Puntos vivos de marzo, abril y mayo del curso 2017-2018. Seminario del Campo Freudiano de Barcelona.
Puntos vivos correspondientes a las sesiones del Seminario del Campo Freudiano de Barcelona, realizadas en marzo, abril y mayo durante el curso 2017-2018 en torno al texto de Jacques Lacan "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis". Presentaciones a cargo de Myriam Chang y Rosalba Zaidel.
Texto "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis"
Si la Cuestión preliminar va del esquema R, en el que se representa la normalidad edípica, al esquema I, que presenta la psicosis de Schreber, A. Vicens propone ver qué continuidad o discontinuidad hay entre ambos esquemas, que son la clave del texto.
El esquema R parte de la metáfora paterna, como sustitución significante que se refiere al NP en el discurso de la madre, y que produce la significación fálica. Significación fálica que incluye al sujeto en el orden del mundo. El resultado es un sujeto que no es herético en la medida en que responde al discurso del amo, o si se prefiere, al discurso del amor. Un orden que responde a la función imaginaria del falo. En los términos de Lacan: el deseo, el aburrimiento, la sublevación, la plegaria, la vigilia, el pánico forman parte de la dimensión de lo vivido como discurso del Otro. Pero no son estados de ánimo, no son soluciones imaginarias, son principios de organizaciones colectivas fuera de las cuales no parece que la vida humana pueda mantenerse largo tiempo. Es lo que Lacan desarrollará como el “discurso” que sería la sede de la vida del sujeto. El deseo del sujeto se desarrolla en el discurso del Otro que tiene forma de vínculo social. Es a esto a lo que Freud se refería como “el otro escenario”, un escenario de discurso.
Lo real en este esquema R, en tanto no es el real del último Lacan, tiene las características de la realidad y responde a la ley de la repetición que está más allá del Edipo, más allá del principio de placer, que se establece al modo de una cinta de Moebius.
El esquema anterior al R, el esquema L, sería el esquema del discurso del Otro: pasando por la imagen especular a-a’ se produce el efecto de sujeto, y se mantiene intacto en el esquema R.
En el esquema I, Lacan nos lleva a otro horizonte, más allá del límite de lo normal. Ahí donde estaba la cinta de Moebius de la realidad, hay dos grandes agujeros, una especie de parábola de doble hoja. La realidad se estira hasta formar dos abismos. Lo dibuja como una doble asíntota que apunta a un punto infinito que nunca se alcanza. Si en la neurosis estamos en una cinta de Moebius, donde se da un retorno aunque sea angustiante, en la psicosis no es posible el retorno, hay agujero. Esta es la subjetividad delirante de Schreber. Alguien para quien no hay retorno de lo reprimido, pero tampoco hay retorno en la palabra, por lo que toda palabra es a vida o muerte. A esta doble asíntota o doble agujero Lacan les llamará P0 y F0. En estos vértices que apuntan al infinito, tirando de ellos, se produce en términos de Schreber: el desgarrón en lo real, en la realidad, o en el sentimiento más íntimo del sujeto. Este esquema presenta el modo cómo la realidad aparece tras la restauración operada por el delirio como intento de curación.
El esquema I muestra las líneas de eficiencia de una solución elegante. Lo real queda desgarrado en estos dos agujeros en que se sumen, como en una catarata hacia el abismo, las dos dimensiones de lo simbólico y lo imaginario. Es así como se representa la subjetividad de Schreber.
La razón reconociendo el drama de la locura se ocupa de ella porque es en la relación del hombre con el significante donde se sitúa este drama y Lacan previene que el peligro que alguien tiene de delirar con el enfermo no es como para intimidarnos como no lo fue para Freud, que no retrocedió frente a la locura.
La subjetividad en la neurosis, está ligada a lo que plantea el esquema R, la ecuación, metáfora paterna, que lleva del NP a la significación del falo. En la que vemos los términos principales: el padre simbólico o NP, el deseo de la madre, DM, que se ha de leer el goce de la madre, la mujer que hay en la madre. Es ante DM, goce de la madre que el NP está llamado a ejercer una función simbólica. La metáfora mantiene ics la pregunta sobre qué deseó esa mujer queriendo tener un hijo, y produce la orientación paterna sobre la forma en que la significación fálica surge como cadena significante en el Otro.
Pero si a la apelación del NP como soporte de la ley le responde un agujero. A esa carencia del NP en el discurso de la madre no le sigue la operación significante que da lugar al ics, es decir, la represión que es la cinta de Moebius, sino la forclusión. No se produce el efecto metafórico sobre la pregunta por el DM y se producirá un agujero correspondiente en el lugar de la significación fálica. Ésta es la lógica de los dos agujeros y lo que se puede leer en las Memorias de Schreber. Es en esta grieta donde se da el “desorden en la juntura más íntima del sentimiento de la vida en el sujeto”.
Y la tapicería del delirio se teje a partir del poder creativo de las palabras. Lacan iguala “los rayos divinos” schreberianos a las cadenas significantes pero no en tanto ligadas a un proceso sintomático, como retorno de lo reprimido, sino ligadas a un proceso de creación ex nihilo, en lo que sería una lengua no ligada a la recuperación de la significación del falo. Esto acerca a lo que Lacan llamará más adelante como lalangue, una lengua como efecto de cuerpo, hecha de semblantes encadenados y con virtud creadora. Como dice Lacan, el acto de hacer nacer una existencia de la nada.
En el delirio de Schreber, Lacan ubica la producción ex nihilo de 4 tipos de “meteoros” cuando Schreber se queda, por cansancio, sin el poder de responder a la situación de forclusión del NP. En ese momento, cuando deja de pensar, cuando dios le deja tirado, el sujeto vive bajo el imperio de una provocación alucinatoria a la cual debe responder sin fallar, en un trabajo intenso, sin caer en la trampa que las voces le tienden. Estos meteoros se producen en lo real bordeando los agujeros arriba descritos. En su esfuerzo por comprender cómo ese dios puede ser tan malo como para dejarlo tirado, después de haberle exigido todo lo que le ha exigido, Schreber construye toda una teología o más precisamente una teodicea. Es una ciencia sutil que tiene como términos fundamentales los que en el esquema I circundan el agujero simbólico correspondiente a la forclusión del significante del NP. El otro agujero estará circundado por formaciones imaginarias especialmente el transexualismo.
Dos efectos ideales entonces, de un lado el goce transexual, y la nueva creación de lo humano, esto por el lado imaginario. Y por el lado simbólico: la palabra en la que se mantiene lo creado. De estos dos ideales surgen las dos demandas de Schreber. Una delirante, la otra no tanto. La primera es convertirse en mujer y la otra es la de poder mantener conversaciones inteligentes. A la primera dios responde más o menos, a la segunda, espera que la ley responda y es para lo que escribe las Memorias, dirigidas a un juez para que le deje salir de ese lugar en el que está recluido.
Myriam Chang
Marzo 2018
Graciela Brodksy situó este Escrito como contemporáneo del Seminario 5, 1958, y de una enorme producción teórica: “La significación del falo”, “Ideas directivas para un congreso sobre la homosexualidad femenina”, en los que Lacan retomaba, desde 1954, los ejes centrales de la teoría freudiana pero con una reformulación, ya desde el Seminario 3 y también en Seminario 4, del complejo de Edipo freudiano.
Lacan aquí se adhiere a la referencia kantiana de que “la realidad está condicionada”, es decir, que no tenemos su aprensión directa por los sentidos sino por el a priori de los conocimientos. Freud también se pregunta cómo se constituye para el sujeto la realidad -y cómo se pierde-, y en su texto “La pérdida de la realidad en la neurosis y en la psicosis” desemboca en el concepto de realidad psíquica, distinguiendo en alemán entre ésta y la realidad objetiva: el aparato psíquico expulsa lo displacentero creando un yo “de placer purificado”. Es decir que para Freud, de entrada, el mundo externo es hostil y no hay concordancia con el sujeto y, en esta dialéctica, concibe la constitución de la realidad: las cosas existen porque están investidas libidinalmente. Así el juicio de atribución, placer-displacer, antecede a cualquier juicio de existencia sobre lo que hay. Igualmente, Freud se pregunta cómo es que en la psicosis se pierde la realidad y qué reemplaza esa pérdida, creando el sintagma “el delirio es la curación”: la construcción de una realidad singular, no compartida, es la reconstrucción de la realidad perdida. Lacan no abandona esta concepción -que llega hasta la formulación del paradigma sobre J. Joyce, para quien lo que se manifiesta es la curación- que reformula con el esquema R, para dar cuenta de cómo se sostiene la realidad entre dos triángulos: uno con lo simbólico y el otro con lo imaginario. Luego, en el esquema I, intenta mostrar la transformación de la realidad en el caso Schreber, con la realidad sustitutiva que éste construye para hacer vivible su propia vida.
La puesta en forma del sostén de la realidad por el complejo de Edipo, que Lacan retoma en el Seminario 4 a la manera de Freud agregándole el esquema óptico, supone su formulación en términos de metáfora (cap. IV, 1)) dándole al Edipo un valor significante, donde cada uno de los personajes tiene una función más allá de sus características personales. Pero agrega el estadio del espejo para incluir la circulación de la libido. La circunstancia” (cap. IV, 1) evoca el Escrito “Acerca de la causalidad psíquica” en el que ponía en el origen de la locura “la insondable decisión del ser”, lo cual no es algo fechable: el sujeto puede aceptar o rechazar la impostura paterna, que es cómo el padre se las arregla para cumplir una función, más allá de su desempeño biológico. Es factor causal, el del consentimiento del sujeto, porque no somos el efecto del Edipo sino de algo que podemos rechazar, retomando la temprana idea freudiana de Unglauben, increencia ubicada en el resorte mismo de la solución simbólica. J.-A.Miller subraya que se ha de entender que para Lacan, en el campo del Otro inconsciente, un significante que puede faltar introduce el Otro de la ley, porque al faltar permite la producción o no de sentido, deteniendo la deriva significante, abrochando un significante con otro para producir significación.
La Verwerfung no trata de un significante que falta sino del que es rechazado y de la interrogación sobre lo que se altera en la significación del padre, que no se produce. El esquema I examina esta falla a nivel simbólico por la forclusión del significante del Nombre-del-Padre y la consecuencia en la significación fálica; los apartados siguientes tratan las consecuencias de la falla en el complejo de Edipo y la sustitución que construye Schreber.
¿Qué detiene la significación? En el “grafo del deseo” del Seminario 5 Lacan plantea el mismo problema: una cadena que podría continuar indefinidamente y el punto de detención es el Nombre-del-Padre con la consecuente significación fálica. Si en el Otro no está el Nombre-del-Padre tenemos una deriva en la significación, como en la manía, o bien se detiene en un punto que no es el de la significación fálica. El enigma del deseo de la madre lo resuelve cada uno, el sujeto tiene que alienarse allí para colocarse como objeto, lo cual tiene difícil solución porque se resuelve por el falo faltante, también porque la madre es una mujer para la que el falo no es la respuesta exhaustiva de su deseo, lo cual problematiza la subjetividad de todo sujeto.
Schreber no tiene la significación fálica, por lo tanto no puede hacer esta operación, es decir, el deseo de la madre es indescifrable y las consecuencia a nivel simbólico e imaginario de esta falla es que en lugar del Nombre-del-Padre se coloca la relación de Schreber con Dios, un Dios que no sabe nada de los hombres, que se aleja -por el agujero que deja el significante faltante y al sujeto lo deja plantado. En el cap.IV,2, se detallan las cuatro consecuencias de este alejamiento. Si no piensa en nada, Dios se aleja y produce (1 y 2) fenómenos productivos en lo imaginario. Lacan toma el alarido y el pedido de socorro como fenómenos de palabra (3) fenómenos imaginarios del registro auditivo y (4) aparición en lo real de “creaciones milagrosas”. J.-A.Miller los sitúa como la marca de la degradación de lo simbólico en lo imaginario.
Lacan se interesa por demostrar que pensar todo el tiempo es un esfuerzo para mantenerse dentro del campo del pensamiento, lo cual mantiene el estatuto de Schreber como sujeto de lenguaje. El alarido es propiamente llamado al Otro, no es el aullido animal, es del Schreber sujeto. La presencia no es del Dios de Leibniz sino el que lo atormenta con un goce que no cesa y aún así es mejor que el silencio.
Lo simbólico implica un ordenamiento donde el mínimo orden es S1ÞS2 y en Schreber el orden simbólico está alterado. En el cap.IV,4, el creador está en infracción y lleva a Schreber a ocuparse del orden del mundo pero es la solución de Schreber, no de todo psicótico. Hay un estatuto del Otro tachado en Schreber, el significante falta y el goce del Otro inunda todo, sin una localización. Para Miller la forclusión del N-d-P incluye el goce, el valor de ponerse en contra de ese designio del Otro que prometía dejarlo caído, oponerse a la “perfidia de su creador”. Lacan prima este trabajo psicótico dándole estatuto de invención y no de déficit. Reparar la falta en el Otro con una creación delirante, lo cual, por otra parte, como lo es el fantasma para todo ser hablante.
La transformación del triángulo I-M-NP con el esquema I, P0: la consecuencia es que en lo imaginario produce la falta de la significación fálica es F0. Miller en los años ’80, tratando el Hombre de los Lobos y sobre el “borderline”, anticipa la discusión abierta a partir de 2008: se preguntaba si es tan cierto que P0 es condición necesaria de F0 o bien, si se trata de una clínica distinta, según uno u otro esté presente o no.
En cap.IV, 5, I reemplaza a P y el trabajo de Schreber se realizaría entre M e I, la criatura reemplaza al creador en el campo imaginario porque para Lacan en este momento lo imaginario es el lugar de la libido, del goce y son las consecuencias de la forclusión del N-d-P sobre el goce. ¿Qué sucede en el campo libidinal cuando la metáfora paterna no le da un significante fálico para localizar, enmarcar al goce. A la falta de significación fálica hay que agregarle el goce, al que hay que darle un significado. Es así que el cuerpo y el goce de Schreber se ven afectados por no estar circunscritos a la significación fálica con la gradación por la que su cuerpo se está convirtiendo en femenino. Hay que tener en cuenta que la eclosión manifiesta es remitida a una voluntad de Dios: si pensar todo el tiempo produce el goce de Dios, Schreber consiente a ser el instrumento para ese goce y el placer propio es un sacrificio merecido, motivo de una futura redención que interesaría al universo para la creación de una nueva raza de hombres. La falta de significación fálica produce una deslocalización del goce y ello impulsa un vaivén entre Schreber y Dios.
Hay un tiempo uno, que desconocemos, ¿qué pasó antes del desencadenamiento? ¿qué lo sostuvo? A propósito de “un cadáver leproso llevando a otro cadáver leproso” (Cap.IV, 7) a—a’, se trata para Miller del resto sin valor, el sujeto como resto del Otro, lo que Schreber consigue con la feminización: el mirarse en el espejo restituye al (a) desecho, con el valor de imaginario, revestimiento necesario para un yo ideal, femenino, que permite localizar en el espejo el goce del cuerpo. Y este pasar del “excremento del Otro” a un cierto agalma, por el ideal, esta escena es ya la restauración imaginaria, en donde aparece el “goce narcisista”. Miller destaca que no es un goce transexual, es un goce narcisista de la imagen, la voluptuosidad del cuerpo compensada primero con el espejo, luego con el pacto y finalmente con la visión de salvación en el futuro. No se trata de la emasculación, en la discusión con I. Macalpine. ¿Cómo explica Lacan el transformarse en mujer? ¿cómo responde la feminización a la falla en la metáfora paterna (x=falo)? (Cap.IV, 6) el deseo de la madre se asume por identificación y, en lugar de ser o tener el falo, ser la mujer que falta a los hombres. Para Miller el ser mujer no tiene nada que ver con la paranoia ni con el transexualismo: ser mujer por identificación, en lugar de la identificación al falo que falta a la madre, es la identificación a la madre como mujer, punto al que “la cuestión preliminar” aún no responde.
Rosalba Zaidel
Abril de 2018
El empuje a la mujer
Araceli Fuentes da inicio al seminario con la definición de “El empuje a la mujer”, una expresión que no aparece como tal en este escrito donde si encontramos otras como “erotomanía divina” o “erotomanía mortificante” en referencia a D. P. Schreber. Quince años después es en el L’étourdit, Lacan lanza como tal esta expresión, que caracteriza una modalidad de goce en la psicosis. Define así el nombre de la feminización que sufre el sujeto psicótico por no estar en el lugar del sujeto sino del objeto, así como la mujer es objeto del hombre. Es el intento que hace el psicótico para volver a anudar, el goce del Otro desamarrado, que lo invade, con un significante del sexo, que a falta de poder ligarlo al falo, lo ligará al significante de La Mujer como toda, de La mujer que no existe.
Si hay un síndrome donde el empuje a La mujer ocupa casi todo el cuadro, es en el síndrome transexual. En la mayoría de los casos se trata de una tentativa de trasladar el goce del Otro al significante, de ahí la insistencia de estos sujetos en hacer que la ley reconozca su nueva identidad y por obtener los documentos que lo acrediten. Según Maleval, el transexualismo de una mujer que la lleva a hacerse hombre, parece estar menos correlacionado con una estructura psicótica, lo que no implica que no la haya. También se da el caso de mujeres psicóticas en las que se da el empuje a La mujer-toda, una de ellas, por ejemplo, en su delirio se llamaba a sí misma, “la madre única y la virgen eterna”, otra “la muy elevada”, son figuras de la mujer hecha toda en la psicosis.
En cuanto a la neurosis, podemos encontrar en el fantasma neurótico, un empuje a la mujer particular, no al modo psicótico pues en este caso La mujer que el fantasma promueve está hecha a partir del goce de la pulsión desconociendo la heterogeneidad del goce femenino. Es a lo que llamamos impase ontológico en la histeria, la histérica identificada al hombre crea en su fantasma una figura de La mujer hecha a partir del goce pulsional.
La ausencia del NP en lo simbólico y la elisión del falo como función ligada a la identidad, llevan al sujeto psicótico a un trabajo de restauración en el cual podrá darse una identidad no fálica como le sucede a Schreber. Lacan lee sus memorias a partir de la estructura del lenguaje. Una falla en el orden significante en el que el significante del NP ha sido forcluido, junto con la regresión tópica al estadio del espejo, solidaria con la primera falla, son las dos hipótesis que Lacan plantea en este escrito como condición de la psicosis. Lo que Lacan llama la regresión especular es de hecho una abundancia de fenómenos, una pululación de seres cuya riqueza nos hace asistir al nacimiento de esas entidades desanexadas. Lacan plantea la forclusión como condición de la psicosis, no como causa.
Lacan se plantea dos hipótesis en la p. 552, que nos interesan porque según Miller lo plantea en su seminario de investigación sobre el Hombre de los lobos, estas dos hipótesis implican en De una cuestión preliminar, una referencia no explicita a la problemática planteada por el hombre de los lobos centrada en la cuestión de la castración. Lacan plantea una duda entre dos hipótesis: o bien ese abismo mortal se produjo por el simple efecto en lo imaginario del llamado vano hecho en lo Simbólico, en la metáfora paterna; o bien, hay que concebirlo como producido en un segundo grado, por la elisión del falo, y el sujeto para resolver esta elisión remitiría a la hiancia mortífera del estadio del espejo. La elección por la segunda de estas hipótesis tendría que ver, según Miller, con el problema planteado a Freud por el Hombre de los lobos en relación con la forclusión del falo.
Si bien Lacan generaliza la función del NP, no generaliza “el asesinato de almas” schreberiano. A éste lo considera un efecto en segundo grado de la elisión del falo pero que no se da en todos los casos de la misma manera. Lo propio de la vía schreberiana es elegir como solución a la elisión del falo el asesinato de almas que aunque sea una catástrofe psicológica es también una solución, una manera de designar esta elisión, de nombrarla, de asignarle un lugar.
Para introducir el “asesinato de almas”, ese sentimiento de haber soportado un asesinato que ha dañado su vida, no basta con la forclusión del NP, hace falta la forclusión del Falo y en un segundo grado la forclusión del falo da lugar al “asesinato de almas” como solución, pero sin que sea generalizable a otros casos. A. Fuentes comenta así el desarrollo del delirio en Schreber y su evolución hasta esta solución que lo estabiliza al menos durante algún tiempo.
Para concluir su exposición realiza un breve contrapunto con el hombre de los lobos tomando como base un trabajo de investigación de Agnès Aflalo titulado: “Empuje a la mujer, empuje hacia la mujer, huida frente a la mujer” que introduce una serie de matices interesantes así como una nueva lectura sobre el hombre de los lobos basada en la lengua. Aunque lacan no se refiere a este caso en la Cuestión preliminar, sin embargo cuando plantea dos hipótesis respecto a la forclusión del falo cabe preguntarse si no tiene en mente al hombre de los lobos.
Myriam Chang
Mayo 2018
Puntos vivos de marzo, abril y mayo del curso 2017-2018. Seminario del Campo Freudiano de Barcelona.
NODVS LII, juny de 2018