Puntos vivos de octubre y noviembre del curso 2017-2018. Seminario del Campo Freudiano de Barcelona.

Puntos vivos correspondientes a las sesiones del Seminario del Campo Freudiano de Barcelona, realizadas en octubre y noviembre, durante el curso 2017-2018 en torno al texto de Jacques Lacan "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis". Presentaciones a cargo de Myriam Chang y Pilar Foz Rocafull respectivamente.

  • Publicado en NODVS L, desembre de 2017

Paraules clau

significación, paranoia, alucinación verbal, shifters, real, transferencia, posición del ser, forclusión

Una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis

 

Realiza la introducción V. Palomera. La posición de Freud es escéptica con respecto al problema de la psicosis: “el psicoanálisis no puede hacer gran cosa por el psicótico”, el dispositivo analítico supone la transferencia: que no toda la libido sea narcisista y que el paciente pueda interesarse por el otro.

En los ‘60, Lacan formuló una frase que condensa esta Cuestión preliminar: “el psicótico tiene el objeto en su bolsillo”. Implica en primer lugar que en la psicosis o bien no hay una apertura al Otro, o cuando la hay, el Otro es perseguidor. El ejemplo prínceps es Schreber, quien demuestra el lugar que en su economía subjetiva fue a ocupar su propio psiquiatra. Lo paradójico del caso es que Schreber se desencadena por la transferencia. De manera que aunque parece que la transferencia no esté en la psicosis, está en su mismo corazón. Es el primer punto del problema de la transferencia en la psicosis. El segundo punto lo plantea Lacan, en el esquema I, con un vector que dice: “se dirige a nosotros”. Punto muy importante y bien conocido en el mundo judicial, al cual el psicótico apela para pedir una reparación.

Lo primero que plantea Lacan es que la psicosis no es un déficit sino una posición del ser. En Acerca de la causalidad psíquica, dice: “la insondable decisión del ser”. Lo que marca esta posición y la diferencia de la neurosis es un rechazo del ics. También dice: “es mártir del ics”. Freud ya habla de la pérdida de la realidad en la N y en la P. Pero lo que el neurótico pierde, al rechazar la realidad, lo trata mediante el fantasma. La realidad rechazada es sustituida por el fantasma. Como el psicótico no tiene fantasma inventa un delirio que sería un intento de reconstrucción de eso que se ha perdido.

¿Qué sería rechazar el ics? El psicótico es aquél que ha rechazado subjetivar la identificación común, la de la tradición, del padre, aquellas que tienen que ver con la norma. Por eso se dice que en la psicosis el ics está a cielo abierto, no está cubierto por el techo del padre. Ninguna identificación es operante sin una decisión del ser. La locura es desprenderse del atractivo de las identificaciones. El resultado es que no se produce un efecto de masificación, de ahí el efecto de ostracismo y de aislamiento propio de la psicosis. No habiendo atracción por las identificaciones, no hay apego por el Otro. El psicótico es así alguien que se deja tentar por el riesgo de la libertad.

Hablar de forclusión [Verwerfung] es entender que es una decisión del sujeto. Y la forclusión del NP es un rechazo de la impostura paterna, de “la ballena de la impostura. Este es un problema que se sitúa en el centro del psicoanálisis. Dado que si para que se produzca la transferencia hablamos de un operador lógico que es el S.s.S. [sujeto supuesto saber]. La suposición del saber en otro que se sostiene del amor, se deduce de ello que este pivote sobre el que se construye la transferencia es una impostura lógica, aunque sea a la vez necesaria. En esta posición de S.s.S. el analista ha de cuidar no ubicarse en el lugar del padre que redoblaría esta impostura.

Cómo se produce la psicosis? Al comienzo en un momento mítico primordial se produciría un intercambio, una negociación entre el sujeto y el Otro. En ese intercambio se modula el exterior. “Yo cedo algo a cambio de obtener una identificación”. Del saldo de esta negociación va a surgir una pérdida, una pérdida del goce íntimo. El N se las apaña en este intercambio, lo que hace que pueda tener un cuerpo. En la psicosis se ve a menudo que el cuerpo no le sirve como protección de lo que viene del Otro, y a menudo el sujeto se siente invadido por el Otro, bien que se siente perseguido o que las palabras le afectan al cuerpo sin mediación. Es decir, que el goce está en exceso o en defecto, pero sin medida, no hay algo que lo regule. Lo que llamamos el cuerpo es un regulador en la relación con el goce. Cuando esta extracción no se produce, el objeto no se extrae y por tanto no está perdido. Al no ceder el objeto no recibe a cambio el significante que vendría a marcar el lugar de esta pérdida. Si el neurótico recupera esa pérdida mediante la identificación que recibe del Otro, el psicótico no suelta el objeto y rechaza la identificación que le vendría del Otro. [Vicente remite al art. Mostración en Premontré, de J.-A. Miller, en Matemas 1, y al Trieb de Freud, pg. 832 de los Escritos]

Esta operación es fundamental para que el sujeto pueda tener después acceso a la demanda. La demanda se pone en juego cuando hay este objeto perdido. El sujeto que accede a perder es alguien que pide al Otro que se ha quedado con el objeto cedido. Cede el objeto pero no lo acaba de ceder e insiste en pedirlo al Otro. El psicótico, en cambio, no pide porque no ha perdido nada al comienzo. El psicótico no ha perdido el objeto, lo tiene en el bolsillo. Al no haber cedido hace que el Otro se interese demasiado por lo que no ha dado. Es esa la paradoja de la persecución: el Otro se interesa por lo que el sujeto no ha cedido nunca y sigue amenazándole, es el Otro malo.

E. Berenguer propone situar las consecuencias del término psicosis ordinarias, que no constituye una categoría nosográfica, es una categoría epistémica que nos obliga a volver sobre los conceptos y leer la psicosis a partir de la ultimísima enseñanza de Lacan.

En el Sem. III, el esfuerzo de Lacan es situar lo que sería lo específico de la forclusión del NP. Ya en Freud se puede ver que a partir de la noción de represión primaria y la noción de un rechazo fundamental, la Ausstossung aus dem Ich, se ve que el sujeto está constituido por un rechazo. Lacan se plantea cómo distinguir esta exclusión, fundante de todo sujeto, de ese rechazo específico que daría lugar a la psicosis. Es decir que la forclusión del NP no es la única forclusión pensable, puesto que ya en el inicio está lo que J.A. Miller ha llamado forclusión generalizada.

La invención del término psicosis ordinaria obedece a que en la clínica no existe la categoría de psicosis clásica. Nos obliga a enfrentar la clínica tal como se nos presenta sin tipificarla a efectos de una comodidad. Pues lo real en juego en nuestra clínica se resiste a las categorías. J.A. Miller propone una clínica realista, no en el sentido de la realidad, si no en el sentido de lo real.

En términos de cartografía se entiende bien que una cosa es el mapa político que separa los Estados, pero en lo real de la geografía la marca simbólica de la frontera no está inscrita en la tierra. Y, la perspectiva de la psicosis ordinaria es ver esa dimensión de un real que se resiste. Lo que nos lleva de la frontera al litoral porque lo que se trata de ver es cómo lo real está organizado de una manera que se resiste a las categorías simbólicas.

Esta perspectiva no se ha introducido de golpe en 1998, ya en el prólogo de Guitrancourt, J.A. Miller había propuesto introducir la perspectiva del objeto en la consideración de la psicosis. Cuando pasamos de la perspectiva del significante y la metáfora a la perspectiva del objeto a en la psicosis entramos en una dimensión distinta porque se trata de ver qué tipo de operaciones, de regulación de lo real del goce, produce el sujeto no solamente con el significante, de una manera en que el significante está implicado, pero con una topología distinta. En la enseñanza de Lacan, está primero la elaboración del objeto a, pero luego está la elaboración del goce femenino, destacando la dimensión de un goce suplementario que no está atrapado en las fronteras de lo simbólico. Sus avances en la teoría, son elementos que permiten una nueva perspectiva en su enseñanza sobre la psicosis.

Esto aparece de una forma más radical a partir del momento en que Lacan dice: “todo el mundo es delirante”. Lo que supone una aplicación de la idea de que el agujero es lo central en la estructura. No se trata ya, de la falla, la falta, como algo contingente sino como algo del orden necesario. A partir de este aforismo necesariamente hay que dar un paso desde lo que podemos llamar la clínica del sujeto a la clínica del parlêtre. Es decir, la clínica basada fundamentalmente en lo que son las operaciones del sujeto con el significante, a lo que es toda una clínica en relación al sujeto con lo real del goce.

Esto no implica que todo vale. No encontrar la frontera en lo que sería la dimensión del espacio real, no implica que no haya distinciones. Es decir, hay que saber usar el mapa de las categorías de las estructuras clínicas para saber prescindir de ellas. Hemos de utilizar el mapa de las estructuras en cada caso para poder encontrar luego el real que siempre se escapa a toda categoría.

Con esta nueva guía podemos releer Schreber de una forma nueva. Por ej., una frase que está en el escrito De una cuestión: “un desorden provocado en la juntura más íntima del sentimiento de la vida en el sujeto”, pg. 540, nos permite entender toda una serie de detalles discretos de la clínica del afecto y el humor en la psicosis. En tanto el eje del humor es algo que está en una relación directa con la relación del sujeto con el cuerpo, pero en tanto evitado por algo de lo real que siempre escapa. Por otra parte, este “desorden en la juntura más íntima del sentimiento de la vida en el sujeto” también nos permite plantear toda una serie de observaciones en lo que se refiere a la relación del sujeto con el cuerpo, en tanto categoría muy importante en la ultimísima enseñanza de Lacan.

Se trata de una clínica orientada por lo real que parte de que toda categoría clínica tiene un límite y que lo que tratamos de escuchar en un caso es algo de lo real totalmente contingente y singular, que ninguna categoría logra describir de una manera completa.

Para terminar, recuerda el caso del Hombre de los lobos que se puede retomar como un complemento al trabajo de este año, tomando en cuenta el debate planteado por J.A. Miller que indicaba que no es evidente la relación entre la forclusión del NP y los efectos sobre la significación fálica por lo que hay que pensar hasta qué punto se pueden dar por separado. Para dar cuenta de toda una serie de trastornos en la relación del sujeto con el goce proponía que no había, en este caso, forclusión del NP pero había elisión del falo. Se trataría de pensar entonces una clínica del goce y una clínica del significante pero sin dar por seguro su forma de articulación sino pensar que esa articulación se tiene que elaborar caso por caso.

 

21 de octubre

Myriam Chang

 

De las paradojas de la percepción y la alucinación verbal

Elvira Guilañá inició su presentación señalando varios puntos que Lacan destaca en su texto Presentación de las memorias de un neurópata de 1966, a saber: la posición de Freud, la polaridad entre el sujeto del goce y el sujeto del significante, la paranoia como posición que identifica el goce en el lugar del Otro y la relación del psicótico con el Otro –el Otro goza de su ser pasivizado.

El texto del que nos ocupamos este curso, consta de cuatro partes y un post-scriptum. Freud rompe con concepciones anteriores y se opone a la idea de una clínica de carácter deficitario, al delirio le supone un decir, un sentido y no deja de lado los signos negativos, la hemorragia libidinal. El psicótico intenta restituir la realidad perdida por medio de la producción delirante, que le permita restituir lazos con el mundo. Para Freud habría dos momentos, el primero, la pérdida de la realidad, con los fenómenos que dan cuenta de esto, y el segundo, el de la restitución de su mundo, el del desciframiento y la significación. Y por supuesto la referencia a Clerambault: “cuando el delirio aparece la psicosis es vieja”. Estos dos momentos los trabaja y elabora a partir del caso Schreber y sin perder de vista el texto del año 1924, Pérdida de la realidad en la psicosis y neurosis.

Para Lacan el fenómeno de la locura no va separado del de la significación, estudiar las significaciones en la locura, la vertiente de la palabra y los neologismos es imprescindible para entender este fenómeno, esta orientación supone un reconocimiento claro del lenguaje en la cadena significante. Se separa de toda concepción biologicista, insistiendo en la palabra y el lenguaje e introduciendo al sujeto como efecto del significante, sujeto que no es tanto el que habla, sino hablado por el Otro.

Lacan habla en este texto en términos de significación, para el psicótico hay una emergencia de significación que no entra en el campo de lo simbólico, no puede ser vinculada con un sentido, se trata de un más en la significación y un menos de sentido. Una significación inefable, desconectada, el sujeto sabe que le concierne pero no encuentra el sentido y le produce perplejidad. Es un fenómeno de ruptura entre el significante y el significado. Se puede decir que el mecanismo base de la paranoia sería: un retorno desde lo real, de aquello que fue expulsado en lo simbólico.

Una de las enseñanzas de Lacan en este texto es que “no hay síntesis subjetiva”, tenemos el sujeto como agente que percibe –percipiens– frente a lo percibido –perceptum–, pero Lacan señala que el significante está en la percepción y se separa de la concepción de Merleau-Ponty ubicando al sujeto en el significante.

La percepción está ordenada por lo simbólico, y depende de la articulación del sujeto con el lenguaje. No se trata de un sujeto activo sino más bien, un sujeto que padece los efectos de la cadena significante que lo divide.

La alucinación verbal no se reduce a un sensorium particular ni a un percipiens que le daría su unidad. En el acto de oír –sonido y sentido– el sujeto sufre de las palabras del otro y las suyas propias, el sujeto recibe su palabra reconociéndola o no, pero se divide entre su emisión y su escucha.

Entre las referencias que toma Lacan, es particularmente conocido Séglas, por su análisis de las alucinaciones verbales motrices, en la Cuestión preliminar Lacan sin nombrarlo vuelve a tomar su teorización, es decir, que las alucinaciones verbales se producen en sujetos que articulan aquello que dicen escuchar, que la alucinación no tiene un comienzo en el exterior, uno oye el sonido de sus propias palabras, pero Lacan señala que el punto crucial está en la cadena significante, es la cadena la que se impone en su dimensión de voz áfona.

En el caso expuesto ya en el S.3 de Las psicosis, el caso de ¡Marrana! Se trata de un delirio a dos: madre-hija mantienen una relación binaria muy cerrada que despierta un sentimiento de intrusión desarrollado en un delirio de vigilancia. La intrusión está del lado de la vecina, implicando al amigo de ella de manera indirecta que, cuando se cruzan en el pasillo le había dicho groseramente ¡Marrana!, Lacan en el curso de la presentación cuando ya tenía su confianza, le pregunta: ¿Usted, antes había dicho algo? Y ella le confiesa haber murmurado las palabras: Vengo de la carnicería! La paciente le confiesa que la frase era alusiva.

Para Lacan la frase “vengo de la carnicería” supone una ruptura, la cadena significante retorna desde fuera y precede a marrana, siendo la alucinación la que resitúa la primera frase. Lacan introduce aquí la función de los shifters o conmutadores, elementos que designan al sujeto pero no lo significan, evidenciando la imposibilidad del sujeto para identificarse con el lugar que se designa (vengo de / (yo) vengo de), tanto el código como el mensaje remiten al lugar del Otro, y lo que quedaría más desdibujado sería a quién de los tres atribuimos el yo.

La verdad del yo es el síntoma que, remite al significado del Otro –s(A)– que vuelve desde lo real, desde la perplejidad y extrañeza, como una cadena rota. Frente a la idea del signo lingüístico Lacan, propone la idea de lo real del signo. Es un síntoma articulado a la estructura misma, una perturbación lenguajera. La palabra misma rompe la idea de la unidad.

 

Noviembre 2017

Pilar Foz Rocafull

 

Myriam Chang, Pilar Foz Rocafull

Puntos vivos de octubre y noviembre del curso 2017-2018. Seminario del Campo Freudiano de Barcelona.

NODVS L, desembre de 2017

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