The Leftovers. Restos, culpa y religión
Artículo sobre la serie de televisión The Leftovers (Damon Lindelof y Tom Perrotta, 2014), centrado en el papel de la religión y otras creencias sucedáneas como intentos de hallar sentido frente a un acontecimiento traumático.
El presente artículo parte de la premisa argumental de la serie The Leftovers (la desaparición súbita e inexplicable del 2% de la humanidad en un mismo día) para destacar el peso de la culpabilidad que la religión propone frente a lo Real del acontecimiento traumático. El texto desarrolla bajo qué nuevas formas resurge en esta serie la religión y cómo es presumiblemente más efectiva que el discurso científico a la hora de aportar sentido.
Resto. Trauma. Real. Acontecimiento. Culpa. Religión.
La serie del canal HBO The Leftovers narra las vidas de una serie de habitantes de la localidad ficticia de Mapleton tres años después de que un acontecimiento sin explicación las haya dejado marcadas.
El prólogo del episodio piloto nos sitúa en el 14 de octubre de 2011. Una madre en un aparcamiento descubre angustiada que su bebé ha desaparecido del asiento de atrás del coche. En el mismo lugar, un niño llama desesperadamente a su padre, que hasta ese momento empujaba un carrito de la compra que ahora rueda solo. Simultáneamente, un automóvil choca contra otro: el asiento del conductor de uno de los vehículos ha quedado de repente vacío.
Con la imagen en negro, oímos una serie de llamadas a un número para emergencias. Todos los que llaman coinciden en que alguno de sus seres queridos ha desaparecido en un instante. El acontecimiento es global y supone la desaparición súbita del 2% de la humanidad, unos ciento cuarenta millones de personas.
Tres años después, habrá resurgido la religión y toda una serie de cultos y sectas que tratan de hallar un sentido al evento. Frente al agujero en lo simbólico del trauma colectivo, los intentos de los religiosos pasarán por culpar a los desaparecidos –considerándolos objeto de un castigo divino- o a los que no desaparecieron. Estos últimos, el 98% de la humanidad, son los restos, sobras (leftovers) a pesar de su condición de mayoría. La cuestión no es tanto por qué desapareció un 2% de la población mundial, sino por qué los demás permanecieron.
En primer lugar, destaca un grupo que se hace llamar los Culpables Remanentes (de nuevo, resuena el significante resto). Los miembros de este grupo visten completamente de blanco y han renunciado a hacer uso de su voz, se comunican a través de la palabra escrita. Además, fuman todo el tiempo para tener bien presente su propia finitud.
Los Culpables Remanentes tienen como objetivo hacer recordar a los demás que el 14 de octubre tuvo lugar como un avance de la desaparición de la humanidad. Como si de unos terroristas de la culpa se tratara, el grupo boicotea todo acto o celebración pública que suponga un semblante de regreso a la normalidad mostrando pancartas que rezan frases como: “Dejad de malgastar vuestro aliento” o “La familia no existe”. En un nivel más reducido, los Culpables Remanentes tienen un modus operandi determinado para captar nuevos miembros: escogen a alguien a quién suponen una culpa por pagar y, por parejas del mismo sexo, lo siguen a todas partes hasta que el escogido pasa de la angustia inicial que ellos le provocan a hacer suyo el sentimiento de deuda suficiente para unirse al grupo.
Con su uniformidad y su inquietante silencio, los Culpables Remanentes son una encarnación del objeto a en tanto, nos dice Lacan en el Seminario X, el efecto más llamativo de su aparición es la angustia. Recordemos también que el objeto a es un resto y es el objeto que no habla.
En segundo lugar, encontramos al sacerdote Matt Jamison, que ha visto como su desértica iglesia va recibiendo más fieles a raíz del 14 de octubre. El sacerdote hurga en la vida privada de los desaparecidos para encontrar algún tipo de pecado –si eran infieles, cometieron fraude o traficaban con drogas- que justifique su desvanecimiento. Al hacer públicos los secretos oscuros que deshonran el recuerdo de los desaparecidos, Jamison provoca para sí mismo la ira y el desprecio de los que le rodean.
La estrategia que sigue Jamison pasa igualmente por perseguir y culpabilizar al Otro, ausente en este caso. Pero su condición de cristiano le hace desmarcarse de los Culpables Remanentes. Él cree en la salvación y su disposición constante al sacrificio obedece a una búsqueda de la redención propia y ajena, por más que en el intento sea frecuentemente golpeado con brutalidad. Mientras que los Culpables Remanentes creen que sólo queda esperar al definitivo Apocalipsis del cuál el acontecimiento del 14 de octubre fue un adelanto.
Los Remanentes, privándose a sí mismos de su voz y de cualquier distinción individual, soportan los golpes pues se han deshumanizado, están en permanente contacto con la muerte. Jamison soporta los golpes convencido de que su deber, en el nombre de Dios, es lograr la redención del Otro. También en el Seminario X, Lacan dice: “…el cristiano ha aprendido, a través de la dialéctica de la Redención, a identificarse con Aquel que se hizo idéntico a dicho objeto, al desecho dejado por la venganza divina”. Así, Jamison se posiciona como un Mesías, igualmente objeto de incomprensión y violencia, pero con la certeza de estar cumpliendo una misión salvadora.
En tercer lugar, hay un iluminado que se identifica como Holy Wayne. Con sus enormes ojos y brindando al otro un extraño trato en el que se dan la mano la afabilidad y el lenguaje obsceno, Wayne se presenta como capaz de aliviar el dolor de los demás con un simple abrazo.
“El período de gracia ha terminado” es la conclusión que obtiene Wayne de un sueño con su hijo fallecido. En términos financieros, el período de gracia es aquel del que dispone alguien que ha recibido un préstamo antes de empezar a pagarlo. De este modo, para Holy Wayne el período de gracia lo constituyen los tres años que han transcurrido desde el 14 de octubre de 2011, durante los cuales el mundo ha permanecido dormido y fingiendo que nada había sucedido. El fin del período de gracia implica despertar, pero no sabemos a qué.
Si bien Holy Wayne es un personaje oscuro sobre el que pesa la duda de si realmente es un farsante, su abrazo tendrá efectos sobre Nora Durst, la mujer que perdió a su marido y dos hijos el día del acontecimiento. Nora representa otra clase de intento por encontrar respuestas frente a lo Real del trauma: trabaja para un departamento del gobierno realizando un cuestionario –tan absurdo como hiriente- a los familiares de los desaparecidos, con la idea de hallar un patrón común entre ellos que quizá explique por qué se desvanecieron. Por otro lado, en la intimidad de su hogar, Nora hacer venir a prostitutas que se anuncian en las revistas bajo lemas del tipo “nada está prohibido” para que le disparen con un chaleco antibalas puesto. Tras recibir el impacto y salvarse, Nora puede recordar que sigue viva.
Su encuentro con Wayne devolverá a Nora el hecho de que se aferra al dolor por la ausencia de su familia –continúa comprando los productos que comían sus hijos y los renueva cuando caducan- por miedo a olvidarles si logra continuar con su vida. En el último capítulo, cuando por una contingencia Nora encuentre abandonado a un bebé que lleva implícito cierta promesa redentora –Wayne es el padre-, quizá las cosas hayan cambiado para ella.
En la entrevista publicada bajo el título El triunfo de la religión, Lacan augura la victoria de la religión frente a la ciencia por su capacidad para dar sentido allí donde la ciencia no puede llegar. "Por poco que la ciencia ponga de su parte, lo real se extenderá, y la religión tendrá entonces muchos más motivos para apaciguar los corazones. (…) No es porque las cosas se volverán menos naturales, gracias a lo real, que se dejará sin embargo de segregar sentido. Y la religión dará sentido a las pruebas más curiosas, esas en las que los científicos comienzan a experimentar un poquito de angustia”, dice Lacan. La serie que nos ocupa ilustra adecuadamente esta afirmación, no sólo por el resurgimiento de la religión, sino por el fracaso de la ciencia. En el primer capítulo, un televisor emite en directo la comparecencia de una comisión científica que no ha podido obtener una sola conclusión sobre el evento del 14 de octubre.
Podemos considerar The Leftovers un paso más allá respecto a las ficciones sobre el impacto traumático del 11 de septiembre del 2001. La serie de HBO no supone una reconstrucción de tintes –más o menos- patrióticos o heroicos como los filmes World Trade Center (Oliver Stone, 2006) o United 93 (Paul Greengrass, 2006), sino que desarrolla una trama metafórica que refleja una sociedad, un mundo, que jamás volverá a ser el mismo tras un acontecimiento.
The Leftovers, y por esta razón muchos espectadores desertarán de su visionado, no ofrece la solución al enigma de la desaparición colectiva. Pero esa no es la cuestión. Lo realmente importante, como en la clínica del trauma, es la respuesta subjetiva que cada individuo puede ofrecer tras el impacto de lo inesperado. Lo que hay en juego es cómo esos restos saldrán adelante con sus vidas.
-Belaga, Guillermo (compilador), “La urgencia generalizada 2. Ciencia, política y clínica del trauma”, Grama Ediciones, Buenos Aires, 2005.
-Lacan, Jacques, “El Seminario X: La angustia”, Paidós, Buenos Aires, 2010.
-Lacan, Jacques, “El triunfo de la religión”, Paidós, Buenos Aires, 2006.
The Leftovers. Restos, culpa y religión
NODVS XLV, juny de 2015