El  goce de los cuerpos femeninos 

Trabajo del cartel exprés "Goces femeninos", para las XV Jornadas de la ELP "Mujeres, un interrogante para el psicoanálisis" 

  • Publicado en NODVS XLVIII, febrer de 2017

Resum

En este texto la autora reflexiona sobre la especificidad del goce llamado femenino que en tanto está más próximo al agujero del lenguaje, es más susceptible al goce del cuerpo.

Paraules clau

Goce, goce fálico, no-todo fálico, posición femenina, cuerpo.

¿Qué es del goce de los cuerpos en posición femenina?

 

Teniendo en cuenta que en una mujer puede habitar más de un goce: el fálico y el no-todo fálico. Que ella puede articularse al falo o más allá de él, siendo capaz de un goce ilimitado, sin medida fálica. Des-medido.

La verdadera mujer, como lo explica Miller, es aquella que se encuentra en posición de sacrificar lo más precioso que “tiene” para dejar en ridículo el “tener” del Otro, poniendo en evidencia el agujero imposible de colmar.[1]

Sostener una posición femenina significa ser capaz de una posición más allá de la función paterna.[2]

Si en ciertas condiciones es posible referirse a la posición de la mujer como objeto del hombre (con un goce complementario); en otras condiciones hablaríamos de una posición femenina en la que el sujeto no consiente a los objetos del Otro. Portadora de: “un goce no totalmente simbolizable que escapa al proceso de simbolización.” [3]

En primer lugar surge la pregunta sobre: ¿Qué hace que un parlêtre adopte una posición femenina?

Partiendo de la premisa de la diferencia sexual anatómica, imaginaria, de la que se sirve el discurso: “Hay parlêtres que se sitúan del lado masculino, pero hay hombres - hombres biológicos – que también pueden elegir situarse del lado femenino. Porque nunca es un lado solo.” [4]

Pensar en posición femenina/masculina nos lleva a pensar en el Edipo. “La virilidad y la feminización son dos términos que traducen lo que es esencialmente la función del Edipo.” [5]  En este nivel de interpretación, el Edipo estaría directamente vinculado con la función del Ideal del yo, es decir con una función simbólica.

Si ambos, hombre y mujer, requieren articularse al “tener/no tener” para tomar una posición, ¿qué sucede con la posición femenina, qué hace que ante ciertas condiciones pueda ir más allá del falo?

Según lo dice Lacan en el Seminario 5, en la salida del Edipo, en el tercer tiempo, “ella” no ha de enfrentarse con la identificación, ni ha de conservar ese título de virilidad. “Sabe dónde está eso y sabe dónde ha de ir a buscarlo, al padre, y se dirige hacia quien lo tiene. Esto también les indica en qué sentido una feminidad, una verdadera feminidad, siempre tiene hasta cierto punto una dimensión de coartada. Las verdaderas mujeres, eso siempre tiene algo de extravío.”[6]

En esta dirección, continuamos observando la supremacía fálica, aunque posiblemente, la posición femenina y su goce particular tengan más que ver con un “nada tener” que ir a buscar en el Otro del lenguaje.

Lacan desarrolla en el Seminario 20 que: Hay un goce del cuerpo (¿acaso no siempre sería del cuerpo...?) que está más allá del falo.

“Hay un goce de ella, de esa ella, que no existe y nada significa. Hay un goce suyo del cual quizá nada sabe ella misma, a no ser que lo siente: eso sí lo sabe. Lo sabe, desde luego, cuando ocurre. No les ocurre a todas.” [7]

Haber nacido del sexo biológico masculino, no exime al sujeto de poder ser capturado por un goce femenino, en algún momento. Un místico también puede colocarse del lado del no-todo. Siendo éste, un goce que está de más... y del que nada coherente parece poder decirse, nada que le pueda dar un poco de realidad.

Ser de una posición femenina o masculina es ser en el sentido de una manera de habitar el lenguaje, en relación a ocupar un lugar en el Otro; o en la manera de ser habitado por el lenguaje, en relación a una inscripción del lenguaje en el cuerpo. Sin embargo, este goce femenino se mostraría como un afecto del cuerpo que se pondría en evidencia como lo más fuera del lenguaje.

Seguramente se trate de un mismo goce (y no de uno femenino y otro masculino), pero que al ser más accesible a las mujeres y a los cuerpos en posición femenina, éste mostraría su verdadera naturaleza: des-medida, de más y fuera del lenguaje, dejando en evidencia su cara más real.

Al parecer a la posición femenina se le presentaría de manera más accesible el goce en su forma pura, que la goza. Puede que encuentre su razón de ser en el hecho de que, para la mujer, hay un agujero en ese lugar en el que para la otra posición habría un objeto condensador de goce, falicizado. Por ello, parece más fácil para el hombre olvidarse del agujero real. Ya que avalado simbólicamente por el “tener” puede poner allí, en secuencia, los objetos del Otro.

Esto deja a las mujeres, a los sujetos en posición femenina, con un saber más cercano sobre lo real, sobre ese imposible de llenar. Y en esta dirección, queda continuar pensando sobre aquello que hace diferente a la posición femenina, que no logra someterse enteramente a la supremacía fálica y que, aún hoy, continúa siendo un “enigma femenino” como ya lo sostenía Freud.[8]

Bibliografia

[1]  Miller, Jacques-Alain, “Posición femenina” en Introducción a la clínica psicoanalítica. 1992, pág. 289.

[2]  Brousse, Marie-Hélène “Conferencia ¿Qué es una mujer?” en Psicoanálisis inédito. 2000, pág. 17.

[3]  Ibídem, pág. 17.

[4]  Ibidem, pág. 19.

[5]  Lacan, Jacques. El seminario libro 5: Las formaciones del inconsciente, 1957, pág. 170.

[6]  Ibídem, pág. 201.

[7]  Lacan, Jacques. El seminario libro 20: Aun, paidós, 2015, pág. 90.

[8]  Freud, Sigmund. Obras Completa Libro XXII. 33ª conferencia sobre La feminidad. Amorrortu Editores. Pág.121

Bárbara Feyling

El  goce de los cuerpos femeninos 

NODVS XLVIII, febrer de 2017

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