Entrevista a Bernard Seynhaeve
Transcripción de la entrevista realizada por Nodvs a Bernard Sheynaeve, exdirector de Le Courtil, en el marco de las III jornadas del grupo de investigación, para una práctica entre varios, tituladas Un autismo entre varios ¿Qué institución para una práctica de orientación lacaniana?, en junio de 2015.
Bernard Seynhaeve, A cielo abierto, Le Courtil, autismo
Queremos agradecer a Bernard Seynhaeve quien, con paciencia, en esta breve y un poco accidentada entrevista, nos marcó algunos principios que rigen la práctica del “entre varios” en Le Courtil.
Respondiendo a las preguntas surgidas del trabajo del Grupo de Investigación dirigido por Iván Ruiz, nos dio algunas boyas clínicas al distinguir los rituales de las reglas; y los rituales en Le Courtil de los rituales del sujeto autista. Los rituales que se practican en Le Courtil, nos dice: “Es algo que hacemos en la existencia y que no apunta a nadie”, es algo propio de la cultura, dice, una regulación que aplica para todos. El ritual en Le Courtil delinea un Otro que evita (al menos no fomenta), un Otro arbitrario y amenazante, es más bien un Otro que incluso permite la excepción, la particularidad, y por lo tanto es menos persecutorio. Esta “excepción al para todos” que requiere el sujeto autista, queda acotada por la “tolerancia” principalmente a la violencia, única regla en Le Courtil: “no se puede ser violento”. Ahí se evidencia el arte del tratamiento en Le Courtil: el ritual en el niño autista consiste en la reiteración del S1, el reencuentro del mismo goce. La apuesta en Le Courtil apunta a una modificación en el ritual del sujeto autista, “un suplemento del S1 que haga que su universo sea provechoso.”
Bernard Seynhaeve, con su estilo amable y decidido, nos indicó el compromiso de Le Courtil (que ha sido el propio) al acoger un niño en la institución: ¿Cómo se puede decir que no al goce de la buena manera?
Con esta pregunta nos dejó, tras la entrevista que transcribimos a continuación, para invitarnos a participar en las III Jornadas del Grupo de Investigación “Para una práctica entre varios”, tituladas: “Un autismo entre varios ¿Qué institución para una práctica de orientación lacaniana?”
En el libro sobre la película “A Cielo Abierto”, se dice que en Le Courtil no hay reglas que hay más bien rituales. También se dice que el ritual es una manera de introducir el deseo en el trabajo. ¿Qué ritual hay en Le Courtil? ¿Cuál es su función? ¿Cómo está implicado el deseo de los operadores en el ritual? ¿Cómo hacer que el ritual no se transforme en una regla o una demanda?
Los rituales no son reglas. Las reglas las marcan los maestros, es el maestro quién dice lo que se debe hacer. Un ritual es algo que hacemos que no está impuesto por el maestro. Es algo que hacemos en la existencia y que no apunta a nadie. Cuando uno dice a la mesa, cuando uno dice vamos a comer, bien se va a comer no hay persona … es así desde siempre… en esta época, en nuestra cultura hay un momento del día en que vamos a la mesa… cuando uno dice es la hora de ir al baño, es la hora de lavarse, es la hora de acostarse bien esto no se dirige a nadie, esto no es una exigencia del maestro dirigida al niño pero sí es algo que se impone a todos, después de todo cuando se dice es la hora de acostarse, un niño se acostará porque sabe que no solamente se dirige a él sino a todo el mundo, por lo que no es persecutorio. Esta es la ventaja de un ritual.
Es verdad que no hay reglas impuestas en Le Courtil, no hay un reglamento escrito que diga lo que es obligatorio, lo que está prohibido porque se sabe que esto es una trampa, que son trampas también para el maestro mismo, las reglas sabemos bien que se transgreden y que los niños serán castigados porque siempre hay, paralelamente a la regla, el castigo… así pues hacemos las menos reglas posible.
Voy a poner un ejemplo muy concreto, bien vamos al colegio, es la hora de ir al colegio, todos los niños van al colegio pero algunos niños no van al colegio, los niños que van al colegio pueden decir … yo no voy a ir al colegio porque los niños que no van ¿por qué no van al colegio?. Podemos entonces decir que los niños que no van al colegio es porque no son capaces de ir al colegio, tu eres capaz de ir al colegio, tú vas al colegio y no hay demasiado problema en todo esto.
Esto son pequeñas reglas, caso por caso, que se adaptan a cada uno de los niños y que no son persecutorias. Hay una regla, que no está escrita, en ninguna parte pero que los niños la saben y que es la prohibición de la violencia, no se puede ser violento. De hecho, hay una gradación de la violencia, en la institución un niño puede ser violento con otro niño, puede pegar a otro niño, esto no está permitido pero es menos grave que cuando se hace a un adulto, a un participante, ahí esto está estrictamente prohibido y aquí hace falta que aquellos que lleven a los niños, los maestros digan que esto está estrictamente prohibido, “esto no puedes hacerlo, debes parar esto”.
Hay, en relación a la prohibición de ser violento un límite, que es el de tomar a cargo, el acoger a un niño en una institución.
El ritual también implica el deseo de los adultos; por ejemplo, cuando es la hora de la comida, bien en el momento de la comida si es el adulto, si es el participante el que va a hacer la comida y, si el participante es español por ejemplo, el va a preparar algo donde su deseo está implicado en el mismo ritual, si hace la cena, o la comida del mediodía se va a ver que va a introducir el deseo en el mismo ritual.
Es la misma cosa cuando se van a acostar. Sabemos que cuando es el participante que va a acostar al niño, antes le va a contar un cuento y si al día siguiente le explica el mismo cuento otro participante no se lo contará de la misma manera que el día anterior … el deseo está implicado todo el tiempo.
¿Se puede entender que los sujetos autistas tienen rituales? O, en todo caso, sus gestos, sus movimientos repetitivos y singulares tienen una relación con el ritual de Le Courtil?
Bien, no hablamos del mismo ritual, el ritual del que he hablado justo antes es algo que evita lo persecutorio, los sujetos parten de reglas, los rituales de los niños autistas no son lo mismo, los rituales de los niños autistas entran en una construcción o en un invención, si quieren, en una tentativa de tratamiento del real, por su lado, es una necesidad, si quieren, esto lo habla Éric Laurent en su libro, es la repetición, es la reiteración de S1, es siempre lo mismo, es una tentativa de reencontrar el mismo goce.
Es esto su ritual, es un ritual si quieren que no hace avanzar mucho al niño, lo mejor evidentemente es que él pueda aportar una modificación en su ritual, un suplemento del S1 que haga que su universo sea provechoso, que se interese en otra cosa que ese ritual repetitivo. No hablamos entonces de la misma definición del ritual. El ritual que concierne a la Institución es un ritual que tiene que ver con la cultura, el ritual que se impone a los niños; por ejemplo, a algunos niños autistas, bien esto se impone a ellos mismos porque es parte de una eventual solución, una reiteración de S1. No es el mismo ritual.
Ud. Ya ha hablado de cómo tratan la violencia pero, más particularmente, si la Institución no va en búsqueda de nada particular en el niño y el mismo niño no percibe la demanda del otro como una amenaza, ¿puede ubicarse entonces el niño en un lugar más tolerable?
Sí, es una buena cuestión. De hecho, la cuestión de la violencia evidentemente se puede tratar de otra manera. Lacan decía –no sé si esto es traducible al español-, que hace falta decir que no al goce, de hecho la violencia es un tratamiento, la regla de la violencia es un tratamiento del goce pero se trata de decir que no al goce.
Decir que no a la violencia, espero que puedan traducir esta frase porque es fácil de comprender, se trata de decir que no al goce. ¿Cómo se puede decir que no al goce de la buena manera? Y bien, si Uds. Participan a la jornada de mañana verán ejemplos de esto; por ejemplo, para decir que no al goce se traza un círculo en el suelo para que el niño pueda integrarse y haga un borde. Bien, esto es decir que no al goce, esto es hacer un borde para que el niño este menos expuesto a la ferocidad del otro. Esto es decir que no al goce de la buena manera, es una manera clínica de tratar el goce.
Es verdad que hay niños en Le Courtil que son violentos y que no pueden parar, bien, lo que hacemos es llamar al Director de la Institución, a mí, para intervenir.
No recuerdo dentro de mi práctica, de mi experiencia, que es larga, dirigirme directamente a un niño, cuando se me ha pedido intervenir porque un niño ha pegado, porque ha sido violento yo pido siempre que sea acompañado por un participante y más bien tengo el hábito de dirigirme al participante antes que al niño diciendo al participante y hablando en general que, lo que ha pasado, no es admisible.
Esto que ha pasado no es admisible… pero nunca, jamás gritar a un niño. Yo no recuerdo haber gritado a un niño, se trata más bien de dirigirse al otro, al otro del niño que al sujeto en sí mismo. “Mira, esto que ha pasado ahora no está bien y hace falta pararlo. Y no veo que podamos hacer otra cosa … vamos a pensar que otra cosa podemos hacer” y, algunas veces, hemos llegado, en algunos casos, a animar al niño a decir que la única solución es volver a casa.
Y entonces con este tono, lo más frecuente es que se produzca un efecto que pese sobre el mismo niño porque percibe que la decisión tomada no es una decisión únicamente del maestro sino que es una decisión que viene lógicamente, para parar el exceso de goce, para poner al abrigo el mismo goce.
¿Cómo se articula la relación entre el deseo del otro y el saber que le suponemos al niño de manera que los dos sirvan para ayudar al niño a inventar una solución?
Sí, es una cuestión complicada, muy complicada, de hecho, ¿qué es el deseo? No es una cuestión tan fácil. Si es un deseo de saber, hay supuesta una suposición de saber que entonces no está completada por el saber. No tenemos el poder absoluto, hay un agujero en el saber.
Si uno está animado por la idea de que quiere saber, de que le gustaría saber; por ejemplo, si surge un deseo de saber en un determinado momento, en el discurso, en nuestra enunciación surge también un agujero. No hay un saber absoluto y esto es lo que permite al otro elaborar su saber. Es una invitación a elaborar un saber.
Y el saber tiene diferentes formas. Si se trata de un neurosis pasará por la misma cadena significante, si es de tipo psicótico la cadena estará formada por los mismos S1 que se siguen metonímicamente de S1. Pero habrá una buena oportunidad si estamos en esa posición de saber encontrar la oportunidad en un sujeto de producir un saber, de invitarlo a construir ese saber.
¿Cómo podemos conseguir que una institución sea suficientemente desorganizada? ¿Cómo hacer que esta desorganización no sea excesiva? Y, ¿qué aspectos considera que son parte del saber singular de un niño y cuáles debemos acoger y cuáles no?
Hay muchas cuestiones en vuestra cuestión, la primera pregunta, en todo caso, me piden una receta, me piden cómo hay que hacer y no sé como hay que hacer, puedo dar el testimonio de cómo lo hacemos nosotros, si quieren.
Lo que puedo decir, de esto hablaremos esta tarde es que ponemos a cada uno lo que nos pasa y lo que nos pasa sólo nos pasa a nosotros y ponemos nuestro propio análisis en el corazón de la institución y esto es lo que ha permitido que todo lo que ocurre en Le courtil se haga, si quieren …
No venimos aquí como psicoanalistas, nadie lleva el título de psicoanalista en la institución, venimos como participantes, como Éric Laurent dice, como analizantes, como “analizantes civilizados”, considerando que cada uno se analiza también y también, por otro lado, en el entorno profesional cuando uno se hace cargo de un niño que sufre y es así como se puede hacer … que para que sea suficientemente desorganizado se supone que han de haber las menos reglas posibles y entonces es lo suficientemente desorganizado para que cada uno se invente una institución, que se invente una institución en la que se pueda inventar, que cada niño haga su institución. Esto es una institución muy desorganizada.
Entrevista a Bernard Seynhaeve
NODVS XLV, juny de 2015