Reseña de la XV Conversación Clínica del Campo Freudiano
“No me la hubiese perdido por nada del mundo”
El fin de semana del 7 y 8 de marzo, cerca de 400 participantes eligieron perderse los primeros rayos de sol primaverales para asistir a la XV Conversación Clínica del Campo Freudiano de España. En este marco, contamos, como viene sucediendo desde hace años, con la presencia de Jacques-Alain Miller para animar lo que acabó siendo una verdadera conversación, con un auditorio entregado, resultado de una transferencia de trabajo de 25 años. Anna Aromí y Manuel Fernández Blanco coordinaron esta Conversación, que contó con la presentación de casos por parte de Carmen Cuñat, Enric Berenguer, Gabriela Galarraga, Lucía D’Angelo, Paloma Blanco y Óscar Ventura.
Jacques-Alain Miller aprovechó el primer caso, presentado por Carmen Cuñat, para plantear que con el título “Homosexuales en análisis” no se trataba en ningún caso de establecer la homosexualidad como un tipo clínico. Si bien los sujetos que hacen una elección de objeto de amor o goce de su mismo sexo constituyen una clase, esta no tiene ninguna implicación lógica. Desde el discurso analítico no podemos decir: “Si tal sujeto es homosexual, entonces…”. Es imposible deducir nada por el hecho de que un sujeto sea homosexual. Algo muy distinto sucede en el caso de una clase estructural, la histeria por ejemplo. Incluso en el caso de que se tratara de un invento delirante de Lacan, señaló J.-A. Miller, no dejaría de tener una implicación lógica: “Si tal sujeto es un histérico, entonces….”
En la construcción del caso de Enric Berenguer, cuya calidad literaria destacó J.-A. Miller, quedó planteado el eje del resto de los casos presentados, que se depuró a lo largo de la conversación: el significante homosexual no sirve para saber si el sujeto está incluido o no en la supuesta clase “homosexual”, sino que toca la relación del sujeto con su goce, es decir, apunta a la modalidad de goce en su singularidad.
El caso presentado por Gabriela Galarraga planteó cómo el fetichismo puede ser una defensa frente a la homosexualidad. Desde el punto de vista clínico, se constató que este hombre hizo una elección de un objeto heterosexual. Sin embargo eligió a una mujer con valor de hombre, una mujer fálica. Era el caso de un hombre que no necesitó tener relaciones sexuales con otro hombre para protegerse de la castración. Encontró refugio contra la castración a través de una mujer, pero con la condición de que esta fuera dominante, sin falta, completa. J.-A. Miller consideró este caso como el de una perversión masoquista verdadera.
El caso de Paloma Blanco generó controversia sobre el diagnóstico estructural. J.-A. Miller elaboró una lista exhaustiva de todos los elementos incluidos en el texto para demostrar que se trataba de una psicosis. Concretamente, la de un sujeto con un terrible problema de autopercepción, con dismorfofobia: no soportaba su fealdad. Experimentaba su cuerpo como un cuerpo sin forma, como un trozo de carne. La problemática al nivel simbólico no estaba constituida. El padre era un padre ausente. Los sueños carecían de metáfora y metonimia. Eran episodios en los que reaparecían muchos detalles de su vida real. “Todo eso apunta a un diagnóstico de psicosis”, concluyó J.-A. Miller.
El caso de Lucía D’Angelo permitió a J.-A. Miller señalar la función de lo único en el caso: la mujer amada por el analizante no fue reemplazada. La mujer como excepción, recordó J.-A. Miller, es frecuente en los casos de homosexualidad masculina.
Respecto al caso de Óscar Ventura, calificado de “verdadera perla clínica” desde la mesa, J.-A. Miller se preguntó sobre el tipo de satisfacción que un sujeto de 32 años que lleva la mitad de su vida en análisis podía encontrar en la transferencia. También aprovechó para compararlo, más allá del diagnóstico, con el caso presentado por Paloma Blanco. En este último, la autoevaluación del paciente –el horror a su fealdad, percibirse como un trozo de carne- no pasaba por el otro. En el caso de Oscar Ventura, J.-A. Miller subrayó el carácter intersubjetivo del autodesprecio del paciente: hacerse insultar.
En las conclusiones, la polémica introducida sobre el título de la Conversación –“Homosexuales en análisis”- permitió deducir que, al menos desde el discurso analítico, el homosexual no existe. Sólo podemos hablar del uso que cada sujeto hará de este significante para recubrir su modalidad singular de goce.
En sus palabras de agradecimiento a J.-A. Miller por su asistencia, Anna Aromí auguró, en un futuro anterior, que dentro de un tiempo, muchos de nosotros diremos acerca de estas Conversaciones anuales: “No me la hubiese perdido por nada del mundo”. Un guiño al modo pasional con el que Philippe Sollers se refería al Seminario de Lacan.
Reseña de la XV Conversación Clínica del Campo Freudiano
“No me la hubiese perdido por nada del mundo”
NODVS XLV, juny de 2015