Eros, Ereignis y Wild Bunch

Investigación preliminar presentada y debatida en el cartel 'Psicoanálisis y Política', el 10 de diciembre de 2012, con los siguientes integrantes: Francesc Vilà (Más Uno), Erick González, Howard Rouse, Héctor García. 

  • Publicado en NODVS XXXVIII, gener de 2013

Resum

El trabajo pretende, partiendo de un examen de dos textos que Lacan propone en 1967, dilucidar algunas claves para una propuesta de política lacaniana. Dos son los puntos de sostén: la ausencia de acto del acto, y la efectuación de un Ereignis que sobrevuele y subvierta la insignia que ubicaría para el Otro el psicoanálisis en la ciudad. La pregunta por la relación entre el amor y la política dibujan la compleja articulación entre la ética que puede fundar un común de los analistas, y la posición táctica y estratégica que necesita el psicoanálisis para encontrar un lugar legítimo en el mercado de los saberes.

Paraules clau

Acto analítico, política, transferencia, falta en ser, Escuela.

 

Elucidar la política desde la interpretación analítica, que opera por el corte que separa significante y significado, sería idealmente uno de los ejes de trabajo del cartel que nos reúne. ¿No es esto tomar la política por la táctica, si nos atenemos a las categorías que Lacan retoma de Clausewitz en su escrito ‘La dirección de la cura’[1]?

Situar la política como el objeto de la sabia mirada del no-analista equivoca que el marco posible de la dimensión analítica presupone ya de por sí una elección política. Ésta no es otra que la consideración del acto analítico (¿hay acaso acto que no lo sea?[2]) como atravesamiento de la acción por la no acción que impone la estrategia: la transferencia. Si el tigre sólo salta una vez, es preciso recordar que salta en la selva fantasiosa, en ese cara a cara que vela el rugido de la bestia, real del analista[3].

La política domina a ambas[4], estrategia y táctica, y por ello escindir el lugar del analizante del de la política de la que es producto, suponiendo que ésta podría subsumirse en un concepto que hiciera de ella objeto cognoscible, no es sino una forma de clausurar la subversión lacaniana, cuya epistemología se sostiene de la lógica del fantasma.

Sepamos pues que adentrándonos en la política no hacemos sino explorar la constitución misma de la operación subversiva a la que toda experiencia analítica auténtica aspira.

 

En la política, lo más firme del militarismo analítico, el analista haría bien en orientarse por la falta en ser[5]. Esta directriz del general justifica algunos interrogantes que dan pie al presente trabajo: ¿hasta dónde el amor es una política? ¿Qué clase de política permite el amor?

 

Demos por sabido que el amor encuentra su condición de posibilidad y de ejercicio espiritual en la falta en ser. Concedamos por un instante que esta forma de abordaje, que excluye de la psicosis al amor como tal (es preciso resistirse a veces a las afirmaciones de Lacan para interrogar qué se juega ahí en lo que los loros repetimos), sea universal al capital neurótico, si bien no sea sino por darse en la relativa contingencia que imponen ciertas condiciones de elección de objeto.

Entremos de lleno, con estos presupuestos, en la espinosa coyuntura que nos ocupa, elucidar qué clase de política es la que se autoriza en la falta en ser. ¡Política peculiar! Quizás sería más apropiado invertir la sentencia de ese Sun-Tzu moderno y occidental que introducíamos al inicio del texto: “La guerra es la continuación de la política por otros medios”.

 

Digamos entonces con Freud que la política falla en la continuación de la guerra por otros medios, desembocando en el malestar. Es decir, que la cultura es una forma de hacer síntoma con la dinámica pulsional, no sin la dinámica pulsional que la preexiste[6]. O, en palabras de Rancière, que la política es escandalosa al albergar en su racionalidad la racionalidad del desencuentro[7].

 

Hay otras formas de definir la política: como fractura de la verdad[8]; o como forma colectiva de hacer con la muerte y con la sexualidad[9]. En ambos casos, abordamos la política por la vía de una excepción que introduce la verdad socrática, y por oposición al igualitarismo aristotélico[10], que sitúa la mesura como universal ahí dónde la excepción habilita un hiato para un camino Otro.

 

Inspirándonos en el ‘Discurso en la École de la Cause Freudienne’, diremos que la política se asienta en la ausencia del acto del acto[11]. Es así cómo el acto depende de la política: Dios tiene nombre de inexistencia, de agujero[12], ahí dónde lo real del goce se impone. De ahí el recurso a una ética que oriente la política, ya que no cualquier goce es digna referencia para esa ruptura que es el acto.

 

Si ethos referencia, el Otro teñido de Amo no es sino aquél que aguarda del otro lado de la empalizada, enarbolando la lanza puntiaguda del S1 del discurso común que nos afecta: exijamos, a todos, la salud mental basada en la evidencia. Procede una extirpación quirúrgica que aísle el objeto que el discurso analítico produce, del mundo totalitario de los semblantes falazmente democráticos del para todos. No corresponde al discurso analítico una dialéctica amatoria con este partenaire normativo, a pesar de que el Amo reside aún en el núcleo real de la Escuela de psicoanálisis mediante la vía implacable de la identificación, en la medida en que no todos somos no-analistas no-minados.

 

¿Acaso estamos entonces en condiciones de no ser un ejército? Quizás sea más prudente asumir que, en el mejor de los casos, somos un ejército no-todo, lo cual no está del todo mal para encarar esos ataques represivos del Amo memo cuyo advenimiento repetitivo señala la verdad que nos ocupa.

Añadamos lógicamente que no hay política sino del Otro, o lo que es lo mismo, no hay política sin la ficción de la verdad, sin el malestar en el vínculo social. La política de la subversión del psicoanálisis didáctico no es sin el hilo[13] que guiaría la buena praxis. ¿Habría entonces política de puertas para adentro, en nuestra Corte gozadora de los banquetes, atrincherada entre los muros de la fortaleza, en oposición a una política de puertas para afuera?

 

Sí, irremediablemente. Si la primera se funda en el vacío estructural del ser para la muerte, el decir y el sexo, en un vínculo cuya condición de posibilidad es la soledad de lo singular del goce en el parloteo[14], la segunda necesitará una comprensión opaca y analítica de los señuelos del disco-ursocorriente. En efecto, el Amo contemporáneo, esclavo de la lógica imaginaria, acusará de totalitarismo[15] a todo discurso subversivo que se le presente, por el bien de todos; o lo tornará banal transformándolo en golosa mercancía pseudo-revolucionaria.

 

Sepamos pues que no es sino por la vía de la identificación a una insignia (S1a) por la cual el psicoanálisis de orientación lacaniana surgirá, de facto, en el campo de la Polis global. Ahí se lo percibirá como siendo exclusivamente una secta, por intuir en su seno cierta verdad privada, esto es, que constituimos una comunidad de goce. Como cualquier otra, se dirá con condescendencia, pero sotto voce la inercia bienpensante del progresista o del liberal la juzgará profundamente más desagradable. Sólo en la medida en que su ética haga prevalecer lo real por encima de los efectos de discurso que permiten el entusiasmo en la Escuela tendrá ocasión de aspirar a cierta subversión en la comunidad.

 

La política del psicoanálisis exige el acto auténtico, un Ereignis que se sostiene del duelo de su garantía, de su fundamento, lo que permite que el campo colectivo (Escuela o sociedad civil) emerja fracturado[16]. Es la verdadera política, la que implica consecuencias, también concesiones calculadas en una dialéctica sostenida sobre la radicalidad de los principios incorporados en el ser.  ¿Y qué es el amor sino un instante de Ereignis[17] que se constituye a la postre como necesidad? Una elección inconsciente teñida de lo más singular de la pulsión[18]

 

Más allá del enamoramiento, ilusión de completud gozosa sostenida en i’(a), servidumbre fantasmática que es dependencia en relación a las exigencias obscenas del superyó[19], hay un amor, el de la diferencia absoluta, el amor del traumatismo asentado en Lalengua[20] que es vacío de significación fálica.

Hacer de esta decisión de goce ex-nihilo algo que apele a lo múltiple es sustentable en un Común que, éxtimo al universal, es no-todo. Ello es irreductible al cálculo del valor[21], y no por azar Lacan sostuvo que el discurso capitalista forcluye el amor.

¿Necesita entonces la acción lacaniana de una desfundamentación de la izquierda?

Nuestra apuesta es que necesita, por encima de todo, de un wild bunch[22] de no-analistas dispuestos a llevar hasta las últimas consecuencias la subversión en el campo político, fuera de la ciudadela analítica. En el ocaso, no la muerte, tampoco el padre; quizás, la vida trastocada en su estilo.

Notes

[1] Lacan, J. (1966). La direction de la cure et les principes de son pouvoir. pp. 588-591.

[2] Lacan, J. (2001). Discours à l’École Freudienne de Paris. p. 265.

[3] Lacan, J. (2001). Proposition du 9 d’octobre sur le psychanalyste de l’École. p. 254.

[4] Lacan, J. (1966). La direction de la cure et les principes de son pouvoir. p. 589.

[5] Ibid.

[6] Freud, S. (1930/1992). El malestar en la cultura. p. 117.

[7] Rancière, J. (1996). El desacuerdo, política y filosofía. p. 11.

[8] Definición de Marcel Gauchet, citada por Jacques-Alain Miller en su texto ‘Intuiciones Milanesas’ en Cuadernos de Psicoanálisis 29. p. 25.

[9] Vilà, F. (2012). Reunión de febrero de 2012 del cartel ‘Psicoanálisis y política’.

[10] Rancière, J. (1996). El desacuerdo, política y filosofía. p. 7.

[11] Lacan, J. (2001). Discours à l’École Freudienne de Paris. p. 265.

[12] Ibíd., p. 278.

[13] Miller, J.-A. (2008). Choses de finesse en psychanalyse. Cours du 12 novembre 2008. Inédit.

[14] Alemán, J. (2012). Soledad: Común; Políticas en Lacan. pp. 53, 54, 57.

[15] Rancière, J. (2005). El odio de la democracia. pp. 13-16.

[16] Alemán, J. (2012). Soledad: Común; Políticas en Lacan. pp. 43, 44.

[17] Heidegger, M. (1938). Aportaciones a la filosofía o del acontecimiento. p. 75.

[18] Freud, S. (1912/1992). Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa. p. 181.

[19] Alemán, J. (2012). Soledad: Común; Políticas en Lacan. p. 46.

[20] Ibíd., pp. 58, 59.

[21] Ibíd., p. 63.

[22] Wild Bunch, película de Sam Peckimpah. (1969). Con William Holden y Enerst Borgnine.

Bibliografia

- Alemán, J. (2012). Soledad: Común; Políticas en Lacan. Madrid: Clave Intelectual.

- Freud, S. (1912/1992). Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa. En Obras completas de Sigmund Freud, tomo XI. Buenos     Aires: Amorrortu.

- Freud, S. (1930/1992). El malestar en la cultura. En Obras completas de Sigmund Freud, tomo XXI. Buenos Aires: Amorrortu.

- Heidegger, M. (1938). Aportaciones a la filosofía o del acontecimiento. Edición digital a cargo de Escuela de Filosofía, Universidad ARCIS.

    www.philosophia.cl/biblioteca/Heidegger/ereignis.pdf

- Lacan, J. (1966). La direction de la cure et les principes de son pouvoir. En Écrits. Paris : Seuil.

- Lacan, J. (2001). Proposition du 9 d’octobre sur le psychanalyste de l’École (págs. 243-259). En Autres Écrits. Paris : Seuil.

- Lacan, J. (2001). Discours à l’École Freudienne de Paris. En Autres Écrits (págs. 261-281). Paris : Seuil.

- Miller, J.-A. (2004). Intuiciones Milanesas. Cuadernos de Psicoanálisis, 29.

- Miller, J.-A. (2008). Choses de finesse en psychanalyse. Cours du 12 novembre 2008. Inédit.

- Rancière, J. (1996). El desacuerdo, política y filosofía. Buenos Aires: Nueva Visión.

- Rancière, J. (2005). El odio de la democracia. Edición digital: Introducción, traducción y notas de Eduardo Pellejero. 

    http://es.scribd.com/doc/21195725/Ranciere-Jacques-El-odio-a-la-democracia-2005.

Héctor García de Frutos

Eros, Ereignis y Wild Bunch

NODVS XXXVIII, gener de 2013

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