que la huella, mientras que ya ha pasado más allá”[ii], por lo cual el masoquista queda ciego ante su propia posición. Es precisamente por esto que cree buscar el goce del Otro cuando en realidad a lo que apunta es a su angustia.
En el seminario XVI, se da un viraje en la concepción del objeto a, en este momento no es sólo causa del deseo, sino que también condensa pérdida y captura de goce. Para el caso de la perversión, Lacan nos dice que “el perverso se dedica a tapar el agujero en el Otro”[iii]. Con esto nos quiere mostrar como el objeto se desnuda por completo en la perversión para hacer pantalla de la inconsistencia del Otro.[iv]
Para dar cuenta de esta operación Lacan elige a Sacher-Masoch del que tomo la casi autobiográfica novela “La Venus de las pieles”[v]. En ésta el autor nos cuenta cómo Severino, protagonista de la obra, hace recaer su fascinación por lo marmóreo, la frialdad y lo cruel, sobre Wanda, una mujer enamorada que, aunque reticente, se concede a cualquier petición de su amado.
La novela nos muestra la astucia dialéctica de la que tiene que hacer uso Severino para hacer realidad sus más íntimas fantasías y como una asimetría explícita en el contrato, en el que él como esclavo queda subordinado a los deseos de su dueña, descansa sobre una paradoja.
El contrato masoquista
Aunque avanzada la novela podemos situar la firma de un contrato escrito, se rastrean desde los inicios las bases sobre las que se asienta.
El protagonista, un hombre con una imaginación incesante, se cerciora de que el dolor posee un encanto raro para él, de lo que da cuenta explicándonos algunas escenas infantiles en las que la excitación y adoración por una mujer eran necesariamente precedidas por la humillación.
Es cuando conoce a Wanda que ve la posibilidad de concederse tales satisfacciones y lo hace exigiéndole que lo acepte como su esclavo. En los diálogos que siguen a tal condición Masoch nos muestra de una forma muy clara cómo Severino seduce a Wanda para que lo acompañe en la realización de su sueño, un ejemplo podría ser el siguiente:
“Severino - Creo que todo lo que flota en mi imaginación se encuentra en usted.
Wanda - Usted se engaña.
Severino - Creo que se complace usted teniendo a un hombre entre sus manos y torturándole” [vi]
Y aunque estas invitaciones siempre producen cierto horror en Wanda, termina no sólo aceptando y obedeciendo para seguir siendo amada por Severino y al fin poder ser su mujer, también encuentra detrás de su angustia su propio goce implicado. Así es como momentos antes de proclamarse como su dueña le confiesa a Severino: “Voy viendo que hay instintos peligrosos dormidos en mi y que los despiertas, no ciertamente en tu provecho. ¿Qué dirías tú, tan hábil en pintar las sensaciones del goce…si ensayara todo esto en ti, como Dionisio, que hizo abrasar al inventor del buey de bronce… para ver si sus lamentos se parecían al mugido del buey? ¿No podría ser yo un Dionisio hembra? ”[vii]
En este momento Severino ve realizado su sueño y empieza a hacer uso del contrato, le pide incesantemente ser flagelado y pisoteado, golpes que cuenta uno por uno, cuyas huellas quedan escritas en su cuerpo.
Deleuze nos dice en su “Presentación de Sacher-Masoch” que “Aparentemente, el masoquista parece estar sujeto por hierros y ligaduras; en realidad sólo lo está por su palabra” [viii]
El contrato per se genera una ley, y es por esta que el masoquista hace valer su palabra como si viniera dada por el otro. De esta manera el contrato serviría para restituir la palabra en el Otro aunque no a cualquier precio ni de cualquier manera, es ahí donde se encuentra la particularidad del contrato masoquista.
Hay intercambio, como en cualquier contrato, y en la modalidad masoquista se llega a ubicar a uno de los constituyentes como único beneficiario de lo que resulta de las cláusulas establecidas, pero esto no hace más que velar, hacer pantalla, a la apropiación del goce que se inscribirá del lado del que propone el contrato, como valor suplementario. Aquí tenemos el plus-de-goce, homólogo a la plus-valía.
Miller en su lectura sobre este seminario nos habla sobre la función de borde en la relación con el partenaire sexual, evocando el seminario de “La Ética” en el que Lacan dio mucha importancia al amor cortés[ix]. Lo que nos introduce es una función más a la que se presta el objeto a y el valor que tiene la demora en la unión para hacer consistir al partenaire como Otro absoluto. Esto nos da una lectura más clara de la función del contrato y de la mujer formando parte de él en tanto Otro que se hace portador de la voz: “eso que va a garantizar respondiendo como un perro”[x]
I. J. Lacan. Seminario libro XVI De un Otro a otro. Ed. Paidos
II. J. Lacan. Seminario libro X La Angustia. Ed. Paidos (clase 8)
III.Ibíd. (clase 13)
IV. J.A. Miller. “UNA LECTURA DEL SEMINARIO De un Otro a un otro” Freudiana núm. 55, enero - abril 2009, p.10
V. J. Lacan. Seminario libro XVI De un Otro a otro. Ed. Paidos
VI. J.A. Miller. “UNA LECTURA DEL SEMINARIO De un Otro a un otro” Freudiana núm. 55, enero - abril 2099, pp.9-10
VII. Sacher-Masoch. (1873) La venus de las pieles. Alianza editorial, Madrid, con prólogo de C. Castilla del Pino
VIII. Ibíd. p.121
IX. Ibíd. p.122
X. Deleuze. (1974) Presentación de Sacher-Masoch. El frío y el cruel. Taurus ediciones, Madrid
XI. J.A. Miller. “UNA LECTURA DEL SEMINARIO De un Otro a un otro” Freudiana núm. 55, enero - abril 2099, pp. 16-17
XII. J. Lacan. Seminario libro XVI De un Otro a otro. Ed. Paidos
Deleuze, J, Presentación de Sacher-Masoch. El frío y el cruel. Taurus ediciones, Madrid, 1974.
Lacan., J, Seminario libro XVI De un Otro a otro, Ed. Paidós.
Lacan, J, Seminario libro X La Angustia, Ed. Paidós.
Miller, J.A.,“UNA LECTURA DEL SEMINARIO De un Otro a un otro”, Freudiana núm. 55, enero - abril 2009.
Sacher-Masoch. (1873) La venus de las pieles, Alianza editorial, Madrid, con prólogo de C. Castilla del Pino
Sacher-Masoch, el contrato masoquista y la palabra
NODVS XXXVII, juliol de 2012