La función del yo como shifter
Referencia presentada en el Seminario del Campo Freudiano el 18 de noviembre de 2017 en la clase impartida por Elvira Guilañá sobre "Las paradojas de la percepción y la alucinación verbal" en el escrito de Lacan “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis"
El presente trabajo es una referencia del ensayo de Roman Jakobson "Los conmutadores, las categorías verbales y el verbo ruso", publicado en 1975 y proveniente de una conferencias dictadas en 1950 ante la Sociedad Genovesa de Lingüística. Esta referencia aparece por primera vez en el escrito de Lacan “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis” y el interés en relación a ella se centra en la función del yo [je] como shifter.
Yo, shifter, conmutador, Jakobson, psicosis, lingüística
"Los conmutadores, las categorías verbales y el verbo ruso" es un ensayo publicado en 1975, del lingüista, fonólogo y teórico literario ruso Roman Jakobson. Se encuentra en el XII apartado de “Ensayos de lingüística general”. La parte 1 y 2 del texto son una sinopsis de dos conferencias dictadas en 1950 ante la Sociedad Genovesa de Lingüística. Me centraré sobre todo en la primera parte, ya que ahí se encuentra la cita que aparece por primera vez en el escrito de Lacan “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”. El interés de Lacan por esta referencia se centra en la función del yo [je] como shifter, término lingüístico que Jakobson toma de Jespersen, quien lo define como una clase especial de unidades gramaticales cuya significación general no puede definirse sin hacer referencia al mensaje1
Jakobson utiliza los términos de código y el mensaje como elementos de construcción de una estructura, los toma como el soporte necesario de la comunicación lingüística en donde un mensaje emitido por un emisor tiene que ser percibido por un receptor. El emisor codifica el mensaje y el receptor lo debe descodificar, y entre mejor conozca el receptor el código usado por el emisor, mayor será la cantidad de información obtenida del mensaje2. Sabemos que este ideal de la comunicación suele fallar, hay el malentendido, hay un sujeto más allá del emisor, el receptor, el código y el mensaje. Al menos para lo que interesa al psicoanálisis, Lacan señala en Subversión del sujeto y dialéctica del deseo, en relación a la cadena significante que, “si la lingüística nos promueve el significante al ver en él el determinante del significado, el análisis revela la verdad de esta relación al hacer de los huecos del sentido los determinantes de su discurso”3, “…el discurso en la sesión analítica no vale sino porque da traspiés o incluso se interrumpe”4.
Sin embargo, Lacan toma de la lingüística lo que respecta a la función del yo como shifter. En el ensayo de Jakobson encontramos todo un trabajo elaborado para caracterizar los conceptos gramaticales expresados por las formas verbales, tomando las rusas en particular. En la primera parte distingue cuatro tipos de funcionamiento doble del código y el mensaje como objetos de uso y de referencia:
1. Cuando el mensaje remite al mensaje, se le llama un discurso citado, es decir un mensaje a propósito de un mensaje, al mismo tiempo, un discurso acerca del discurso. “Habéis oído que se ha dicho… pero yo os digo…”, es el ejemplo que toma Jakobson del evangelio según San Mateo.
2. Cuando el mensaje remite al código, sería un discurso autónimo. Por ejemplo: el gatito es un animal simpático, “gatito” designa a un gato pequeño. En cambio si decimos gatito significa un gato joven, aquí “gatito” se usa como su propia designación. Toda interpretación explicativa de palabras y oraciones es un mensaje que remite al código. Sería el caso de la pregunta: ¿qué quieres decir?, una pregunta referida al sentido del discurso que busca comprender el código del otro.
3. Cuando el código remite al código, como los nombres propios. Estos son problemáticos debido a su imposibilidad de ser traducidos ya que no hay manera de definirlos bajo una significación general por fuera de una referencia al código. Por ejemplo, Jakobson nos dice que la palabra “sabueso” designa a un perro destinado a la caza y podríamos entonces hacer una abstracción como “sabuesidad”. En cambio, “Fido” designa a un perro cuyo nombre es “Fido”, por lo tanto no se puede obtener de esta palabra una significación general. Parafraseando a Russell diríamos que si bien hay muchos perros que se llaman Fido, no comparten propiedad alguna que caracterizara la “fioidad”5.
4. Y la cuarta distinción es cuando el código remite al mensaje. Este es el caso de los conmutadores o shifters, que son esas palabras del código que sólo toman sentido a partir de las coordinadas del mensaje. La significación general de un conmutador no puede definirse sin hacer referencia al mensaje, razón por la cual se distinguen de todos los demás constitutivos del código lingüístico.
Lo interesante de este último apartado son los pronombres personales, los cuales nos dice Jakobson que pertenecen al estrato más elemental y primitivo del lenguaje. Son una categoría muy compleja que comporta una de las adquisiciones más tardías del lenguaje infantil y entre las primeras pérdidas en la afasia. Entre los pronombres personales se centra en el “yo”, exponiendo cómo designa a la persona que enuncia, la que dice “yo”, pero no la significa y esto representa un problema, no nos sirve para responder a la pregunta “¿qué soy?” y aquí está toda la cuestión.
Cito a Lacan en Subversión del sujeto y dialéctica del deseo: “El inconsciente, a partir de Freud, es una cadena de significantes que en algún sitio (en otro escenario, escribe él) se repite e insiste para interferir en los cortes que le ofrece el discurso efectivo y la cogitación que él informa”6. El sujeto de entrada está fuera de la cadena significante y para vincularse, para adquirir la posición del sujeto que enuncia se ha de identificar a este lugar. Pero una vez que el sujeto reconoce en el inconsciente la estructura del lenguaje, Lacan se pregunta ¿qué clase de sujeto se le puede concebir? y dice que se puede intentar responder a esta pregunta desde la definición lingüística del “yo” como significante que indica que “el sujeto del enunciado designa al sujeto en cuanto que habla actualmente”7. Y lo interesante es que en un enunciado puede faltar todo significante del sujeto de la enunciación.
Es lo que Lacan ilustra con el caso de un mujer en un presentación clínica en 1955, esta mujer un día se cruza por el pasillo con el amigo de la vecina, señor con quien ella decía sentirse hostigada, y oye que éste le dice “¡Marrana!”. Ella explica también que antes de escuchar esta grosero insulto había murmurado ante la vista del hombre “Vengo del fiambrero…”. A Lacan le basta con que la enferma haya confesado que la frase era alusiva y su perplejidad en relación a percibir a quién apuntaba la alusión para mostrar la función del “yo” como shifter, la cual que deja en suspenso la designación del sujeto de la enunciación y en donde la alusión queda oscilante hasta que con la palabra “marrana” llega a su fin. “En el lugar donde el objeto indecible es rechazado en lo real, se deja oír una palabra, por el hecho de que, ocupando el lugar de lo que no tiene nombre, no ha podido seguir la intención del sujeto sin desprenderse de ella por medio del guión de la réplica"8.
Para los sujetos “normales”, como llama Lacan a los neuróticos en el Seminario III, la relación que mantienen con el yo es fundamentalmente ambigua. Cuestión que no sucede de la misma manera para el sujeto psicótico, quien se muestra en el fenómeno elemental de la alucinación totalmente identificado a su yo con el que habla9. Es decir es la identificación lograda, realizada. Lacan dice que “En el momento en que aparece en lo real, es decir acompañado de ese sentimiento de realidad, que es la característica del fenómeno elemental, el sujeto literalmente habla con su yo, y es como si un tercero, su doble hablase y comentase su actividad”10. Esto muestra la imposibilidad del sujeto psicótico de resolver el efecto de división de la cadena significante. Frente a esto el sujeto rechaza un significante que forma parte de su propio pensamiento y este significante retorna en lo real produciendo como resultado la escucha de sus propios pensamientos, lo que se suele llamar “las voces” como algo externo, pero que en realidad viene de lo más íntimo del sujeto.
Por lo tanto, distinto al sujeto del inconsciente, tenemos la función “yo” como shifter, como eso que designa al sujeto de la enunciación pero no lo significa. Es eso lo que nos muestra la alucinación ya que de cuenta justamente de la imposibilidad del sujeto a identificarse al sujeto de la enunciación. Para ser loco dice Lacan, “es necesaria alguna predisposición si no alguna condición […] No se vuelve loco quien quiere”11.
1. Jakobson, R. (1981) Ensayos de linguistica general. P. 310.
2. Ibid. P. 307
3. Ibid
4. Lacan, (2009) Escritos II P. 762
5. Jakobson, R. (1981) Ensayos de linguistica general. P. 309.
6. Lacan, J. (2009) Escritos II P. 760
7. Ibid. P. 761
8. Lacan, J. (2009) Escritos II. P. 513.
9. Lacan, J. (2015) El Seminario 3: las psicosis. P. 26
10. Ibid. P. 27
11. Ibid
· Jakobson, R. (1981) Ensayos de lingüística general. 2a ed. Editoria Seix Barral. España.
· Lacan, J. (2009) Escritos II. 3a ed. Siglo XXI Editores. México.
· Lacan, J. (2015) Seminario III. Las psicosis. 1ed, 24va reimp. Paidós. Buenos Aires, Argentina.
La función del yo como shifter
NODVS L, desembre de 2017