El ateneo: una conversación, entre varios, de la práctica orientada por el psicoanálisis

Artículo de reflexión sobre la praxis clínica en el contexto del Ateneo de Córdoba (Argentina), dispositivo de formalización y de sistematización de la práctica clínica, perteneciente al Instituto CIEC adherido al del Campo Freudiano.

La autora es psicoanalista en Córdoba y adherente del CIEC en la misma ciudad.


  • Publicado en NODVS XXXIX, abril de 2013

Resum

El trabajo que nos ocupa nos presenta la forma en que se trabaja en un dispositivo enmarcado en las investigaciones clínicas más actuales del Instituto del Campo Freudiano. El eje fundamental gira en torno a los efectos de formación en dicho dispositivo. Una viñeta clínica permite situar la posición de la analista en la cura de un sujeto psicótico.

Paraules clau

Prisa; Deseo del analista; psicosis; borde.

El ateneo[1] al que me referiré, es un dispositivo de formalización y sistematización de la práctica clínica, hasta donde es posible.

Al poco tiempo de ingresar al ateneo clínico y ante la pregunta de una de las integrantes –¿Por qué los pacientes se van? Hubo lo que creo puedo llamar el primer efecto de conversar con otros.

El primer efecto del ateneo sobre mi práctica fue advertir cierta “prisa”. Prisa que no tiene que ver con la urgencia subjetiva del sujeto que consulta. Pude percatar esa prisa en forzar a los pacientes a que “rápidamente crean en el inconsciente y además que lo amen”. Por supuesto que también pude corroborar los efectos de esta prisa en la clínica.

Una paradoja se plantea hoy: por un lado, tenemos los sujetos inmersos en este “nuevo orden simbólico” que, en conjunción con el capitalismo y el cientificismo, obtienen respuestas rápidas a su malestar, respuestas que nada tiene que ver con el saber inconsciente. Y por otro lado, mi prisa a contra pelo de la respuesta esperada por los sujetos. Operaba así un forzamiento que tuvo como efecto que los pacientes de mi consulta particular, y del Ciec mismo, rápidamente abandonaran la consulta, o que lo hicieran en el momento del pasaje de un discurso otro al discurso analítico. Sabemos por Miller que “Lo más frecuente es que la entrada en análisis sea una conmoción de la rutina en la que se mantiene la realidad cotidiana del sujeto (…)”[2]. Pero entonces ¿cómo hacer, a pesar de la incomodidad que produce la división en un sujeto, sumada a la comodidad a la que empuja la época, cómo hacer para “(…) favorecer el pasaje del inconsciente en el discurso”[3]?

Entonces ¿Qué opera hoy? ¿Qué haría que el sujeto permanezca en el dispositivo analítico? El deseo del analista, ese operador que funciona como un marco libidinal.

La cautela que había tenido -a pesar de mi experiencia clínica con niños y jóvenes con severas dificultades en la subjetividad- ¿era relegada por la prisa? Cada uno, cautela y prisa, trajeron efectos diferentes en la clínica. (Voy a tomar sólo la prisa ya que es lo que he aprehendido del ateneo).

 

Una Viñeta

 

Una mujer llega a la consulta. Lo que urge en ella es que le gustan las mujeres pero a los hombres no puede decirles que no. Terminando enredada en situaciones de las que no puede salir. Hay algo en su relato que llama mi atención y hace que me detenga en ese punto. La escucho hablar del “armatoste”.  El tratamiento toma una dirección: se trata de “apagar” este armatoste que le dice cosas. Fue el primer encuentro sexual lo que lo encendió. Tomando un tinte paranoico, el ruido que este aparato despertaba en su cabeza.

Su conflicto es que le gustan las mujeres pero lo que está bien es estar con un hombre.  Las intervenciones como: -“la normalidad para quien, qué es lo normal, de dónde sacas que eso es lo normal”  producen un efecto de enfurecimiento. Entonces se tratara cada vez de hablar y escuchar lo que le pasó o pasa con tal o cual persona encontrando una vía para empezar a diferenciar lo que le gusta y lo que no le gusta.

Esto denota la ausencia de la brújula que da el falo, en ella se trata de la nominación que se plantea en términos de la dicotomía: sufre cuando actúa lo que no está bien, estar con mujeres y se desestabiliza cuando actúa lo que es esperable, es decir cuando está con hombres.

 

El descuido

 

Al terminar una sesión la acompaño a la salida, le toco el hombro y la despido con un beso. Ella en ninguna ocasión me había saludado con un beso. Al encuentro siguiente dice que ha decidido no venir más. Le ofrezco entonces, preocupada por su malestar, hacer una derivación dentro del Instituto con un colega. Esta maniobra disipa la erotomanía que se despertó con ese acercamiento descuidado de mi cuerpo al suyo, posibilitando así la continuidad del tratamiento.

 

El efecto de formación


Tomo prestada la pregunta que se hace Guy Briole, en su texto de presentación de casos para llevarla al plano de la formación del analista “¿Qué aprendemos de su singularidad; ya sea de su respuesta a la forclusión o lo relativo a su disposición neurótica?” De la neurosis ya di cuenta de los efectos de mi prisa, entonces ¿Qué me enseño este caso de psicosis en el que rápidamente se hizo evidente que es el encuentro intimo con otro cuerpo, masculino o femenino, lo que angustia y desestabiliza a la sujeto? Me vi sorprendida aquí también por mi prisa. Intenté marcar en los primeros encuentros esto que estaba escuchando sin poder escuchar qué no era, ni es tan sencillo hacer un borde a este agujero que se le presenta. La prisa aquí no tomaba la forma de amar al inconsciente pero sí de instar a la sujeto para que cuide su borde.

Este borde es algo a construir en cada encuentro, con intervenciones que apuntan a pequeños capitonados para que no se produzca la angustia que la lleva a tener ganas de suicidarse. Intervenciones tales como: “por ahora vos podés esto”, son las que producen alivio; “quitando a la angustia su certeza” de que no está bien lo que hace. También intervenciones en la duración de las sesiones: siendo breves,  permitieron que algo se cierre y no que le haga enigma. Se trató en el encuentro de impedir la deriva pero también de evitar lo penetrante del otro por el solo hecho de su presencia, lo que empuja a la erotomanía.

En definitiva se trató de frenar mi prisa ateniéndome a los tiempos de la sujeto para buscarle otro lugar a su  sufrimiento.

 

Notes

[1] Los ateneos funcionan en, la cuidad de Córdoba Capital, Argentina, dentro del Centro de Investigaciones y Estudios Clínico (Ciec) Instituto asociado al campo Freudiano. Es un dispositivo de atención clínica y formación para los practicantes que funciona desde 1998.

[2] Miller, J.-A. (1985) C.S.T. “Clínica bajo trasferencia. Ocho estudios de la clínica Lacaniana”. Buenos Aires: Editorial manantial. 

[3] Lacan, J. Yale University. 24 de Noviembre de 1975. Conversación con preguntas y respuestas.

http://elpsicoanalistalector.blogspot.com.ar/2008/12/jacques-lacan-conferencia-en-la.html consultado: 13/04/2012.

Analía Ghirardotto

El ateneo: una conversación, entre varios, de la práctica orientada por el psicoanálisis

NODVS XXXIX, abril de 2013

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