¿Todos analizantes? Quizás no-analistas no-todos

Texto presentado el 9 de abril de 2013 en la Comunidad de Catalunya de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, en el marco de intervenciones del espacio 'La Escuela en el Siglo XXI'.

  • Publicado en NODVS XL, juliol de 2013

Resum

no-analista; acción lacaniana; intranquilidad del analista; acto analítico.

Paraules clau

Este breve trabajo explora la breve figura del 'no-analista', noción política puesta encima de la mesa por Jacques Lacan en 1967 en su Discurso en la Escuela Freudiana de París. Trata de ponerla en tensión con la época contemporánea, así como con la acción del psicoanálisis en la ciudad. La cuestión del acto analítico, así como el significante de la falta en el Otro en que se funda la Escuela, son otras dimensiones abordadas.

Si la Escuela es sujeto al modo lacaniano, es barrada. Pero en 1967, el acto analítico es para Lacan un acontecimiento ajeno a la división subjetiva. Si el sujeto dividido es la condición del analizante, el lugar de objeto que necesita el acto corresponde al instante de analista.

Añadamos que, por otra parte, la interpretación no puede ser siempre un acto analítico. Si así fuera, ¿no serían acaso los actos en su sistemática repetición la perfecta condición de una nueva rutina? El lugar del analista exige un saber estar en la no-acción[1]. Pero también intervenir de manera decidida en ocasiones: autorizarse. Aunque puede sostenerse que la no-acción es también una forma de acto, distingamos la interpretación (señalamiento, énfasis, corte) del acto analítico. Éste sería aquello que implica la autoría del analista al producir algo nuevo que no puede desligarse exclusivamente del decir analizante.

 

La acción lacaniana, si es solidaria de esta política de la intervención analítica, sopesará la pasión interpretativa, así como la asociación libre, que corresponden al analizante. No olvidemos además que el acto analítico tiene como fin la desuposición de saber en aquél que lo desempeña[2]… ¿Conviene, puede la Escuela trasladar el acto analítico a lo social? Y si responde de otro modo, si no responde desde el acto, ¿cómo debe responder la Escuela? Parto del supuesto, siempre, de que ésta no puede mantenerse neutral. En relación a esto: preguntémonos acerca del alcance de la invitación de Miller: “Por un derecho de injerencia intelectual en los asuntos del mundo[3].

 

En 2013, la época forcluye la verdad tanto como el ideal. La reivindicación del psicoanálisis como esa incisión que vendría a mostrar la verdad del discurso del amo, desconocería justamente que el discurso social contemporáneo ya opera como el discurso analítico[4]: el objeto a es su agente, lo que orienta. Erosionada por el camino queda la posibilidad de producción de un saber verdadero. Ya no es la verdad del Otro a lo que el sujeto adviene al final de un análisis, pues éste no extrae al analizante del todo de su época: ésta exige un bricolaje del goce respecto del cual la verdad no atina.  Así, de los AEs esperamos hoy escuchar la forma en que han deformado el Uno por el sinthome.

El saber expuesto que es consustancial al testimonio es un modo posible de decirle al Otro social que no todas las formas de fracasar la relación sexual son equivalentes[5]. El psicoanálisis propone una salida menos indigna que otras en su rechazo de la miseria contemporánea: la fascinación por el plus de goce.

 

Hay al menos otro saber expuesto: aquél que la Escuela produce, si es cierto que su condición fundamental es sostener una transferencia de trabajo (transferencia en la que Lacan valoraba cierto matiz negativo, que favorece la seriedad en la lectura).  Así, la Escuela vela por que se problematice la práctica, por que no sea justamente un ‘savoir y faire’. La singularidad depende de que la Escuela concierna, exista, se sostenga de S(Ⱥ). Ahí dónde hay S(Ⱥ) hay exigencia de saber expuesto, y salida del dogmatismo que puede derivarse de una práctica conforme a lo que ya se sabe.

Elogiemos la intranquilidad del analista, que se desliga entre otras cosas del vértigo de su acto, de ese acto que puede horrorizarle. Esta intranquilidad exige la renuncia al confort intelectual[6], así como al confort institucional.

Lacan va en esto muy lejos, hasta el punto de dejar el control del acto analítico a los no-analistas: aquellos que pueden ponerlo sobre la mesa en la clínica, así como rescatar sus efectos para la episteme y en relación a la ciencia[7].

¿Quién es el no-analista? No es el no-analizado. No es forzosamente aquél que no practica, pero sí puede serlo. Lacan lo lleva hasta el AE: el no-analista desemboca en el pase[8], es decir en aquél que da cuenta de la lógica de la experiencia (y no de la experiencia como tal) para abordar sus problemas fundamentales. Pero de forma más general, el no-analista es aquél que vela por la disposición hacia el acto analítico[9].

Este lugar sólo puede ser no-todo, en la medida en que el acto analítico no está ahí, pues en tanto transgresión forzosa de la doxa tiende a desvanecerse. El analista está abocado a perder la vía, pues se halla solo frente a un acto que apunta a lo real, que se funda en el agujero[10]; pero puede reencontrarla. Recordemos que no hay estatuto ontológico del analista, hay del analista[11]. Pero fuera de su acto, el analista no queda eximido de pensar, ni de enseñar[12]. El no-analista, concernido por S(Ⱥ), sólo puede ser un lugar contingente, de tránsito. Quizás pueda aprovechar la ocasión para aproximarse a otros saberes…

 

Puede que  el estilo del psicoanálisis en el siglo XXI deba tener presente que no se trata de convencer por la solidez de la argumentación. Sino de acercarse a la desorientación del goce, abdicando el trono del Psicoanálisis verdadero, cediendo el Olimpo de ‘los atravesados por la experiencia’, recordando que el no-analista carece de ser tanto como el analista.

El rigor en las referencias es sin duda fundamental; separarse de ello pasa por abordarlas de una manera no-toda, renunciando al imperativo del magister dixit.

Notes

 

[1] Es Eric Laurent quien habla del tao del analista. Por ejemplo, en ‘La lettre volée et le vol sur la lettre’, en Revue de la Cause Freudienne 43.

[2] Lacan, J. (2013). Séminaire XV, L’acte analytique. Cours du 29 novembre 1967, p. 36.

http://www.valas.fr/Jacques-Lacan-L-acte-Psychanalytique-1967-1968,136.

[3] Miller, J.-A. Decisión en 7 puntos. 1 de marzo de 2013, consultable en:

 http://www.scb-icf.net/es/actualidad.php?idactualitat=43.

[5] Ibíd.

[6] Cottet, S. (2011). Conferencia del 5 de febrero de 2011 en la Maison de la Chimie, en el contexto de la Question d'école 'Lacan et l'intranquillité du psychanalyste', titulada 'La critique du psychanalyste par Lacan'.

[7] Lacan, J. (2001). Discours à l’École Freudienne de Paris. En Autres Écrits. p. 270.

[8] Ibíd., p. 271.

[9] Ibíd., p. 272.

[10] Cottet, S. (2011). Conferencia del 5 de febrero de 2011 en la Maison de la Chimie, en el contexto de la Question d'école 'Lacan et l'intranquillité du psychanalyste', titulada 'La critique du psychanalyste par Lacan'.

[11] Lacan, J. L’acte psychanalytique, compte-rendu du séminaire 1967-68. En Autres Écrits, p. 377.

[12] Cottet, S. (2011). Conferencia del 5 de febrero de 2011 en la Maison de la Chimie, en el contexto de la Question d'école 'Lacan et l'intranquillité du psychanalyste', titulada 'La critique du psychanalyste par Lacan'.

Héctor García de Frutos

¿Todos analizantes? Quizás no-analistas no-todos

NODVS XL, juliol de 2013

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