"El caso de la joven homosexual de Freud" 

Desde el Seminario de "La relación de objeto" al Seminario de "La angustia de J. Lacan"

Ensayo para la obtención del Certificado de Estudios Clínicos del Instituto del Campo Freudiano, Sección clínica de Barcelona 2015.

  • Publicado en NODVS XLVI, gener de 2016

Resum

El trabajo se inscribe por un lado en el marco del Seminario 4 de J. Lacan, "La relación de objeto", concretamente del análisis que hace de la  Joven homosexual de Freud, y por el otro en los capítulos del seminario 10 "La  Angustia", donde Lacan toma cierta distancia del análisis que del caso hizo en  el seminario 4 estableciendo la diferencia entre pasaje al acto y acting out y  reexaminando el caso a la luz de la conceptualización del objeto a.

Paraules clau

Joven homosexual, relación de objeto, angustia, niederkommen, esquema L, pasaje al acto, acting out, transferencia imaginaria, transferencia simbólica, objeto causa.

Este trabajo se inscribe por un lado en el marco del Seminario 4, “La Relación de Objeto” en los capítulos dedicados a las vías perversas del deseo, concretamente al análisis que Lacan hace del Caso de la Joven Homosexual  de Freud que primero desarrollaré. En un segundo momento trataré de dar cuenta de los capítulos del Seminario 10  “La Angustia” donde Lacan establece la diferencia entre acting out y pasaje al acto, tomando como referencia el intento de suicidio de la joven homosexual y reexamina el caso a la luz de la conceptualización del objeto a.

Como señala  J.A.Miller en la “Conferencia de Apertura de las II Jornadas anuales de la EOL”  el uso del esquema L es una forma de dinamizarlo, utilizarlo para situar los cambios de posición subjetiva desde un punto de vista clínico. Con él las transformaciones en la evolución del caso  de la joven homosexual, expresadas por Freud, se convierten en permutaciones de lugares dentro del esquema, lugares que establecen relaciones diferentes entre los que los ocupan. Lacan evoca el esquema L al inicio del Seminario 4. En él inscribe la relación del sujeto con el Otro. Expresa la idea que el sujeto recibe del Otro su propio mensaje bajo la fórmula de una palabra inconsciente, objeto ésta de un profundo desconocimiento dada la interposición de la relación imaginaria a-a’, entre el yo y el otro, que es  su objeto típico, el que se supone lo completa.

 

Sobre la Psicogénesis de un Caso de Homosexualidad Femenina

Se trata de una muchacha de 18 años, vienesa, de buena familia. Ha despertado la preocupación de sus padres, sobretodo del padre, por el interés que muestra por una mujer diez años mayor que ella, una mujer de mundo y de no muy buena reputación. De hecho los padres piensan que no es más que una cocota, una prostituta de alto nivel.  La chica no esconde su inclinación hacia la dama, ninguna vigilancia consigue que no aproveche cualquier ocasión para encontrarse con ella. La indignación del padre aumenta en la medida en que la hija muestra dos aspectos de su conducta en apariencia opuestos: uno la imprudencia con la que se muestra públicamente en compañía de su amiga y el otro la insistencia con que recurre a toda clase de engaños para poder salir de casa.  Freud destaca con toda pertinencia que la indignación del padre corre paralela al descaro con que la hija se muestra en compañía de la mujer. Todo este relato es fruto de una primera entrevista del padre con Freud. Aquél ha decidido consultar después de un acontecimiento sonado de dolorosas consecuencias. El padre las encuentra paseando por la calle y les dirige una mirada de indignación, después de lo cual la chica se lanza a las vías del tren. La tentativa de suicidio mejora la situación de la joven, el padre no se opone tan abiertamente a sus decisiones y la dama se muestra conmovida por lo que considera una evidente prueba de amor. En el relato que de la escena, hace la joven a Freud, destacará que ella ve la mirada indignada del padre y que la dama disgustada porque la joven le explica que su padre no aprueba la relación que ambas mantienen, la despide sin miramiento, lo que causa su desesperación y motiva el intento de suicidio.

Es medio año después del intento de suicidio que el padre se decide a realizar la consulta con Freud, con la pretensión de reintegrar a su hija  la normalidad. La posición del padre y la de la madre al respecto de la conducta de la hija divergen bastante. Él se muestra muy irritado cuando descubre las inclinaciones homosexuales de su hija, Freud escribe “la homosexualidad de la hija integraba algo que provocaba en él máxima indignación.”[i] La madre, una mujer joven, seductora, no se lo toma tan mal, muy dedicada a sus hijos varones, poco cariñosa y distante con la hija, como si viera en ella una mujer rival.

Freud destaca con  mucha pertinencia las dificultades del caso, dado que la demanda no es realizada por la joven, señalando que no es posible realizar un análisis por encargo, como  quien se hace una casa. De todas formas eso no lo priva de intentarlo, evitando transmitir a los padres grandes esperanzas respecto de una resolución en el sentido deseado por ellos. Añade que la joven no era una enferma, no sufría por su estado ni se lamentaba, el trabajo pues, no era resolver un conflicto neurótico, sino modificar su orientación sexual. Una larga lista de argumentos apuntan a la dificultad de este objetivo. No obstante señala dos elementos que le parecen favorables de entrada, el primero, el hecho de que la joven no había mantenido relaciones sexuales con la dama, manifestando a su vez la repugnancia física a todo acto sexual, el segundo que manifiestamente la joven afirmaba que quería ser liberada de su inclinación hacia las mujeres, aunque contrariamente afirmaba también no poder concebir otra clase de amor, pero por amor a su padre haría el esfuerzo de la tentativa terapéutica. Freud demostrará que la disposición afectiva inconsciente era totalmente contraria a lo que la joven expresaba.

La joven había tenido, según expresión de Freud, un desarrollo normal, no se descubre ningún trauma infantil, ni síntomas neuróticos; había podido apreciar en la comparación de los genitales con el hermano su falta, cosa que, afirma Freud, había dejado en ella una intensa impresión. A la edad de 13 años se ocupaba con gran interés y afecto del hijo de una amiga de la madre, cosa que hace que Freud pueda afirmar que su orientación respecto de la resolución de la feminidad en la maternidad, era la adecuada. Un súbito desinterés por el niño, a la edad de 16 años, es paralelo a un desmesurado interés por mujeres maduras, al decir de Freud, especie de sustitutos maternos. La transformación coincide con un acontecimiento familiar, el nacimiento de su tercer hermano. Es este el hecho que Freud sitúa en el origen de la hipótesis que articula para explicar la transformación  (que Lacan desarrollará con el esquema L).  Lo desarrolla a partir de la orientación normal de la niña de obtener un hijo del padre, es decir de su entrada en el complejo de Edipo. Es en este registro en el que ha de comprenderse el origen de la crisis que la impulsa a tomar una dirección opuesta. Su deseo de tener un hijo se satisface cuidando al niño, en el inconsciente este deseo debía completarlo el padre. Que este tenga un hijo con la madre, rival en el inconsciente opera la transformación. El fenómeno debe considerarse reactivo, al decir de Freud: “indignada y amargada ante esta traición la sujeto se apartó del padre y en general del hombre.”[ii] Se supone que el resentimiento contra el padre sigue actuando, el análisis que hace del intento de suicidio es un fenómeno de agresividad contra sí misma, que tiene su origen en una agresividad que iría dirigida contra el padre. Se trata en último término de uno de aquellos casos en los que el desengaño del objeto de amor, trae una inversión completa de la posición, que corresponderá a una regresión al narcisismo; al respecto dice Freud: “no es tan rara la ruptura de una relación erótica, por identificación del sujeto con el objeto de la misma, lo que corresponde a una especie de regresión al narcisismo. Una vez efectuada ésta, se puede orientar la libido, en una nueva elección de objeto, hacia el sexo contrario al elegido anteriormente.”[iii]  Tesis fundamental de Freud para explicar la homosexualidad. La joven rechaza al padre como objeto de su elección y lo coloca en el polo de la identificación, tomando subrogados maternos en el lugar de la elección de objeto.  

Freud interpreta pues el amor de la joven a la dama como una forma de venganza. Ninguno de los remordimientos respecto de los engaños y las constantes mentiras es verdadero, tampoco el interés expresado por la joven a Freud, respecto de la tentativa terapéutica. Freud afirma que las imprudencias cometidas por la joven (pasear con la amada cerca de la oficina del padre) son una forma no consciente de mostrarle en lo que estaba. Freud observa además que, tanto el padre como la madre se comportaban como si comprendieran la secreta psicología de la hija, la madre mostrándose tolerante como si reconociera el favor que la hija le hacía dejándole los hombres para ella, el padre irritado como si se diera cuenta de las intenciones vengativas de su hija.

Destaca que la relación de la joven con la dama responde al tipo del amor cortés, un amor que no pide otra satisfacción que la de servir a la dama, un amor sagrado que apunta precisamente a la no satisfacción,  “sentía el aspecto antiestético de toda satisfacción sexual.”[iv]Detalle que refuerza la tesis freudiana de un amor que sirve a la mostración. Es taxativo cuando afirma que es la hostilidad al padre lo que la mantiene “encadenada” a la homosexualidad.

Freud intenta explicar porque el análisis no progresó, avanza dice, sin ninguna resistencia aparente, pero tampoco sin que nada pase de tener un interés digamos intelectual, observación que metaforiza con la imagen de la señora que visita el museo y distraídamente dice “Qué interesante es todo esto”[v], comparando a su vez el efecto que pueda producir el tratamiento hipnótico, en el cual la resistencia se retira hasta un punto a partir del cual se muestra inexpugnable.

En relación al análisis de la transferencia, plantea algunas cuestiones interesantes. Por un lado dice que no puede hablarse de una completa ausencia de transferencia, afirmando que sería un contrasentido, “dado que el analizado adopta siempre alguna  actitud afectiva con respecto al médico.”[vi] Describe una  transferencia negativa por la cual la joven habría proyectado en él  su total desprecio por el hombre que la dominaba desde la traición sufrida por el padre,  que es lo que argumentará Freud como causa de la  interrupción del tratamiento con la joven y la  recomendación de  su continuidad con una analista mujer. La aparición de una serie de sueños, es lo que va a permitir a Freud afirmar que  son el indicio de una transferencia positiva. Ellos expresan el deseo de la joven de encontrar un marido y tener hijos, y por lo tanto pueden considerarse como una satisfactoria preparación a la transformación deseada, cuestión que, de todas formas, aparece en manifiesta contradicción con lo que la joven expresaba, pensaba casarse pero sólo para escapar de la tiranía del padre. Freud considera entonces que los sueños son mentirosos y que sólo persiguen la intención de engañarlo  a él como lo hace con el padre. Le comunica esta observación y afirma que en adelante  los sueños no volverán a presentarse. Lacan desarrollará un extenso e interesante comentario alrededor de lo que define como una acción contratransferencial que sitúa como la causa de la interrupción del tratamiento.

Freud elabora entonces una explicación sobre si el inconsciente puede mentir, evoca un pasaje de la interpretación de los sueños donde distingue entre el deseo preconsciente y el deseo inconsciente (símil del empresario y el capitalista del sueño, donde el deseo preconsciente es el empresario y el deseo inconsciente es el capitalista). El sueño no es el inconsciente, es la forma como una idea preconsciente ha podido emerger, apoyándose en los impulsos optativos inconscientes, experimentando la deformación que impone la elaboración onírica. La intención de engañar procede del preconsciente y la de agradar del inconsciente, la primera nace por represión de la segunda y esta es la que emerge en la elaboración onírica. El análisis de la tentativa de suicidio, que, Freud insistirá mejora mucho la posición de la joven, merece una doble observación. Representa dos aspectos, uno de autocastigo, el otro el de la realización de un deseo. Con el primero se desvela el deseo de muerte del padre vuelto  contra sí misma. En el segundo la realización de un acto simbólico que representa el parto, en la interpretación del “sie kam nieder” (parir y también ir hacia abajo). El acto simboliza el deseo del hijo en su representación.

 

La joven homosexual: Alrededor del seminario “La Relación de objeto”

Lacan dedica un extenso comentario a la joven homosexual en el apartado “Las vías perversas del deseo” del Seminario 4. Lo analiza a la luz del esquema L. Desarrolla los argumentos para orientar la tesis de que se trata de una perversión, aporta algunas consideraciones alrededor de la transferencia que justifican bajo su óptica la interrupción del tratamiento y analiza el gesto de la joven (el suicidio) como un acto simbólico, destacando el equívoco del “niederkommen”, en el mismo sentido que Freud lo había elaborado en su estudio.

El falo como don de amor

Afirma inicialmente que la homosexualidad femenina toma un valor determinante para revelar las etapas del camino seguido por la mujer y las detenciones que pueden marcar su destino. Analiza el texto “La organización genital infantil” donde Freud plantea el principio básico de la asunción fálica, eje alrededor del cual, dice, hay que desarrollar la interpretación teórica. Tal como Freud la describe, la fase fálica, última de la sexualidad infantil, es una fase característica tanto para el niño como para la niña, lo que determina la diferencia es tener o no tener el falo, no hay realización femenino-masculino, sino fálico-castrado. Situando la cuestión en la evolución de la niña, introduce el Edipo femenino donde el deseo de tener un hijo del padre va a venir a sustituir el falo, que adquiere su valor porque es algo que puede ser dado. Lacan afirma que “se comprueba que el fantasma del falo, en el nivel genital, adquiere su valor en el interior de la simbólica del don (…) el niño hembra si se introduce en la simbólica del don es en cuanto que no posee el falo. En la medida en que ella faliciza la situación, es decir que se trata de tener o no tener el falo, entra en el complejo de Edipo.”[vii] Explica el sentido que toma decir que no lo tiene, un elemento que era imaginario entra en una dialéctica simbólica, donde lo que  se tiene, existe de la misma manera que lo que no se tiene, eso que esta por tener, el falo, cuestión que Freud señaló para explicar la entrada de la niña en el Edipo. La decepción de no recibirlo puede conducirla a una identificación con el padre (vía de la joven homosexual) o  a la posición femenina buscando sustitutos de éste.              

Frustración de amor. Frustración de goce.

Algunas observaciones alrededor del concepto de frustración son necesarias para comprender el caso de la joven homosexual. El núcleo de la noción de frustración en tanto que es una de las tres formas de la falta de objeto, es la de que supone un mal imaginario y que el objeto es real (de la realidad). La vincula a las primeras fijaciones, traumas infantiles y experiencias preedípicas, afirmando que no es exterior al Edipo y  constituye su terreno preparatorio. Son todas aquellas vivencias relacionadas con el objeto real, primordialmente con la imagen del seno materno. Como telón de fondo está la noción freudiana de objeto, como objeto primariamente perdido, reencuentro que nunca es satisfactorio. El sujeto se encuentra pues en una posición de deseo respecto del seno materno como objeto real. Lacan afirma “la  frustración concierne a algo que se desea y no se tiene, pero sin referencia alguna a la posibilidad de satisfacción o de adquisición. La frustración es en sí misma el dominio de las exigencias desenfrenadas y sin ley” lo cual aclara que la falta sea del registro de lo imaginario. En el origen de la frustración hay dos cuestiones a tener presentes,  una el objeto real, aquel que fuera de la satisfacción, la otra el agente, la madre que puede proveer o no y que puede instaurar por lo tanto la relación de la falta de objeto. La función del agente introduce al Otro como objeto de amor. Es a partir del Fort-Da, el par presencia ausencia, como Lacan articula la constitución del agente de la frustración que es en el origen  la madre. En la observación de Freud, la presencia-ausencia está articulada al registro de la llamada, el objeto va y vuelve mediante una vocalización. Se instaura la noción de agente en un registro que ahora es simbólico. La cuestión es lo que sucede cuando la madre en la realidad no responde o lo hace a su arbitrio, es entonces cuando deviene real y se convierte en una potencia de quien depende para el niño el acceso a los objetos, que se convierten entonces en objetos del don. “Los objetos que el niño quiere conservar junto a él ya no son tanto objetos de satisfacción, sino la marca del valor de esa potencia que puede no responder y que es la potencia de la madre.”[viii] Se opera así una transformación, respecto de la institución del agente en el juego presencia-ausencia, la madre se ha convertido en real y el objeto en simbólico. Éste vale sólo como testigo de lo que la madre puede proveer, símbolo por tanto de su potencia; aunque de todas formas Lacan añadirá, que no han perdido el valor de satisfacción de una necesidad (tienen dos órdenes de propiedades). Afirma entonces que sería absurdo negar que la omnipotencia es, siempre, la de la madre.

En la frustración se trata pues de no recibir algo de quien se podría esperar y lo que está en juego no es el objeto, sino el amor de quién podría darlo. “La entrada de la frustración en una dialéctica que la sitúa y la legaliza (…) es una condición necesaria para el establecimiento de ese orden simbolizado de lo real, donde el sujeto podrá instaurar por ejemplo como existentes y aceptadas determinadas privaciones permanentes.”[ix]

Se trata de comprender que existe una marcada oposición entre el objeto real en tanto que el niño puede ser privado de él y por la otra la madre que puede conceder o no. Es aquí donde Lacan distinguirá la frustración de amor y la frustración de goce. Hace una referencia a M. Klein en su distinción de los objetos parciales y el objeto total (la madre) que instituye la posición depresiva. Alude a ello para marcar que esos dos objetos no son en ningún caso de la misma naturaleza, cosa que parece no es del todo evidente para la autora. “La madre como agente es instituida en la función de la llamada -que la madre es tomada ya en su forma más rudimentaria, como un objeto marcado y connotado por la posibilidad de un más o un menos, como presencia o ausencia- que la frustración realizada por cualquier cosa relacionada con la madre es frustración de amor- que todo lo que proviene de la madre en respuesta a ese llamado es don, es decir, algo distinto del objeto.”[x] El don como signo de amor apunta a un más allá del objeto que satisface la necesidad.

La frustración de amor es entonces lo que abre el acceso a la realidad subjetiva, al decir de Lacan “está en sí misma preñada de todas las relaciones intersubjetivas que a continuación podrán constituirse.”[xi] La frustración de goce deja al sujeto preso en la agresividad imaginaria con el semejante.

Lacan comenta que a menudo ciertas intervenciones hacen que la frustración se instaure en el centro de la experiencia analítica afirmando que es una desviación importante de la práctica. Lo comenta con el ejemplo de la niña a quien se le había interpretado la cuestión del Edipo, y desde ese momento esperaba con ansiedad al hijo que debía de llegarle del padre. Afirma que la noción que pueda tenerse del hijo imaginario del padre como sustituto del falo no se puede hacer intervenir de cualquier manera ni en cualquier momento. No se puede, dice, hacer intervenir un elemento que no se inscribe en una estructura simbólica para el sujeto, hacerlo representa otorgarle una legitimidad, como la niña que exigía cada mañana la llegada del hijo.

El caso

Lacan en su análisis del caso, después de puntuar los aspectos fundamentales de la biografía de la joven, destaca aquello que es puesto en juego en la tentativa de suicidio. Señala que el punto clave que desencadena la decepción inicialmente y la transformación después es el nacimiento del hermano. Hasta entonces la joven se satisfacía imaginariamente del niño del cual se ocupaba; la presencia de un hijo real que el padre da a la madre opera la decepción y se produce la inversión, que Freud señala como regresión al narcisismo, por identificación con el que antes era el objeto de amor. A partir de entonces se pone en marcha el resentimiento contra el padre y el intento de suicidio aparece como un fenómeno de contragresividad. Lacan en serie con Freud afirma también que el “niederkommen” es un acto que simboliza aquello que estaba en juego, tener un hijo del padre (representación de un parto, dada la doble significación del “sie kam nieder”).

La transferencia. Los sueños mentirosos.

Los sueños, allí donde Freud destaca un indicio de transferencia positiva, esos sueños en los que la joven se casa y tiene hijos. Freud descubre que se trata sólo de una forma de engaño similar al engaño al padre, con quien se mostraba agresiva y provocativa, y que esa era su significación transferencial, engañarlo a él de la misma manera que lo hacía con el padre. Es en este punto donde Freud se ve obligado a responder si el inconsciente puede mentir. La cuestión para Lacan es que, lejos de ser una burla de la transferencia, la voluntad de engaño es la transferencia de la joven, y como tal tenía que haberla aceptado, ocupando este lugar del Otro engañado. Siguiendo su desarrollo, esto no le hubiera sido posible a Freud porque éste le atribuye una intención de cautivarlo, de enredarlo y se lo cree en exceso, se lo toma como algo dirigido exclusivamente contra él. Lacan dice, “se escucha sin lugar a dudas lo que llamamos una acción contratransferencial.”[xii] Destaca el pasaje en el que Freud dice: “Creo que la intención de inducirme al error era uno de los elementos formadores de este sueño. Era también una tentativa de ganarse mi interés y mi buena disposición para causarme una desilusión más profunda.”[xiii] Es interesante la observación de Lacan, porque apunta al hecho de que Freud efectivamente, con su explicación sobre la formación de los sueños, indica que aquello que es esencial del inconsciente es la relación con el Otro y que esta relación implica en su fundamento la posibilidad de que se efectúe como una mentira (en el caso el deseo de engañar al padre y por lo tanto por transferencia a Freud). Entonces en vez de tomar la vía del deseo de engañar y seguir el análisis en este punto, le dice a la joven que eso es lo único que pretende, con lo cual aborta cualquier tipo de posibilidad de revelar el contenido del sueño y el lugar al cual éste apuntaba. Lo concibe en la perspectiva del engaño y por lo tanto en su intencionalización preconsciente. ¿A dónde apuntaba el sueño? Lacan afirma: “lo que se formula en el inconsciente…, lo que en el origen esta desviado, a saber su propio mensaje que proviene del padre bajo una forma invertida, bajo la forma de tu eres mi mujer, tu eres mi amo, tu tendrás un hijo mío… la promesa en que se basa la entrada de la niña en el Edipo.”[xiv] Efectivamente pues todo lo que estaba en el origen de la hipótesis inicial de Freud.

Lacan concluye este análisis de la transferencia señalando que ésta contiene un elemento imaginario y un elemento simbólico, el primero alude a los afectos y actúa como resistencia, el segundo apunta a la compulsión a la repetición revelando los significantes de la historia del sujeto. Si hay transferencia es en la medida de la insistencia de la cadena significante y la transferencia adquiere propiamente su sentido cuando articula algo en el nivel simbólico donde la relación imaginaria es trascendida. Aunque la presentación del sueño se produce en relación a Freud (en la perspectiva del engaño al padre, transferida) no  es menos  que la representación de la transferencia en su sentido propio es decir la transferencia simbólica que da cuenta de la repetición inconsciente.

Lacan destaca la descripción de Freud del tipo de relación de la joven con la dama, el amor cortés. Un amor que no pide más satisfacción que servir a la dama, que rechaza cualquier otro tipo de satisfacción, apuntando explícitamente a la no satisfacción. Amor ideal que instaura la falta en la relación con el objeto.

La transformación

En el análisis del proceso de transformación que se opera, existe un primer momento donde la joven se satisface cuidando a un niño, referencia al objeto imaginario, que la interpretación de Freud permite concebirlo como un hijo donado por el padre (en el inconsciente). Lacan señala aquí que las homosexuales son sujetos que en algún momento han desarrollado una intensa fijación al padre. La crisis se produce cuando interviene un objeto real, el hijo que el padre da a la madre, momento correlativo al interés por las mujeres. Lacan insiste en señalar que se trata de comprender que “se trataba de algo que estaba instituido en el plano de lo simbólico”[xv] y que es en este plano (no en el plano imaginario) donde la joven se satisfacía como hijo donado por el padre. Es la presencia del hijo real lo que la hace entrar de lleno en el plano de la frustración. Aquello que aparece como lo fundamental es el hecho de que, lo que desea está más allá de la mujer amada, apunta a algo distinto que a ella misma, apuntan a eso que no tiene, eso que debía haber encontrado en el padre, el equivalente del hijo: el falo. Se entiende que el vuelco que opera la transformación tal como lo planteó Freud, se produce a partir de lo que era la orientación normal de la sujeto, es decir el deseo de obtener un hijo del padre. Es en este sentido que la decepción respecto al objeto del deseo,  produce la total inversión de la joven.  Lacan señala  “Según Freud el fenómeno debe considerarse reactivo. El término no está en el texto pero está implicado, pues se supone que el resentimiento contra el padre sigue actuando. (…) Esta pieza clave en la situación explica cómo se desarrolla toda la aventura. La chica se muestra claramente agresiva con el padre. La tentativa de suicidio tiene lugar tras la decepción producida por el hecho de que el objeto de su apego de alguna forma homólogo  se le opone (en el momento del encuentro con el padre mientras las dos mujeres están paseando, la joven le cuenta a la dama que su padre no aprueba la relación, respondiendo ésta  “en estas condiciones no podremos seguir viéndonos”) Se trataría tan sólo de un fenómeno de contragresividad, de una vuelta de la sujeto de una agresión contra el padre, combinada con una especie de hundimiento de toda la situación, reducida así a sus datos primitivos, que cumple simbólicamente lo que está en juego mediante una precipitación, una reducción al nivel de los objetos que verdaderamente están en juego. En suma cuando la chica cae del puente abajo, hace un acto simbólico, que no es sino el niederkommen  de un niño en el parto. Este es el término alemán para decir ser parido.”[xvi]

El esquema L

Lacan introduce el esquema L para, a través de él, representar los movimientos del caso.

Esquema L: Inscribe en primer lugar la relación del sujeto con el otro “relación de palabra virtual por la que el sujeto recibe del Otro su propio mensaje bajo la forma de una palabra inconsciente. Este mensaje le está prohibido es objeto por su parte de un profundo desconocimiento, está deformado, detenido, capturado, por la interposición de la relación imaginaria a-a’ entre el yo y el otro que es su objeto típico.”[xvii]

En el eje S-A es donde se establece toda la significación simbólica del sujeto, el eje a-a’ es el de la relación imaginaria donde “el sujeto encuentra su condición, su estructura de objeto que él mismo reconoce a este título, instalada en una cierta yoidad con respecto a los objetos que le resultan inmediatamente atrayentes y corresponden a su deseo, en la medida de su implicación en los carriles imaginarios constituidos por lo que se llama sus fijaciones imaginarias.”[xviii]

Lacan recorre tres momentos fundamentales:

  1. Estado primordial. En la pubertad la joven cuida de un niño, al decir de Freud se encuentra bien orientada en la dirección que se espera.

  2. De repente se interesa por mujeres maduras, objetos de amor marcados por el signo feminidad.

  3. La joven se ve llevada por una intensa pasión por la dama a quien trata en la forma más exquisita del amor cortés.

 

Lacan  desarrolla una explicación para dar cuenta de lo que produjo la transformación, en serie con el desarrollo que de la misma hizo Freud en su texto.

Hay que partir de la fase fálica de la organización genital, período anterior a la fase de latencia, que comprende la total organización de lo genital sin que exista todavía su plena realización. La realidad se ordena en torno a la primacía del falo,  “el falo resulta ser el elemento imaginario a través del cual el sujeto, en el plano genital, se introduce en la simbólica del don.”[xix] Se trata pues del predominio del falo siendo que hay para el sujeto “dos tipos de seres en el mundo, los que tienen falo y los que no lo tienen es decir que están castrados.”[xx] Según el desarrollo de  Freud,  la premisa universal del pene. Se trata de admitir dice Lacan que el falo es el elemento imaginario por el cual el sujeto entra en la simbólica del don. La niña se introduce en tanto que no posee el falo y es así que entra en el complejo de Edipo. El niño sale para no perderlo. Lacan precisa que en la dialéctica de lo simbólico lo que no se tiene existe tanto como todo lo demás. En la niña queda marcado con un signo menos, en el niño con un signo más, siendo que siempre el falo es lo que está en juego.

La joven se satisface cuidando de un niño real (que en el inconsciente habría sido donado por el padre) lo que satisface en ella este niño que cuida es la sustitución imaginaria fálica por la cual ella misma se constituye como madre imaginaria, forma como adquiere el pene imaginario del que está fundamentalmente frustrada (por eso el signo menos). El padre interviene aquí como función simbólica, es decir como quien puede dar el falo.

En el segundo esquema, el padre que estaba en A al principio (en el inconsciente es quien daba el hijo a la joven con el cual ella se satisfacía) pasa al yo (moi), es decir que se produce una identificación a éste;  la Dama ocupa ahora el lugar de a’ sustituyendo al niño,  y por último en A se encuentra ahora  “el pene simbólico lo que en el amor en su punto más elaborado está más allá del sujeto amado. Lo que se ama en el amor es en efecto, lo que está más allá del sujeto, literalmente lo que tiene.”[xxi] La permutación ha producido el pase del padre simbólico al padre imaginario por identificación de la joven, “la dama se traslada a la derecha a título de objeto de amor, precisamente porque tiene ese más allá, el pene simbólico que al principio se encontraba en el plano imaginario”[xxii] (satisfaciéndose en la realidad con el niño).

Lo que entretanto ha ocurrido es una acción real del padre, que se supone es la que causa todo el vuelco de la situación y que es a la vez la hipótesis explicativa de Freud. La joven se satisfacía imaginariamente con un niño permaneciendo el padre inconsciente como progenitor, pero el padre da realmente un hijo a la madre. Es esta la situación que opera el vuelco, se entiende dice Lacan que el sujeto sufriera una frustración muy particular cuando el niño real proveniente del padre como simbólico le fuera dado a la madre (vimos que Freud lo situó como un fenómeno reactivo). Su amor por la Dama pone en juego lo que a ésta le falta, el objeto primordial cuyo equivalente ella encontraba en el niño de quien cuidaba como sustituto imaginario. La salida de la situación en esta forma de amor pone de relieve lo que Lacan destaca como “en el punto más extremo del amor, en el amor más idealizado, lo que busca en la mujer es lo que le falta. Lo que se busca más allá de ella misma, es el objeto central de toda economía libidinal- el falo.”[xxiii] Si la satisfacción imaginaria hasta ese momento no se pudo sostener fue por la introducción de un real que respondía a esa satisfacción imaginaria.  “Esta relación está marcada por el hecho de que lo que estaba articulado de forma latente en el Otro con mayúscula,  empieza a articularse de forma imaginaria al modo de la perversión, y por otra parte si esto acaba en perversión es por este mismo motivo y por ningún otro. La joven se identifica con el padre y desempeña su papel. Se convierte ella misma en padre imaginario.”[xxiv]

Lacan concluirá su comentario afirmando que, lo que la joven a fin de cuentas le demuestra al padre, es cómo se puede amar a alguien no sólo por lo que tiene, sino por lo que  no tiene, eso que ella debía encontrar en él, el pene simbólico. Es en este sentido que subraya la función metonímica de la perversión, que consiste en dar a entender algo hablando de una cosa muy distinta. “En la perversión nos enfrentamos a una conducta significante que indica un significante más alejado en la cadena significante.”[xxv]

En último término la crisis a la que sigue el intento de suicidio,  se produce cuando después del encuentro con el padre, la Dama le dice que no quiere verla más. Entonces, dice Lacan se queda sin recursos, dado que la Dama substituía eso que no obtuvo del padre, siendo rechazada por ésta no puede sostener nada, “ni siquiera  aquella nada en la que se ha basado para demostrar a su padre cómo se puede amar tiene ya razón de ser. En ese momento se suicida.”[xxvi]

 

La joven homosexual: Seminario de La Angustia

 En el seminario X “La Angustia” Lacan examina el caso de la Joven Homosexual a la luz de la conceptualización del objeto a, resignifica a su vez el sentido que toma el intento de suicidio, estableciendo una clara distinción entre el pasaje al acto y el acting-out. A su vez, da también una nueva versión de la transferencia de la joven que resulta de la invención del objeto a. En este sentido se separa del análisis que hizo de la transferencia en el Seminario IV, cuando produjo la distinción entre transferencia imaginaria y transferencia simbólica.

 

Conceptualización del objeto a

Resto

Lacan formaliza el objeto a en el Seminario de La Angustia, planteándolo como un resto que cae de la operación de constitución del sujeto, el sujeto pasa a existir simbólicamente, pero hay algo que no termina de poder ser incluido en la simbolización. Es un real residual presentado como un resto algebraico  de la división en que el sujeto pasa a ser el producto de la operación de constitución en el campo del Otro.

“Con respecto a este Otro, el sujeto que depende de él se inscribe como un cociente. Está marcado por el rasgo unario del significante en el campo del Otro (…). Hay en el sentido de la división, un resto, un residuo. Ese resto, ese Otro último, ese irracional, esa prueba y única garantía de la alteridad del Otro, es el a.”[xxvii]

Miller en su texto “La Angustia Lacaniana” señala que distinguir este resto es la única condición por la cual el Otro no es simplemente el Uno. Lacan añade en esa primera aproximación, que tanto el sujeto barrado, producto del significante por el Otro, como el a, están del lado de A, es decir del lado objetivo de la barra puesto que el fantasma, apoyo del deseo, está totalmente del lado del Otro. Miller comenta que a lo largo del Seminario la cuestión del lado en que está el objeto varía, afirmando que da respuestas divergentes a medida que avanza su trabajo de elaboración.

Lo que se construye en el Seminario de La Angustia es la inscripción del sujeto en el campo del Otro como lugar del significante. La angustia que elige Lacan es la vía de acceso al objeto a, vía de acceso a lo que no es significante. Lacan afirma que la angustia es una señal en relación con lo que ocurre respecto de la relación del sujeto con el objeto a. El objeto a no es un objeto como los otros, en el sentido que esos otros son objetos modelados sobre la imagen, noción que se tiene hasta el momento del Seminario, de la imagen especular como prototipo del mundo de los objetos. Miller señala que el Seminario La Angustia apunta a una descomposición del nivel especular en la medida en que se construye el objeto a: ”Este Seminario supone una discusión constante del privilegio que el propio Lacan otorga en el psicoanálisis a la dimensión especular, y esta se revela por  la emergencia del objeto a, la dimensión misma donde a es lo más difícil de captar”[xxviii], añadiendo después que la dimensión especular es aquella donde el objeto a se reduce a cero. En este sentido se encuentra en el capítulo 7 del Seminario, un desarrollo que da cuenta de que con el objeto a se trata de algo que no puede captarse en la dimensión especular. El párrafo parte de la interrogación acerca de cómo se produce la entrada del significante en lo real para que de ello nazca el sujeto. A ello Lacan responde de entrada, que por la existencia de un cuerpo, preguntándose si este cuerpo es dado de manera simple en la experiencia especular, para desarrollar después la siguiente cuestión: “Incluso en la experiencia del espejo puede llegar un momento en que la imagen que creemos tener allí se modifique. Si esta imagen (…) deja surgir la dimensión de nuestra propia mirada, el valor de la imagen comienza a cambiar, sobre todo si esta mirada que aparece en el espejo comienza a no mirarnos ya a nosotros mismos. Initium, aura, aurora de un sentimiento de extrañeza que es la puerta que se abre a la angustia. Este paso de la imagen especular al doble que se me escapa he aquí el punto donde ocurre algo cuya generalidad, cuya presencia en todo el campo fenoménico nos permite mostrar la articulación que damos a la función del a.”[xxix]

El objeto a aparece pues como un resto que no se presta al significante, del cual la angustia será la vía de acceso fundamental. Miller señala que esta idea de resto no simbolizable se contrapone a lo que hasta ese momento había sido la enseñanza de Lacan, donde la clave habría sido abordar lo real por el significante,  “la operación de Lacan sobre el psicoanálisis hasta el Seminario de La Angustia consistió en demostrar que lo que está en juego en la experiencia sólo encuentra su lugar al ser repensado como significante.”[xxx]

El objeto a aparece como excepción paradójica porque no se sabe verdaderamente de qué lado inscribirlo, del lado del sujeto o del lado del Otro. El objeto a aparece en el Seminario como algo inédito, inasible hasta entonces, dado que los objetos eran todos susceptibles de volverse significantes. Miller afirma que se lo ve emerger por primera vez como tal, aunque no sin añadir que ya antes  había sido utilizado. Lacan al inicio del capítulo 8 señala que la angustia es la única traducción subjetiva del a, a la vez que recuerda que es el mismo a que aparece en la fórmula del fantasma como soporte del deseo.

“Deseo-Ley”

Miller comenta la fórmula “el deseo es la ley” que Lacan toma como una de las dos condiciones de lo que está en causa en el pasaje al acto de la joven homosexual. La frase representa una condensación del Edipo, donde el principio del deseo es el mismo que la ley, el objeto les es común, “puesto que la ley es la palabra que prohíbe el objeto del deseo y que al prohibirlo, dirige el deseo sobre ese objeto.”[xxxi] Lo que se trata de captar aquí en relación al objeto producto del deseo-ley, es que el objeto a no es el mismo “dado que el objeto a no está marcado por la prohibición, sino por la pura y simple separación”[xxxii], es en este sentido que Miller señala que el seminario La Angustia apunta a un estatuto del objeto que es anterior a la conjunción de  la ley y el deseo, este es el objeto a.

Objeto a anterior a la conjunción ley-deseo

La dimensión de a es algo primario y cabe formularlo como anterior al deseo, anterior a la ley, anterior a la simbolización fálica. En relación a esta cuestión Miller realiza un desarrollo para responder a la pregunta: ¿Qué es anterior al objeto del deseo? Toma la referencia del Seminario IV donde se justifica que el objeto real, cuyo paradigma es el objeto oral, es anterior al objeto del deseo. En La Angustia al objeto oral se lo concibe como un objeto que es del Otro, de la madre, objeto que satisface la necesidad, contrapuesto a su concepción en el Seminario IV donde la dialéctica de la frustración lo convierte en el signo de amor de la madre, objeto del don. Todo este desarrollo sirve para la indicación de lo que opone la vía del amor a la vía de la angustia, la primera da acceso al objeto simbólico, mientras que la segunda, recordando a como la trazó Freud en “Inhibición síntoma y angustia” conduce al objeto real, de la satisfacción no de la necesidad sino de la pulsión, satisfacción que es goce.  

Objeto causa y objeto al que se apunta

En el seminario X se asiste a un cambio de concepción en cuanto a la escena del deseo. Se pasa del modelo en que el deseo tenía ante sí un objeto al que apuntaba,  a la elaboración de la causalidad del deseo. Ello permite la distinción entre el objeto al que se apunta y el objeto causa  “para fijar nuestro punto de mira diré que el objeto a no debe situarse en nada que sea análogo a la intencionalidad de una noesis. En la intencionalidad del deseo (…) este objeto debe concebirse como la causa del deseo (…) el objeto está detrás del deseo.”[xxxiii] Para señalar en adelante que la noción de causa pertenece a un exterior que en origen fue el lugar del objeto (de la satisfacción) anterior señala a toda interiorización, antes de que el sujeto se capte bajo la forma especular en el lugar del Otro. Miller apunta que el objeto al que se apunta del deseo se encuentra por el lazo amoroso, mientras que el objeto causa que se desarrolla en el Seminario de La Angustia, se encuentra por la vía de la angustia. El objeto parcial de la teoría psicoanalítica clásica está del lado del objeto al que se apunta, siendo como en la angustia el objeto parcial es restituido al lugar de objeto-causa. “El objeto parcial se remite al lugar de la causa bajo las formas largamente descritas del resto y del deshecho. El deseo se concibe como un objeto caído, cortado, caduco, separado, que fue abandonado que el sujeto cede y cuyo paradigma es el a.”[xxxiv]

Lacan da como ejemplo clarificador, para la distinción mencionada la cuestión del fetiche donde dice, se desvela la dimensión del objeto como causa y no como objeto en sí mismo de ninguna satisfacción. El fetichista no desea el fetiche, este es la causa de su deseo, “el deseo por su parte va a agarrarse donde pueda.”[xxxv]

Objeto verdadero objeto falso

Revelar el estatuto del objeto ligado a un objeto distinto al que apunta, supone un desconocimiento interno del deseo que Lacan plantea ya al principio del Seminario con la frase “te deseo aunque no lo sé”. El deseo auténtico es,  en la medida en que no conoce su objeto. En este sentido el desdoblamiento del objeto refiere dos estatutos de este, el objeto causa, auténtico objeto a y el objeto al que apunta, falso objeto a. Miller señala que esta oposición entre uno y otro inspira el contraste entre el fantasma perverso y el neurótico. En el perverso el a está del lado del sujeto, el neurótico hace pasar a del lado del Otro. Este no es el lugar auténtico del a, tal como lo plantea en el Seminario es exterior al campo del Otro,  el neurótico lo pone del lado del Otro y como señala Miller “un objeto a hace que su fantasma le sirva para soñar…”. Miller afirma que la insistencia con la que Lacan en el Seminario se dedica  a dejar a del lado del sujeto es porque a es una transformación del goce del cuerpo propio, mientras que el deseo es relación con el Otro.

 

La Transferencia

La cuestión de la transferencia en el caso de la joven homosexual es tratado de forma distinta en el Seminario X a partir de la invención del objeto a. Lacan señala que el caso es útil para designar lo que ocurre con el objeto a en la transferencia. Afirma que  la transferencia no puede limitarse a sus efectos de reproducción y repetición, que la dimensión histórica no es suficiente y que hay que tomar en cuenta la dimensión sincrónica,  “precisamente la propia de aquello que está incluido, latente, en la posición del analista, a través de lo cual la función del objeto parcial ocupará el espacio que la determina.”[xxxvi] El objeto va a ocupar el espacio que es a la vez el de la posición del analista, tal como señala J. Allouch, el objeto parcial en el espacio analítico es algo así como un yaciente. Es lo que Lacan, unas líneas más adelante designará como la función del análisis como espacio o campo del objeto parcial. En el  mismo sentido recuerda la metáfora de la mano tendida hacia el leño que describe en el Seminario de La Transferencia como la metáfora del amor, en el momento que la mano va a alcanzar el leño este se inflama surgiendo otra mano que se tiende hacia la primera. A su vez Lacan señala que es también lo mismo que designó como la función del agalma (aquello  que es lo que causa que el lugar de Sócrates fuera el del eromenos). Allouch señala que la metáfora del amor expresa cual sería el estatuto del objeto parcial en el espacio analítico, una brasa no del todo extinguida capaz de encenderse si se dan determinadas condiciones.

Lacan señala  que la insuficiente referencia a la dimensión sincrónica de la función del objeto parcial en la relación analítica explicaría el porqué de ciertos resultados post-analíticos que se dirían no del todo finalizados. Es así como considera que la función del objeto en el campo analítico es aquello frente a lo cual Freud se detiene situándolo como límite del análisis en su artículo  “Análisis terminable e interminable”, señalando que  “el límite de Freud tiende a la no percepción de lo que debía ser propiamente analizado con el analista respecto a la función del objeto parcial”[xxxvii]  y considera que este es el resorte de su fracaso en el caso de la joven homosexual, “por eso Freud nos designa lo que él llama el límite del análisis. Es que él seguía siendo para su analizado el lugar de ese objeto parcial.”[xxxviii] Lacan terminará señalando que si existe el límite no es tanto porque algo no ha sido analizado sino porque algo ha sido revelado de una forma parcial, planteándose que de lo que se va  a tratar es de saber cómo eso es analizable más allá de ese límite instituido por Freud.

Vimos como Lacan en el Seminario IV, considera que la razón del fracaso del análisis con la joven fue la no distinción de la transferencia imaginaria y simbólica. Lacan indicaba entonces que Freud debiera haberse olvidado de que la joven lo engañaba (como efectivamente así era) igual que engañaba al padre,  que debía de  haberse concentrado en el texto de los sueños y no en la relación entre él y la joven quien lo provocaba igual que al padre.  Estar demasiado instalado en la transferencia imaginaria es lo que habría provocado que Freud le hiciera notar que lo engañaba igual que hacía con el padre, lo que causó, tal como él mismo señalo, que los sueños no volvieran a presentarse.

A partir del Seminario X de lo que se trata es de formular de que manera debe situarse el analista respecto al objeto petit a. Lo que explica el fracaso es la cuestión de seguir siendo el analista para el analizado el lugar del objeto parcial.  Allouch señala que las consecuencias de la localización del objeto petit a para la práctica analítica son, “las de una práctica analítica basada en el análisis como espacio del objeto parcial y no en el  analista como lugar en donde yace (…) ese objeto parcial por ende falicizado.”[xxxix]

 

Nueva versión del pasaje al acto de la joven homosexual  

Lacan sitúa de una forma distinta a como lo había hecho en el Seminario IV el niederkomen de la joven homosexual. Es en el capítulo VIII donde relata la escena en que la joven se pasea por la oficina del padre con su estilo de desafío, señala, que Freud describe ya al principio de su texto. Es en ese momento cuando se produce el encuentro con el padre quien le lanza una mirada cargada de irritación. La joven se lo cuenta a su amada y esta la abandona en el acto diciéndole que no quiere seguir con la relación. Inmediatamente después la joven se arroja al puente. Al respecto del este acto y después de haberlo elevado al paradigma del acto suicida, señala “no basta con recordar la analogía del parto para agotar el sentido de esta palabra. El niederkommen es esencial en toda súbita puesta en relación del sujeto con lo que es como a.”[xl] Si en el Seminario IV  trató el pasaje al acto en su valor expresivo vía interpretación del significante niederkommen, en el Seminario X lo sitúa como un hecho de estructura que consiste en esta imposibilidad de la puesta en relación del sujeto como lo que es como a, la consecuencia de lo cual, el pasaje al acto interviene como una solución a esta puesta en relación. El desarrollo que de la escena hace Lacan es el siguiente: la hija había sido decepcionada por el padre, a partir del momento en que se produce la decepción es que emerge en ella el interés por las mujeres, concretamente por la Dama que además es una mujer de poca reputación. Lacan señala que la joven hace de su castración lo que el caballero con  su Dama, ofrecer sus prerrogativas viriles haciendo de este modo de sí misma aquello que falta en el campo del otro, identificada así con FI mayúscula, falo absoluto, mostrando a su vez que la ley es el deseo del padre, a lo que ella está ahora identificada. Son el resentimiento y la venganza, decisivos para que se sostenga la situación. “la FI mayúscula he aquí donde la pongo ya que fui decepcionada en mi apego a ti, mi padre, y que no pude ser, tu mujer sumisa ni tu objeto Ella será mi dama y yo seré, por mi parte, quien sostenga, quien cree la relación idealizada con aquello que de mí misma fue rechazado, aquello que de mi ser de mujer es insuficiencia.”[xli] El ser de mujer que el padre no dio. Esta es la escena que se presenta ante la mirada del padre y que habiendo hasta entonces conseguido el asentimiento de la joven, pierde todo su valor ante esa mirada de desaprobación.

Lacan revela que hay dos condiciones esenciales para el pasaje al acto, la primera la identificación del sujeto con el a al que se reduce, la segunda la confrontación del deseo y la ley. Al respecto de la primera señalar que aquello de lo que el cuadro de la joven con su Dama es portador es el don del Falo a la Dama, falo positivizado, que es lo que hace insostenible la relación de FI con la mirada del padre (que es el a al que se reduce). Al respecto de la segunda Lacan señala: “Aquí se trata de la confrontación del deseo del padre, en base al cual se construye toda su conducta, con la ley que se presentifica en la mirada del padre. Esto es lo que la hace sentirse definitivamente identificada con a y al mismo tiempo rechazada, expulsada fuera de la escena”[xlii] Tal como señala J. Allouch la falta emplazada en el amor cortés se corresponde con el deseo del padre y la ley.     

 

Acting out-Pasaje al acto

Lacan señala que el caso de la joven homosexual es paradigmático de la relación estructural del sujeto con el a, cuyo correlato, cuando el encuentro se produce, es el pasaje al acto.

   El dejar caer aparece como el paradigma del pasaje al acto. Lacan refiere la fórmula del fantasma para señalar que el pasaje al acto está del lado del sujeto “en tanto que este aparece barrado al máximo por la barra.”[xliii]  A su vez señala que el pasaje al acto es el momento del mayor embarazo del sujeto al que luego le sobreviene la emoción (términos referidos al principio del Se trata  del movimiento en dirección a evadirse de la escena y esto es exactamente lo que distingue fundamentalmente el pasaje al acto del acting out, tratándose desde este punto de vista de dos conceptos opuestos. “El acting out es esencialmente algo, en la conducta del sujeto que se muestra. El acento demostrativo de todo acting out, su orientación hacia el Otro debe ser destacado.”[xlv] Así pues la conducta de la joven con la dama, elevada a la función de objeto, es el acting out, a la vez que la tentativa de suicidio es el pasaje al acto. Freud había señalado en su texto que la conducta de la joven era de exhibición ante todos. Se paseaba cerca de la oficina   del padre arriesgándose a ser vista por él. Lacan señala la duplicidad entre, por un lado, lo que se muestra y por el otro lo que es, distinto a eso mostrado. Lo que es, señala, es lo que ya fue precisado por Freud, habría deseado un hijo del padre, deseo que por otro lado nada tiene que ver con una necesidad maternal. “Quería ese niño en tanto que falo o sea, tal como la doctrina lo enuncia de la forma más desarrollada en Freud, como sustituto, ersatz, de algo que cae de lleno en nuestra dialéctica del corte y de la falta, del a como caída, como faltante.”[xlvi] Eso mismo es lo que tras el fracaso de la realización de ese deseo hace que ella se convierta en amante y a la vez se arriesgue a mostrar al padre que tiene eso que él no le dio. “En otros términos, se exige en aquello que ella no tiene, el falo, y para mostrar bien que lo tiene, lo da. Es en efecto una forma del todo demostrativa.”[xlvii] Entonces en el acting out si se combinan los dos términos el de mostrar y el del deseo, se puede, señala Lacan, aislar un deseo cuya esencia es mostrarse como otro y así designarse de este modo.Seminario como las coordenadas fundamentales de la angustia) “Es entonces cuando desde allí donde se encuentra –a saber desde el lugar de la escena en la que, como sujeto fundamentalmente historizado, puede únicamente mantenerse en su estatuto de sujeto- se precipita y bascula fuera de la escena. Esta es la estructura del pasaje al acto.”[xlviii]

 

Al final…    

Lacan retoma al final de su comentario en el Seminario X la cuestión de los sueños mentirosos que ya tomó en el seminario IV. Recuerda que Freud había señalado que los sueños eran el único indicio de transferencia, pero señala a su vez la sorpresa de Freud sobre si el inconsciente puede mentir, que vimos desarrollado en el Seminario IV. La joven afirmaba que los sueños eran mentirosos;  Lacan señala   que ante lo que Freud se detiene es ante el problema de toda mentira sintomática, o sea de lo que el sujeto pretende decir cuando miente. “Y lo extraño es que Freud tira la toalla, ante este agarrotamiento de todos los engranajes. No se interesa por lo que los hace agarrotarse, o sea  el desecho, el pequeño resto, lo que detiene todo y que sin embargo, es lo que aquí surge como pregunta. Sin saber qué es lo que le produce este embarazo, Freud está conmovido como él mismo lo pone de manifiesto, sin duda, ante esta amenaza a la fidelidad del inconsciente. Y entonces, pasa al acto.” Lacan concluirá afirmando que lo que a Freud se le escapa es aquello que permaneció para él en estado de pregunta “¿qué quiere una mujer?, Ahí es donde el pensamiento de Freud tropieza con algo que podemos llamar, provisionalmente, la feminidad.”

Notes

[i] Freud, S. Sobre la Psicogénesis de una caso de homosexualidad femenina. Ed. Orbis 1988, pag. 2546

[ii] Ibid pag. 2552

[iii] Ibid pag. 2552, Nota 1517

[iv] Ibid pag. 2547

[v] Ibid pag. 2555

[vi] Ibid pag. 2556

[vii] Lacan, J. Seminario La relación de objeto. Ed. Paidós 1994, pag. 125

[viii] Ibid pag 70

[ix] Ibid  pag. 103

[x] Ibid pag. 127

[xi] Ibid pag. 127

[xii] Ibid pag. 109

[xiii] Ibid pag. 109

[xiv] Ibid pag. 137

[xv] Ibid pag. 137

[xvi] Ibid pag. 108

[xvii] Ibid pag. 18

[xviii] Ibid pag. 123

[xix] Ibid pag. 125

[xx] Ibid pag. 124

[xxi] Ibid pag. 130

[xxii] Ibid pag. 130

[xxiii] Ibid pag. 112

[xxiv] Ibid pag. 131

[xxv] Ibid pag. 148

[xxvi] Ibid pag. 149

[xxvii] Ibid pag. 35

[xxviii] Miller, J.A., “La Angustia Lacaniana” Ed. Paidós 2007., Pag 25

[xxix] Lacan, J. Seminario La Angustia. Ed. Paidós, pag. 100

[xxx] Miller, J.A. “La Angustia Lacaniana” Ed. Paidós, pag. 41

[xxxi] Ibid pag. 66

[xxxii] Ibid pag. 67

[xxxiii] Lacan, J. Seminario La Angustia, Ed. Paidós pag.114

[xxxiv] Miller, J. A. “La Angustia Lacaniana” Ed. Paidós pag. 35

[xxxv] Lacan J. Seminario X “La Angustia” Ed. Paidós, pag 116

[xxxvi] Ibid pag. 106

[xxxvii] Ibid pag. 110

[xxxviii] Ibid pag. 106

[xxxix] Allouch, J. “La sombra de tu perro” 2004. Ed. Literales. El Cuenco de Plata. Pag.58

[xl] Lacan, J.  Seminario “La Angustia” Ed. Paidós, pag 123

[xli] Lacan, J. Seminario La Angustia, pag. 124

[xlii] Ibid pag. 125

[xliii] Ibid pag. 128

[xliv] Ibid pag. 128

[xlv] Ibid pag. 136

[xlvi] Ibid pag. 137

[xlvii] Ibid pag. 137

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Bibliografia

Freud, S, “Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina” Ed. Orbis SA. Vol. 13 1988

Lacan, J. Seminario IV “La Relación de objeto” Ed. Paidós. 1994

Lacan, J. Seminario X  “La Angustia” Ed. Paidós. 2004

Miller, J.A. “La Angustia Lacaniana” Ed. Paidós 2007.

Allouch, J. “La sombra de tu perro” Discurso psicoanalítico. Discurso lesbiano. El cuenco de plata. Ed. Literales. 2004. Buenos Aires

Dolors Arasanz

"El caso de la joven homosexual de Freud" 

Desde el Seminario de "La relación de objeto" al Seminario de "La angustia de J. Lacan"

NODVS XLVI, gener de 2016

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