Lo inconsciente en su relación con lo “Heimlich” y lo “Unheimlich”.
Ensayo realizado, junto a Anna Aromí como docente tutora, para la obtención del CEC -Certificado de Estudios Clínicos de la SCB-.
A través de este Ensayo, me propongo abordar y situar el concepto de lo inconsciente en su relación con lo familiar (cadena significante, el inconsciente es el discurso del Otro, las líneas del destino…) y lo siniestro (compulsión a la repetición, goce…).
Me centraré en el concepto del “inconsciente freudiano” en la primera enseñanza de Lacan, para luego abordar lo que él denomina “el nuestro”, en el Seminario Libro XI Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, guiándome y estudiando los siguientes textos:
- Freud, S. (1919). Lo ominoso. Obras completas, Volumen 17, Buenos Aires: Amorrortu editores, 1994.
- Lacan, J. (1938). La familia. Rosario – República Argentina: Axis, 1985.
- Lacan, J. (1938). Les complexes familiaux. Paris: Navarin, 1984.
- Miller, J-A. (1993). "Cosas de familia en el inconsciente". Introducción a la Clínica Lacaniana, Barcelona: RBA, 2007.
“Heimlich / Unheimlich” (S. Freud) , “La familia / Los complejos familiares” (J. Lacan), La familia y el Inconsciente (J-A. Miller)
Lo inconsciente en su relación con lo “Heimlich” y lo “Unheimlich”.
- Introducción
- Desarrollo teórico: ¿qué dicen los textos?, ¿qué aportaciones encontramos en ellos?
- “Heimlich / Unheimlich” (S. Freud)
- “La familia / Los complejos familiares” (J. Lacan)
- La familia y el Inconsciente (J-A. Miller)
- Conclusiones: ¿qué relación posible entre estos elementos?
- Bibliografía citada
- Bibliografía consultada
Docente tutora: Anna Aromí.
Participante: Laura Bueno.
Índice
- Proposición de Ensayo……………………………………………………….4
- Introducción…………………………………………………………………….5
- Desarrollo teórico: ¿qué dicen los textos?.............................................7
- “Heimlich / Unheimlich”…………………………………………….7
- S. Freud, “Lo ominoso”……………………………………….....7
- Nota introductoria....................................................................7
- Cap. I………………………………………………………………...7
- Cap. II………………………………………………………………..9
- Cap. III……………………………………………………………...12
- ¿Qué aportaciones encontramos en el texto?....................14
- “La familia / Los complejos familiares”………………………...16
- J. Lacan, “La familia” [Les complexes familiaux dans la formation de l’individu]…………………………………………16
- Nota introductoria……………………………………………….16
- Introducción: La institución familiar…………………………17
- I- El complejo, factor concreto de la psicología familiar…19
- 1. El complejo del destete……………………………………...20
- 2. El complejo de la intrusión………………………………….22
- Los celos. Arquetipo de los sentimientos sociales……….22
- 3. El complejo de Edipo………………………………………...23
- II- Los complejos familiares en patología…………………...25
- La familia y el Inconsciente……………………………………….27
- J-A. Miller, “Cosas de familia en el inconsciente”………...27
- Nota introductoria……………………………………………….27
- El Barroco y lo Soso…………………………………………….27
- La familia………………………………………………………….28
- Lo que se cura y lo que no se cura con la palabra………..31
- Conclusiones: ¿qué relación posible entre estos elementos?...........33
- Bibliografía citada………………….………………………………………..42
- Bibliografía consultada………………………………...…………………...45
- Proposición de Ensayo
Es en el Seminario de Conceptos Fundamentales, El concepto de inconsciente, impartido por Anna Aromí en el primer cuatrimestre del curso 2007-2008 donde trabajamos y aislamos las diferentes definiciones que J-A. Miller propone para este concepto en algunos de los textos que componen el libro Introducción a la Clínica Lacaniana. Allí entro en contacto por primera vez con el texto de Miller Cosas de familia en el inconsciente. Dicho texto, a través de un efecto après-coup, a posteriori, resignifica y pone en serie para mí el texto de Freud Lo ominoso y el de Lacan La familia.
A través de este ensayo, me propongo abordar y situar el concepto de lo inconsciente en su relación con lo familiar (cadena significante, el inconsciente es el discurso del Otro, las líneas del destino…) y lo siniestro (compulsión a la repetición, goce…). Es Anna Aromí quien, en una de nuestras conversaciones me orienta y formaliza: a lo que me estoy refiriendo con este título, que en un principio no deja de ser enigmático, es al inconsciente en su vertiente simbólica -inconsciente en su relación con lo “Heimlich” (lo “familiar”, íntimo)- y en su vertiente real -inconsciente en su relación con lo “Unheimlich” (lo siniestro)-.
Me centraré en el concepto del “inconsciente freudiano” en la primera enseñanza de Lacan, para luego abordar lo que él denomina “el nuestro”, en el Seminario Libro XI Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, guiándome y estudiando los siguientes textos:
- Freud, S. (1919). Lo ominoso. Obras completas, Volumen 17, Buenos Aires: Amorrortu editores, 1994.
- Lacan, J. (1938). La familia. Rosario – República Argentina: Axis, 1985.
- Lacan, J. (1938). Les complexes familiaux. Paris: Navarin, 1984.
- Miller, J-A. (1993). "Cosas de familia en el inconsciente". Introducción a la Clínica Lacaniana, Barcelona: RBA, 2007.
- Introducción
Uno habla desde un lugar Otro, y sólo lo hace desde aquello en lo cual uno está concernido, desde aquello que atraviesa su deseo…
La elección de este tema está relacionada con el trabajar teóricamente dos binarios que pueden ser considerados como las preguntas esenciales para el discurso psicoanalítico: la oposición entre yo-sujeto y entre saber-goce.
El yo no es el sujeto. Me estoy refiriendo al sujeto del inconsciente, al sujeto dividido. Al $, a ese estatuto del sujeto que lo mantiene como dividido, en oposición a toda concepción unificante como intentan sostener / imponer la egopsychology y las diferentes “teorías psi” actuales.
Para Lacan, desde sus más remotos orígenes -como veremos en el análisis del texto La familia / Les complexes familiaux- no se trata de una división que se pueda -ni se deba- superar. Más adelante, en su enseñanza, nos ilustrará y hará clave el concepto de castración, nombrando a través de él la división del sujeto como no superable.
También, a través de este ensayo pretendo situar cómo Lacan llega a aislar su propia versión del inconsciente, nombrándolo, en el Seminario XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis[i], “el nuestro”. Como nos recordó Judith Miller en el VIII Congreso de la AMP[ii], la última enseñanza de Lacan no invalida la primera, lo real, lo simbólico y lo imaginario continúan siendo la brújula.
El inconsciente lacaniano no se confunde con la repetición de lo mismo, sino que es la hiancia del sujeto en tanto tropiezo y está abierto al futuro, a lo que vendrá y no meramente a la repetición del pasado.
Como hemos trabajado este año en el SCF, en el Seminario XVI, Lacan se sirve de la lógica y las matemáticas para esclarecer la articulación lógica entre saber y goce. Él realiza el camino que va desde el Otro simbólico –lugar del lenguaje, tesoro de los significantes, efectos de verdad…-, al cual piensa como inconsistente, hacia el objeto a –plus de gozar, efectos de goce- consistencia de orden lógico que responde a la inconsistencia del Otro. En el seminario citado se trata para Lacan de construir el discurso psicoanalítico, la relación del sujeto con el goce, es decir, a qué tipo de discurso debe responder la experiencia psicoanalítica para que, por medio de la palabra, se pueda tratar el goce. El analista no debe agregar más sentido al saber inconsciente, ya que se trata de la falta de sentido y de la falla, se trataría pues, de la falta en el Otro y sus consecuencias…[iii]
Intentaré cernir en este ensayo, cómo el problema crucial del psicoanálisis entre saber y goce, esta presente en la enseñanza de Lacan desde sus comienzos, o al menos, estando bien orientados podemos llegar a leerla. Y es aquí donde, como practicantes del psicoanálisis nos preguntamos: ¿Cómo orientarnos en nuestra práctica clínica? ¿Cómo incidir desde lo simbólico en lo real? Ya que si esto fuera imposible, el psicoanálisis podría ser una estafa… Entonces, ¿qué relación hay entre la articulación significante y la investidura libidinal?, ¿entre significante y goce?, ¿entre inconsciente y real?
Pensamos que en esta oposición se inscribe nuestra pregunta sobre la relación de lo inconsciente con lo Heimlich y lo Unheimlich.
“Creemos decir lo que queremos, nos dice Lacan, pero lo que decimos es lo que quisieron los demás. Y allí Miller agrega: somos particularmente hablados por nuestra familia”.[iv]
Entonces, ¿qué relación hay entre estos dos binarios –yo/sujeto, saber/goce- con el tema elegido: “Lo inconsciente en su relación con lo Heimlich y lo Unheimlich”?
Esto es lo que me propongo elucidar a través de este ensayo, sirviéndome y trabajando la oposición de los siguientes términos: yo-sujeto, goce-saber, inconsciente-real, Heimlich-Unheimlich, familia-complejos familiares, Otro-Uno… abordar dichos conceptos y pensarlos en relación a la experiencia psicoanalítica.
“Al ser hablados por los otros, por nuestras familias, fabricamos azares que nos empujan a un destino. Es decir, transformamos contingencia en necesidad. Miller separa los azares, las casualidades, lo aleatorio del destino, en tanto está en la cuenta del Otro. Las casualidades, lo aleatorio queda en cambio del lado del Uno.”[v]
El sinthome es del Uno, el inconsciente del Otro.
- Desarrollo teórico: ¿qué dicen los textos?, ¿qué aportaciones encontramos en ellos?
- “Heimlich / Unheimlich”
S. Freud, “Lo ominoso” <> (1919).
Nota introductoria
Es James Strachey quien, ya en la nota introductoria a dicho texto, señala algo del detalle que intentaré cernir a través de este ensayo. Él nos cuenta que este trabajo, publicado en otoño de 1919, es mencionado por Freud en una carta a Ferenczi (12-5-19) en la cual le dice que “ha rescatado un antiguo manuscrito del fondo de un cajón y lo está reescribiendo”.[vi]
A su vez, es en este artículo dónde en uno de sus párrafos se asienta gran parte del núcleo de la obra Mas allá del principio del placer (1920), cuando habla de la “compulsión de repetición”, de ese fenómeno que deriva de la naturaleza más íntima de las pulsiones y que es lo suficientemente poderosa como para hacer caso omiso del principio del placer (sin embrago, aún falta aquí la referencia explícita a las “pulsiones de muerte”, pese a que ellas ya pueden ser inferidas).
Freud divide en tres secciones al trabajo que realiza en dicho texto, en la primera de ellas, plantea una extensa cita de un diccionario alemán con la consecuente dificultad de traducción. Como veremos, dicho obstáculo inicial va mucho más allá de las meras disquisiciones lingüísticas, y remite a la dificultad de atrapar lo real por lo simbólico, a la bipartición presente en el psicoanálisis que remite a la diferenciación: significante (palabra, representación…) /goce (pulsión, objeto, la cosa…). Es Freud mismo quien, ya en la primera sección de su texto, emprende esta bipartición separando el estudio de lo ominoso por el recorrido de dos caminos: por un lado, el del desarrollo del significado de la palabra, el de las lenguas; y por el otro, el del objeto-la cosa. Vayamos al texto:
I
¿Qué nos explica Freud acerca de lo ominoso? Que pertenece al orden de lo terrorífico, de lo que excita angustia y horror.
Freud se pregunta por el “núcleo”, vale decir, aquello específico que permite diferenciar algo ominoso dentro de lo angustioso. Como hemos dicho anteriormente, para develarlo, refiere que pueden emprenderse dos caminos: el desarrollo del significado que la palabra “ominoso” ha tenido en las diferentes lenguas y el agrupamiento de todo aquello (personas, cosas, impresiones y situaciones) capaces de despertarnos el sentimiento de lo ominoso. De ambos caminos se obtiene el mismo resultado: “… lo ominoso es aquella variedad de lo terrorífico que se remonta a lo consabido de antiguo, a lo familiar desde hace largo tiempo”.[vii]
La palabra alemana “unheimlich” es lo opuesto de “heimlich” (íntimo), “heimisch” (doméstico), “vertraut” (familiar)…
“Lo ominoso sería siempre, en verdad, algo dentro de lo cual uno no se orienta, por así decir”.[viii]
La ecuación ominoso = no familiar, a Freud no le vale, y por eso se dirige al estudio de otras lenguas; ya que tiene la impresión que muchas de ellas carecen de una palabra para este particular matiz de lo terrorífico. Podemos avanzar en relación a esto señalando que Freud ya esta refiriéndose y dando cuenta de algún modo de la imposibilidad de atrapar lo real por lo simbólico.
De las diferentes lenguas a las que Freud se refiere, yo recorto las siguientes:
Griego: ajeno, extraño.
Español: sospechoso, de mal agüero, lúgubre, siniestro.
Árabe y hebreo: “unheimlich” coincide con demoníaco, horrendo.
Freud hace todo el recorrido de la palabra “heimlich” de la lengua alemana. De todas las acepciones que da, resalto las siguientes:
Confiable, propio de la entrañable intimidad del terruño; el bienestar de una satisfacción sosegada, etc., una calma placentera y una protección segura, como la que produce la casa, el recinto cerrado donde se mora… calor hogareño… “Tanto más “heimlich” se le tornó ahora el hombre que apenas un rato antes le parecía tan extraño”. … “Calmo y amable”… “El lugar era tan apetecible, tan solitario, tan umbrío-heimlich”.
… “¿Heimlich? ¿Qué entiende usted por heimlich?”. “Pues (…) me ocurre con ellos lo que con un manantial sumergido o un lago desecado. No se puede andarles encima sin tener la impresión de que en cualquier momento podría volver a surgir el agua”. “Ah, nosotros lo llamamos unheimlich; ustedes lo llaman heimlich. Pero… ¿en qué le encuentra usted a esa familia algo de disimulado o sospechoso? “.[ix]
>… “Se llama unheimlich a todo lo que estando destinado a permanecer en el secreto, en lo oculto, (…) ha salido a la luz”.[x]
Podemos leer en esto, la ambigüedad del significante heimlich: “…entre los múltiples matices de su significado, muestra también uno en que coincide con su opuesta unheimlich. Por consiguiente, lo heimlich deviene unheimlich”. “…esta palabra heimlich no es unívoca, sino que pertenece a dos círculos de representaciones que, sin ser opuestos, son ajenos entre sí: el de lo familiar y agradable, y el de lo clandestino, lo que se mantiene oculto”.[xi]
Concluyendo en: “Entonces, heimlich es una palabra que ha desarrollado su significado siguiendo una ambivalencia hasta coincidir al fin con su opuesto, unheimlich. De algún modo, unheimlich es una variedad de heimlich”.[xii]
II
En relación al agrupamiento de todo aquello (personas, cosas, impresiones y situaciones) capaces de despertarnos el sentimiento de lo ominoso, citando a E. Jentsch (del lado de la bibliografía médico-psicológica), Freud comenta los siguientes ejemplos: la impresión que nos causan unas figuras de cera (duda sobre si en verdad es animado un ser en apariencia vivo, y, a la inversa, si no puede tener alma cierta cosa inerte), lo ominoso del ataque epiléptico y de las manifestaciones de la locura (sospechas de unos procesos automáticos, que se ocultarían quizá tras la familiar figura de lo animado). Cabe situar aquí una homología con las características esenciales del significante, vale decir, entender al significante como: elemental, anideico, automático…
También, estos procesos automáticos nos recuerdan al fenómeno elemental, al S1 solo, desenganchado de la cadena sin el S2 y al automatismo de repetición. Lo que caracteriza al significante es el desplazamiento, se conecta, se sustituye del modo metafórico y metonímico, y siempre vuelve en lugares inesperados.
También menciona como uno de los artificios más infalibles para producir efectos ominosos en el cuento literario, el de dejar al lector con la incertidumbre sobre si una figura determinada es una persona o un autómata. Como ejemplo, cita el cuento El Hombre de la Arena de Hoffmann.
“… el sentimiento de lo ominoso adhiere directamente a la figura del Hombre de la Arena, vale decir, a la representación de ser despojado de los ojos…”[xiii]
Freud nos explica que el dañarse los ojos o perderlos es una angustia… angustia por los ojos, angustia de quedarse ciego, que él sitúa como sustituto de la angustia ante la castración. También se refiere a la ambivalencia que envuelve dicha situación:
“…En la historia infantil, el padre y Coppelius figuran la imago-padre fragmentada en dos opuestos por obra de la ambivalencia; uno amenaza con dejarlo ciego (castración), y el otro, el padre bueno, intercede para salvar los ojos del niño”.[xiv]
Otra de las novelas de Hoffmann, maestro inigualado de lo ominoso en la creación literaria, comentada por Freud es Los elixires del diablo. En ella, como motivos de efecto ominoso, Freud destaca la presencia de “dobles”, la telepatía, la identificación con otra persona hasta el punto de equivocarse sobre el propio yo o situar el yo ajeno en el lugar del propio (duplicación, división, permutación del yo), y el permanente retorno de lo igual. Sirviéndonos de la lectura del Estadio del espejo…[xv] de Lacan, podemos pensar en la constitución misma del yo a través de un acto psíquico, identificación primaria, transformación producida en el sujeto cuando asume una imagen. La identificación, en el texto del Estadio del espejo, es pensada por Lacan como un momento que se repite en el sujeto humano desde los seis a los dieciocho meses, en el cual el infante coordina lo imaginario y lo simbólico haciendo de la imagen un símbolo, las imágenes son capturadas en un mundo simbólico. Es la operación psíquica que constituye al yo como tal. Siguiendo este desarrollo, podemos ayudarnos del concepto de la relación a-a’, relación imaginaria, para continuar avanzando en la lectura de Freud y en su referencia al doble.
Para estudiar el motivo del doble, Freud se refiere O. Rank (1914) quien estudia los vínculos del doble con la propia imagen vista en el espejo… el miedo a la muerte… historia genética (el doble fue en su origen una seguridad contra el sepultamiento del yo, una enérgica desmentida del poder de la muerte).
Nuevamente, Freud crea los conceptos y se debate con sus propias ideas: “La representación del doble no necesariamente es sepultada con ese narcisismo inicial... instancia… que sirve a la observación de sí y a la autocrítica, desempeña el trabajo de la censura psíquica… “consciencia moral”. En el caso patológico… el delirio de ser notado (...)…instancia… que puede tratar como objeto al resto del yo… ser humano capaz de observación de sí… posibilita llenar la antigua representación del doble con un nuevo contenido… autocrítica, narcisismo primordial”.[xvi]
Y concreta: “… el carácter de lo ominoso sólo puede estribar en que el doble es una formación oriunda de las épocas primordiales del alma ya superadas, que en aquel tiempo poseyó sin duda un sentido más benigno”.[xvii]
Según él, la perturbación del yo utilizada por Hoffmann es, la regresión a épocas en que el yo no se había deslindado aún netamente del mundo exterior, ni del Otro (estos motivos contribuyen a la impresión de lo ominoso).
Menciona también el factor de la repetición de lo igual como fuente del sentimiento ominoso, situaciones que describen el retorno no deliberado y que engendran el sentimiento de desvalimiento y ominosidad: “También en otra serie de experiencias discernimos sin trabajo que es sólo el factor de la repetición no deliberada el que vuelve ominoso algo en sí mismo inofensivo y nos impone la idea de lo fatal, inevitable, donde de ordinario sólo habríamos hablado de <>”.[xviii]
Y de este modo introduce la “compulsión de repetición”: “En lo inconsciente anímico… se discierne el imperio de una compulsión de repetición que probablemente depende, a su vez, de la naturaleza más íntima de las pulsiones; tiene suficiente poder para doblegar al principio de placer, confiere carácter demoníaco a ciertos aspectos de la vida anímica… y gobierna el psicoanálisis de los neuróticos en una parte de su decurso. Todas las elucidaciones anteriores nos hacen esperar que se sienta como ominoso justamente aquello capaz de recordar a esa compulsión interior de repetición”.[xix]
A la hora de validar sus hipótesis, Freud busca casos inequívocos de lo ominoso y los analiza. Habla de la angustia ante el “mal de ojo”: es una de las formas más ominosas y difundidas de la superstición. La fuente de la que nace esta angustia podría enunciarse así: “Quien posee algo valioso y al mismo tiempo frágil teme la envidia de los otros, pues les proyecta la que él mismo habría sentido en el caso inverso”.[xx]
Freud relaciona los ejemplos que cita de lo ominoso con el principio denominado por él como “omnipotencia del pensamiento”. Explicándonos que el análisis de dichos casos nos ha reconducido a la antigua concepción del mundo del animismo (llenar el universo con espíritus humanos, sobrestimación narcisista de los propios procesos anímicos, omnipotencia del pensamiento…). “Parece que en nuestro desarrollo individual todos atravesáramos una fase correspondiente a ese animismo de los primitivos, y que en ninguno de nosotros hubiera pasado sin dejar como secuela unos restos y huellas capaces de exteriorizarse; y es como si todo cuanto hoy nos parece <> cumpliera la condición de tocar estos restos de actividad animista e incitar su exteriorización”.[xxi]
En este punto, Freud relaciona la represión, la angustia y lo ominoso; cabe recordar que, en este momento de su enseñanza, Freud piensa que es la represión la que genera angustia. “… eso angustioso es algo reprimido que retorna. Esta variedad (de afectos) de lo que provoca angustia sería justamente lo ominoso… Si esta es de hecho la naturaleza secreta de lo ominoso, comprendemos que los usos de la lengua hagan pasar lo <Heimliche> (lo ) a su opuesto, lo <Unheimliche>, pues esto ominoso no es efectivamente algo nuevo o ajeno, sino algo familiar de antiguo a la vida anímica, sólo enajenado de ella por el proceso de la represión. Este nexo con la represión, le ilumina a Freud la definición de Schelling: “…lo ominoso es algo que, destinado a permanecer en lo oculto, ha salido a la luz”.[xxii]
Freud continúa analizando otros casos de lo ominoso, inventando y pensando contra sí mismo. Pone como ejemplo de lo ominoso a lo que se relaciona de manera íntima con la muerte, con cadáveres y con el retorno de los muertos, con espíritus y (des)aparecidos.
“Puesto que casi todos nosotros seguimos pensando en este punto como los salvajes, no cabe maravillarse de que la angustia primitiva frente al muerto siga siendo tan potente y esté presta a exteriorizarse no bien algo la solicite. Es probable que conserve su antiguo sentido: el muerto ha devenido enemigo del sobreviviente y pretende llevárselo consigo para que lo acompañe en su nueva existencia”.[xxiii] Nuevamente aquí, sirviéndonos de los desarrollos explicitados por Lacan en el estadio del espejo, podemos leer e inferir en esta cita de Freud a la relación dual de rivalidad imaginaria a-a’ en la cual el yo se constituye y aplicarlas a sus elucidaciones.
A su vez, Freud se pregunta dónde ha quedado la condición de la represión, necesaria para que lo primitivo pueda retornar como algo ominoso.
“Ahora hacen falta unos pocos complementos, pues con el animismo, la magia y el ensalmo, la omnipotencia de los pensamientos, el nexo con la muerte, la repetición no deliberada y el complejo de castración, hemos agotado prácticamente la gama de factores que vuelven ominoso lo angustiante”.[xxiv]
Otro ejemplo que nos da Freud de lo ominoso es la persona viviente que realiza el propósito de hacernos daño a través de fuerzas particulares (terreno del animismo), se refiere a la figura ominosa de la superstición románica, el gettatore, el que arroja la mala suerte, el mal de ojo. Y nos explica que es el presentimiento de esas fuerzas secretas (animismo) lo que lo vuelve tan ominoso.
¿Cuál seria pues el origen, la causa? “Lo ominoso de la epilepsia, de la locura, tiene el mismo origen. …Edad Media atribuía todas estas exteriorizaciones patológicas a la acción de demonios. …el psicoanálisis, que se ocupa de poner en descubierto tales fuerzas secretas, se ha vuelto ominoso para muchas personas justamente por eso”.[xxv]
En relación al animismo y los modos de trabajo superados del aparato anímico, Freud destaca: “a menudo y con facilidad se tiene un efecto ominoso cuando se borran los límites entre fantasía y realidad… En ello estriba buena parte del carácter ominoso adherido a las prácticas mágicas. Ahí lo infantil, que gobierna también la vida anímica de los neuróticos, consiste en otorgar mayor peso a la realidad psíquica por comparación con la material…”.[xxvi]
Del trabajo psicoanalítico con hombres neuróticos, Freud refiere que con frecuencia estos declaran que los genitales femeninos son para ellos algo ominoso (puerta de acceso al vientre de la madre). “Por tanto, también en este caso lo ominoso es lo otrora doméstico, lo familiar de antiguo. Ahora bien, el prefijo <un> de la palabra unheimlich es la marca de la represión”.[xxvii]
III
En esta sección, Freud, da viva voz a sus dudas: “Acaso sea cierto que lo ominoso (Unheimliche) sea lo familiar-entrañable (Heimliche-Heimische) que ha experimentado una represión y retorna desde ella, y que todo lo ominoso cumpla esta condición… No todo lo que recuerda a mociones de deseo reprimidas y a modos de pensamiento superados de la prehistoria individual y de la época primordial de la humanidad es ominoso por eso solo”.[xxviii]
Aclara, “… para la emergencia del sentimiento ominoso son decisivos otros factores que las condiciones por nosotros propuestas y que se refieren al material”. Freud reflexiona y sostiene que casi todos los ejemplos que contradicen sus expectativas son tomados del campo de la ficción, de la creación literaria, lo cual lo lleva a establecer un distingo entre lo ominoso que uno vivencia y lo ominoso que uno meramente se representa o lee.
“Lo ominoso del vivenciar responde a condiciones mucho más simples, pero abarca un número menor de casos… admite sin excepciones nuestra solución tentativa: siempre se lo puede reconducir a lo reprimido familiar de antiguo”.[xxix]
Vuelve a poner los ejemplos de lo ominoso de la omnipotencia de los pensamientos, del inmediato cumplimento de los deseos, de las fuerzas que procuran daño en secreto, del retorno de los muertos, lo ominoso del doble y afirma que la condición bajo la cual nace aquí el sentimiento de lo ominoso es que: “Nosotros, o nuestros ancestros primitivos, consideramos alguna vez esas posibilidades como una realidad de hecho, estuvimos convencidos de la objetividad de esos procesos. Hoy ya no creemos en ello, hemos superado esos modos de pensar, pero no nos sentimos del todo seguros de estas nuevas convicciones; las antiguas perviven en nosotros y acechan la oportunidad de corroborarse. Y tan pronto como en nuestra vida ocurre algo que parece aportar confirmación a esas antiguas y abandonadas convicciones, tenemos el sentimiento de lo ominoso… Por el contrario, faltará lo ominoso de esta clase en quien haya liquidado en sí mismo de una manera radical y definitiva esas convicciones animistas.”[xxx]
Sin embargo, otra cosa sucede con lo ominoso que parte de complejos infantiles reprimidos, del complejo de castración, de la fantasía de seno materno, etc.: “En lo ominoso que proviene de complejos infantiles no entra en cuenta el problema de la realidad material, reemplazada aquí por la realidad psíquica. Se trata de una efectiva represión (desalojo) de un contenido y del retorno de lo reprimido, no de la cancelación de la creencia en la realidad de ese contenido”.[xxxi]
Finalmente, pareciera que a Freud el binario que ha emprendido para esclarecer lo Heimliche/Unheimliche se le desdibuja, y sitúa una misma causa para ambas clases: “Lo ominoso del vivenciar se produce cuando unos complejos infantiles reprimidos son reanimados por una impresión, o cuando parecen ser refirmadas unas convicciones primitivas superadas. …estas dos variedades de lo ominoso en el vivenciar… no siempre se pueden separar con nitidez. …las convicciones primitivas se relacionan de la manera más íntima con los complejos infantiles y, en verdad, tienen su raíz en ellos”.[xxxii]
Lo ominoso de la ficción (de la fantasía de la creación literaria) merece ser considerado aparte y es mucho más rico que lo ominoso del vivenciar. “La oposición entre reprimido y superado no puede transferirse a lo ominoso de la creación literaria sin modificarla profundamente, pues el reino de la fantasía tiene por premisa de validez que su contenido se sustraiga del examen de realidad. … muchas cosas que si ocurrieran en la vida serían ominosas no lo son en la creación literaria, y en esta existen muchas posibilidades de alcanzar efectos ominosos que están ausentes en la vida real”.[xxxiii]
“La situación es diversa cuando el autor se sitúa en apariencia en el terreno de la realidad cotidiana. Entonces acepta todas las condiciones para la génesis del sentimiento ominoso válidas en el vivenciar, y todo cuanto en la vida provoca ese efecto lo produce asimismo en la creación literaria”.[xxxiv]
“…lo ominoso proveniente de la fuente de complejos reprimidos presenta la mayor resistencia”.[xxxv]
Pareciera que Freud propone como solución -ante los fantasmas inconscientes que pueden provocar horror, sentimientos de angustia y ominosos- a la maniobra que puede llegar a hacer el autor, cuando este se permite divertirse ironizando sobre él. Podríamos hacer aquí una comparación entre la solución que Freud nos propone y el recorrido de una cura analítica y pensar en cómo pasar de la tragedia a lo cómico en el transcurso de la experiencia analítica.
Soledad, silencio, oscuridad, son los factores a los que se anudó la angustia infantil, y que aún no ha borrado por completo sus marcas en la mayoría de los hombres.
¿Qué aportaciones encontramos en el texto?
Luego de la lectura y estudio del texto de S. Freud, Lo ominoso, se me plantean los siguientes interrogantes y comentarios:
De entrada se nos hace evidente, en Freud mismo, que él a través de su escrito y del análisis que realiza de la palabra unheimlich, pasando por las diferentes lenguas para intentar captar ese sutil matiz de lo terrorífico, ya da cuenta de la imposibilidad de atrapar (todo) lo real por lo simbólico.
Como así también, aún sin contar con la lingüística, la lógica y la topología, como sí lo hace Lacan, Freud aísla en el carácter de lo ominoso unos procesos automáticos, mecánicos que se ocultarían tras la familiar figura de lo animado, y que a nosotros, gracias a la enseñanza de Lacan, no dejan de remitirnos a las características esenciales del significante, al S1, al fenómeno elemental y al automatismo de repetición.
Al referirse Freud a los ancestros primitivos, a las secuelas, restos y huellas que estos han dejado en nosotros, haciendo referencia al animismo, magia y omnipotencia de los pensamientos, y en especial cuando habla de los muertos, cadáveres, espíritus, (des)aparecidos…, la interpretación que él da de estos fenómenos puede ser explicada y entendida a través de la teorización de Lacan de la relación dual de rivalidad imaginaria a-a’ en la cual el yo se constituye.
También, cuando Freud menciona lo ominoso de la omnipotencia de los pensamientos y afirma que nosotros o nuestros ancestros primitivos, alguna vez estuvimos convencidos de la objetividad del retorno de los muertos, cumplimiento de los deseos, de las fuerzas que procuran daño en secreto… y que pese a que hoy consideremos que hemos superado esos modos de pensar, las antiguas convicciones perviven en nosotros. Pienso que podemos avanzar en relación a esto y situar lo que Lacan dice del inconsciente como las cadenas del destino.
Cabe también resaltar aquí la frase mencionada por M-H Brousse en la XII Conversación Clínica del ICF[xxxvi]: “los muertos como sujetos nos contaminan, no como vivos”. Considero que de este modo, ella se refiere a la cadena significante, a lo inconsciente, a las cadenas del destino, a esos significantes amos, S1, que se transmiten de generación en generación sin saberlo y que comandan las vidas de los sujetos. Es por eso que se resalta la condición de sujetos y no de vivientes, ya que lo que determina la especificidad del ser humano, es su condición de ser hablante.
Hasta ahora, ¿qué relación podríamos establecer entre las preguntas planteadas en la introducción y las aportaciones que hemos obtenido con el estudio del texto de Freud Lo ominoso?
Recordemos las preguntas: ¿cómo incidir desde lo simbólico en lo real?, ¿qué relación hay entre la articulación significante y la investidura libidinal?, ¿entre significante y goce?, y ¿por qué en esta oposición se inscribe nuestra pregunta sobre lo heimlich-unheimlich?
A lo que se apunta en un análisis de neurosis, es a vaciar los significantes amos que comandan la vida del sujeto, su compulsión a la repetición… Vale decir, lo esperable en una cura es que el S1, el ideal, caiga, se desenganche de la cadena y esta se descoloque. Para que finalmente, el sujeto se de cuenta que ese significante, ese S1, tiene que ver con un objeto pulsional, es un reducto al lado del goce.
Cuando el sujeto llega a entredecir su parte de satisfacción pulsional desarma la historia, hay algo del vaciamiento al final del análisis, del Otro barrado, el Otro se agujerea, pierde peso… En esta pérdida de peso, está supuesto el entender dónde el sujeto estaba implicado en ese goce más allá de lo simbólico y de las historias, más allá de las cadenas significantes que lo apresaban y lo determinaban. Nos referimos a los significantes Amos, a los S1.
- “La familia / Los complejos familiares”
J. Lacan, La familia [Les complexes familiaux dans la formation de l’individu] (1938).
Nota introductoria
Este texto ha sido escrito por Lacan para el tomo VIII de la Encylopédie française dedicada a “la vida mental” y dirigida por Henri Wallon. Lacan participa en ella redactando el capítulo “Famille”. “Texto prodigioso aparecido en 1938… “”que los lacanianos se pasan de mano en mano, en busca de los orígenes de su leyenda”, según el poético decir del traductor del francés al castellano Niko Goldman[xxxvii].
Este texto no ha sido incluido en los Escritos por iniciativa del editor debido a su longitud. Pese a esto no ha dejado de ser pirateado, sin, según Miller[xxxviii], obtener la consideración que se merecía. También nos explica que se le ha dado un título que era falso: La familia[xxxix], y nos advierte que no se comprende nada si uno se deja guiar por ese título. Fue Wallon, quien dividió y dio nombre a los capítulos que formaban parte de la Enciclopedia: “La familia”, “La escuela”, “La profesión”. El verdadero título dado por Lacan a su texto es: Los complejos familiares en la formación del individuo.[xl]
Podemos dividir el texto, tal y como lo hace J-A. Miller -quien restituye también su continuidad, rota por la compaginación de la enciclopedia- en dos partes, la primera La institución familiar (síntesis de la teoría del desarrollo psíquico), y la segunda Los complejos familiares en patología (clínica freudiana resumida: circunstancias y objetos de la actividad psíquica).
Obtenemos, de este modo, el siguiente ordenamiento, a través del cual, orientándome por la lectura de Miller[xli], he estudiado el texto:
La familia
Introducción (La institución familiar)
I- El complejo, factor concreto de la psicología familiar
1) El complejo del destete
2) El complejo de la intrusión
3) El complejo de Edipo
II- Los complejos familiares en patología
1) Las psicosis de tema familiar
2) Las neurosis familiares
Este texto nos interesa para el trabajo que aquí desarrollo, porque como explica Miller[xlii], en él nos encontramos con Lacan siendo un joven psicoanalista. El hilo de su orientación, dada su condición es: la historia del inconsciente. Más allá de esto, impresiona que en el texto no haya ninguna teoría del inconsciente. ¿Por qué? Porque a Lacan aún le falta el estructuralismo de Jackboson y de Lévi-Strauss.
Introducción: La institución familiar
Pese a que en el texto, como nos señala Miller, no haya ninguna teorización del inconsciente, hay familia. Lacan, tempranamente en su enseñanza, explica que la familia es un fenómeno de generación (procreación, que da lugar a los miembros del grupo) y que hay una necesidad del mantenimiento de un medio de desarrollo para los jóvenes por los adultos que mantienen al grupo (condiciones de ambiente / cultura), a la institución familiar, en definitiva a la sociedad, que concierne la vida, tanto en el animal como en el ser hablante.
Ahora bien, ya desde el inicio Lacan nos indica que los animales (en quienes sí hay instintos naturales) se manifiestan como sumamente diferentes de los instintos familiares. En la especie humana destaca las relaciones sociales, la cultura, el hecho social, el desarrollo de la interacción, las relaciones de parentesco, el complejo. Lacan pone el acento en el hecho que la familia no es natural, no es un hecho biológico, sino que es un hecho social. Plantea que los instintos no tienen nada que hacer allí y habla de su economía paradojal. “La especie humana se caracteriza por un desarrollo singular de las relaciones sociales que sostienen capacidades excepcionales de comunicación mental y, correlativamente, por una economía paradójica de los instintos…”.[xliii] Toda la idea de la dependencia vital camufla esta dimensión. La tesis de Lacan es que la dependencia es la sujeción al Otro.[xliv]
“Coordinados mediante el método sociológico, estos datos demuestran que la familia humana es una institución. El análisis psicológico debe adaptarse a esta estructura compleja y no tiene nada que ver con los intentos filosóficos que se proponen reducir a la familia humana a un hecho biológico o a un elemento teórico de la sociedad”.[xlv] Vale decir, la familia puede ser entendida como una puesta en orden de los grupos humanos.
“…Lacan, desde su partida,…aísla ya la función paterna como el ejemplo mismo de una función que no es deducible de la naturaleza”.[xlvi] Más adelante, en su enseñanza, Lacan hará del significante del nombre del padre, la clave de lo real simbolizado.
La cultura puede ser leída, anticipada, como el sustituto de lo simbólico. Para el hombre no hay instintos naturales, sí pulsión. Este texto muestra que hay una diferencia radical en el humano en comparación con el instinto animal.
Por ejemplo, cuando Lacan se refiere a la herencia psicológica dice: “Entre todos los grupos humanos, la familia desempeña un papel primordial en la trasmisión de la cultura. (…)…la familia predomina en la educación inicial, la represión de los instintos, la adquisición de la lengua a la que justificadamente se designa como materna. De ese modo, gobierna los procesos fundamentales del desarrollo psíquico (…) trasmite estructuras de conducta y de representación cuya dinámica desborda los límites de la consciencia.
De ese modo, instaura una continuidad psíquica entre las generaciones cuya causalidad es de orden mental”.[xlvii]
Como explica Miller[xlviii], también podemos aislar en el texto la predilección de Lacan por los matemas, vale decir, por la enseñanza de simplicidad. Aquí la clave de la teoría del desarrollo y de la psicopatología, la plantea con un solo concepto: el de “complejo” como antitético, opuesto al de instinto, esencialmente como un factor de cultura.
O sea, el complejo es la pre-estructura lacaniana, porque lo que le falta a este pre-estructuralismo y a Lacan en esta época es el concepto de significante.
Hasta ahora, como reflexión, podemos señalar que es imposible definir algo del psiquismo del hombre /ser parlante a partir de la adaptación vital, y que a través de una lectura a la letra, podemos cernir -ya en este texto de 1938- los elementos que más adelante en la enseñanza de Lacan, van a dar lugar a lo que más tarde llamará las formaciones de inconsciente (estructuralismo e inconsciente estructurado como un lenguaje); como así también, por ejemplo lo que en 1964, con su Seminario Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis, en el capítulo El inconsciente freudiano y el nuestro[xlix], será su propia conceptualización del concepto de inconsciente como la estructura de una hiancia.
Según Miller,[l] este texto debe inscribirse en la historia del psicoanálisis; él lo escande en cinco momentos, que los enumera: 1) El descubrimiento del inconsciente. 2) La interrogación técnica. 3) El cambio de dirección de los años 20. 4) El abandono de Freud. 5) La vuelta a Freud.
Con Miller ubicamos el punto de partida del retorno a Freud por parte de Lacan en la diferencia del yo y el sujeto (el yo no es el pivote de la experiencia analítica, el psicoanálisis no es una psicología del yo): y situamos como puerta de entrada al psicoanálisis, en la obra de Lacan, El estadio del espejo.
Primero esa división fundamental: una división por el síntoma, segundo su definición de complejo entendida como una estructura anterior al estructuralismo, vale decir, como una anticipación del concepto de estructura en la referencia obligada a lo social, a la familia. El acento obligado en esta Enciclopedia, sobre lo social y lo cultural (entendido como hecho de sedimentaciones de la comunicación –impensable sin la dimensión simbólica-) como lo específico de lo humano, anuncia la noción lacaniana de lo simbólico.
El llamado a la antropología y a la historia manifiestan el artificio –nombre del significante en tanto que semblante- en lo que regula, reglamenta, constriñe la existencia humana.[li] También, el texto denuncia la utilización en la época de una concepción instintiva -natural, rígida, invariable- cuando se trata del ser hablante, a lo que se oponen las investigaciones culturales más elementales que ya dan cuenta de las variaciones infinitas de la existencia humana y de sus modos de organización.
I- El complejo, factor concreto de la psicología familiar
Para Lacan el carácter esencial del objeto estudiado es su condicionamiento por factores culturales, a expensas de factores naturales.
Lo que Lacan llama en este texto “complejos”, es la imposibilidad del psiquismo de objetivar los instintos. Vale decir, hay una inexistencia de la necesidad pura del instinto en el ser hablante. En él, los “instintos”, siempre son dominados, ya de entrada, por factores culturales, el lenguaje, el orden significante antecede al nacimiento del sujeto humano, como así también, excede al transcurso material de su vida, vale decir, continúa más allá de su muerte. Adentrándonos en la enseñanza de Lacan, sabemos que aislará el concepto freudiano de Rasgo Unario, a partir de la noción freudiana de la identificación con un rasgo único, para designar al significante en su forma elemental y dar cuenta de la identificación simbólica del sujeto. Según Freud, cuando el objeto se pierde, el investimiento libidinal que se dirigía a él es remplazado por una identificación que es «parcial, extremadamente limitada y que toma solamente un rasgo (einziger Zug) de la persona objeto»[lii]. Podríamos sintetizar nuestra apreciación señalando que Lacan a través del término rasgo unario hace referencia a ese punto primero, a la primera marca simbólica, presencia del lenguaje mismo sobre el viviente, y como ya antes de nacer este está marcado por el nombre propio. El rasgo unario es lo que marca el principio de la vida de un sujeto y lo que quedará de él al final: su nombre sobre la tumba.
“En su pleno ejercicio, el complejo corresponde a la cultura, (…) no existe relación alguna entre el complejo y el instinto. (…) es el instinto el que podría ser ilustrado actualmente por su referencia al complejo”.[liii]
Lo típicamente humano es la demanda, la “necesidad” en el ser hablante es modificada por la demanda por el hecho que el sujeto habla y se dirige a Otro. Lacan lo dice claramente, con el ejemplo que da del complejo del destete: “…se encuentra determinado por completo por factores culturales y, de ese modo, desde ese estadio primitivo es radicalmente diferente del instinto”.[liv] Es decir, en el destete no se encuentra una fijeza comparable a la del instinto, sino que por el contrario, se han inventado diversas formas de destete. Lacan se sirve de las referencias antropológicas e históricas, para demostrar que en la experiencia humana no hay relación con ese objeto. Podemos avanzar en este aspecto y agregar que Lacan, más adelante, en su enseñanza dirá: “no hay relación sexual”. El ser hablante, al no estar inscripto en el instinto, hay lugar para la invención humana, simbólica. En palabras de Miller: “…toda relación del hombre con sus objetos… de goce-, implica que el hombre inventó cómo comportarse con esos objetos, en tanto que los objetos vienen a ese lugar que Lacan comienza a cernir aquí”.[lv]
Lacan trata al complejo como a una estructura y le da una forma generalizada. Aquí, en vez de llamarlo estructura, Lacan lo menciona como una representación. Este complejo tiene dos rasgos: fijación –de una etapa del desarrollo psíquico- y repetición –que ese complejo promueve-.
Nos encontramos también con la anticipación del objeto perdido: “Lo que Lacan nos presenta bajo el aspecto fijo y activo del complejo se refiere cada vez a una carencia. …es esta carencia la que ordena la serie, la secuencia escandida que Lacan propone del desarrollo psíquico”.[lvi] Podemos proseguir aún más en esto y sostener que este objeto perdido como estructural por la imposibilidad de cernir y atrapar todo lo real por lo simbólico, esa falta estructural, esa represión primaria, es lo que mueve, lo que pone en funcionamiento al aparato psíquico y al deseo humano.
Lacan utiliza el concepto de imago, el cual le permite nombrar de manera indiferenciada el objeto y el significante.
Se refiere al complejo freudiano y la imago de la siguiente manera: “Freud… lo definió en un primer momento como factor esencialmente inconsciente. En efecto, bajo esta forma su unidad es llamativa y se revela en ella como la causa de efectos psíquicos no dirigidos por la consciencia, actos fallidos, sueños, síntomas. Estos efectos presentan caracteres tan distintos y contingentes que obligan a considerar como elemento fundamental del complejo esta entidad paradójica: una representación inconsciente, designada con el nombre de imago. Complejo e imago han revolucionado a la psicología, en particular a la de la familia, que se reveló como el lugar fundamental de los complejos más estables y más típicos: la familia dejó de ser un tema de paráfrasis moralizante y se convirtió en objeto de un análisis concreto.
Sin embargo, se comprobó que los complejos desempeñan un papel de “organizadores” en el desarrollo psíquico”.[lvii]
Otra frase que considero digna de ser destacada es la que sigue: “Complejos, imagos, sentimientos y creencias serán estudiados en relación con la familia y en función del desarrollo psíquico que organizan, desde el niño educado en la familia hasta el adulto que la reproduce”.[lviii]
Hay tres escansiones: el destete, la intrusión –que puede ser leído sirviéndonos de las aportaciones posteriores de la enseñanza de Lacan, como por ejemplo, tomando al “estadio del espejo” como referente- y el Edipo. A través de las enseñanzas de Miller, podemos hacer ilustres el Edipo y situar que en este texto la triangulación fundamental se da entre: padre, madre y fantasma de castración. Las escansiones de este desarrollo, siguiendo a Miller, sólo encuentran sentido retroactivamente, a partir del Edipo, es decir, las pérdidas anteriores no deben ser tratadas como puras heridas narcisistas, sino que se ordenan y toman su valor a partir de la castración, que de esta manera viene a clausurar el desarrollo.
1. El complejo del destete
“El complejo del destete fija en el psiquismo la relación de la cría, bajo la forma parasitaria exigida por las necesidades de la primera edad del hombre; representa la forma primordial de la imago materna. De este modo, da lugar a los sentimientos más arcaicos y más estables que unen al individuo con la familia. (…) se encuentra determinado por completo por factores culturales y, de ese modo, que desde ese estadio primitivo es radicalmente diferente del instinto”.[lix] Aquí también Lacan da una supremacía a los factores culturales, simbólicos, por sobre los factores instintivos puramente animales.
Del destete, Lacan dice “intención mental del sujeto” -más acá de la elección porque el yo no está constituido “la manera en que será vivido”, y que por lo tanto puede aceptarlo o rechazarlo, rasgo que marcará la continuación de su desarrollo. Quizás se pueda pensar a la “intención mental del sujeto” como una anticipación de la “insondable decisión del ser”. Como así también, “la manera que será vivido” como una referencia al orden simbólico, ya que en este texto Lacan aún tampoco tiene conceptualizado el significado.
“…el destete es a menudo un trauma psíquico cuyos efectos individuales, anorexias llamadas mentales, toxicomanías por vía oral, neurosis gástrica, revelan sus causas al psicoanálisis”.[lx]
“Traumático o no, el destete deja en el psiquismo humano la huella permanente de la relación biológica que interrumpe. Esta crisis vital, en efecto, se acompaña con una crisis del psiquismo, la primera, sin duda, cuya solución presenta una estructura dialéctica. Por primera vez, según parece, una tensión vital se resuelve en intención mental. (…) la aceptación y el rechazo no pueden concebirse como una elección, puesto que en ausencia de un yo que afirma o niega, no son contradictorios (…) En las crisis que caracterizan al desarrollo posterior, esta ambivalencia primordial se resolverá en diferenciaciones psíquicas de un nivel dialéctico cada vez más elevado y de una irreversibilidad creciente”.[lxi]
En relación a la imago del seno materno, Lacan advierte que siendo este estadio anterior al advenimiento de la forma del objeto, no es probable que estos contenidos puedan representarse en la consciencia, sin embargo, se reproducen en las estructuras mentales que modelan las experiencias psíquicas ulteriores.
Refiriéndose al rostro humano, explica que para el niño recién nacido, aún antes de la coordinación de la mirada, éste no le es indiferente (primeros intereses afectivos). Siguiendo a Miller, podemos leer en esto un no narcisismo primario, sino el niño solo estaría ocupado de la realidad de su cuerpo, el único narcisismo concebible es el narcisismo secundario: a-a’, relación del yo con la imagen, con su imagen especular. A partir del estadio del espejo, de la mínima oposición: yo-no yo, el yo podría ser objetivado por el sujeto, por el niño, y ser tomado como objeto. Es decir, a partir del momento sincrónico de la identificación primaria el sujeto se puede captar como objeto para el Otro.
Es muy interesante reflexionar acerca de cómo Lacan, ya en esta época, piensa a la satisfacción ambivalente y la fusión oral: “…el ser que absorbe es plenamente absorbido y el complejo arcaico le responde en el abrazo materno. (…) “Canibalismo”, pero canibalismo fusional, inefable, al mismo tiempo activo y pasivo, que sobrevive siempre en los juegos y palabras simbólicas que, aún en el amor más evolucionado, recuerdan el deseo de la larva –estos términos nos permitirán reconocer la relación con la realidad en la que reposa la imago materna”.[lxii]
El complejo del destete está articulado a la imago del seno materno, y de este modo, Lacan le rinde homenaje a Melanie Klein, quien mejor ha comprendido el origen materno de los fantasmas de desmembramiento, dislocación, destripamiento, devoración, etc.
La relación entre la imago y el complejo está expresada por la pérdida del objeto que marca el complejo como tal. Lacan hace del complejo del destete el más primitivo (el que admite las reorganizaciones dialécticas que posteriormente experimentará). Hay una primariedad de la madre (madre primer objeto), la función del padre aparece como de un orden totalmente otro, quedando al margen, como por fuera de esa esfera fantasmática dominada por la presencia materna desde el destete.
Entiende al destete como una prematuración específica del nacimiento: “…es indudable que la primera edad muestra una deficiencia biológica positiva, y que el hombre es una animal de nacimiento prematuro. Esta concepción explica las generalidades del complejo, y su independencia en relación con los accidentes de la ablactancia. Esta –destete en sentido estricto- otorga su expresión psíquica, la primera y también la más adecuada, a la imago más oscura de un destete anterior, más penoso y de mayor amplitud vital: el que separa en el nacimiento al niño de la matriz, separación prematura en la que se origina un malestar que ningún cuidado materno puede compensar”.[lxiii]
2. El complejo de la intrusión
Los celos. Arquetipo de los sentimientos sociales
En relación a este complejo, Lacan nos dice que: “El complejo de la intrusión representa la experiencia que realiza el sujeto primitivo, (…) cuando comprueba que tiene hermanos. Sus condiciones son sumamente variables, ya que dependen, por un lado, de las culturas (…) y por el otro de las contingencias individuales: así, en primer término, del lugar que el destino otorga al sujeto en el orden de los nacimientos, según el orden dinástico, podemos decir que ocupa así, con anterioridad a todo conflicto: el del heredero o usurpador”.[lxiv]
Y da la especificidad de lo que él aísla en los celos infantiles: “…los celos, en su base, no representan una rivalidad vital sino una identificación mental”.[lxv]
El complejo de la intrusión, los celos -estragos producidos en el hermano mayor por la llegada de uno menor-, arquetipo de los sentimientos sociales, hace más bien de tapón. Siguiendo las aportaciones de Miller, se podría esclarecer la relación imago-complejo, como una estructura articulada a un objeto perdido. Lacan hará extrusión de él, ya que aquí está un poco forzado debido a la consideración puramente desarrollista de dicho texto. En este complejo de intrusión, Lacan retoma su “estadio del espejo” (objeto imago = semejante). En dicho complejo, a la relación imaginaria al otro (a-a’), le falta aún el concepto del Otro mayúscula, que le permite a Lacan en su esquema L, fundar el acuerdo más allá de la competencia y la rivalidad imaginaria.
Lacan utiliza una bonita frase para referirse al drama de los celos: el yo y el otro (lo que luego más adentrada su enseñanza será la relación imaginaria a-a’): “El yo se constituye al mismo tiempo que el otro en el drama de los celos”.[lxvi]
Por último, en relación al complejo de la intrusión, me gustaría señalar lo que Lacan llama: Condiciones y efectos de la fraternidad: “El papel traumático del hermano en el sentido neutro está constituido así por su intrusión. El hecho y la época de su aparición determinan su significación para el sujeto”.[lxvii]
El concepto de apuntalamiento, también, ya está presente: se evidencia en la constatación que en definitiva la pulsión se apuntala en las funciones naturales. Lacan habla de instintos porque no dispone del concepto de pulsión, pero lo hace para impugnarlo. Por ejemplo, del complejo del destete, dice: “…hay un fundamento biológico de este complejo, lo que no impide que sea articulado e inscripto por lo simbólico”.[lxviii]
Entiende al término relación como la suplencia de una falta, siendo la cuestión en qué esta suplencia hace que haya o que no haya relación.
Además, habla del instinto de muerte, nombrándolo como tendencia a la muerte o apetito de la muerte para quitarle todo fundamento biológico. En el complejo del destete, Lacan articula la ligazón de la muerte con la madre. Orientándonos por la lectura de Miller, podemos avanzar afirmando que todo lo que es fantasma de muerte se trata de la imago materna que viene a darle razón.
“Esta tendencia psíquica a la muerte, bajo la forma original que le otorga al destete, se revela en los suicidios muy especiales que se caracterizan como “no violentos”, al mismo tiempo que aparece en ellos la forma oral del complejo, huelga de hambre de la anorexia mental, envenenamiento lento de algunas toxicomanías por vía bucal, régimen de hambre de las neurosis gástricas. El análisis de estos casos muestra que, en su abandono ante la muerte, el sujeto intenta reencontrar la imago de la madre”.[lxix] En estos párrafos que hemos comentado, podemos ubicar las conexiones establecidas por Lacan entre la madre y la muerte.
“La madre preside… la pérdida primitiva: la del seno. La imago materna es recordada al sujeto, con intensidad variable, cada vez… que interviene una pérdida de goce”.[lxx] “Esto hace evidentemente del padre una función de reparación, el término de Lacan es: una función de sublimación”.[lxxi]
3. El complejo de Edipo
Lacan en este apartado del texto que estamos comentando, primeramente, recuerda que: “…Freud considera que este elemento psicológico constituye la forma específica de la familia humana y le subordina todas las variaciones sociales de la familia”.[lxxii]
En cuanto a lo que Lacan denomina “Valor objetivo del complejo”, crítica la relación de los trastornos y las referencias al orden orgánico de la tradición médica. Y aclara que los accidentes afectivos de la historia del sujeto asumen su importancia a la luz de la situación definida como edípica (cuando estos accidentes afectan la situación edípica como traumas en su evolución: se repiten más bien en los efectos del Superyó; si la afectan como atipías en su evolución se reflejan sobre todo en las formas del Ideal del yo).
Y entonces Lacan introduce el complejo de Edipo dando cuenta de él por el fantasma de castración, apoyándose en Frazer, a través de quien lee la universalidad de la prohibición del incesto con la madre, y el parricidio de Tótem y Tabú, como un mito y construcción freudiana destinado a dar su valor a la imago paterna.
En palabras del propio Lacan, se refiere así a lo que él denomina La familia según Freud: “El descubrimiento del hecho de que desarrollos tan importantes para el hombre como los de la represión sexual y el sexo psíquico se encontraban sometidos a la regulación y a los accidentes de un drama psíquico de la familia proporcionó una preciosa contribución a la antropología del grupo familiar, en particular al estudio de las prohibiciones que este grupo formula universalmente y cuyo objeto es el comercio sexual entre alguno de sus miembros”.[lxxiii]
Como especifica Miller, a estas alturas, se refiere a la castración con el término de fantasma de castración, y explica que es la madre la que desempeña el factor desencadenante: “…la castración es la de la defensa del yo narcisista con respecto a la angustia que reactualiza la madre.”[lxxiv] La especificidad de la castración es la de ser una parcialización de los fantasmas globales del cuerpo fragmentado. El conjunto de esos fantasmas es referido a esa prematuración primaria: cuerpo fragmentado, la castración se refiere a ese cuerpo.
Nuevamente, podemos disipar este apartado a través de la lectura de Miller, quien hace más perceptible las enseñanzas de Lacan. Siguiendo a Miller, sabemos que Lacan utiliza el término fantasma para referirse a la descomposición de la muñeca narcisista. El narcisismo es lo que hace el pegamento de esa imagen multiforme, heterogénea.[lxxv]
Trata a la castración como a un fantasma, el fantasma de castración se sostiene en la elección de una parte del cuerpo especial donde se concretiza de alguna manera esa dislocación y ese desmembramiento.
En palabras de Lacan: “…se debe reconocer al objeto narcisista cuya génesis… (está) condicionada por la precesión, en el hombre, de formas imaginarias del cuerpo sobre el dominio del cuerpo propio, por el valor de defensa que el sujeto otorga a estas formas contra la angustia del desgarramiento vital, hecho originado en la prematuración”.[lxxvi]
La lectura que hace Lacan del mito del parricidio original freudiano es la que sigue: “Freud realiza así el salto teórico… de la familia conyugal que observa en sus sujetos a una hipotética familia primitiva concebida como una horda que un macho domina por su superioridad biológica acaparando las mujeres núbiles. (…) Imagina un drama de asesinato del padre por parte de los hijos seguido por una consagración póstuma de su poderío sobre las mujeres por los asesinos cautivos de una rivalidad insoluble: acontecimiento primordial de los que habría surgido, con el tabú de la madre, toda tradición moral y cultural”.[lxxvii]
De este modo, Lacan expresa el reconocimiento de una ley.
Entiende a la identificación como a un obstáculo para la realización del deseo, allí ubica a la imago del padre.
Desde la lectura de Miller, para Lacan en esta época el deseo es un concepto alimentado, formado en lo imaginario, aquí se podría colocar más bien goce en lugar de deseo.
¿Qué más dice de la imago del padre? Que es un tipo de objeto que no es de satisfacción sino que es de identificación ideal. En todo este texto Lacan exalta el rol paterno, refiriéndose a la imago del padre, como a la enigmática sublimación de donde cuelga la realización del desarrollo psíquico.
Para concluir este apartado, una cita de Miller: “El valor de su recuperación del Complejo de Edipo es hacernos pasar del otro materno, mortífero, del semejante como otro también mortífero al otro sublimado y que preside, con lo que puede haber de acuerdo entre el sujeto y su existencia. Es ahí que se hace sentir la falta del concepto Otro mayúscula…”.[lxxviii]
II Los complejos familiares en patología
En relación al presente ensayo no me centraré en el apartado II de dicho texto; pese a esto, me gustaría introducir dos puntos que Lacan señala y que creo que serían interesantes de desarrollar en otro trabajo teniendo en cuenta el tema de la causalidad psíquica: “insondable decisión del ser” en su articulación y diferenciación: histeria / psicosis.
Estos puntos los encontramos en los dos primeros párrafos de dicha sección, y versan de la siguiente manera: “Los complejos familiares desempeñan una función formal en la psicosis: temas familiares que predominan en los delirios por su conformidad con la detención que constituyen las psicosis en el yo y en la realidad; en las neurosis los complejos cumplen una función causal: incidencias y constelaciones familiares que determinan los síntomas y las estructuras, de acuerdo con los cuales las neurosis dividen, introvierten o invierten la personalidad”.[lxxix]
“Es evidente que al calificar como familiares la forma de una psicosis o la fuente de una neurosis, entendemos ese término en el estricto sentido de relación social (…) lo que corresponde solamente a la transmisión biológica debe ser designado como “hereditario” y no como “familiar”, en el estricto sentido del término, aún si se trata de una acepción psíquica…”.[lxxx]
- La familia y el inconsciente
J-A. Miller, "Cosas de familia en el inconsciente" (1993).
Nota introductoria
Este texto es la transcripción de la Conferencia de Clausura de las I Jornadas de Psicoanálisis celebrada en Valencia en mayo de 1993. Miller diferencia de entrada la palabra y la escritura –la cual deslocaliza y destemporaliza-: “…hablar tiene sus raíces en el espacio y en el tiempo”.[lxxxi]
También explica por qué ha elegido este tema: Cosas de familia en el inconsciente, y hace referencia a los “conflictos” que hubo en la Escuela, diciendo: “…tenían para mí un curioso aire de familia. …allí se pelean como uno se pelea dentro de la familia, donde hay conflicto y también complicidad. Allí los conflictos grupales se asemejan a un modo de relacionarse, de estar, de convivir con el otro”.[lxxxii]
El Barroco y lo Soso
Miller, a la altura del Seminario XX, ubica a Lacan del lado del Barroco para explicar las razones de su estilo y a veces de su comportamiento.
Según Miller, la estética del Barroco puede ser pensada como búsqueda del efecto, el ser barroco toma siempre una figura heroica, ilustra el hecho de no retroceder nunca frente al deseo.
“…para Lacan, la función de la enseñanza analítica y de la práctica del analista es despertar a la gente que duerme; por eso va hacia el Barroco, que es la forma extrema de ese despertar intenso de la percepción; y lo que él llama <> es lo que el funcionamiento cómplice de los dos principios no logra entorpecer: la sexualidad”.[lxxxiii] Los dos principios a lo cuales Miller se refiere son: el principio del placer y el principio de realidad. También dice que lo que ha demostrado Lacan es que el principio del placer continúa el principio de realidad: “…nos mantenemos en la realidad en un estado de sueño con vigilancia, y que el principio de realidad que Freud presenta como sustituyéndose al principio del placer funciona al servicio de éste”.[lxxxiv] En cuanto a la sexualidad, ya desde la Antigüedad, se sabía que en ella hay algo que va más allá de ambos principios. Este elemento que no se deja entorpecer y que es siempre presente en la sexualidad es lo que Lacan ha llamado el plus de goce.
Luego compara la práctica del analista con la estética china, que es lo contrario de la estética barroca. Desvaloriza el sabor y valoriza lo soso, disuelve la significación, “…todo lo que es sabor vincula, atrae, nos convierte en esclavos. Es lo que Freud llama la condición de amor, que nos obliga a querer esto y no otra cosa”.[lxxxv]
La estética de lo soso valora la duración (todo lo que es sabor pasa), desprecia la intensidad (siempre es de poca duración). “Nosotros valoramos lo contrario en nuestro modo de gozar. Para ellos (oriente), la naturaleza es fundamentalmente neutra, jamás en exceso, tampoco en falta, y lo banal es lo más difícil de conseguir, de tal manera que la estética de lo soso apunta a lo más común, a lo que no se ve, a la discreción, y considera lo extraordinario como vulgar. Por el contrario, en Occidente, desde siempre se busca y se valoriza lo extraordinario”.[lxxxvi]
Lo que es realmente la plenitud del ser no se muestra, por eso es inagotable. Es lo contrario de la exposición espectacular del Barroco.
Es como si hubiera una preferencia oriental por la homeostasis, por el principio del placer,… cuando la elección occidental siempre ha sido valorar más lo que rompe la armonía; Kant ya valoraba en su estética mucho más lo sublime que lo bello, lo sublime que es un desgarrón de la armonía, situando por supuesto al goce del lado de la intensidad, hasta hacer sufrir. Estética china: nuestra valoración de goce sería algo incomprensible porque en ella hay una preferencia por la represión, mientras que en nuestra cultura hay una preferencia por la verdad –pagada a precio de sufrimiento-, totalmente opuesta a la estética de lo soso.
Una vez introducidas estas comparaciones, podemos preguntarnos: ¿en qué se relaciona esto con el psicoanálisis?, ¿qué es lo que pasa en la experiencia analítica? “En psicoanálisis se trata de dividir al sujeto. No se trata de que adquiera armonía alguna, sino de hacerle experimentar su falta en ser. Pero el analista se queda,… insípido, que es la condición para que el otro experimente el sabor… el analista… quizá tiene su originalidad en ser como un elemento oriental…”.[lxxxvii]
Para acceder a esto, en cuanto a la formación del analista, Miller aclara, que la cuestión está mal planteada porque el analista no tiene una forma, es más bien del lado del sin forma como puede estar disponible para el fantasma del paciente. Es el fantasma del paciente el que le da una forma y el que le otorga un sabor, pero la disciplina del analista quizás es aprender a ser sin sabor propio, que el paciente pueda experimentar los sabores de su vida paladeando al analista.
La Familia
Miller recuerda que, bajo el discurso de la ciencia, siempre hay la tentación de fundar la familia en la reproducción, sin embargo, él señala que hay una discontinuidad entre los modos de reproducción y la familia. Esta discontinuidad puede ser nombrada como la “dimensión histórica de la familia”, que en el transcurso del tiempo se ha inventado diferentes modelos de familia (no continuidad entre naturaleza y familia).
Hace una comparación entre el Cristianismo y el psicoanálisis y dice que ambos son solidarios con la familia: “Lacan dice que el psicoanálisis participa de la ideología edípica, que no es una subversión de la familia”.[lxxxviii]
“Siempre hay algo que resolver en los vínculos de la familia, como si en ella hubiera algo para entender, como si en ella hubiera siempre un problema no resuelto cuya solución ha de buscarse en lo escondido de la familia”.[lxxxix]
Miller define a la familia como teniendo su origen en el malentendido, en el desencuentro, en la decepción, en el abuso sexual o en el crimen.
Está formada por: el NP, el DM y por los objetos a.
Está esencialmente unida por un secreto, está unida por un no dicho. “Es un deseo no dicho, es siempre un secreto sobre el goce: de qué gozan el padre y la madre.
Por esa vía se introduce el falo en la familia, que es el más esencial de sus dioses”. [xc]
En relación a la neurosis y el vínculo sexual del padre y la madre, se pregunta: ¿Qué significa el Edipo si no que no gozan donde deberían gozar?
Y se contesta: “Se entiende por qué el Cristianismo ha inventado la sagrada familia, pues es igual de necesaria que Dios para normalizar, normativizar el goce materno. El principio de unidad de la sagrada familia del inconsciente es el secreto”.[xci]
También explica que Lacan hace un aporte fundamental al vincular el tema de la familia con la lengua, y de este modo, explica de manera racional el secreto de la familia. Entonces, Miller concreta:
La lengua que cada uno habla es cosa de familia.
La familia en el inconsciente: es primordialmente el lugar donde se aprende la lengua materna.
El lugar de la familia queda unido a la lengua que uno habla, hablar ya es testimoniar del vínculo con la familia.
La lengua propia que hablamos es siempre la lengua que otro hablaba antes de nosotros: la familia es una encarnación de lo que Lacan llama el lugar del Otro.
En el psicoanálisis el lugar del Otro se encarna en la figura de la familia.
En relación a la prematuración biológica del ser humano, indica que lo específico del humano, no es que necesitan el cuidado del otro, ya que los animales de pequeños también para la satisfacción de sus necesidades, lo necesitan. Lo específico del humano es llamar al Otro: transformar sus gritos en llamadas; los primeros gritos del niño son ya un parloteo.
“Puede decirse que la familia se instala en el inconsciente del neurótico porque es el lugar donde el sujeto ha experimentado el peligro… la familia es el lugar del Otro de la lengua y por eso es el lugar del Otro de la demanda: la familia traduce que la necesidad debe pasar por la demanda… la demanda debe pasar por la lengua, con los efectos traumáticos que eso tiene… se produce una desviación en las necesidades y éstas aparecen marcadas por una falta…”.[xcii] Lacan en su texto Los complejos familiares, lo comenta como la economía paradójica de los instintos en la familia. En la familia humana, las instancias culturales dominan a las naturales, es decir, la lengua domina todo lo que es natural en el hombre por el significante.
La incidencia de la demanda sobre la necesidad, vale decir, esa desviación, esos efectos traumáticos, son fruto esencialmente de la producción de un resto, de lo que no puede pedirse. Las consecuencias del pedir son dobles: el deseo (parte latente, escondida, es la parte que puede interpretarse en lo que se ha dicho) y la pulsión (parte no interpretable de lo dicho. El objeto pulsional es el objeto de una necesidad no natural que se manifiesta con insistencia pero que no conoce un ciclo: pulsión constante no tiene ciclo y por eso Freud define al deseo como eterno).
En el espacio de la familia el sujeto hace la experiencia del pedido y también empieza a descifrar el deseo, la pregunta sobre el deseo del Otro se hace de manera primordial en este espacio, la familia es un lugar de interpretación inagotable, cada familia tiene un punto de “de eso no se habla”. “Hay siempre temas prohibidos y las cosas de familia tienen siempre en su centro cosas prohibidas”.[xciii]
Es decir, la familia como lugar del Otro de la lengua es también el lugar del Otro de la ley (prohibición del incesto).
Miller ilumina los conceptos y clarifica que el lugar del Otro en Lacan puede ser leído pensando a la familia como la encarnación de un espacio donde está prohibido el goce supremo, que para ambos sexos sería gozar de la madre.
“… el lugar del Otro es, según Lacan, la metáfora de la familia”[xciv].
“La familia es un mito que da forma épica a lo que opera a partir de la estructura, y las historias de familia siempre son el cuento de cómo le ha sido robado al sujeto el goce que merecía, al cual tenía derecho. Por eso puede decirse que hay algo que no es sano en el gusto por la familia… rebeldía en contra la familia en tanto que ella propone gozar de la castración… es decir, gozar del robo mismo del goce. Cuando el paciente habla de la familia, habla por tanto del encuentro con el goce, de los medios de gozar, de la pérdida de goce, de la sustitución de un goce perdido; por ello se ha podido pensar la fórmula de cada sujeto a partir de sus relaciones en la familia, porque esas fórmulas traducen la manera en que ha perdido el goce y la manera en que se ha sustituido por otro.
Lacan lo ha escrito como metáfora paterna: la relación del padre robador con el deseo de la madre. La metáfora paterna es como la encarnación de la sustitución de la naturaleza por la cultura… la lengua misma… en el hecho de hablar, la metáfora paterna encarna la sustitución de la necesidad por el significante. …en ese momento de sustitución de la necesidad por el significante, nace ese fenómeno de desviación que se llama pulsión”.[xcv]
Lo que se cura y lo que no se cura con la palabra
En este apartado del texto me centraré básicamente en los conceptos de inconsciente, deseo del analista y final de análisis (conclusión de la cura), ya que ellos pueden ayudarnos a construirnos una idea clara de la relación significante-goce y cómo se juega esta en el transcurso de una cura analítica.
En cuanto al concepto de inconsciente, Miller parafraseando a Freud en el primer capítulo de Análisis terminable o interminable, recuerda: el león sólo salta una vez porque su objeto –el antílope- se escapa. “El inconsciente es así, salta una vez y no dos en el lapsus, en el acto fallido, y un segundo después ya no está, se corrige, y el analista lo debe captar saltando”.[xcvi]
Esta definición que presenta Miller del inconsciente, no deja de remitirme al trabajo que he presentado en el Seminario del Campo Freudiano, curso 2009-2010, del Seminario XI: Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis.[xcvii] Allí aislé los significantes que Lacan utiliza, en dicho Seminario XI, para definir a la experiencia del inconsciente: algo que está a la espera… de lo no nacido, tropiezo, falla, fisura, hallazgo, sorpresa, pérdida, discontinuidad, vacilación (lo que vacila en un corte del sujeto), falsa unidad, uno de la ranura, del rasgo, de la ruptura, concepto de falta, ausencia, sujeto de la enunciación: éste se pierde tanto como se vuelve a encontrar, no-realizado, aspecto evanescente, indestructible, recuperación engañosa, lo evasivo…
Para Lacan, en el Seminario XI, no basta decir que el inconsciente es un concepto dinámico y se refiere a la función de causa. Tampoco es para él un concepto solamente descriptivo, sino que tiene que ser en la experiencia analítica, tiene que ser operativo, algo que permita una operación. Por eso insiste sobre la dimensión de la causa, ligándola la dimensión del inconsciente.
La cadena significante es al menos dos significantes. Un significante jamás se basta para definir al inconsciente, lo singular del inconsciente es lo que es representado por el agujero, el espacio entre los dos, pero este espacio es definido sin nombre, sin un significante.
O sea, la definición lacaniana de inconsciente como discontinuidad, puede ser pensada del siguiente modo: no hay posibilidad de enlazar estos dos puntos sino es pasando por el agujero entre los dos significantes.
Dos significantes: representación que existe solamente porque no se puede hacer con menos de dos. Es imposible de representar un agujero sin bordes.
Discontinuidad, no representación.
El inconsciente discontinuidad apela al inconsciente sujeto, al sujeto como vacío, al inconsciente como vacío entre dos significantes, ya que el significante a nivel de la representación es un vacío. El sujeto es uno, pero son necesarios dos significantes para representarlo, y entre los dos significantes hay el agujero, que no es el tercero.
El psicoanálisis es una experiencia que es necesaria para tocar lo real, no es una disciplina intelectual. Tenemos que inventar en cada caso, con cada analizante el punto de discontinuidad posible para él...
El acto del analista consiste en hacer existir el inconsciente y esto no sucede si no hay deseo.
Lacan en este seminario insiste en la relación entre el inconsciente y el Unbegriff (es el nombre de la falla), o sea el corte. El corte Lacan lo escribe: $.
S1 S2
----
$ el sujeto es efecto del significante
Aparece en la falla el significante propio del lapsus, sueño… que se escabulle en el momento mismo de su aparición y eso es el inconsciente temporal.[xcviii]
“En suma, sólo hay causa de lo que cojea”.[xcix] Considero la cojera como el vacío entre causa – efecto, entre S1-S2. En un análisis, no se trata de suprimir el vacío, de borrar el vacío, se trata de considerar la cojera, el vacío en su cojera, de nombrar lo que permite funcionar al sujeto en su particularidad.
Continuando con la lectura del texto de Miller, podemos resaltar los siguientes puntos:
“… <>, que implica por un lado a la familia como lugar del Otro de la palabra –un lugar eminente- y, por otro lado, ubicar durante la cura el momento de la curación –el levantamiento del síntoma- antes de la conclusión lógica”.[c]
“El deseo del analista es que el sujeto pueda conocer su propio sabor. Eso conecta con lo que dice Lacan, <>, < a>>. No es suficiente leer el libro donde está escrito el propio inconsciente, es necesario comérselo, y el analista es supuestamente capaz de quedarse soso para que salgan los sabores del Otro”.[ci] (Otra manera de hablar del atravesamiento del fantasma: cuando se come al objeto pequeño a, la pulsión se desnuda).
Para concluir, “Lo que se cura con la palabra son las enfermedades del deseo; lo que no se cura, queda siempre del lado del goce. (…) La pulsión no se cura, la pulsión es perversa en sí misma porque es una necesidad traumatizada, pervertida por la palabra misma”.[cii]
Aún nos queda pendiente articular el concepto de familia con el de unheimlich, punto que nos convoca en el próximo apartado de las conclusiones.
- Conclusiones: ¿qué relación posible entre estos elementos?
En este apartado me propongo articular los conceptos y aprendizajes que he podido extraer de los diferentes textos y relacionarlos con la experiencia psicoanalítica. Es decir, ¿cómo se juegan estos elementos en la práctica clínica?
Para poder dar respuesta a dicha pregunta me orientaré por la Conferencia sobre la familia[ciii], realizada en el marco de las Jornadas de la EOL en el año 2006.
Situémonos nuevamente, recordando y resumiendo: ¿Cuáles serían las coordenadas del concepto de familia según el psicoanálisis?[civ]
Concepto de familia según Freud: intersección entre prohibición y satisfacción.
Concepto de familia según la lectura que Miller hace de Lacan: Miller sitúa a la familia como un lazo que se articula según un no-dicho sobre el goce.
¿Cómo opera un psicoanálisis con lalengua de lo familiar?
A través de esta pregunta nos estamos refiriendo a los conceptos de parlêtre y al de lalangue, entendiendo a este último como la unión del significante más el cuerpo. Cabe recordar, que no hay un lalangue familiar, sino que lalengua se refiere a la incidencia del significante, a las marcas que este produce en un cuerpo viviente, lo cual es específico y singular para cada parlêtre, para cada sujeto hablante…
Sin embargo, para poder orientarnos en un primer abordaje, podríamos afirmar que toda la familia está presente bajo la palabra del sujeto analizante.
Vale decir, la familia puede ser pensada como un lugar donde se efectúa un lazo y se establece un discurso, un espacio ocupado por una red de relaciones (a veces biológicas) pero sublimadas en todos los casos por un vínculo social, por una relación de palabra. No hay en la familia nada natural, sino que se requiere un acto de voluntad, un consentimiento del sujeto para que una función, madre, padre, hijo, se sostenga y se trasmita en tanto tal (el genitor nunca es padre espontáneamente, hace falta una atribución simbólica).
¿Qué obtenemos de los diferentes discursos desde los cuales se puede abordar dicho concepto?
Los diferentes discursos (jurídico, educativo, sociológico, científico…), desde los cuales se puede abordar el concepto de familia, tienen en común que a través de ella, se opera una transmisión.
La pareja parental, tome la forma que tome, determina una proporción que funda identificaciones (el padre y la madre representan para el sujeto la proporción de una relación que da forma a la familia como ese lugar donde se despliega y trasmite la palabra, el lugar de la cultura, del Otro).
¿Qué podemos extraer de los textos de Freud?
Freud llamó a esto la novela familiar del neurótico (ficción que se construye el sujeto para figurarse la prohibición, la interdicción del goce incestuoso, endogámico), y a través de “Tótem y tabú”[cv] le da un carácter mítico a su noción de familia. Él articula el inconsciente con el parentesco a través del Complejo de Edipo.
La familia transmite algo del orden significante pero también del orden de una prohibición y de una satisfacción. Hay la satisfacción prohibida, y por lo tanto, de allí emerge otra, la sustitutiva, que viene al lugar de la primera. La familia nace entre prohibición y satisfacción: esta discordancia, Freud la postula en el origen mismo de la familia.
¿Qué explica Lacan?
Lacan, en 1938, considera que la historia de la familia está terminada, él siguiendo a Durkheim, habla de la historia de la familia conyugal, que es la fusión de dos instituciones: la familia y el matrimonio (forma actual para el año 1938 en la que predomina la influencia del matrimonio). Esto significa: el fin de la historia de la filiación y el comienzo de la historia de la alianza. Lacan deduce el padre del matrimonio (ya no de la familia), de los modos de hacer pareja, de gozar, de satisfacerse un sujeto con otro, de los modos según los cuales el hombre llega a hacer causa de su deseo a la mujer que se ocupa de sus objetos.
Siguiendo estas ilaciones de pensamiento, podemos pensar al complejo de Edipo, como un entrecruzamiento en dicho tejido familiar, de las coordenadas de las normas –simbólico / significante- y de los modos de satisfacción –real / goce-.
Vale agregar, entrecruzamiento de la coordenada significante que regula y ordena la vía pulsional, de cómo se satisfacen dichos sujetos.
Lacan también se refiere al síndrome de la prematuración orgánica, el cual puede ser leído como el fundamento biológico del complejo de las identificaciones imaginarias. La inconsistencia del cuerpo, prematuración biológica de la cría humana, es la génesis de la dependencia del sujeto humano respecto de los semejantes, del lazo social.
¿Qué puede decir el discurso psicoanalítico de la familia?
Según Miller, tiene su origen en el malentendido, en el desencuentro, en lo original de esa (des)proporción entre el hombre y la mujer.
Esta formada por el NP, el DM y objetos pequeños a (hijos).
La familia es el lugar del Otro de la lengua, del Otro de la demanda (la necesidad debe pasar por la demanda, vale decir, la demanda debe pasar por lalengua –materna, familiar…- con los efectos siempre de pérdida que tiene desviar la necesidad del ser humano: apareciendo una falta, desarmonía...).
La familia como lugar del Otro: de la Ley, es un mito que da forma épica y discursiva a lo que opera a partir de la estructura, invenciones que dan cuenta de cómo el goce le ha sido prohibido, tramitado y cómo ha sido sustituido por otro arreglo.
¿Por qué, como practicantes del psicoanálisis, nos interesa el relato del paciente en relación a su familia?
Porque cuando un sujeto habla de su familia habla de las ficciones –novela familiar- que rodearon su encuentro con el goce, modos de gozar, de la pérdida de goce y de la sustitución de eso perdido por otro, donde lo pulsional está en el centro. Se trata de la economía familiar de la familia, de la economía de goce de los lazos familiares, de cómo se ha tramitado el pasaje entre la satisfacción de las necesidades y el resto que surge cada vez de ese encuentro.
“El encuentro del sujeto con el Otro, de la familia como discurso, deja marcas significantes de deseo y de modos de recuperación de la satisfacción perdida”.[cvi] La familia es el lugar por excelencia donde se instituyen las regulaciones de los lazos de los sujetos, la economía libidinal, las marcas (significantes) del deseo. Es en su seno donde se elaboran las condiciones determinantes de la elección de objeto.
Para descifrar estos párrafos podemos servirnos de la siguiente escritura:
Orden significante que la familia impone
_______________________________________________________________
Posición de goce secreta (de cada sujeto que estará en relación con el secreto familiar oculto de cada familia y cómo este es leído por cada sujeto en su singularidad)
Entendiendo a la familia como un mito (novela familiar), un fantasma, como un semblante; y que hay un orden significante que la familia impone, significantes amos, S1… y por debajo de la barra de la represión, a modo latente, un goce secreto, el secreto familiar, lo no dicho, oculto de cada familia.
Hay en eso que se trasmite algo que no se dice, punto irreductible que se sitúa en: cómo esos dos seres hablantes, madre y padre, con sus diferentes modos de vivir la pulsión, de enlazarse, de amar, se unen sabiendo o contando con la imposibilidad de la complementariedad de los sexos. Unión = malentendido.
Ese malentendido es la lengua familiar en la que va habitar esa familia.
Entonces, ¿cómo opera el discurso analítico, qué se hace en la experiencia con lo familiar?
Se escuchan, se recortan, se aíslan, se construyen, los significantes privilegiados –S1- que provienen de la historia familiar del sujeto. La familia, como discurso del Otro, se reduce –matema- a una serie de elementos: rasgos, identificaciones, S1, y condiciones que señalan su modalidad de elección del objeto. La familia viene al lugar del fantasma mismo del sujeto: ficción que el sujeto construye a la manera de una solución sintomática. La familia síntoma.
“Un análisis implica una desfamiliarización con aquello más familiar, un atravesamiento de los emblemas y objetos familiares, para abordar un más allá del fantasma familiar de cada uno, para descifrar el campo pulsional puro, su deseo significado en el campo del Otro. (…) pasar de los nombres de la familia, esos nombres que se presentan a la manera significante que señalan la falta en ser, a un encuentro con el nombre propio, el cual no estaba formulado en la escena familiar y que estaba encubierto, eclipsado por el significante fálico”.[cvii]
Y es aquí donde podemos establecer la relación entre el concepto de familia y el unheimlich freudiano: cuando el sujeto no sabe acerca de esos S1 que lo comandan, estos pueden ser vividos por él como lo demoníaco en la compulsión a la repetición que lo hace tropezar siempre con la misma piedra, volviéndose estos unheimlich. En palabras del propio Freud: “…es sólo el factor de la repetición no deliberada el que vuelve ominoso algo en sí mismo inofensivo y nos impone la idea de lo fatal, inevitable, donde de ordinario sólo habríamos hablado de <>”.[cviii] Nosotros podemos agregar, para aquellos que se decidan a realizar un análisis y a transitar por él, podrán obtener un saber, vale decir, saber cuál es su parte, su cuota de satisfacción pulsional comprometida en ello…
El nombre propio es el rasgo más singular, objeto mismo, invención de la que se sirvió el sujeto para tejer su relato.
No hay que confundir familia con causa.
La causa es lo más singular del sujeto, en el transcurso de la experiencia analítica, hay que rastrearla en las huellas únicas del síntoma, en el trauma del encuentro con lalengua.
El sujeto se deduce no de la verdad sino de su goce: tramas únicas de sujeciones singulares, raras, excepcionales. El deseo es del Otro, pero el goce es del Uno.[cix] “Cada sujeto ideará una ficción o un guión a partir de esa inscripción familiar. Por la experiencia analítica será posible reescribir ese guión reinventando el lazo al otro”.[cx]
Siguiendo al Lacan de los años cincuenta: “…la responsabilidad auténtica funciona desde la posición subjetiva del uno por uno, surge como respuesta a la alienación al semejante y sus torsiones agresivas y se nutre del discurso. La realidad humana se construye en intersección: relación subjetiva / relación social. Pero la fuente de lo auténtico se halla en la no relación sexual, en las insondables decisiones del ser, porque es en las fórmulas de la sexuación donde el sujeto elige sus posiciones de goce”.[cxi]
Podríamos avanzar que el concepto de lo inconsciente en su relación con lo familiar (cadena significante, el inconsciente es el discurso del Otro, las líneas del destino…) y lo siniestro (compulsión a la repetición, goce…), es el modo que he encontrado, hasta ahora, de referirme al inconsciente en su vertiente simbólica -inconsciente en su relación con lo “Heimliche” (lo “familiar”)- y en su vertiente real -inconsciente en su relación con lo “Unheimliche” (lo siniestro)-.
Vale decir, los sujetos al ser hablados por su familia hacen que los azares, contingencias con las cuales se topan, sean transformados en necesidad, destino el cual por su carácter automático, mecánico, no deliberado se les puede volver siniestro, ominoso…
A través de estos párrafos, se nos hace evidente que en el inconsciente los significantes copulan solos, sin la autorización ni del analizante, ni de su familia… y que una de las maneras de poder entender el famoso aforismo de Lacan: “no hay relación sexual”, es sabiendo que en el inconsciente del parlêtre no la hay porque los significantes copulan entre ellos. En esto reside el carácter automático del significante, las leyes de lo inconsciente, metáfora y metonimia, las cuales responden a una gramática singular en cada uno de los sujetos.
La relación que he podido elucidar a través de la realización de este ensayo es la que sigue, basándome en el estudio del texto de Freud Lo ominoso: para él lo ominoso es el particular matiz de lo terrorífico que se remonta a lo consabido de antiguo, a lo familiar. Algo dentro de lo cual uno no se orienta. La ambigüedad del significante heimlich (palabra que pertenece a dos círculos de representaciones: el de lo familiar y el de lo clandestino) se hace más que indudable ya que en los múltiples matices de su significado, muestra también uno que coincide con su opuesto unheimlich; para Freud lo heimlich deviene unheimlich. Es decir, esta palabra ha desarrollado su significado siguiendo una ambivalencia hasta coincidir al fin con su opuesto: unheimlich es una variedad de heimlich.
En cuanto a la aportación que este trabajo nos puede proporcionar para el abordaje clínico, agregaré unas notas que he podido recortar de la XII Conversación Clínica del ICF[cxii], en la cual he participado. Estas me han permitido pensar algo sobre los puntos teóricos que he tratado en relación a algunas viñetas clínicas en los particulares recorridos que puede llegar a transitar la experiencia de una cura analítica.
Ante todo, aíslo la frase que M-H Brousse recordó que Lacan señala: “Las pulsiones son el eco de un decir en el cuerpo”.
En cuanto al tema novela familiar, la conversación me ha servido para ilustrarme, entre otras cosas, en los siguientes puntos que me han orientado a la hora de concluir este ensayo:
Los S1 pueden llegar a “congelar” al sujeto (esto se relaciona con la frase de Lacan anteriormente citada: “la historia es el más grande de los fantasmas alrededor del fuego frío de los fragmentos de real”), y cómo a través del dispositivo analítico, el analizante puede dejar, puede separarse de las historias familiares y seguir en él para darse su nombre propio y no tanto la posición del nombre que le viene de su familia. La identificación al síntoma, al final, tiene como condición una caída de significación, que siempre son significantes o interpretaciones del Otro, de las cuales el analizante se deshace.
Podemos simplificar aún más este comentario sirviéndonos de unas frases de E. Laurent: “Los significantes amo circulan entre las generaciones más allá de los individuos. Lacan podía hablar de la transmisión de una bofetada entre varias generaciones. (…) Habrá que aislar los significantes familiares que, en la contingencia, contribuyen a la formación y a la estabilización de los modos de satisfacción que constituyen el fantasma. De este modo se pasa del desarrollo de la cadena significante a las relaciones del sujeto con los objetos de su goce S/ <>a.”[cxiii]
Nuevamente, considero que estas frases de E. Laurent, nos ayudan a pensar los diferentes conceptos teóricos en la travesía de la experiencia psicoanalítica: “El movimiento del psicoanálisis es doble. Por una parte autoriza que se aflojen las identificaciones de los significantes amo S1, y por otra parte permite el cercado de un agujero. (…) A medida que el sujeto despliega las diferentes identificaciones que tramaron su historia, se revela que la identificación es no solo múltiple sino que es imposible. Nadie puede identificarse a su propio inconsciente. (…) Hay que comenzar por decir para que pueda cavarse el agujero, por la repetición”.[cxiv]
Aquí a modo de ejemplo, podemos mencionar el caso del hombre de las ratas analizado por Freud. En este caso se evidencia el efecto del lenguaje sobre el cuerpo, que es un efecto desastroso. El lenguaje es eso, las palabras, los significantes, los sonidos, la modulación, eso deja marcas. Como así también, la trasmisión de la deuda, de la cual el sujeto se siente culpable, sin haberla realizado él en el transcurso de su vida, sino como un S1 al cual él se identifica y se le torna unheimlich.
Lacan en su Seminario VXI, dice: “En la medida en que es exterior a S2, este A inscribe el enforma de A, es decir, la misma cosa que el a. …este a es el sujeto mismo en la medida en que solo puede ser representado por un representante, que en este caso es S1. La primera alteridad, la del significante, no expresa al sujeto más que bajo la forma de lo que aprendimos a delimitar en la práctica analítica por una particular extrañeza”. [cxv]
Consideramos que a través de esta cita podemos resaltar aquello nuclear y a la vez que resume nuestra hipótesis: cómo la alteridad significante puede volverse unheimlich para un sujeto, cómo a la vez eso familiar a veces no deja de tener un matiz extraño.
En el drama familiar no se trata de la familia en sí, sino de cómo a través del discurso del sujeto, este queda representado en la alteridad significante.
En palabras de Lacan: “Se trata del objeto a liberado. Él plantea todos los problemas de la identificación. Con él se debe terminar a nivel de la neurosis para que se revele la estructura de lo que se intenta resolver, a saber, el significante de A barrado, la estructura a secas”.[cxvi]
Podemos pensar al psicoanálisis como el único discurso que da lugar a las consecuencias del decir, del goce. Como único lugar que apunta a descubrir cómo las marcas de goce del sujeto se embrozan en su discurso. Por eso respondemos con lo real de abordar el caso por caso. Porque como nos recordó Lucia D’Angelo, según Lacan, “el análisis debería deshacer con palabras lo que se hizo con palabras”. [cxvii] No se trata solamente de escuchar al síntoma, hay que saber leerlo. Leer lo que se oye en lo que se dice: efecto de significante, que no es el efecto de sentido, sino efecto de goce. Leer no apunta a agregar significación, sino a aislar el S1 por una operación que es de reducción. Leer supone poner sobre el tapete la modalidad del significante, leer no es agregar significación. La interpretación lacaniana se dirige al ciframiento, fuera de sentido, del goce. La interpretación apunta a lo real del no rapport sexual.
En cuanto al apartado de lo inconsciente, me gustaría reflexionar y agregar unas citas extraídas del material preparatorio para el VIII Congreso AMP, las cuales me han ayudado a concluir este ensayo:
“El agujero cavado de este modo en los enunciados del sujeto no es suficiente, aun es necesario que el sujeto se sumerja en el agujero abierto en y por el inconsciente. (…) El analista, en la cura marca el lugar de este agujero y lo vela: a>S/. (…) El hombre marcado por el secreto familiar transporta con él una atmósfera de clandestinidad en el dispositivo.”[cxviii]
“Freud aisló lo que es neurosis, lo que es neurotizante, es decir: el esfuerzo para hacer existir la relación sexual y el sacrificio de goce que ello comporta. (…). Es la relación sexual lo que hace objeción a la omnipotencia del discurso de la ciencia. (…) Primeramente, los síntomas de la no relación sexual. Esto quiere decir: sin duda que están articulados en significantes, pero esto es secundario. No son esencialmente mensajes. (…) Los síntomas son ante todo signos de la no relación sexual. (…) El inconsciente primario no existe como saber. Para que devenga un saber, para hacerlo existir como saber, hace falta el amor. Y es por lo cual Lacan podía decir al final de su Seminario Los nombres del padre: un psicoanálisis, demanda amar su inconsciente. Es el único medio de hacer, de establecer una relación entre S1 y S2. (…) un psicoanálisis demanda amar a su inconsciente, para hacer existir no la relación sexual, sino la relación simbólica”.[cxix]
“…la práctica lacaniana del psicoanálisis, presupone fundarse en un <>...en el síntoma, como testimonio de una relación contingente con lo imposible”.[cxx]
“¿Acaso no es caridad, en Freud, el haber permitido a la miseria de los seres que hablan decirse que existe –ya que hay inconsciente- algo que trasciende de veras, y que no es otra cosa sino lo que esta especie habita, a saber, el lenguaje?”[cxxi]
“… la operación analítica permite al sujeto desprenderse de las identificaciones a las cuales estaba sujetado, reconocer el goce que le es propio e identificarse con el síntoma que es la marca de su incurable”.[cxxii]
Finalmente, para concluir y dar alguna respuesta posible a la pregunta que nos hemos planteado en la introducción a este ensayo: ¿Cuál es la relación entre lo inconsciente, lo Heimlich y lo Unheimlich?, me apoyaré en algunas de las notas y enseñanzas que he podido extraer de la participación del VIII Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis AMP.
Como hemos abordado a lo largo de este ensayo, la familia trasmite algo del orden significante, una ley: una prohibición y, a su vez, una satisfacción. Esto nos lleva a pensar al complejo de Edipo como un entrecruzamiento entre las coordenadas de las normas (simbólico, significante) y de los modos de satisfacción (goce, vía pulsional). Aquí nos encontramos con la fórmula del fantasma, cadena significante y las relaciones del sujeto con los objetos de su goce: ($ <> a).
Podemos afirmar que en el trayecto de la cura, en la repetición de la novela familiar, aparecerán las marcas de goce del fantasma.
Como sabemos, a través de los distintos casos que escuchamos, los traumatismos están presentes en toda historia posible, pero se inscriben après-coup en esas frases que son traumáticas para cada sujeto en su singularidad, en esa especie de S1, de enjambre contradictorio.
Según Lacan, la primera posición del sujeto puede ser leída como paranoica, ya que antes de que él hable, es hablado por el Otro. Y creo que es debido a esto que Lacan habla de significaciones que son pesadas de llevar por el sujeto.
Entonces, ¿de qué se trata en una cura analítica? Se trata de saber lo que empuja y arma al sujeto más allá del Otro, vale decir, ¿dónde gozas? El analista opera apuntando a esto: ¿dónde gozas?
La relación que podemos establecer entre los términos: goce / saber / psicoanálisis, es la siguiente: los padres hablan con esas palabras extranjeras que el niño no entiende, lengua extranjera que habla en ellos soportando lo que no saben, el goce.
¿Cómo operamos aquí como practicantes del psicoanálisis? A través de la asociación libre se alienta al sujeto a contar su historia buscando en lo que lo presidió, buscando en la historia de la familia, por ejemplo en el evento de nacimiento, qué frase ha retenido el analizante, vale decir, qué palabra se hizo carne, cuál fue esa frase traumática, ese S1... El deseo del analista está comprometido con la pulsión y, de esta manera, el analista apunta a llevar a su analizante a decir lo mejor posible lo imposible de decir. Pero entonces, ¿cómo concebir una interpretación que no produzca sentido, cómo imaginar una palabra que no se enlace con otra? Creo que teniendo en cuenta la lógica del significante, ya que como recuerda Miller: “hay inconsciente, algo que trasciende de veras, y que no es otra cosa sino lo que esta especie habita, a saber, el lenguaje”.[cxxiii] El analista debe adoctrinar al analizante en su propia gramática. ¿Para qué? Para que los juegos de la lengua resuenen en el inconsciente del analizante. Nuestra interpretación no tiene como objeto producir sentido, apunta a lo real, apunta al goce. ¿Por qué? Porque como recuerda Miller, sólo se puede captar lo que se dice si se tiene en claro el goce que lo empuja, es decir, sólo si se tiene en cuenta la lógica de caso: el goce opaco que lo inspira.
Ya que como nos aclaró Antoni Vicens, hay un amo no ligado al ser, sino a la existencia, un amo no fijado a la normalidad del ser, no fijado a un Otro. No para crear servidumbres nuevas, sino para gozar/saber, hasta que punto el amo es el significante. Mientras que el ser se pretende sin culpa, la existencia no puede escapar de la culpa trágica de donde surge el deseo, el amor y el goce.
Al final de cuentas, se trataría pues, de tener en cuenta cómo el sujeto reacciona frente a los destinos que fabrica su inconsciente, y cómo se sintió frente a lo real. Pensando a lo real como lo opuesto al significante, según la época en la cual Lacan afirmaba: “lo real siempre vuelve al mismo lugar”. Lo que caracteriza al significante es el desplazamiento, éste se conecta, se sustituye del modo metafórico-metonímico, y siempre vuelve en lugares inesperados, pudiendo llegar a hacer presente ese particular matiz de lo terrorífico que lo vuelve Unheimlich... Ya que como dice Freud: “… lo ominoso es aquella variedad de lo terrorífico que se remonta a lo consabido de antiguo, a lo familiar desde hace largo tiempo”.[cxxiv] “Lo ominoso sería siempre, en verdad, algo dentro de lo cual uno no se orienta, por así decir”[cxxv], y aquí podríamos agregar, hasta que el sujeto consienta en querer saber, hasta que el sujeto comience a amar a su inconsciente y como decía Lacan: “siempre uno termina por transformarse en un personaje de su historia”.
Laura Bueno
Barcelona, junio 2012
[i] Lacan, J. (1964). El Seminario Libro 11: Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós, 1997.
[ii] Miller, J. (2012). Apertura del VIII Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis AMP, El orden simbólico en el Siglo XXI. No es más lo que era. ¿Qué consecuencias para la cura?, en Buenos Aires, el 23 de abril de 2012.
[iii] Seminario 16: De un Otro al otro, de Jacques Lacan. Seminario del Campo Freudiano 2011-12, en Barcelona, noviembre 2011. Referencia: Bueno, L. La paradoja de Russell en el Seminario 16 De un Otro al otro.
[iv] Torres, M. (2007). De los asuntos de familia a los asuntos de Escuela o del inconsciente al síntoma. Intervención en el Seminario del Pase, “El Pase y el final de análisis” (26-9-2007). p. 2.
[v] Torres, M. De los asuntos de familia a los asuntos de Escuela o del inconsciente al síntoma, op.cit., p. 2.
[vi] Freud, S. (1919). Lo ominoso. Obras completas, Volumen 17, Buenos Aires: Amorrortu editores, 1994. p. 217.
[vii] Freud, S. Lo ominoso, op. cit., p. 220.
[viii] Freud, S. Lo ominoso, op. cit., p. 221.
[ix] Freud, S. Lo ominoso, op. cit., p. 223.
[x] Freud, S. Lo ominoso, op. cit., p. 224.
[xi] Freud, S. Lo ominoso, op. cit., p. 224-5.
[xii] Freud, S. Lo ominoso, op. cit., p. 226.
[xiii] Freud, S. Lo ominoso, op. cit., p. 230.
[xiv] Freud, S. Lo ominoso, op. cit., p. 232.
[xv] Lacan, J. (1949). El estadio del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica. Escritos 1, Buenos Aires: Siglo veintiuno editores, 1985.
[xvi] Freud, S. Lo ominoso, op. cit., p. 235.
[xvii] Freud, S. Lo ominoso, op. cit., p. 236.
[xviii] Freud, S. Lo ominoso, op. cit., p. 237.
[xix] Freud, S. Lo ominoso, op. cit., p. 238.
[xx] Freud, S. Lo ominoso, op. cit., p. 239.
[xxi] Freud, S. Lo ominoso, op. cit., p. 240.
[xxii] Freud, S. Lo ominoso, op. cit., p. 241.
[xxiii] Freud, S. Lo ominoso, op. cit., p. 242.
[xxiv] Freud, S. Lo ominoso, op. cit., p. 242.
[xxv] Freud, S. Lo ominoso, op. cit., p. 243.
[xxvi] Freud, S. Lo ominoso, op. cit., p. 237.
[xxvii] Freud, S. Lo ominoso, op. cit., p. 244.
[xxviii] Freud, S. Lo ominoso, op. cit., p. 245.
[xxix] Freud, S. Lo ominoso, op. cit., p. 246.
[xxx] Freud, S. Lo ominoso, op. cit., p. 247.
[xxxi] Freud, S. Lo ominoso, op. cit., p. 248.
[xxxii] Freud, S. Lo ominoso, op. cit., p. 248.
[xxxiii] Freud, S. Lo ominoso, op. cit., p. 248.
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[xxxv] Freud, S. Lo ominoso, op. cit., p. 251.
[xxxvi] XII Conversación Clínica del ICF, celebrada en el Hotel Majestic de Barcelona los días 3 y 4 de marzo de 2012.
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[xliii] Lacan, J. La familia, op. cit., p. 5-6.
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[xlv] Lacan, J. La familia, op. cit., p. 7.
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[xlvii] Lacan, J. La familia, op. cit., p. 7-8.
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[xlix] Lacan, J. El Seminario Libro 11: Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis, op. cit., p. 25.
[l] Miller, J-A. Lectura crítica de “Los Complejos Familiares” de Jacques Lacan, op. cit., p. 5.
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[lii] Freud, S. (1921). Psicología de las masas y análisis del yo. Obras completas, Volumen 18, Buenos Aires: Amorrortu editores, 1995.
[liii] Lacan, J. La familia, op. cit., p. 15.
[liv] Lacan, J. La familia, op. cit., p. 18.
[lv] Miller, J-A. Lectura crítica de “Los Complejos Familiares” de Jacques Lacan, op. cit., p. 10.
[lvi] Miller, J-A. Lectura crítica de “Los Complejos Familiares” de Jacques Lacan, op. cit., p. 8.
[lvii] Lacan, J. La familia, op. cit., p. 16-17.
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[lx] Lacan, J. La familia, op. cit., p. 19.
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[lxiii] Lacan, J. La familia, op. cit., p. 24-25.
[lxiv] Lacan, J. La familia, op. cit., p. 29.
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[lxxvi] Lacan, J. La familia, op. cit., p. 57.
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[lxxxix] Miller, J-A. Cosas de familia en el inconsciente, op. cit., p. 341.
[xc] Miller, J-A. Cosas de familia en el inconsciente, op. cit., p. 341.
[xci] Miller, J-A. Cosas de familia en el inconsciente, op. cit., p. 341.
[xcii] Miller, J-A. Cosas de familia en el inconsciente, op. cit., p. 342.
[xciii] Miller, J-A. Cosas de familia en el inconsciente, op. cit., p. 343.
[xciv] Miller, J-A. Cosas de familia en el inconsciente, op. cit., p. 344.
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[xcvi] Miller, J-A. Cosas de familia en el inconsciente, op. cit., p. 345.
[xcvii] Seminario XI: Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis, de Jacques Lacan. Seminario del Campo Freudiano 2009-10, en Barcelona. Trabajo presentado por: Bueno, L. El inconsciente freudiano y el nuestro. Nodvs, marzo de 2012.
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[xcix] Lacan, J. El Seminario Libro 11: Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis, op. cit., p. 30.
[c] Miller, J-A. Cosas de familia en el inconsciente, op. cit., p. 346.
[ci] Miller, J-A. Cosas de familia en el inconsciente, op. cit., p. 346.
[cii] Miller, J-A. Cosas de familia en el inconsciente, op. cit., p. 347.
[ciii] Lijtinstens, C. (2006). Conferencia sobre la familia. Virtualia Revista digital de la Escuela de Orientación Lacaniana, Córdoba: julio / agosto 2006.
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[cvi] Lijtinstens, C. Conferencia sobre la familia, op. cit., p. 5.
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[cviii] Freud, S. Lo ominoso, op. cit., p. 237.
[cix] Tizio, H. frase aislada en una de sus clases.
[cx] Lijtinstens, C. Conferencia sobre la familia, op. cit., p. 6.
[cxi] Alda, C. (2008). Nuevas formas de autoridad auténtica. Hacia las VII Jornadas de la ELP. Clínica del lazo familiar y de sus nuevas formas. (Nouvelles des Beatutides, Leguil, Conférance du 29 avril 1998, Agalma éditeur, París). p. 4.
[cxii] XII Conversación Clínica del ICF, celebrada en el Hotel Majestic de Barcelona los días 3 y 4 de marzo de 2012.
[cxiii] Laurent, E. (2010). El orden simbólico en el siglo XXI. Consecuencias para la cura. Papers 1, VIII Congreso Asociación Mundial de Psicoanálisis. p. 11.
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[cxv] Lacan, J. (1968-69). El Seminario Libro 16: De un Otro al otro. Buenos Aires: Paidós, 2008. p. 284.
[cxvi] Lacan, J. El Seminario Libro 16: De un Otro al otro, op. cit., p. 236.
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[cxviii] Laurent, E. El orden simbólico en el siglo XXI. Consecuencias para la cura, op. cit., p. 12.
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[cxxi] Gorostiza, L. (2011). Los confines de la caridad freudiana. La resonancia de un nombre. Intervención en el IX Congreso de la Escuela Brasilera de Psicoanálisis (EBP), en Londres, el 29 de abril de 2011. p. 3.
[cxxii] Gorostiza, L. Los confines de la caridad freudiana. La resonancia de un nombre, op. cit.,p. 6.
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[cxxiv] Freud, S. Lo ominoso, op. cit., p. 220.
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NODVS XXXIX, abril de 2013