Crónica del VIII Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis.
Buenos Aires, Argentina.
23 al 27 de abril de 2012
Crónica extensa, aunque no exhaustiva, de los trabajos expuestos en las salas plenarias y en algunas de las salas simultáneas del VIII congreso de la AMP. Incluye un resumen detallado de lo que Jacques-Alain Miller presentó en la conferencia de clausura, que orientará el trabajo para el próximo congreso mundial en 2014.
Lunes 23 de abril
Apertura.
Abren el congreso Flory Kruger, Judith Miller, y Leonardo Gorostiza. Judith Miller nos recuerda que la primera tópica freudiana no está invalidada por la segunda, como en Lacan tampoco la última enseñanza invalida la primera, ya que lo Real, lo Simbólico y lo Imaginario, siguen siendo la brújula preciosa de cómo es delicado y refiere sutileza la clínica del uno por uno, cuya finalidad es liberar respetando la singularidad de cada uno de esos uno. A cada ser hablante hacerse responsable del poema de la escritura de su vida.
Leonardo Gorostiza señala que el inconsciente lacaniano no se confunde con la repetición de lo mismo, sino que es la hiancia del sujeto en tanto tropiezo, abierta al futuro, a lo que vendrá, y no constituye una mera repetición del pasado.
Flory Kruger, haciendo alusión al título que da nombre al congreso, agrega que nos ocuparemos del presente orientado hacia el futuro, orientándonos a no retroceder ante los desafíos que la época nos impone (inexistencia del Otro, debilitamiento del padre, caída de los ideales, tecnociencia: empuje a la homogenización…).
El pase.
Actualidad del Pase (I): preside Laure Naveau; comentarios a cargo de Jacques-Alain Miller.
Testimonios de los AE.
Testimonio de Paola Bolgiani:
La analista puntúa que en el final de su análisis necesita del Otro pero despojado de su existencia. Se puede prescindir del padre, pero a condición de servirse de él.
Se apunta a que hay en el testimonio una lógica de la matriz que se presenta bajo la forma en la que cada uno de los objetos recorta este mismo vacío alrededor del cual gira la pulsión. Miller aísla la matriz de la lógica de su fantasma como: la lógica de la matriz de la piedad.
En relación a la dimensión del objeto, señala que la última sesión del análisis pone de manifiesto una emergencia rara del objeto anal a raíz del encuentro con los pasadores. Es el segundo punto de capitón del análisis.
Como efecto, Miller señala que para esta mujer ha cambiado el sentimiento de la vida, después de que se presentara un binario mortífero bajo la forma ‘perder la vida o sostener al padre’. El término ‘impostura paterna’ viene a este lugar, señalando que ella es engañada por el Otro. Sin embargo, se puede uno preguntar si el desafío y la impostura están del lado del padre o de la analizante. El testimonio revela bien además que el padre feroz es la verdad del padre del amor.
Respecto a la importancia que la imagen de la Piedad, Miller recuerda que ahí se trata de una madre que sostiene al hijo muerto, en efecto, pero que es también una mujer que sostiene a un hombre. La garantía en esta imagen reposa del lado de la mujer. Sin embargo, Paola Bolgiani no ha hablado en absoluto de la elección de objeto masculino, más allá de un breve “el hombre con el que me casé”. Miller intuye que el rasgo del Cristo muerto debe estar en alguna parte.
Finalmente, Miller comenta que el encuentro con el Otro sexo coincide en el caso con la pérdida de la fe en Dios.
Testimonio de Luis Tudanca:
Quizás lo más relevante de la posición subjetiva resida en el hecho de que, identificado a ese significante, “peléatela”, pensaba escapar a la trama del destino familiar.
No sólo uno recibe el mensaje del Otro en forma invertida, sino el propio goce.
Para Lacan todo macho es esclavo de la función fálica, y ahí haya más bien la prisión del parlêtre. ¿Qué relación tiene esta esclavitud con el amor exaltado en que se lucha por y con la mujer? Hay también un dicho interesante, en que se deja caer que todo hombre es esclavo de la mujer con la que se pelea.
Tudanca responde que en ese amor exaltado, idealizado, se juega la mujer como Toda (el la, la hace absoluta). La solución que se desprende en análisis es soltar el ‘la’ de pelearla para quedarse con el ‘pelear’. Laura Naveau señala que en esa pelea se articulan síntoma y fantasma. Miller, por su parte, señala en el testimonio la dispersión significante, retomando el lapsus entre ‘livre’ (libro en francés) y ‘libre’. Hay en efecto una pelea constante con el significante.
Se rescata el hombre de las ratas como paradigma de la neurosis obsesiva: se ve de manera muy dura el efecto del lenguaje sobre el cuerpo, que es un efecto desastroso.
Finalmente, se recuerda que uno de los nombres del objeto a es el fonema, en relación de dejar caer el ‘la’ de ‘pelearla’.
Testimonio de Ana Lydia Santiago:
Se rescata la importancia de la articulación que se presenta entre el duelo que tiene que hacer la analista y la comprensión de que un objeto es equivalente a otro. En efecto, se ve bien cómo queda sustituido el objeto mirada por el ‘coup de foudre’ (flechazo, pero también relámpago en francés) que hace aparecer la dimensión del a.
La transmisión del secreto materno permite un velo a la dimensión del estrago, o que funciona incluso como sostén del sujeto frente a este estrago. La analista replica que el secreto no es otra cosa que el amor al padre y cierto empuje a ocupar el objeto pequeño a para el Otro.
Jacques-Alain Miller destaca de eso el ser la niña modelo que fascina al padre. Debería más bien ser la esposa la que fascinara al padre. ¿Pero acaso existe la mujer modelo? De eso no hay. Aunque sí puede haber una madre modelo.
En la niña modelo del siglo XX hay una predominancia importante del campo imaginario. En el encuentro amoroso hay ruptura con el lugar del cuidado, con este ocupar el lugar de la madre modelo. Curiosamente, frente al hombre amado ella se exhibe, como frente al padre. Paradójicamente, la analista señala en su testimonio que nunca se sintió elegida. Es el fantasma de exclusión el que se escribe una y otra vez. En la relación al hombre, pues, quedan de manifiesto ambos aspectos: exhibirse y ser excluida.
En relación al devenir amoroso, Miller pregunta a la analista además por el rasgo qué hace para ella objeto de un hombre. De ahí se pasa a comentar la dimensión transferencial, en la que el Otro que es el analista queda reducido a algo ‘mini’, el gran analista con todo su saber que finalmente se reduce al mini objeto a, ejemplificado por la caída de unos anteojos.
Testimonio de María Laura Tkach:
El síntoma más relevante que se presenta en el testimonio es la dimensión del dormir como expresión del goce de retener. A partir de ahí, Laure Naveau y Jacques-Alain Miller le dirigen algunas preguntas a la analista de la escuela. En un primer momento, se pregunta por cómo es de importante el primer análisis de la analizante, de un año de duración, y en el que por hablar y llorar la analizante recuperó un poco el valor fálico. También por el valor de la elección del sexo de los analistas escogidos: primero un hombre, después una mujer.
Jacques-Alain Miller señala que el testimonio revela propiamente un caso tremendo de estrago materno. La AE es una superviviente de una devastación.
Finalmente, se pone de relevancia la pregnancia de la dialéctica entre el ser y el tener; así, la AE tiene el objeto malo dentro de sí, la mierda, que es a la vez aquello que ella es.
La práctica.
¿A qué apunta la interpretación hoy?
Presiden Jorge Chamorro y Paola Francesconi.
Lucía D’Angelo:
“La interpretación es un decir que tiene efectos”
El sujeto de hoy no está firmemente representado por el significante. El análisis debería deshacer con palabras lo que se hizo con palabras, esto es, desahacer el nudo entre simbólico, imaginario y real. No apunta a la significación de la verdad, sino en último término a la materialidad significante. Esto supone aceptar que es el inconsciente mismo el que interpreta, pero también que el decir debería tener algo que se parezca a un real. En este contexto, los alcances y los límites de la interpretación son los de su eficacia. El analista, en la interpretación, debe pagar con su cuerpo. Con ello, se apunta a la convicción de que hay límites a la interpretación edípica. ¿Nos hayamos entonces en una práctica post-interpretativa? En efecto, hay hoy una depreciación importante del sujeto supuesto saber, y en efecto ya no tiene el mismo peso interpretar desde el Edipo.
La interpretación es en último término un decir que produce efectos cuando toca el cuerpo y algo del modo singular de gozar de cada uno.
Jacques-Alain Miller recuerda que la interpretación produce efectos corporizados. También se le pregunta a Lucia D’Angelo por la relación entre el sonido y el S1. Finalmente, cabe preguntarse, ¿implicaría la pragmática un alejamiento de la dimensión del equívoco presente en la interpretación.
Pierre-Gilles Guéguen:
Un eje principal de su trabajo pone de manifiesto que el objeto es ante todo falta de objeto. O lo que es lo mismo, que el objeto es real, incognoscible. Procede entonces medir en qué el objeto del psicoanálisis no es un objeto natural, tampoco significante, sino un objeto real inasible y sin embargo deducible de un impasse de la formalización y en la simbolización, que es un nombre de la falla.
En el seminario Aún de Jacques Lacan, el goce no se aborda si no es por el semblante. Esto es solidario del acontecimiento de cuerpo que señala el traumatismo original del parlêtre en su encuentro con la lengua.
Es justamente postular las versiones del padre, la père-version, lo que le permite a Lacan alejarse de la preeminencia del Edipo como universal. Se trata entonces de saber con qué versión concreta del padre debe vérselas cada uno de nosotros, uno a uno. En este sentido la interpretación del analizante es una subversión del nombre propio.
Respecto de la ciencia, se menciona que el lugar de nadie es una referencia a Galileo. Este lugar vacío puede escribirse $, o S(A/), en el Lacan de los años 58-60.
Respecto de la feminidad, Guéguen señala que sólo el partenaire-síntoma puede situarse como límite a lo asintótico de la feminidad.
La enunciación de Eric Laurent pone de manifiesto que si el Otro no existe, la verdad tampoco existe, solo a efectos de ficción. En cuanto al Otro, nos corresponde hacerlo existir en el análisis por el amor de transferencia.
Estela Solano:
Leer lo que se oye en lo que se dice: tal es el efecto del significante, que no es el efecto del sentido, sino efecto de goce. Por ello interpretar el significante es darle una significación distinta a lo que se escucha: es preciso llevar al significante a su dimensión, a su valor de letra sin sentido. Es preciso recordar, sin embargo, que sin la consistencia lógica la interpretación sería imbécil.
La interpretación apunta a lo real de la no relación sexual. El goce-sentido (‘j’ouis-sens’ en francés) llama en cambio a la ilusión de que existe la relación entre los sexos. Se trata entonces de que la interpretación ponga de relevancia la dimensión del significante por fuera de los límites mismos de la interpretación.
A lo largo de un análisis, podemos localizar que su devenir se trata principalmente de ondas metonímicas; sin embargo, éstas son distintas del equívoco en sí, que introduce una escansión posible.
Mónica Torres:
El inconsciente no es otra cosa que su interpretación. Los límites de la interpretación llevan a lo real, a lo imposible. Decir la verdad toda es imposible; pero es preciso recordar que por ahí la verdad aspira a lo real. Pero no es eso: si el analista exhorta al analizante a decir más es justamente porque no es eso lo que interesa.
En el inconsciente podemos ubicar la dimensión del falo, la cual Lacan situó en los antiguos como la representación prínceps del Noûs y del Logos.
La pregunta es del sujeto y la respuesta no viene del Otro, sino de lo real: no hay relación sexual, no hay La Mujer, no hay la verdad toda.
En la relación del sujeto parlêtre con lo real del goce podemos ubicar un viraje en la interpretación: pasamos de la interpretación-deseo a la interpretación-goce. No en vano, el inconsciente interpreta, pero en tanto interpreta trabaja para el goce.
Cada uno encuentra su interpretación en las vueltas dichas en sesión, pero sobre todo al final de análisis, que es su fórmula para no hay relación sexual. En la repetición de la novela familiar es dónde aparecerán las marcas de goce del fantasma.
La conclusión fundamental a la que llega Mónica Torres es que amor, deseo y goce no se recubren.
Jorge Chamorro comenta que el analista debe adoctrinar al paciente en su propia gramática.
Marcus André Vieira:
Nuestra interpretación no tiene como objeto producir sentido; apunta a lo real, apunta al goce. Y sin embargo, no se puede separar radicalmente interpretación y sentido. No puede haber homología posible entre lo real del objeto sin forma y la dimensión de la interpretación. La contemporaneidad hace creer que habría una forma de acceso directo a lo real.
Así, es preciso apuntar que hay interpretación del lado del analizante, que articula los significantes a ciertos efectos de sentido, e interpretación del lado del analista, esto es, el corte como tal. La interpretación lacaniana se dirige al ciframiento fuera de sentido del goce. Sin embargo, el esfuerzo de corte del sentido no alcanza para separar del todo el significante del sentido.
De este real, tenemos varias manifiestaciones; la más singular es lo que Marcus André Vieira llama la tercera figura de lo real, que destaca como la reiteración: se pone ahí de manifiesto lo real como pura existencia.
Finalmente, ¿qué nostalgia es aquella que nos suplicaría prescindir de la imagen? No es otra que la de la fuerza del nombre.
¿Qué cambia en la transferencia?
Daniel Roy:
La hiancia y los objetos que vienen a colmarla marcan la transferencia, y en ella la estrategia.
El analista interviene, tomando partido, para incluir algo del síntoma que como goce el analizante no introduce en su análisis.
Gustavo Dessal:
El hombre, por no ser más que objeto, persigue un fin: vivir, sobrevivir. Sin vergüenza y sin honor, nos vemos reducidos al ‘primum vivere’.
Cuando Lacan señala que piensa con sus pies, a lo que se refiere es a que piensa con su síntoma. En el cerebro, en cambio, habría equivalencia entre el pensamiento y lo pensado. El síntoma, en cambio, es aquello que depende de lo real, pero el destinatario no tiene porqué ser forzosamente un analista.
En esta coyuntura, estar disponible para la transferencia es apostar por el plus-de-gozar. Y no es seguro que se gane nada; lo más certero que cabe suponer es que uno se va a topar ahí con la pérdida.
Lo particular de la contemporaneidad es que somos seres de excepción: precisamente por ello pedimos, aún, más goce.
Hugo Freda:
Se puede articular el amor al saber y quitarle así todo contenido sexual; esto es justamente lo que produce el analista en la transferencia. Es posible por esta vía diferenciar las condiciones del amor de las condiciones del goce.
El amor tal y como lo encontramos en la experiencia analítica encarna la ausencia absoluta de ese amor puro que suponemos en el amor materno. Esto implica que no se puede concebir el amor sin el Otro.
El amor crea un agujero del que puede nacer, eventualmente, un nombre nuevo. Es preciso distinguir esto de la pasión amorosa, la cual tiene sus tiempos. El amor como nominación, entonces, es amor sin Otro, es puro significante sin significación.
La transferencia más radical es depositar en las palabras propias el amor por un analista.
En este juego que se viene articulando, vemos que se desprende una diferencia fundamental que produce dos polos del amor: el amor como completitud imaginaria, en oposición al amor como inédito. Se produce, en esta segunda lógica, un nuevo nombre del sujeto. Para ello es preciso chocarse, colisionar una y otra vez, contra un nuevo imaginario que instaura el sentido.
En la línea del amor nuevo, la mujer es uno de los nombres de lo real. Se trata entonces de amar lo real.
¿No sería el amor a lo real una forma de transitar el encuentro con el no hay relación sexual?
Ronald Portillo:
La transferencia va más allá del amor. El deseo introduce la puesta en acto de la realidad sexual del inconsciente. El amor, a la vez, no puede ser considerado como la expresión de una tendencia pulsional. El analista, al no responder a la demanda de amor, pone en juego el menos phi y el objeto a.
El deseo del Otro en la transferencia es el deseo de saber. La transferencia introduce y contraría lo imposible de la causa inconsciente. Es una certeza que se apoya en el fantasma.
La transferencia es, en su vertiente real, el pivote y el soporte del sujeto supuesto saber.
Dominique Laurent:
Cada uno en la civilización busca el partenaire como búsqueda de un modo de goce. El analista es aquél que permitiría encontrar el partenaire que convendría.
Hoy respetar el goce de los demás es un imperativo creciente. En este cosmos, el medicamento es el partenaire ideal para el sujeto. En cambio, el partenaire-síntoma supone un llamado singular a una forma de fijación del goce autista de la lengua propia.
En éstas, cuando el sujeto está satisfecho se puede ir. Es el estilo siempre alternativo de la vida contemporánea. Así, se establecen tránsitos de curas. Pero a la vez y paradójicamente la cura se transforma en un estilo de vida, una forma de hacer con la pulsión.
Hoy el narcisismo infatuado se manifiesta en la insistencia en lo particular. Se trata así de reinventar el psicoanálisis para cada uno; pero esto desde el pase, desde el no-todo.
Martes 24 de abril
El pase.
Actualidad del Pase (II): preside Ricardo Seldes; comentarios a cargo de Éric Laurent.
Testimonios de los AE.
Testimonio de Guy Briole:
Eric Laurent, tras señalar que el testimonio pone de manifiesto el desorden simbólico del siglo XX, el siglo de lo real, comenta que las confusiones identificatorias (victima/victimario) están totalmente presentes y tejen la historia vital de Guy Briole.
En cuanto a la forma del testimonio, comentará que no es una historia continúa, es más bien una frase detrás de otra incluida en otra más. Un real detrás de otro real…
Ricardo Seldes, por su parte, aborda la dimensión de la identificación: en concreto, la confrontación en esta práctica como epidemiólogo con niños muertos, que no puede decir sino: yo soy esto. También le preguntará por cuándo surge en él esa insondable decisión de la existencia de no reventar, de ser otro en lo vivo.
Guy Briole responde que durante ese tiempo de guerra se le impuso la figura, el nombre, los escritos de Jacques Lacan, que permiten poner palabras a ese automatismo que el trauma diario imponía. En relación al comentario sobre la forma de Eric Laurent, rescata la dimensión fractal: que tiene más que ver con la dimensión traumática que con el relato continuo. Añade que todos estamos “encombrés d’enfants morts” (atestados por niños muertos), no siendo algo propio de su testimonio.
Eric Laurent subraya que para Lacan siempre uno termina por transformarse en un personaje de su historia.
Testimonio de Sonia Chiriaco:
Se pone de relevancia la dimensión de la asociación libre, que alienta al sujeto a contar su historia buscando en lo que lo presidió, lo que lo lleva a buscar siempre en la historia de la familia; de este evento de nacimiento la sujeto había retenido una frase: “te deseamos cuando sabíamos que ibas a morir”, palabra que se hizo carne, frase traumática. La amenaza de muerte se incluye en una narración que presenta un trayecto posible de vida.
Esto se puede poner en tensión con lo que sería una interpretación de la época: la primera nominación incluye un desorden. En efecto, en este caso el padre da además a la hija el nombre de la mujer inaccesible.
Se comenta la dimensión del inconsciente como tesoro de los significantes a partir del juego de palabras en que resuena el “hors mots”, fuera de palabras, en el nombre de un tipo de molusco, el “ormeau” en francés. Al final del análisis, en cambio, el inconsciente es un desierto significante, una escritura: más bien es un modo de hacer con el goce. Se trata de un goce vivo, un goce no mortificado. El final del análisis no es el final de la sorpresa, sino que produce una sorpresa renovada. Y es que no hay ningún significante que diga todo sobre el goce. Más allá del análisis esta parte del goce irreductible: es un indicio del goce indecible.
También se resalta que la escritura no es igual al goce. Sonia Chiriaco relata que la escritura sobre el “miedo de ser tonta”, lo que se escribió allí, tocaba su relación más próxima con la langue. Señalando que la escritura es más bien un modo de hacer con el goce.
Guy Briole comenta que los traumatismos están en toda historia posible, se inscriben après coup en esas frases que son traumáticas, esa especie de S1, enjambre contradictorio.
Testimonio de Hélène Bonnaud:
La posición paranoica es la primera del sujeto; para Lacan antes de hablar el niño es hablado por el Otro. Ser tirado por el Otro, escritura primera que no pudo decirse porque era fuera de sentido; ahí S solo repercutía en el cuerpo.
Arrancamiento fugaz pero inasible, encontraba su raíz real.
La frase de la madre puede pensarse como un rumor que hace las veces de traumatismo oral, mientras que del padre la sujeto recibe una frase que sí es pronunciada. Pero es una frase que sólo ha llegado al final del análisis. Ahí puede ubicarse el “entonces” final, una tentativa de arrancarse a la eyección. Encontró la causa ordenada en el après-coup, es el punto del destello, y aparece un orden y una satisfacción y esto elimina lo que llamamos la satisfacción del final del análisis: encontrar aquello donde había goce.
No necesita de la ficción cuando aparece la dimensión de la causa y cómo se anuda con los acontecimientos de cuerpo, angustia y sensación de muerte inminente.
La analista señala que ésta es una ficción que puedo soltar porque encontré su causa real, es más liviana y su conclusión me satisface. Recuerda que salía siempre del análisis corriendo, y que sólo al final toma esta alocución absurda, inútil, fuera de sentido del padre que la amaba.
Eric Laurent comenta del testimonio que la AE pudo extraer en el fondo de sí misma la frase vital que al final del análisis toma la función de conclusión. El amor del padre es lo que opera al final función de metáfora, se sitúa en el lugar de la causa, que lleva a un no salir corriendo
Hélène Bonnaud comenta al respecto que ubica al sujeto en su origen secreto ahí donde había algo en su modo de goce que se relaciona con su posición de exclusión por el hecho de ser judía, afuera de sí misma.
Se remite a Lacan cuando habla de significaciones que son pesadas de llevar por el sujeto. Respecto de esta última fórmula, ubica que se trata más de una constatación que de una interpretación; en la constatación hay transmutación, que muestra lo que viene a inscribirse al lugar de la causa y que es de facto otra causa.
Ricardo Seldes apunta respecto del síntoma que no se interpreta, sino se constata, no se trata de darle un sentido, por el contrario designa un fenómeno fijo, un acontecimiento de cuerpo.
También opina que hay cierta estructura paranoica del discurso analítico que se termina en el punto de lo que escapa a la interpretación.
Testimonio de Graciela Brodsky:
La AE se pregunta cómo concebir una interpretación que no produzca sentido, cómo imaginar una palabra que no se enlace con otra. Ella viene al mundo con una significación: “ser la única”: Significante amo que revelaba un plus que ella desconocía. Si el sujeto viene como un regalo del cielo, ¿De dónde vienen sus síntomas? ¿De dónde viene ese lazo imposible con la madre? Necesitó años de análisis para obtener cierta paz.
Lo particular en el lazo de los padres es la sordera de la madre. Hay así la idea de que en el mundo hay siempre algo injusto.
Frente a esto, la fiesta derrumbaba el S1, era única entre otras y en el mal conjunto; esto le lleva a una asociación: detrás de la única la excluida, la que queda fuera de la fiesta. Pasa así del agalma de ser la única a ser la excluida del goce del Otro. Así, interrumpir al otro cuando habla recibe del analista la siguiente interpretación “es tu manera de aplastar, de hundir el deseo del Otro”.
Real de lo inconsciente: falta una palabra; esa palabra no existía.
“Mi palabra no es de este mundo”, se dice; recuerda a Lacan: es el nombre que falta en el mar de los nombres propios.
Eric Laurent comenta que en un caso donde es un “regalo del cielo”, donde todo estaba bien, da cuenta que efectivamente hay algo en el orden simbólico que no va. Hay así un desajuste fundamental del sujeto con el mundo. Desajuste y malentendido de las palabras...
Lo que no puede ser ordenado entre simbólico y real, lo que se desata, es que por dos veces esta palabra se pierde.
Primer efecto: el olvido como formación del inconsciente. Hay un sentimiento de Unheimlich que empieza a producirse cuando la palabra no está.
Efecto al mismo tiempo de exaltación y efecto de perplejidad: tenemos una formación del inconsciente no ligada a la cadena significante.
Ricardo Seldes comenta cómo la histérica interpreta cuando dice que busca ese efecto de la palabra que despierte al Otro que lo ame. La exigencia de amar al otro tiene una pata en la coyuntura materna y otra en la paterna.
Eric Laurent:
Rescata de los diferentes relatos de los testimonios de los AE, que estamos sumergidos en el título del congreso, que es el orden que se revela como una mentira, ese orden simbólico que se presentifica en el padre que inscribe un desorden. Habla del desorden del Siglo XXI, del trauma y cómo el padre y la madre, en la singularidad de cada caso, sobrevivieron a eso que es trasmisible a los hijos.
Ricardo Seldes:
Realiza una diferenciación entre: interpretación y constatación. Aclarando que el síntoma no se interpreta, sino que se constata, ya que no se trata de darle un sentido, por el contrario designa un fenómeno fijo, un acontecimiento del cuerpo.
La época
El horizonte contemporáneo de la femineidad.
Miquel Bassols:
Jacques Lacan sitúa en el XVII el horizonte de la feminidad. Se trata hoy de un goce informado, sin forma, fuera de la métrica fálica.
En la ciencia, en cambio, se trata de medir, pero paradójicamente eso no hace sino producir lo sin medida, bajo la forma del objeto a. El horizonte hoy es lo que falta; y para ello hay siempre una queja habitual. Cualquier cosa que haga semblante puede venir a este lugar. El discurso de la ciencia, en su ficción, apunta a un horizonte que sería el de la feminización. El psicoanálisis sabe entonces que la ciencia no existe más que en el horizonte de La Mujer que no cesa de no inscribirse la relación sexual. En este sentido,s e puede quizás apuntar a que La Ciencia no existe.
Por ello, se puede distinguir dos efectos feminizantes: el objeto a tal y como se da en la ciencia (algo que queda ilustrado en ‘La carta robada’ de E. Allan Poe bajo la forma de la policía científica); y aquello que cae del lado puramente femenino, bajo la forma del encuentro y la invención.
Hoy la neurociencia nos promete un mapa completo de lo real, hasta el punto de no diferenciar real de simbólico: en efecto, el mapping cerebral confunde finalmente el territorio con el mapa.
Lilia Mahjoub comentará que se presenta aquí una introducción lógica de la inexistencia de la mujer.
Cabe diferenciar la feminización al estilo Schreber, esto es, la identificación con esa mujer que no existe, de la que propone el psicoanálisis: encarnarla haciendo de esa inexistencia una invención.
Philippe De Georges:
La capitalización y la ciencia marcan una distancia con el nombre del padre. Aquí es dónde emerge la “mujer toda”, la Diosa madre, introduciendo un cambio de época.
Señala que hay dos vías para pensar la cirugía transexual: como empuje a la mujer o como vicisitud de la sexuación.
Marco Focchi:
Es preciso tener en mente que la ciencia es inútil cuando queremos hacer que se dedique a medir los secretos del goce.
Hoy, encontramos un estilo femenino de la toma de decisión en el poder. Si en la lógica masculina la autoridad permite o deniega, en la lógica femenina introduce el lugar que permite que las cosas sucedan; en este sentido la autoridad es una forma de tratar lo real. Mientras que la autoridad masculina choca con el objeto, la autoridad femenina da lugar a lo imprevisto, a que suceda algo. Se introduce así un real que no es localizable por el falo.
Focchi se pregunta si no sería acaso la autoridad lo real en el poder.
Dominique Miller:
Estamos frente a una nueva feminización que introduce un nuevo fetichismo: se trata de una exigencia de satisfacción que ningún objeto colma. Así, se reclaman sin cesar nuevas emociones, experiencias, voluptuosidades.
Asistimos así a un “a-tout” (a-todo, en contraste con el no-todo, pas-tout), una ventaja, algo que convoca al orden de lo real. Se quiere creer en el todo-goce.
Esto es, hacer del no-todo una Doxa cuando el falocentrismo falla. Pero es preciso señalar que el a es un real irreductible del inconsciente
¿Qué dicen las mujeres de la posición femenina? Corresponde a los analistas oír las experiencias femeninas, todas evocan ser otras a ellas mismas, sentimiento de vértigo, exaltación, encanto… estos extremos constituyen sus modos de goce, el cuerpo femenino está comprometido en esto. Se ubican pues en desequilibrio entre ruina y éxtasis. Están siempre en el borde de dejar un lado o el otro. El cuerpo es a la vez plus de goce y memorial de lo imposible.
Lo que conmueve a las mujeres, lo que les hace enmudecer es S(A/). Ningún significante existe en el catálogo del inconsciente para decir el ser femenino, ese Otro goce, la leva a un mundo donde su ser está imbricado en el fuera de existir. Eventualmente la escritura sirve a la mujer para escribir una letra en un espacio que no es sino hiancia del cuerpo, hiancia del inconsciente.
Las mujeres están locas por sus goces múltiples, y fuera de sentido por la metonimia los objetos plus de gozar componen una lengua de goce, la femineidad agrieta la lengua simbólica en la metonimia femenina.
No-todo: $: reintroduce la cuestión del objeto.
Todo el goce fálico no recubría todo lo pulsional en la mujer, ¿qué es ese pulsional que no pasaría todo por el falo, y yo agregaría, por el objeto a?
Graciela Musachi:
En Hegel podemos encontrar la siguiente idea: la feminidad es una eterna ironía de la comunidad.
La ironía sería un objetivo estratégico de la feminidad en el siglo XXI.
Las subjetividades en la era de la tecnociencia (Mesa redonda).
Germán García:
Él titula su intervención: “I/a: ciencia irónica y juguetes de la tecnología”.
Explica que la ironía de la ciencia consiste en confundir deseo con realidad. Lacan plantea la ciencia como una venganza.
Podemos realizar la siguiente escritura:
Objeto a ------ ideal del yo
a ------ i(a) ($ amable)
contrapelo
El ideal del yo puede ser entendido como el contrapelo del objeto a. Y el a el punto dónde el sujeto es causado como falta.
Jorge Forbes:
Hay genética, pero las personas son responsables de su comportamiento.
François Ansermet:
“Lo irreductible de la singularidad”: si una determinación genética es demostrada sería diferente para cada caso; el ejemplo más claro de ello se vería en el autismo.
Otra dimensión a considerar es la ausencia de que exista una causalidad única.
Se trata de orientarse a partir de una lógica de las responsabilidades del sujeto, más que de lo general, por el detalle en sus modos de responsabilizarse, siempre sorprendentes, y es por esta vía que algo de inesperado va a producirse. Ello no sería deducible de todo debate de las tecnociencia.
Miércoles 25 de abril:
La Jornada Clínica de la AMP: Anotaciones de lo expuesto en algunas de las mesas.
9-10h.
Marie-Hélère Blancard: relata un caso en el cual habla del estrago materno y lo sitúa en relación a una demanda de amor sin límite. También puntúa la dificultad de descompletar a la madre.
Daniel Aksman: “Una invención singular”: se trata de un sujeto que se tiene que inventar soluciones a medida, el orden simbólico ya no es lo que era…
No hablaba de su pasado ni de su historia, se le pregunta por algún recuerdo infantil. Recuerda una hermana muerta al mes de vida cuando él tenía cuatro años. No hay impacto, no hay división subjetiva.
La invención singular consistió en haber vivido una vida desdoblada, quiere que el Otro no pueda definir si es o no es gay, pero sabe que el no estar definido no le permite relacionarse bien.
Lector: Ernesto Derezensky: hay un desenganche, problema que se abre con la psicosis ordinaria (la oponemos a la noción de desencadenamiento clásico de la psicosis de Lacan de “Una cuestión preliminar…”).
Sucesivos desenganches: ubicar cuáles son las coordenadas de los desenganches, porque algo de la significación trastabilla, ¿qué de la significación vaciló?
Coyuntura del desenganche.
Fi sub cero: falta de significación fálica.
La estrategia del paciente es hacer que los demás se pregunten, ¿es o no es gay?, y no puedan decidirlo. Es una estrategia lograda, buena para el paciente, porque en verdad la identificación que cuenta es a la hermana muerta, por lo tanto, es mejor que soportar la certeza de que es una niña muerta.
10-11h
María Bolgiani: “Entre rehabilitación y violencia, ¿qué lugar para el sujeto?”
Doble función: por un lado vaciar el goce sin límite, por el otro: a partir de un universal del saber, encontrar el sujeto, algo vivo más vital en su experiencia.
Respecto a lo que el paciente decía del hombre y la máquina, esfumar un poco la diferencia, porque la máquina funciona por el mecanismo: acción-reacción, y en esta estructura no hay lugar para el sujeto. Crear un vacío que haga un poco de espacio para el sujeto.
Damasia Amadeo de Freda: “La identidad un síntoma contemporáneo”.
La histérica se complace en señalar la falla del Otro, en este caso no es el caso, dado que la paciente tuvo que soportar la falla del Otro (en la clínica la inscriben con el nombre de un niño muerto nacido en la misma fecha, luego la desidia del padre a inscribirla en el registro civil y la madre en ese agujero pone su apellido, y de esa manera se entrecruzan las dos fallas).
Lector: Domenico Cosenza: Señala como punto de partida del caso el error del Otro simbólico que condiciona la identidad del sujeto.
Víctima del error del Otro institucional, va a estudiar abogado, ocupa una solución de defensa a las víctimas.
Se abre la pregunta, adolescente, ¿cómo se arregla respecto a su identidad sexual, a su relación con el otro sexo?
11.15-12.15h
Ernesto Sinatra: “Las huellas del goce: obviedades, antilapsus, pisadas hediondas”.
Tratamiento de la neurosis obsesiva.
Enunciados de obviedad:
El obsesivo goza en el intento de decirlo todo en la sesión, el obsesivo pierde de vista el detalle. Existe al menos un enunciado que queda aislado de sus dichos y lo determina, desconsiderarlo desencadena la repetición de un goce desmesurado.
Anti-lapsus:
Las huellas del goce culpable acechan al obsesivo, por eso a veces, en una posición paranoica rechaza los lapsus. El antilapsus puede ser pensado como una defensa contra el goce del lapsus. Antídoto: el corte de la sesión anula el antilapsus.
Seguir las huellas del goce:
Las huellas del goce lo conducirán a su causa real.
Gracia Viscasillas: “Un trabajo del autista: hacerse okupa del lenguaje”.
El analista como semblante de objeto, no es una frase a interpretar, sino a encarnar.
Apuntar a domesticar el goce, a velarlo, desde el orden simbólico del cual nos servimos.
Lector: Fabián Schejtman: “Leer un síntoma”
No se trata solamente de escuchar al síntoma, hay que saber leerlo.
Trabajo de Ernesto:
anti-lapsus: huella del triunfo de la defensa contra el goce. Defensa contra el goce, modalidad obsesiva.
Perturbar la defensa, Lacan lo propone el 11-1-67, perturbar aquello que viene a velar para el sujeto el encuentro con lo real.
Perturbar el sinthome obsesivo.
Seminario XXIII: Pág. 18:
Segunda etapa: jugar con el equivoco que podía desanudar el sinthome: ir a contramano de eso que viene a velar lo real.
Seminario XXI: Lacan habla de los neuróticos olímpicamente irreventables.
Seminario XI: restaurante chino: ir analizarse es como ir a comer a un restaurante chino, dueña: analista, algo femenino que traduzca esos caracteres in-interpretables: ¿y yo qué deseo en todo esto?
No alcanza con que el analista sea adivino, tiene que ser un divino a: un objeto a velado por la defensa.
El psicoanalista como divino-a, encarnado una posición.
Trabajo de Gracia:
La lengua: lo real de lo simbólico donde nada el autista.
Hay en la orientación analítica un modo de lectura, ¿qué quiere decir leer en el autismo?
Leer para Gracia es nombrar, aportar significantes.
Leer no apunta a agregar significación, sino a aislar el S1, operar por una operación que es de reducción. ¿Es señalar el objeto sin nombrarlo? Significante que a la vez que mata causa, el sujeto dice: “tocado”.
Leer supone poner sobre el tapete la modalidad del significante, leer no es agregar significación.
Hacerse okupa del lenguaje, o ¿ya el autista está de entrada en la posición de okupa del lenguaje?
Presidente: Silvia Ons: Freud en “Análisis terminable e interminable”, señala que no sólo se trata de interpretar, sino de conmover las defensas del yo.
Trabajo de Ernesto: hay siempre entre teoría y práctica una hiancia que es imposible de saltar, hay algo de la experiencia que es imposible de pasar a la teoría, el obsesivo se encuentra con este problema, manera de poder situar cómo reducirlo, cómo intervenir.
No solamente el saber, sino el plus de gozar, cómo el analista como causa de deseo.
12.15-13.15h
Mª Rosa Vieira Marcia: “Nuevas fobias, viejos miedos”.
Gabriel Racki: “Una histérica contemporánea”.
Toda esa armadura no sin la hiancia para la angustia y el aburrimiento, instante fugaz.
Lector: Oscar Reymundo:
Trabajo de Mª Rosa Vieira Marcia:
Señala que hay sujetos que creen que pueden haber respuestas para su sufrimiento que lo exceptuaran de la responsabilidad que le cabe.
Nada indicaba que la significación fálica era igual a cero, pero era inoperante.
Trabajo de Gabriel Racki:
Aunque actualmente las mujeres parecen más libres en la sexualidad, el discurso histérico mantiene vivo la cuestión sobre la no relación sexual.
“Todo esto (batería de semblante que esta mujer supo crear), aburrimiento y angustia, única hiancia fugaz para un analista”: precioso porque marca la orientación.
¿Cómo funciona aquí la lógica atributiva fálica? La relación con los semblantes de la época, ella está en la posición de para toda mujer, no hay una pregunta por la excepción, sino toda mujer de esta época, está alimentando este semblante universal de para toda mujer.
El horizonte de la femineidad en el caso puede pensarse en la hiancia de la angustia y el aburrimiento. Toda esa armadura en ese punto de angustia se desarma, todo el semblante falla, fracasa.
Presidente: Osvaldo Delgado: histérica: se angustia y se aburre porque algo en la posición fantasmática no está regulado.
“me taladro con la pregunta si estoy enamorada”, “talar”: viene como una operación permanente de castración imaginaria al padre en la histeria.
15-16h
Irene Domínguez: “Desencallar el síntoma”.
Mi sustracción del saber experto lo toma desprevenido, posición: perturbar la defensa.
No responder a la demanda no consistió en callar, sino en hacer otras preguntas.
Lector: Rafael Skiadaressis: “Del significante al objeto a”.
Vacilación calculada de la neutralidad, maniobra del analista ante la pregunta de paciente de qué piensa, ¿cuál es el diagnóstico? “Amablemente le digo que no sé… el problema está en otra parte…”.
El silencio está en los puntos suspensivos, donde está el objeto a. El análisis se dirige al punto suspensivo, al objeto a, quedando el sujeto barrado y produciendo la primera división subjetiva.
Hacer silencio entre tanto ruido desencalla el objeto de goce del síntoma, lugar en el cual se encarna la analista permite abrir la división subjetiva.
Muy interesante tu posición de no ser una experta y no saber, tu silencio del discurso analítico.
Está encallado en una búsqueda de saber que tape la castración, que no me haga pregunta nada.
Claudia Lijtinstens: “De la libertad condicional a la condición de libertad”.
Señala su operación como analista, ¿cómo introducir una pausa?
Puntúa como algo característico de la época a las dificultades en las identificaciones y el falo. Paciente muy angustiado ante la caída de su posición viril. Certeza que su objeto de deseo es el femenino. Pausar esos arrebatos por los que se expone, que son una libertad sin límite.
Falta de extracción de objeto para hacer abrochamientos sintomáticos que le permitan abrocharse al Otro.
Libertad simétrica: es una construcción que surge en el dispositivo mismo, el analista agrega su lógica a la interpretación del inconsciente, lo dice Lacan.
Nombrar la libertad como un ideal fue positivo, tranquilizador y le permite tomarse ciertas libertades.
16-17h
Norma Lafuente: “La prehistoria de un niño”.
Entrecruzamiento entre el material clínico, ¿por qué consultan los padres? Porque el Otro pide o está a punto de expulsar del colegio, los padres no se preguntan qué le pasa al niño, el niño está a punto de ser expulsado del lugar del Otro, pero no del Otro inconsciente.
La pregunta del niño es un quiere saber de dónde viene.
Lector: Silvia Szwarcz: “Madre”, de Dominique Laurent, el lazo madre-niño necesita de un tercero: ley, si no está mediado por la ley el niño no es más que un objeto en su fantasma.
Jueves 26 de abril
Actualidad del Pase (III).
Flashes sobre el deseo del psicoanalista.
Silvia Salman:
Su ponencia destacará la función del analista como cuerpo: aquél que aporta un cuerpo y a la vez sostiene un vacío.
Anne Lysy:
Comentará uno de los significantes amo que han tenido más peso en su testimonio de AE, lo que empuja, lo que le arma, aquello de lo que se puede decir “eres eso”: corredora.
El corre no cambia, cambió la posición que ocupaba para la sujeto Hoy, está menos ahogada por el imperativo.
Se trata de saber lo que arma al sujeto más allá del Otro, ese “¿dónde gozas?” al que el analista apunta cuando opera.
El deseo del analista no es un deseo puro, no solamente vacío, está arraigado en el cuerpo.
Sérgio Passos Ribeiro de Campos:
Respecto del analista, señalará que es más un operador de lo real que algo imaginario.
Gustavo Stiglitz:
“Cómo es que no fui” es un significante capital en su recorrido analítico.
Hay los fundamentos neuróticos del deseo del analista: si el fantasma implica goce, a travesarlo significa encontrarlo sin la tapadura fantasmática. Así, el deseo del analista es una invención, que no es sin la pulsión. El deseo del analista es un compromiso con la pulsión.
Respecto de la articulación goce/saber/psicoanálisis: en qué hablan los padres, en esas palabras extranjeras que el niño no entiende, lengua extranjera que habla en ellos soportando lo que no saben: el goce.
Hay deseo de decir lo mejor posible lo imposible de decir, que los juegos de la lengua resuenen en el inconsciente del analizante.
El deseo del analista es cuestión más de necesidad que de vocación.
Patricia Bosquin Caroz:
El deseo del analista es un deseo de obtener la diferencia absoluta. Hay en ello una distancia absoluta entre la idealización y el pequeño a, en la cual el sujeto deberá reconocerse (modo de gozar singular).
Angelina Harari:
Hay que dejar caer los witz singulares para que los juegos de la lengua resuenen en el inconsciente del analizante.
La conversación de los Carteles del pase.
Mauricio Tarrab, presidente de la mesa, abre la conversación señalando que ha habido una liberación de la política del pase. En el final del análisis hay un Otro que no es lo que era, pero sin que eso implique una devastación del sujeto. La neutralidad analítica cambia: se liga a como cada analista debe mantener a distancia sus restos sintomáticos.
Elisa Alvarenga:
El pase es ser capaz de nombrar un resto de goce.
El límite para la elaboración, aquello que no cambia, el límite para cada uno: eso es el sinthome, propio para cada uno de los pasantes: restos fantasmáticos y sintomáticos.
Algunos significantes que nombraron la posición del sujeto nombraban su significación fálica, pero se redujeron.
Se pone de relevancia la importancia de no permanecer adherido a ningún significante definitivo. Emerge así un deseo de buscar una posición de causa en las curas que va a dirigir o en su dimensión de causa de deseo.
Lo que resta como incurable, pero de lo cual se puede obtener otra satisfacción una vez encontrado el nombre para el modo de goce, necesita una separación de él tomándolo como índice del acercamiento de lo real.
Fabián Naparstek:
Destacará en su texto la función crucial del ombligo del análisis. Por singular puede entenderse aquello que no es susceptible de ninguna transformación.
El cartel del pase se encuentra en una tensión o litoral entre lo universal y lo singular.
Retoma un decir de Jacques-Alain Miller para enfatizar que sólo se puede captar lo que se dice si se tiene en claro el goce que lo empuja. En este sentido, la lógica de caso se articula en torno al goce opaco que lo inspira.
Hay finalmente lugar para la enunciación de Borges: detrás del nombre hay lo que no se nombra… ‘hoy he sentido gravitar su sombra’.
Antoni Vicens:
De nuestro discurso lo que nos importa es su circulación, no hay un camino señalizado de ante mano, no tenemos el mapa del Otro donde nos desplazamos. Lo que trasmiten los pasadores es un saber basado en la pasión de la ignorancia del saber del psicoanálisis. Saber que alguien tiene sobre el goce que lo causa, y con ese goce no hacer un todo.
Hay un amo no ligado al ser, sino a la existencia, un amo no fijado a la normalidad del ser, no fijado a un Otro.
No es un dispositivo para crear servidumbres nuevas, sino para gozar/saber, hasta que punto el amo es el significante.
Mientras que el ser se pretende sin culpa, la existencia no puede escapar de la culpa trágica de donde surge el deseo, el amor y el goce. Un universo sin culpa es la pretensión del hombre del placer, que puede encarnarse muy bien en Sade; posición que curiosamente se reencuentra en el hombre neo-liberal. Por oposición, el santo se abstiene de todo goce para gozar de todo.
El analista es alguien que goza tanto que hace hablar a su analizante del goce que lo causa.
Bernardino Horne, comentador, se pregunta: ¿qué hace que los sueños retornen tan fuertemente en los pases? Por el nudo entre significante y ombligo del sueño: ahí es posible ubicar un real.
Cita a Miller cuando, citando éste a Pascal, dice: lo singular requiere el instante de ver.
Luís Salamone, comentador, anota que el final se produce al encontrar un núcleo de goce y la necesidad de tomar una distancia del mismo.
El deseo del analista es deseo impuro, algo que se manifiesta en el seminario XI: se halla contaminado por el goce y el fantasma, impuro por el goce que lleva, como señaló en su momento Serge Cottet.
Preguntará además por la cuestión de los restos fantasmáticos, algo que es en efecto una expresión nueva. Al final del análisis es posible encontrar un nombre de goce, pero es justamente de lo que se toma distancia.
Del texto de Naparstek pone énfasis en esa expresión, “dejarse engañar”, y ahí no cabe hablar de la verdad mentirosa, sino de lo real mentiroso.
Del texto de Antoni Vicens señala que el analista goza de hacer decir al analizante lo que causa su goce.
Estela Paskvan, comentadora, subraya la conveniencia a la vez que la dificultad de que el cartel pueda deponer las defensas, esto es, los prejuicios de saber. Hay que soportar el no saber hasta la argumentación. Los analistas son, al modo del film de Luís Buñuel “Viridiana”, aquellos que eligen salvarse por los desechos. Pero el resto, a veces, se presenta como equivalente al sinthome; lo que queda de la separación del fantasma. Lo que queda como cifra del desciframiento llevado hasta el final. Pero interesa saber qué uso hace el pasante de él. Si bien el resto no se puede usar, tampoco es lo que se reduce a la impotencia.
Catherine Lazarus-Matet, también comentadora, rescata que se trata en el proceso del encuentro con el pasador de que éste se deje atravesar por la enunciación del pasante.
Serge Cottet interviene para señalar que hay un elemento esperado por el cartel del pase, pero que se encuentra en muchas ocasiones como faltante. Es preciso reconstruirlo; esto es propiamente el trabajo del cartel del pase. En un caso, el trabajo del pasante fue presentar de qué forma corrigió los actos analíticos que de cierta forma estaban siempre contaminados por su neurosis.
Presentación de la edición castellana de los Otros escritos de Jacques Lacan.
Graciela Esperanza:
Destaca la extrañeza enorme… era imposible traducir. Insiste en la extrañeza de algunas frases de Lacan.
Guy Trobas:
Recordará que el lingüismo no existe. Traerá un dicho de Umberto Eco: “Decir casi lo mismo”, la traducción es una permanente negociación, lo que se obtiene es a costa de una renuncia porque la traducción no puede ser toda.
La clínica
Las marcas del control.
Mauricio Mazzotti:
Aquél que controla sabe luchar contra la idea de que sabe, contra la infatuación que produciría la idea del “ser analista”. El control modificó claramente la práctica. Tampoco procede perder de vista que el control es una experiencia subjetiva. ¿Sobre qué recae la misma?
Ana Ruth Najles:
El control del acto analítico, en tanto siempre fallido, es el control de la política del analista. Si Lacan afirmaba que el analista es un vertedero, es porque es por un lado el lugar, y por el otro aquél que forma parte del lazo.
El control no es el análisis, pero se relaciona con él por la vía de la transferencia. El control examina el punto de conexión entre el lugar y el lazo.
Finalmente, el control verifica el lazo del analista con el psicoanálisis.
Jésus Santiago:
El atributo de cualquier neurosis es la demanda del Otro. El síntoma es una recuperación del retorno de lo reprimido. La pérdida de la fuerza oracular de lo simbólico se torna rutina.
Señalará la “actualidad clínica de las marcas y del factor ordinario en las psicosis”.
Dará como ejemplo una neurosis obsesiva: hacer del Otro un muerto garantizaba no querer saber nada de la castración.
Hebe Tizio:
Pondrá sobre la mesa la expresión “la experiencia del control”.
Si proviniera del discurso del amo, el control sería para todos, sería sin fisuras porque podría controlar la castración. En el discurso analítico, en cambio, se trata de un control que no controla nada, pues sabe que no hay Otro del Otro, es una experiencia singular.
Poner a control quiere decir hacer pasar por el Otro; dar cuenta de las razones.
Control y conversación van juntos.
El psicoanálisis es el único lugar que da lugar a las consecuencias del decir, del goce.
¿Qué se pone a control? La posición sintomática en relación al discurso analítico. Se trata de descubrir cómo sus marcas de goce se embroza en el discurso.
Es preciso recordar que no se puede trabajar desde la identificación al propio analista. Lo curioso es que es el propio practicante el que tiene horror de su singularidad, de su propia singularidad hecha acto.
Lacan siempre ponía énfasis en el punto de no saber, animaba al practicante a seguir su propio movimiento.
Esto implica poner a distancia al otro, no esperar del analizante nada preestablecido.
¿Clasificar y medicar?
Carole Dewambréchies-Lasagna:
Considera que el rechazo de la locura contemporánea es también un rechazo del psicoanálisis. Señalará que forclusión de facto y forclusión de estructura se distinguen, pragmáticamente, en la última enseñanza de Lacan.
Sérgio Laia:
El DSM-V no será ateórico, sino que será un mecanismo para poder directamente destituir de un cuerpo al sujeto evaluado.
Freud situará (y lo podemos poner en relación a lo anterior) la lógica de una cantidad que no es medible.
El analista, frente a la clínica contemporánea, puede ser un objeto localizador del goce del analizante.
Es la incomensurabilidad del goce lo que hace de éste una marca de lo real.
Guillermo Belaga:
Hablará sobre la categoría del “bipolar soft o si te pasas de la raya te medico”.
El psicoanálisis no responde a uno.
El resto aquí no es otra cosa que la especificidad del síntoma.
El DSM como sistema clasificatorio no es otra cosa una mezcla de orientaciones pragmatista y nominalista.
Gil Caroz:
En el siglo XX la técnica toma el lugar del saber. Las cámaras de gas encarnan lo que escapa al saber, que no pudo predecirlas. La ideología nazi fue para la técnica la ocasión de desplegarse por la vía de estas cámaras de gas.
“Una clasificación a-teórica y cuerpo globalizado”: en efecto, el DSM se pretende ateórico desde su tercera versión, cuando se declaró como tal.
Hoy, la APA y la OMS no son sino herramientas al servicio de la técnica, que anda hoy bastante desquiciada.
Frente al entusiasmo por la clasificación y por abordar el todo, los analistas responderán con lo real de abordar el caso por caso.
Antonio Di Ciaccia comentará que en efecto, cuando la causa no es captada en lo simbólico reaparece en lo real (cámara de gas).
Vicente Palomera:
Usará la expresión de “El racismo de los discursos”: en efecto hoy las etiquetas nombran la violencia de la segregación (mobbing, road rage, y otros términos). Es una violencia que denuncia el ideal democrático de tomar un sujeto exclusivamente como un voto contable. Para Lacan una raza se constituye como efecto de discurso en función a como se colocan los distintos elementos.
Todo juicio es fantasmático y por lo tanto un modo de goce.
Pondrá de manifiesto cómo el sacrificio inútil de la histérica contrasta con la fobia del deseo del Otro en la neurosis obsesiva.
No hay que demonizar el psicofármaco pues en ocasiones permite orientar la pregunta.
La causa subjetiva singular de cada uno es donde lo incalculable tiene un lugar.
Es importante tener en cuenta cómo el sujeto reacciona frente a los destinos que fabrica el inconsciente, cómo se sintió frente a lo real.
Antonio Di Ciaccia: “Toda formación humana es por ausencia, y no por accidente trata de reprimir el goce”: un discurso determina una raza de goce.
Presentación del Tema del IX Congreso de la AMP: Conferencia de Jacques-Alain Miller.
Jacques-Alain Miller va a plantear una serie de tres temas. Se trata con ello de dejar atrás el siglo XX.
Hay propiamente dos discursos de la modernidad: la ciencia y el capitalismo. Se trata de discursos que destruyen la estructura tradicional de la experiencia humana. Una de las consecuencias que percibimos es que el lugar del padre se ha resquebrajado. No olvidemos que el nombre del padre es siempre según la tradición. Frente a eso, y por ello, es preciso recordar que el propio Lacan denosta constantemente el nombre del padre, para finalmente no hacerlo más que una suplencia, bajo la forma de un sinthome, a un agujero: el de la inexistencia de la relación sexual. Otra forma de rebajamiento del Nombre del Padre es la formulación lacaniana: “todo el mundo delira”; no es un chiste, traduce la extensión de la categoría de la locura a todos los hablantes. Todos padecen de la misma carencia de saber qué hacer con la sexualidad. Es lo que comparten las estructuras clínicas: neurosis, perversión y psicosis.
Para nosotros, el objetivo es entrar más a fondo en las consecuencias de dicha perspectiva estudiando las formas en que lo real se revela en el siglo XXI. De lo real, es preciso recordar que Lacan ha hecho del mismo un uso que le es propio. En efecto, a lo largo de su enseñanza este real no ha sido siempre el mismo.
Jacques-Alain Miller señala que hay “un gran desorden de lo real en el siglo XXI”. Este será el título que orientará el trabajo en el congreso de la AMP, en París en 2014: En esta conferencia tratará de comunicar algunos de sus pensamientos sobre este tema.
Antaño, a lo real se lo llamaba naturaleza. Éste era el nombre de lo real cuando no había desorden en lo real. Lo real es eso que siempre vuelve al mismo lugar. Este real-naturaleza remitía pues al concepto mismo de orden. A esto se opone el significante en tanto se caracteriza por el desplazamiento (se conecta, se sustituye del modo metafórico, metonímico), y siempre vuelve en lugares inesperados.
. Lo real, en cambio, no sorprendía, aparecía sistemáticamente en el mismo lugar. Así, lo real tenía función del Otro del Otro, siendo esta la garantía misma del orden simbólico. La naturaleza permite así la conjunción entre lo simbólico y lo real. Todo orden humano debía pues seguir el orden natural. El Nombre del Padre es la clave del orden real simbolizado.
La física en la antigüedad es así una tópica, un conjunto de lugares situados. Con el cristianismo todo sigue igual, hay orden divino, imponiéndose el concepto de orden natural con Santo Tomás de Aquino.
Aún hoy, la Iglesia Católica lucha por preservar el orden natural de lo real (en su forma de abordar la sexualidad a partir de la familia, por ejemplo). Es admirable como causa perdida. En efecto, hoy sentimos que lo real ha escapado a la naturaleza. Es justamente en tanto causa perdida que la Iglesia encuentra su triunfo: hay nostalgia del orden perdido que, aunque no se puede recuperar, sigue vigente como ilusión.
En la ciencia se busca en cambio tocar lo real, hacerlo obedecer, amaestrarlo. La magia, por otra parte, es considerada por Lacan, en su escrito ‘La ciencia y la verdad’ como una de las cuatro posiciones de la verdad. Estas posiciones anticipan algo de los cuatro discursos. La magia era como la brujería y por ello fue perseguida; era en el fondo un anhelo hacia el discurso científico. Newton, no en vano, fue un distinguido alquimista.
La magia es eso que hace hablar a la naturaleza cuando la ciencia le hace callarse. La ciencia aborda la naturaleza por la fórmula: en efecto, Galileo sentenciaba que la naturaleza está escrita en lenguaje matemático.
En cuanto a Lacan, es preciso señalar que se preguntaba si el psicoanálisis no era una suerte de magia. Y es que hay una mutación en el momento en que la ciencia aborda la naturaleza: es la de señalar que hay un saber en lo real. Hablamos aquí del Dios del saber del siglo XVII, ese Dios que calcula como bien opina Leibniz. O aquél que se confunde con el cálculo mismo, como leemos en Espinoza.
Es con los filósofos del XVIII que la naturaleza desaparece y se desvela lo real.
Sería una tentación decir que el inconsciente es saber en lo real. Esta idea es un último velo que hay que levantar. El saber científico da un toque de atención en este sentido: en efecto, hay leyes, y nadie debe enunciarlas para que sigan vigentes. Así, Einstein se refería a un Dios honesto que no deja nada al azar, en contra de esa física caótica abanderada por un Max Planck.
La ciencia contemporánea ha necesitado dejar lugar al azar y a la incertidumbre, haciendo caer el sujeto supuesto saber. Tampoco la materia equivale hoy a lo real. Con la física subatómica la materia se desvanece como se desvanece La Mujer. Lo real es pues, hoy, sin ley. Se corta la conexión entre el saber y lo real. Es bajo la noción de movimiento constante que lo sólido se desvanece en el aire.
Capitalismo y ciencia hacen desaparecer la naturaleza y lo que queda en lo real. Hubo un tiempo en el que Lacan enseñaba el inconsciente como un saber en lo real; es la época de las leyes del significante, del inconsciente estructurado como un lenguaje.
Se abrió a otra dimensión con la lalengua: no hay ley de la dispersión de las lenguas. Cada lengua se forma como contingencia, como elucubración entre saber y real.
En la transferencia se instituye un sujeto supuesto saber para producir un saber en lo real. “No tiene sentido” es uno de los criterios de lo real. Lo real no responde hoy a ningún querer decir. Y es que se desdibuja hoy como un puro shock pulsional, un fragmento asistemático. No responde a ninguna ley, es contingente; hay en efecto un desvío del goce respecto de lo que el goce debería ser. Lo real de Lacan no es pues el real de la ciencia.
Las fórmulas de la sexuación son una tentativa heroica de producir una ciencia de lo real, como sucede con la lógica. Pero este siglo XXI nos muestra ya una sexuación por completo desordenada. No olvidemos a este respecto que nuestros casos son siempre construcciones lógico-clínicas construidas en transferencia. El lo real hay siempre ruptura entre causa y efecto.
En psicoanálisis observamos siempre cierta opacidad del vínculo, y es por ello que hay inconsciente. En el siglo XXI se trata para el psicoanálisis de explorar, no ya la represión, sino este real sin ley. El inconsciente del último Lacan está propiamente por debajo del inconsciente freudiano: es más bien equivalente a lo real.
La orientación es pues tratar, en la interpretación, de desbaratar la defensa, de cara a hacer surgir lo real. El inconsciente real no es sino un “así es”.
En esto, el deseo del analista, que no es puro, es llevar del Otro a lo real, vaciando el sentido. ¿Qué vale aquí la representación del nudo? ¿Para qué nos sirve? Se trata de llegar a esa cosa de la existencia, su propio irremediable.
Crónica del VIII Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis.
Buenos Aires, Argentina.
23 al 27 de abril de 2012
NODVS XXXVII, juliol de 2012