Kojève, Sagan, Miller y el hombre que no existe

Referencia presentada en el Seminario del Campo Freudiano en Barcelona el 11 de junio 2016.

  • Publicado en NODVS XLVII, setembre de 2016

Resum

Esta referencia comenta un texto de J.-A. Miller que analiza el último capítulo del Seminario IV de Lacan. Se trata de los cambios en las relaciones entre los sexos en el siglo XX, en particular el cambio del papel del hombre visto por Lacan, Miller y Kojève. 

Paraules clau

Relación sexual, sexuación, hombre, mujer, Kojève, Miller, Lacan, Sagan, Seminario IV, Juanito, padre, literatura.

Presentar esta referencia no es una tarea fácil: es comentar un texto de Miller que comenta un texto de Kojeve que comenta dos textos de Françoise Sagan y que está comentado en el Seminario de Lacan[1]. Son como muñecas rusas y quizás no sea por casualidad que me toca a mí desmontarlas.

¿Por dónde uno empieza? La más pequeña: Françoise Sagan. ¿Por qué Kojeve le dedica su artículo titulado “El último mundo nuevo”? Pues le parece que esta joven, que debutó en 1954 con 19 años, en sus novelas “Buenos días, tristeza” y “Una cierta sonrisa” por primera vez en la literatura francesa habla de un nuevo tipo de relación sexual. También es la razón porque Lacan menciona el texto de Kojeve – hablando de la supuesta “heterosexualidad pasiva” de Juanito como un rasgo de esta nueva sexualidad.

¿Qué vió Kojeve de novedoso en los libros de Sagan? Cecile, la heroína de “Buenos días, tristeza”, es una joven que viaja al sur de Francia con su padre amado, a quien llama “el Eros magnífico”. Hace tiempo que su madre ha muerto. El padre tiene amantes pero no las ama. Cecile también tiene amante, Cyril, un hombre joven, y tampoco lo ama: es más bien su juguete. Cuando el padre se enamora de una amiga de la madre (es decir, sustituta de la madre), Cecile cínicamente utiliza a Cyril en un complot para separar al padre de su nueva enamorada ya que ésta le quita su lugar del objeto de amor paterno. El complot tiene éxito, Cecile deja a Cyril y sigue viviendo con el padre. Todo esto, subraya Kojeve, transcurre en la playa, donde los hombres ofrecen sus cuerpos desnudos a las miradas de las mujeres, como si ellos también, como el amante-juguete, hubieran salido del marco de la posición viril tradicional.

La protagonista de “Una cierta sonrisa”, Dominique, es un doble de Cecile: es una chica bastante emancipada que vive una pasión juvenil con un compañero de clase. Como Cecile, no lo ama y lo deja por el tío de éste, un hombre mucho más maduro y casado, cuya mujer es su amiga.

Para Kojeve, nuestra segunda muñeca rusa (y es rusa en el sentido propio de la palabra), las relaciones que describe Sagan son un poco chocantes. Incluso dice que son “profundamente humillantes” para los hombres. Las percibe como propios del “mundo nuevo” del saber absoluto que, según él, empezó con Napoleón. En este mundo “emasculado”, privado de “hombres verdaderos”, ya no hay héroes, como los había en la Edad Media. Como lo resume Miller, “sin armadura acabó lo viril”. En cambio, hay mujeres “Amazonas” que se vuelven más y más activas.

Por qué a Kojeve le impactó Françoise Sagan, no es tan claro. Una lectura freudiana de sus novelas podría revelar su estructura clásica y puramente edípica. Es cierto que los amantes jóvenes de las protagonistas para nada son “hombres verdaderos” – pero es poco sorprendente si todo el amor de ellas está dirigido hacia el padre. Es el padre quien ocupa el lugar del Ideal del hombre verdadero en el mundo de Sagan, y la hija hace todo para sostenerlo. Y si en las relaciones con sus coetáneos ocupa una posición activa, ¿no será por la identificación histérica con el padre que lo hace?

Además, Sagan no era la primera mujer que se atrevió a hablar de la sexualidad liberada. Kojeve debe haber conocido a Anaïs Nin, que escribía novelas pornográficas realmente chocantes y un diario sobre el incesto con su padre en los años 30-40. Mucho antes en Rusia las poetas modernistas del principio del siglo XX escribían páginas y páginas de poesía erótica. Se puede destacar las poemas de Marina Tsvetáeva, la Amazona par excellence, que abiertamente habla de sus pasiones por jóvenes bellos y “pasivos” – al  estilo de Juanito – así como por mujeres. Tanto en sus relaciones homo como en heterosexuales la suya es una posición caballeresca. “¿Quién se dejó vencer? ¿Quién fue cazador? ¿Quién presa?” – no sin razón pregunta uno de sus poemas. Su amante, la poeta Sofía Parnok, ocupa una posición aún más viril. También en los Estados Unidos, ya en los años 90 del siglo XIX, Kate Chopin había roto con la tradición casta de las autoras anteriores y trataba con una libertad sorprendente los temas de sexualidad femenina.

(Al margen podríamos notar que a lo mejor las mujeres que aman desde la posición masculina no inventan ningún tipo de relación nueva pero invierten el que existía siempre – y si bien esta identificación con el hombre es algo característico de la sexualidad femenina, en ningún caso es su rasgo más interesante).

Pero Kojeve no habla del cambio en las mujeres, lo que podría parecer más lógico a la vista de la historia del feminismo: a fin de cuentas, los hombres “pasivos” en la literatura han existido siempre, pero las mujeres “activas” no tanto. No obstante, el filósofo piensa que es el hombre quien ha cambiado. Como una de las pruebas de su tesis, Kojeve evoca a Hemingway: sus guerreros, toreros y otros personajes “machos” le parecen una mascarada, una búsqueda algo ridícula del semblante viril – de lo viril que ya no existe.

Entre otros heraldos de este “mundo nuevo”, Kojeve nombra a Sade, “el héroe de lo privado”[2], y George Brummell, el primer dandy que revolucionó la moda masculina en Inglaterra de finales del siglo XVIII. Por qué Kojeve elige a estos personajes y no a otros, es dificil de seguir, así como parece arbitraria su afirmación que Napoleón era el último héroe. Por ejemplo, Hemingway, a pesar de lo ridículo que le atribuye Kojeve, era una figura emblemática para muchos jóvenes de la época. También lo eran y son varios revolucionarios y dictadores. Si volvemos a “La psicología de las masas” de Freud, podemos ver que, mientras hay grupos o comunidades, no harán falta los personages puestos en el lugar del Ideal.

Por cierto, las noticias del mes pasado demuestran que el hombre verdadero sí que existe, pero es una mujer: Nadezhda Savchenko, la guerrera ucraniana que se ganó la fama por resistir y vencer a otro héroe contemporáneo, el Sr. Putin, que la tomó presa y no logró someterla: hace dos semanas tuvo que soltarla.

Sea como sea, estamos en el mundo de Kojeve donde florecen ciertas “nuevas” relaciones sexuales y se han extinguido los hombres. ¿Cómo lee todo esto Miller?

“Buenos días, sabiduría” es una conferencia dictada en París hace 22 años. La palabra “sabiduría”, la toma de Kojeve: éste la utiliza para designar el saber absoluto. Miller sigue los argumentos del artículo de Kojeve y parece estar de acuerdo. Dice que detrás de la extincción de lo viril está el famoso “declive del padre” (aunque, como hemos visto, en las novelas de Sagan nada hace pensar que la figura del padre ha perdido su prominencia). Miller evoca las palabras de Lacan del año 1938[3]: “el declive social de la imago paterna... su personalidad siempre de alguna manera carente, ausente, humillada, dividida o postiza”.

Como ejemplo, Miller evoca la sociedad estadounidense con su political correctness y el escándalo alrededor del así llamado abuso sexual de Mónica Lewinski. Sugiere que si el Presidente mismo puede ser llevado al juicio, si la ley no tiene excepción para él y no hay nadie que diga “no” a esto, el padre está en declive. Sin embargo, aquí se puede distinguir entre el padre real y el simbólico. El primero es el padre no castrado que goza, es para él que se hacen las excepciónes. El segundo es el padre de la ley. Esta distinción podría ofrecer otro punto de vista sobre este escándalo, incluso se puede verlo como el triumfo del padre simbólico: es la ley que dice “no” al padre que goza. En este caso, sería el padre real que estaría en declive y no el simbólico. Al contrario, uno podría decir que en una sociedad de vigilancia como los EE. UU. el implacable padre simbólico está por todos lados – y más aún con la popularidad que en este país tienen la religión cristiana y el patriotismo.

Finalmente Miller dice que la idea de la no-existencia del hombre verdadero implica un cambio en las fórmulas de la sexuación: que del lado masculino ya no existe este hombre no castrado que ocupaba el lugar de la excepción, sólo nos queda la segunda línea, el “para todos” – “todos juntos, el todos lo mismo de la democracia” moderna, donde, según Miller, se borra la diferencia.

La no-existencia del padre de la horda apenas es una noticia, ya que se trata de un fantasma freudiano, pero a la luz de esta inexistencia la afirmación del “para todos” también puede parecer problemática porque en la lógica lacaniana de conjuntos el “para todos” sólo es posible si hay una excepción que lo hace consistir. Y si con Kojeve y Miller aceptamos que la excepción ya no hay, la pregunta sería ¿de qué “para todos” podemos hablar y cómo es diferente del “no-todo”?

Finalmente parece que vamos a vivir en un mundo habitado por muñecas rusas que son la esencia del “todos juntos, todos lo mismo”. Pero incluso ellas son no-todas como conjunto: pues siempre faltan una o dos de las más pequeñas porque se pierden.

Notes

[1] Se trata del texto de Miller que se llama “Buenos días, sabiduría”, donde Miller habla sobre el último capítulo del Seminario IV, donde Lacan habla del texto de Kojeve que se llama “Le Dernier Monde Nouveau”, donde Kojeve habla de las novelas de F. Sagan.  

[2] Cita del texto de Miller, que sigue: “lo que cuenta a partir de ahora, ocurre, no en la esfera pública, sino en la esfera privada”.

[3] Los complejos familiares

Bibliografia

1. Kojève, A. “Le derniere monde nouveau: Françoise Sagan”. Critique, 111-112 (1956), 702-708.

2. Lacan, J. Seminario IV: La relación de objeto. Paidós (2014).

3. Miller, J.A. “Buenos días, sabiduría”. Colofón, 14 (Julio 1996).

4. Sagan, F. Buenos días, tristeza. Tusquets editores (1997).

5. Tsvetaeva, M. Poemas escogidos. Rubiños 1860 (1994).

Arseni Maximov

Kojève, Sagan, Miller y el hombre que no existe

NODVS XLVII, setembre de 2016

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