El discurso de Aristófanes, una referencia freudiana
Referencia del Seminario 8 ("La transferencia", J. Lacan) al "Banquete", de Platón, presentada en el S.C.F. de Barcelona el 16.11.2002
completitud del amor, principio del placer, compulsión a la repetición, pulsión de muerte, objeto perdido, teoria de las pulsiones
Freud se dirigió varias veces a El banquete de Platón según su estilo de acudir no sólo a la ciencia, sino también a la poesía o la filosofía para encontrar argumentos que le ayudasen confirmar o refutar sus hipótesis. Mi comentario de hoy se refiere a la cita que hallamos en Más allá del principio del placer donde recoge el discurso de Aristófanes en relación a su teoría de las pulsiones. Trazaré un breve recorrido por este texto, recorrido que me parece pertinente para subrayar el valor de la referencia a Aristófanes y por su relación con el tema de la transferencia. Pues no olvidamos que para Freud el concepto de transferencia nació asociado al del amor y sus avatares.
En Más allá del principio del placer, Freud trata de resolver las contradicciones que se le plantean al proponer una formulación del aparato psíquico regulado por el principio del placer . Contradicciones como la que supone el hecho de que la mayoría de nuestros procesos anímicos ni van acompañados de placer, ni conducen a él. Así infiere la existencia de fuerzas o constelaciones que contrarían la tendencia al placer. Supone que en caso de existir, deben ser anteriores a la organización del principio del placer en el aparato psíquico (p.9). Y llegará a preguntarse si podría afirmarse la existencia de las pulsiones de muerte como lo más natural, como la principal tendencia de la vida (p.44).
Sabíamos, dice Freud, de la inhibición de la tendencia al placer a causa del principio de realidad, pero también existe percepción de displacer cuando se satisface una pulsión sorteando la censura psíquica.
Considera que la genuina actividad del aparato anímico - rigiéndose por el principio de placer o por el de realidad, que lo modifica.(p.11) - es la reacción frente a un peligro. Así también frente a las exigencias pulsionales.
Es bajo esa premisa que intenta dar con tendencias contrarias al principio del placer que sean más originarias que éste e independientes de él.(p.16)
El curso de sus investigaciones le llevan a observar la repetición en el juego infantil (p.14 a 16) y la repetición en la cura analítica (p.18 a 21), y concluirá sobre la compulsión a la repetición que no obedece al principio del placer y por tanto que está más allá de éste.(p.21 y 22).A esta serie añadirá la repetición de los sueños traumáticos.(p.31)
Su siguiente pregunta versa sobre la función de la compulsión de repetición, las condiciones bajo las que puede surgir y su relación con el principio del placer.(p.23)
Por vía de los sueños que repiten sucesos traumáticos hallará una primera aproximación al constatar que lo que se repite en ellos no sigue la regla del cumplimiento de deseo, si no que se trata de un intento de revivir una escena añadiéndole el apronte angustioso que hubiera evitado el traumatismo (p.29 a 33). En línea con la idea ya planteada de que la misión principal del aparato anímico sería la reacción frente al peligro.
Freud dice que lo inorgánico precedió a lo orgánico. Que el paso de uno a otro se produjo por un incremento de tensión que es el que la pulsión de muerte tiende a nivelar, de ahí su repetición. La compulsión de repetición.(p.38)
Sin embargo no halla fundamento alguno para dar cuenta de la compulsión a la repetición de las pulsiones de vida. Es decir, sostiene que debería haber un estado previo al cual tendiesen éstas, pero no halla una explicación adecuada en la biología. Entonces recurre al mito. Acude al discurso de Aristófanes de “El banquete” de Platón.
Al leer el discurso de Aristófanes uno tiene la impresión de estar escuchando a alguien cuyas coordenadas respecto del amor coinciden con las del pensamiento popular. Habla del amor como de aquello que cura los males que impiden al género humano llegar al colmo de la felicidad (p.240). Sabemos nosotros de los efectos terapéuticos del amor y de como su desdicha afecta a la vida de los hombres.
Para hablar del amor y sus excelencias Aristófanes remite a la naturaleza del hombre y las modificaciones que ha sufrido (p.240). Se trataba de seres esféricos, completos que osaron combatir a los dioses. Estos, para disminuir sus fuerzas sin eliminarles y así no perder los beneficios que su existencia les otorga, castigaron a los hombres dividiéndoles en dos mitades. También giraron la cara hacia el lugar por donde se había operado la separación – quedando los genitales detrás -.
Los seres así creados sufrían terriblemente por la separación y se afanaban a hallar su otra mitad. Su dolor era tal que cuando por fin se encontraban, abandonaban cualquier otra actividad y por no dejar de abrazarse, llegaban a perecer.
Compadeciéndose Zeus, mitiga el dolor del castigo poniendo los órganos genitales de manera que puedan unirse al encontrarse cada ser con su otra mitad, restableciendo la unidad inicial y permitiendo la concepción y la saciedad. Esto les permitirá continuar viviendo. No obstante, el destino de estos seres quedará marcado por la búsqueda de su otra mitad.
Estemos o no de acuerdo con ella, no nos es extraña la idea de que una pareja pueda formarse por dos seres destinados a unirse por una predeterminación o de seres complementarios.... en el fondo de su alma: el deseo de estar unido y confundido con el objeto amado de manera que no formara con él más que un solo ser.(p.243).
La causa es que nuestra primitiva naturaleza era una y que nosotros éramos un todo completo. Se da el nombre de amor al deseo de volver a recobrar aquel antiguo estado.(p.243).
El libro del Génesis propone esta metáfora para el origen de la humanidad y resonará en nosotros el texto Bíblico de igual modo cuando al final de su discurso, Aristófanes habla de como un proceder adecuado para con los dioses tendrá como recompensa la restitución definitiva del estado anterior después de esta vida. Es decir, en los textos que fundan nuestra cultura encontramos la concepción de que existe y se puede recuperar, el objeto perdido.
En este discurso, el amor implica una completitud a la cual tiende. De una unidad primera bajo los preceptos de la ley divina se produce – por castigo de la transgresión – la división que es la del causa malestar. El amor nace del deseo de regresar al estadio primitivo y recuperar lo que se perdió.
Con la aportación de este mito, Freud puede concluir sobre las pulsiones de vida determinando que éstas persisten en conseguir la unión perdida. Ello le permitió pensar que podía confirmar, aunque fuera provisionalmente, su teoría más general de las pulsiones y por tanto la existencia de la pulsión de muerte.
Las páginas señaladas entre paréntesis corresponden a:
Sigmund Freud Más allá del principio del placer Obras Completas T.VII Amorrortu editores. Buenos Aires, 1978.
Platón “El banquete” en Diálogos. Colección Austral. Editorial Espasa Calpe. Madrid, 1995.
El discurso de Aristófanes, una referencia freudiana
NODVS IV, desembre de 2002