Maximón, un envoltorio de goce
Texto presentado en el Seminario de Investigación “Yo soy lo que Yo es”. ¿Qué sujeto trata el psicoanálisis?. Docente: Miquel Bassols. Curso: 2011-2012.
Este artículo trata de una deidad indígena rodeada de velos que envuelven un vacío, una máscara debajo de la cual no hay rostro. Este es Maximón, quien muestra algo del Yo del sujeto, siempre inadecuado a sus imágenes, siempre con un tinte ficticio. Maximón, entre otras cuestiones, da cuenta de la “vacuidad de la identidad” y nos permite pensar por otro lado, algo del orden del goce.
Maximón; goce; yo; identidad; cultura, velos.
Maximón es una deidad indígena que se encuentra en algunos lugares de Guatemala como San Juan La Laguna, Santiago Atitlán, Zunil y San Andrés Iztapa. Su apariencia es distinta en cada lugar en el que se le rinde culto, pero una de las más interesantes, es la de Maximón de Santiago Atitlán. Ésta está compuesta principalmente por una multitud de pañuelos (velos) y una máscara debajo de la cual no hay rostro.
Maximón forma parte de uno de los grupos que dominan la vida religiosa en la región. Sus fieles lo visitan de noche a escondidas, al igual que en el día lo hacen en las iglesias evangélicas con Jehová, o en las tardes con Cristo en la iglesia católica. Esto a consecuencia de un intento por mantener a todos sus dioses en paz.
Las múltiples personalidades de esta deidad están asociadas a figuras como Judas Iscariote, San Pedro el apóstol, Pedro de Alvarado o Kukulcán. Este último, es un dios de la mitología Maya, una serpiente emplumada que posee una interesante facultad transfiguradora, ya que puede cambiar de identidades y disfrazarse de su contrario, Tezcatlipoca, su lado oscuro.
Los relatos que circulan sobre Maximón dan cuenta de su adaptabilidad a diversas situaciones y poblaciones. Puede ser joven y viejo, hombre y mujer, consigue curar y proteger, pero también dañar. Asimismo transitan mitos sobre su origen ligados a la sexualidad, algunas personas de la región dicen que fue creado para guardar un orden sexual, el cual se había visto en peligro por el adulterio que era muy común en los primeros habitantes. Esto nos permite entrever que, como velo fálico, Maximón funcionaba en un tiempo para organizar algo de la sexualidad que no estaba regulado en ese entonces.
Desde la perspectiva cultural, Maximón señala muy bien, entre otras cuestiones, la “vacuidad de la identidad”, que a la vez nos interesa desde el lado del psicoanálisis. Esta deidad no es más que la máscara, y los velos que lo conforman, no indican más que el vacío. Es decir, que no es tanto el esconder algo, si no hacer aparecer ese vacío, lo real. Para cada sujeto, a partir de este real, es que surge el núcleo de cada síntoma.
Siguiendo la misma línea, se podría pensar en el síndrome de Maximón, una metáfora que Mario Roberto Morales (2007) utiliza para referirse a la habilidad de transitar de un código cultural a otro, de una identidad a otra, en la realidad intercultural e interétnica dinámica, como es la de Guatemala. Comenta que esto es conflictivo en el caso de los indígenas que se sienten culpables por desear el modo de vida ladino y criollo, y en el caso de ladinos y criollos que se avergüenzan de su ancestro indígena. He aquí lo sintomático que surge a partir de este real en juego que Maximón nos muestra tan bien.
Por otro lado, el carácter transfigurativo de Maximón, negociable según la circunstancia, vislumbra un aspecto de la identidad del sujeto, ésta siempre tendrá algo de ficticio puesto que se constituye a partir de lo que le viene del Otro. El Yo del sujeto, siempre estará inadecuado a sus imágenes, por eso Maximón puede tener diversas apariencias en los distintos lugares en donde se le encuentra. Además, algunos años atrás, el telinel solía vestir y preparar a Maximón cada día, por lo que su imagen nunca era la misma. Hoy en día se ha perdido esta tradición.
Algo de la dimensión del goce se ve también en las características que se le atribuyen a esta figura. Los pastores de la iglesia evangélica lo asocian con el diablo, los relatos sobre su origen apuntan a este lado oscuro que posee, se le visita por las noches a escondidas, encarna el bien y el mal, y fue utilizado un tiempo para guardar un cierto orden sexual. Algunos de estos podrían ser sinónimos del goce, y si se piensa en otras de las figuras a las que se le asocia, por ejemplo, Judas Iscariote o Pedro de Alvarado (traición – destrucción, respectivamente), aparecen también sinónimos del goce en su vertiente más mortífera.
Más allá de la imagen de Maximón, el término imago, que incluye a lo simbólico e imaginario, permite pensar y entender algunas de las cuestiones que esta deidad revela con un peso cultural importante es decir, Maximón habla, pero ¿desde dónde habla?. El Yo puede designar al sujeto que habla pero no significarlo, el significado aparece como un vacío, vacío que señala y a la vez esconde el misterioso Maximón. Por eso, ahí donde hay velos, hay cultura y hay relación con la muerte.
Morales, M. R. (2007, marzo 24). ¿Qué es el síndrome de Maximón?. La Insignia. Extraído de http://www.lainsignia.org/2007/marzo/cul_044.htm
Sylvie Pédron‑Colombani, « El culto de Maximón en Guatemala », Trace [En línea], 54 | 2008, Puesto en línea el 20 octubre 2009, consultado el 15 mayo 2012. URL : http://trace.revues.org/457
Maximón, un envoltorio de goce
NODVS XXXVII, juliol de 2012