Tecno-pildorización de la vida cotidiana

Artículo acerca del uso en la medicina actual de la tecnociencia y la medicación masiva en detrimento de dar la palabra al paciente.

  • Publicado en NODVS XLVI, gener de 2016

Resum

Todas las curas son en gran medida “curas por medio de la palabra”, según la expresión de Freud. Lacan ya predecía ante el progreso de la ciencia, la relación de la medicina con el cuerpo. Se refería al modo en que la cuestión del “cuerpo verdadero” es eliminado en favor de un cuerpo purificado, un cuerpo que brilla y que es posible escanear, radiografiar y medir. El cuerpo de la medicina es un cuerpo máquina liberado de toda la cuestión pulsional. En la actualidad, los profesionales sanitarios, lejos de recetarse a sí mismos y hacer uso de la palabra, recurren generalmente a la tecnología y a la píldora como respuesta. 

Paraules clau

Dolor, medicalización ,tecnociencia, trauma, real.

Los médicos y enfermeras que trabajamos a diario en la clínica con pacientes, comprobamos que éstos confían en nosotros, no sólo para curar y aliviar sus dolencias, sino que también confían ante cualquier malestar de sus vidas.

Los pacientes piden. Demandan recetas y pruebas diagnósticas, pero, a la vez hablan. Hablan de sus hijos, de sus padres, de la muerte, de sus penas...De dificultades. De amor y de sexo. Pero, sobre todo, hablan cuando les invade la tristeza eterna de la nada o la angustia por vivir. Enfermedad y sufrimiento se anudan de manera singular en los sujetos. Goce del cuerpo a veces sólo accesible a los sanitarios por medio del dolor.

Esta demanda, esta llamada confronta a los médicos y enfermeros, ante un sufrimiento, no siempre fácil de escuchar, de digerir. ¿Cómo contar con el Otro de la demanda?

¿Cómo dar respuesta al paciente sin el imperativo paternalista de actuar?, ¿cómo, al fin y al cabo, soportar la falla epistémica? No hay recetas para lo enigmático.

Para poder soportar la angustia de la falta se recurre, por ejemplo, al uso y abuso de los fármacos. Éstos se demandan, a diario y se responde con ellos, también a diario.

Ante el naufragio de navegar por la incertidumbre, el diagnóstico de seguridad. El agujero enigmático del cuerpo taponado por los analgésicos y ansiolíticos, por las fotografías de los TAC y Scáneres, por la cartografía estadística de los protocolos. Ver sin saber. Ver un organismo sin cuerpo. Un cuerpo que habla, que pide, que toca el alma; por eso siempre aparece un nuevo dolor que insiste, caprichoso, que se nos resiste.

Medicina defensiva, paternalista del S.XXI, que objetiza al sujeto-paciente. No hace honor al nombre. Urgencias colapsadas por dolores a resolver con el imperativo "aquí y ahora", con "el deme algo que me quite este dolor". El dolor de lo traumático. ¿Cómo poder decir, cómo actuar ante esta demanda de saber el no saber, más allá de lo orgánico?

Inocente ilusión ese dolor-demanda que no se alivia con fármacos, porque el cuerpo goza, se goza. Irremediablemente está afectado por el lenguaje. La enfermedad hoy se ve como un error. La no curación no forma parte ya de la vida. Es un fracaso inasumible. Medicina científica basada en la evidencia, que culpabiliza y elimina al sujeto, para cosificarlo como cifra, como individuo sin resto.

La pregunta, entonces, para los sanitarios que creemos en el parletre, en el ser hablante, en  el discurso psicoanalítico. ¿Cómo conjugar el psicoanálisis con las políticas sanitarias actuales? Con la escucha singular, con el uno por uno. Sabemos que el trayecto de un análisis no se hace de una sola vez. Se precisan vueltas. Vueltas para comprender lo legítimo que es el dolor que producen las palabras, que nos golpean y marcan el cuerpo.

El trauma es violento. Un exceso que asalta al sujeto y lo golpea. Es el origen de cualquier neurosis: un trauma, un peligro real que produce excitación. Ante ello, por tanto, defensa. Un trauma es un golpe de real. El sujeto no implicado. Las secuelas aparecerán, según la lectura que cada sujeto haga del mismo. La marca es singular. Como ya nos relataba Nietzsche "no hay hechos, sino interpretaciones".

El trauma es una resonancia de golpe real en el cuerpo. Está activo siempre. Ante encuentros y contingencias del cuerpo con la lengua, aparecerán síntomas marcados por la experiencia singular.

El psicoanálisis trata el cuerpo, porque la lengua lo atrapa. No hay prevención posible de la contingencia. El discurso médico actual, las leyes de la ciencia, el control absoluto, opacan el deseo, encubierto incluso, por cuerpos enfermos. Es  posible una salida distinta a este discurso; la experiencia dolorosa puede ser modificada por un tratamiento con la palabra. Es la apuesta clínica desde el psicoanálisis de orientación lacaniana.

Belén Maside Oliete

Tecno-pildorización de la vida cotidiana

NODVS XLVI, gener de 2016

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