"Vengo del fiambrero" del Seminario 3 de Jacques Lacan
Texto que fue elaborado como producto de un cartel realizado con Jaime Claro, Patricia Lombardi y Estela Paskvan como más uno.
Se desarrollará una referencia al capítulo cuarto del Seminario 3, donde Lacan va a exponer su relato sobre el Caso “marrana”. El capítulo es introducido por el comentario de dos textos fundamentales de Freud, “Neurosis y Psicosis” y “La pérdida de realidad en Neurosis y Psicosis”, donde establece diferencias e interesantes paralelismos entre la psicosis y la neurosis. Para Lacan se va a tratar de establecer cuáles son esas diferencias.
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Freud se apoya en el texto “El yo y el Ello” de 1923, para explicar a través de la formulación de la segunda tópica, la diferencia que puede establecerse entre ambas estructuras, fundamentándolas en la dinámica de sus síntomas y a la vez intentando averiguar el mecanismo responsable de su formación.
1. “Neurosis y Psicosis”
Afirmará que la neurosis es el resultado de un conflicto entre el yo y el ello, donde el yo reprime una tendencia instintiva considerada intolerable. Ahí donde la represión no sirve completamente a su fin, emerge el síntoma como una satisfacción sustitutiva y solución de compromiso que en su interpretación va a dar cuenta de aquello que fue reprimido. El yo sirve a las exigencias de la realidad (y a la vez del superyó). La neurosis impone así una privación a la realización de un deseo. El síntoma aparece entonces como una respuesta al hecho de que en el ello persiste el deseo que fue reprimido, provocando malestar y angustia. Es el yo quien arbitra esa solución de compromiso entre las dos instancias, transacción entre el deseo y la realidad. El síntoma pertenece al mundo simbólico, es expresión del mundo interior del sujeto, tiene una significación concreta y atañe exclusivamente al deseo reprimido.
En la psicosis se trata de la perturbación de la relación entre el yo y el mundo exterior. Se producen una serie de fenómenos (el delirio, las alucinaciones), mediante los cuales, el yo se construye un nuevo mundo exterior e interior. Freud afirma que la nueva realidad es construida de acuerdo a las tendencias del ello y que la causa de la disociación es una privación que la realidad impone, que resulta intolerable. Cita como ejemplo la amencia de Meynert, demencia aguda alucinatoria, forma extrema de la psicosis, donde la percepción del mundo exterior cesa por completo y añade, queda también sustraída al mundo interior su significación. En otras formas de la psicosis como la esquizofrenia, se observa el embotamiento afectivo causado por la pérdida de interés por el mundo. Con respecto a la génesis de los delirios afirma: “el delirio surge precisamente en aquellos puntos en los que se ha producido una solución de continuidad en la relación del yo con el mundo exterior”, es decir que el delirio es como una pieza que se pega allí donde se había producido una falla de la relación del yo con el mundo exterior. Retoma la idea ya expuesta en Schreber del delirio como tentativa de curación o restitución de la relación con la realidad.
Freud afirma que tanto la psicosis como la neurosis presentan una etiología común: el incumplimiento de un deseo infantil que nunca fue dominado, el encuentro por lo tanto con una privación en la realidad; el efecto patógeno y de génesis de una u otra patología depende de que el yo sea fiel al mundo exterior y renuncie a la pulsión (neurosis) o bien se deje dominar por el ello y huya de la realidad (psicosis).
Respecto del mecanismo subyacente de las dos estructuras, al final del texto se pregunta si el proceso por el cual, en la psicosis el yo se aparta de la realidad es o no un proceso análogo a la represión en la neurosis, afirmando a la vez que es una cuestión no posible de ser resuelta sin nuevas investigaciones. Con esta declaración parece intuirse que Freud ya da a entender que a la psicosis no se le podían aplicar los mismos mecanismos que bien había descrito para la neurosis.
2. “La pérdida de realidad en neurosis y psicosis”
Va a poner de entrada en cuestión que la pérdida de realidad sea un fenómeno específico de la psicosis y ajeno a la neurosis.
Respecto de la neurosis dirá que efectivamente en el primer avance la pulsión es reprimida en beneficio de la realidad y que por tanto no se da aquí pérdida de realidad, pero eso no es la neurosis misma; es en el segundo avance donde la represión fracasa, que emerge el síntoma como compensación de lo reprimido, donde afirma se observa el relajamiento de la relación con la realidad. La pérdida de realidad recae entonces, sobre aquella parte a cuya demanda fue iniciada la represión. El caso de Elisabeth Von R. desarrollado en “Estudios sobre la Histeria” sirve de ejemplo: A la sujeto le sobreviene la idea, ante el lecho mortuorio de la hermana, de que su cuñado esta libre (escena traumática), escena que fue olvidada en el acto para dar paso al poco tiempo a la aparición de los síntomas histéricos. Freud afirma entonces que la neurosis resuelve el conflicto anulando por completo la modificación de las circunstancias reales, reprimiendo en el caso el amor por el cuñado (donde sitúa la pérdida de realidad), y añade que “la reacción psicótica hubiera sido negar el hecho real de la muerte de la hermana”.
Respecto de la psicosis, Freud da cuenta también de dos avances. En el primero el yo se arranca de la realidad, el segundo tenderá a compensar la pérdida de realidad no a costa de una limitación del yo, sino mediante la creación de una nueva realidad, a través del delirio.
El segundo avance obedece en las dos estructuras a la misma tendencia, está al servicio de la pulsión que no se deja dominar por la realidad.
Es a partir de esta primera afirmación que irá dando cuenta de los paralelismos y diferencias que pueden establecerse entre ambas estructuras.
El primer avance en la neurosis responde a una obediencia inicial que vendrá seguida de una tentativa de fuga, siendo en la psicosis el primer avance, una fuga, que será seguida de una fase activa de transformación. Así mismo afirmará que de lo que se trata en la neurosis es de no querer saber nada de la realidad, así como en la psicosis esa realidad es negada y sustituida por otra.
En la psicosis la elaboración modificadora de la realidad recae sobre las cristalizaciones psíquicas (huellas mnémicas, representaciones y juicios) de la relación mantenida hasta entonces con ella. Se trata en la psicosis, de procurarse las percepciones que corresponderán a la nueva realidad consiguiéndolo mediante la alucinación, que a menudo se acompaña de angustia. Al respecto establece que, también en la neurosis, se observa una reacción de angustia, cada vez que lo que fue reprimido trata de llegar a la conciencia, a la vez que afirma que el síntoma (resultado del conflicto) es del todo insuficiente como satisfacción. En la psicosis el trozo de realidad rechazado trata de imponerse de continuo, así como en la neurosis aquello que fue reprimido trata también de llegar a la consciencia. Ambas fracasan en la labor emprendida en el segundo avance, dado que ni el síntoma es del todo satisfactorio en la neurosis, ni la representación de la realidad se deja fundir en las formas satisfactorias en la psicosis.
El acento carga en lugares distintos, en la psicosis en el primer avance que ya conduce a la enfermedad, en la neurosis en el segundo, tiempo del fracaso de la represión.
Respecto de la fantasía dirá que para la psicosis constituye el almacén del que son extraídos los materiales para la construcción de la nueva realidad. Para la neurosis servirá para sustituir la realidad indeseada por otra más conforme a los deseos del sujeto.
Lacan introduce el capítulo 4 con la intención de:
- “Enfatizar qué diferencia neurosis y psicosis en lo que hace a los trastornos que ambas producen en las relaciones del sujeto con la realidad”
- “Entender de qué se trata, a propósito de las neurosis, por represión”.1
Lacan, puntuará de manera clara, los elementos que hacen a la diferencias fundamentales entre ambas estructuras, posibles de ser extraídos del texto de Freud.
En la neurosis: La función de la realidad en el desencadenamiento de la neurosis es designada con la noción de traumatismo (la escena traumática). Es en el momento verdadero de eclosión de la neurosis (segundo avance, momento del fracaso de la represión) que se produce la ruptura (huida) con la realidad. Lacan afirma que de lo que se trata respecto de la realidad aquí, es de la realidad psíquica, el sujeto elude (elide, escotomiza) una parte de su ello y eso retorna de manera simbólica en el síntoma. Afirmará que la represión y el retorno de lo reprimido no son sino una sola y única cosa, expresada no en el lenguaje consciente, sino en otra parte, y qué, lo que está en juego es del orden de un saber, afirmando que lo que Freud pretende es evidenciar que en la neurosis se trata del orden simbólico, donde el síntoma vendrá a cubrir una rotura en la estructura interna del sujeto.
En la psicosis: Lacan subraya el hecho de que “el carácter clínico del psicótico se distingue por esa relación profundamente pervertida con la realidad que llamamos delirio”2. En el primer tiempo se produce la ruptura con la realidad exterior, es la realidad entonces, provista de un agujero, la que el mundo fantasmático vendrá a colmar. Lacan evoca el depósito de Freud, lugar de donde se extraen los materiales para la construcción de la nueva realidad.
Lacan se pregunta, si la proyección es el mecanismo que explica cómo se llena el agujero que se produjo en la ruptura con la realidad. Nos va acercando a la idea de que la psicosis no puede ser concebida a partir de los mismos mecanismos que la neurosis, para, al final del capítulo, haber establecido un esbozo de separación entre una y otra estructura, a la vez que una clara conceptualización de lo que puede entenderse por proyección en la psicosis, tomando fundamentalmente conceptos ya introducidos por Freud.
Introduce dos referencias a dos textos de Freud, que le van a ser útiles para fundamentar su propio desarrollo sobre la psicosis y su mecanismo fundamental. La primera, el Caso del Hombre de los Lobos, y la segunda el texto de Schreber.
Del primer caso alude a la explicación freudiana sobre la posición subjetiva del paciente en relación a la castración. Freud describe la posición inicial del sujeto ante la castración como un rechazo, afirmando que: “al decir que la rechazó queremos decir que no quiso saber nada de ella en el sentido de la represión”, para añadir que esta actitud no suponía ningún juicio sobre su existencia, por lo tanto equivalía a hacerla inexistente. El rechazo del cual habla Freud es el esbozo de un mecanismo que nada tiene que ver con la represión, así es como lo explicita. En el mismo pasaje Freud refiere el recuerdo del paciente en el que cuenta una alucinación sufrida a los 5 años, donde por un momento creyó ver su dedo meñique cortado. Freud refiere el episodio suponiendo que la alucinación se desarrolla en el momento en que “el paciente se decide a reconocer la realidad de la castración constituyendo la exteriorización de aquel paso decisivo”. En la alucinación la castración aparece desplazada al dedo, lo cual hace que Lacan pueda decir que “aquello que fue rechazado en lo simbólico reaparece en lo real”.
La segunda referencia es al texto de Schreber donde Freud se plantea la necesidad de analizar cuál es el mecanismo de la formación de los síntomas en la psicosis y plantea para ello el mecanismo de la proyección. Freud en el citado texto afirma al respecto de la proyección que “en él es reprimida una percepción interna y en sustitución suya surge en la conciencia su propio contenido pero deformado y como percepción externa”. Freud observa en ese momento que no se puede hablar simplemente de proyección en la psicosis, para dar cuenta de cómo se forman los síntomas, dado que se demuestra que es un mecanismo que participa demasiado habitualmente de la conducta normal. Es así como abandona el concepto de proyección para explicar el mecanismo de la formación de los síntomas en la psicosis.
Cuando Freud unas líneas más adelante, refiere la labor de reconstrucción de la relación con la realidad a través del delirio (producto de la enfermedad y tentativa de curación) modificará lo que previamente había definido como proyección afirmando que la frase “la sensación interiormente reprimida es proyectada al exterior” no es exacta, sino más bien que “lo interiormente reprimido (cancelado) retorna desde el exterior”. Observamos entonces como Freud designa como un tipo bien particular y por lo mismo bien distinto de la proyección en la neurosis. Lacan toma este párrafo como fundamental para dar cuenta de lo que es específico de la psicosis, a saber, aquello que aparece como rechazado, retorna del exterior.
Lacan, refiere entonces el texto de “La Negación” para señalar, siguiendo el comentario que de él hizo Hyppolite, que “hay un momento que es el origen de la simbolización”3 que supone una afirmación primera, y que en todo momento podría producirse algo contrario a esta afirmación que instauraría el orden simbólico. Al igual que Freud concluye que habrá que abandonar el término de proyección para comprender la psicosis, dado que nada tiene que ver con el proceso normal por el cual se imputa a otro la causa de un malestar propio. “La proyección en la psicosis es el mecanismo que hace retornar desde el exterior lo que está preso en la verwerfung o sea lo que fue dejado fuera de la simbolización general”4.
Concluye el apartado introduciendo dos nuevos interrogantes de los que va a dar cuenta a través de la presentación del caso “marrana”, a saber: ¿a qué se denomina la relación con la realidad? Y de qué se habla cuando se habla de adaptación a la realidad.
Se trata del caso de dos mujeres, madre e hija con un delirio a dos. Lacan entrevista a la hija, de quien dice no hay duda se trata de una paranoica, añadiendo que el delirio paranoico para nada supone una base caracterial de orgullo, desconfianza o susceptibilidad, sino en el caso más bien lo contrario, pues la mujer tenía fama de ser encantadora y querida por todos. En la entrevista la mujer relatará el encuentro en la escalera con un vecino de quien dice haber escuchado una palabra grosera que se resiste a repetir. Al poco afirmará que ella también había dicho algo al pasar: “Vengo del fiambrero”. Parece que Lacan propone a la paciente una asociación posible con un animal, el puerco, la paciente se muestra conforme. Lacan afirma haber dado cuenta de su error en la propuesta asociativa dado el exceso de conformidad de la paciente. Dice, “seguramente era lo que quería que comprendiese. Era también quizás lo que quería que el otro comprendiese”5. Desarrolla un párrafo en el cual hace una crítica a la cuestión de la comprensión, destacando que no se trataba de comprender demasiado inmediatamente lo que la paciente dijo, por lo tanto señalando su error, sino más bien interesarse en, por qué la paciente quería que tanto él, como el vecino comprendieran eso y estar de acuerdo en ello, y a la vez porqué en ese caso no lo dijo directamente, situando la comprensión del lado de la colaboración con la resistencia. La pregunta final al respecto es: ¿Por qué dijo vengo del fiambrero y no cochino?
Lacan prosigue el relato, la paciente se atreve por fin a explicarle lo que el vecino dijo: marrana. Se pregunta si aquí de lo que se trata, es de la conocida fórmula trabajada en el capítulo 3 del mismo seminario, por la cual, en la palabra el sujeto recibe su propio mensaje en forma invertida. ¿Qué significa recibir del Otro el propio mensaje de forma invertida? Lacan lo explica con el ejemplo de aquél que se dirige a alguien diciéndole tu eres mi mujer, si acepta eso entra en el juego y se comporta como tal, de manera que quien habló constata la aceptación del mensaje. Asimismo diciéndole tú eres mi mujer, queda instituida en esa posición de ser reconocida por quien habla, pero además implícitamente lo que se dice es: yo soy tu hombre. Y es ahí donde se capta la inversión, porque lo escuchado no es idéntico a lo que se dijo en el mensaje.
Entonces si esos dos personajes están implicados en ese compromiso si esa reciprocidad establecida funciona, es porque entre ellos media un Lenguaje donde se reconocen, y que les instaura en un más allá. Es lo que Lacan refiere cuando afirma que en “la verdadera palabra, el Otro es aquello ante lo cual se hacen reconocer” y que por lo tanto eso está más allá de la realidad en la que se articula lo que se dice. Así: “esta dimensión suplementaria la reciprocidad (…) supone el reconocimiento de un Otro absoluto, al que se apunta más allá de todo lo que pueden conocer, y para quien el reconocimiento sólo tiene valor precisamente porque está más allá de lo conocido. Ustedes lo instituyen en el reconocimiento, no como un puro y simple elemento de la realidad, un peón, una marioneta, sino un absoluto irreductible, de cuya existencia como sujeto depende el valor mismo de la palabra en la que se hacen reconocer”6.
Volviendo entonces a la pregunta formulada, no se trata en el caso de recibir del otro el mensaje de forma invertida y Lacan explicará porque. Se refiere al aislamiento en que viven ambas mujeres, excluidas del vínculo con los demás, que permanecen estrechamente unidas después de que la joven se separara del marido (tiempo durante el cual tampoco pudieron separarse), que según se entiende fue amenazada por él a ser cortada en rodajas; una vida que se desenvuelve entera fuera del elemento masculino y también en la exclusión de las otras mujeres, como en el caso de la supuesta amante del vecino, por quien decían sentirse perseguidas. Entonces el aislamiento en el que viven ambas mujeres y su exclusión hace que se encuentren “más bien en la posición no de recibir el mensaje en forma invertida sino de decírselo ellas mismas al otro”. Lacan afirma que las relaciones de la sujeto con el exterior se caracterizaban fundamentalmente por la perplejidad. Lo que caracteriza a la perplejidad no es una exclusión del vínculo con el otro donde lo que está en juego es algo del orden de la represión del deseo sexual. La perplejidad de lo que nos habla, es de una exclusión, una caída del Otro simbólico y esto es fundamentalmente lo que Lacan desarrollará entonces en relación al caso.
Y lo hace a partir del esquema que introdujo al inicio del seminario. El A mayúscula no existe, a’ minúscula es quien dice Vengo del fiambrero, a minúscula dijo marrana, ¿de quién se dice?, de S. a y a’ se confunden y hablan indistintamente de S. Así que la frase vengo del fiambrero, viene a ser lo mismo que marrana, como si de una confusión entre ella misma y el vecino se tratara, escuchando su propio mensaje, no invertido sino directo. Lacan afirma: “para el sujeto manifiestamente habla algo real. Nuestra paciente no dice que otro habla detrás de él, ella recibe de él su propia palabra, pero no invertida, su propia palabra está en el otro que es ella misma, el otro con minúscula, su reflejo en su espejo, su semejante”7 y alude a la metáfora de ping-pong para reflejar que nunca se supo quien lanzó primero.
Sólo hay dos maneras de hablar de ese S que radicalmente uno es, la primera mediante el circuito de dirigirse al Otro y recibir de él el mensaje propio de forma invertida, la segunda cuando el Otro está excluido, bajo la forma de la alusión, hablando entre a y a’ confundidos, “el circuito se cierra sobre los pequeños otros que son la marioneta (…) que habla y en la que resuena su mensaje, y ella misma, en tanto que yo, es siempre otro y habla por alusión”8. Es esta resonancia la que hace que el sujeto reciba su mensaje por alusión, y es esta alusión la que constituye esa otra manera de hablar del sujeto cuando el Otro no existe.
Entonces, ¿Qué es lo que ese mensaje con sus dos expresiones viene a significar? Lacan afirma, dado que habla por alusión no sabe bien lo que dice, pero si lo supiera sería algo así como: “yo la marrana, vengo del fiambrero, ya estoy disyunta, cuerpo fragmentado, membra disjecta, delirante, y mi mundo se cae en pedazos al igual que yo”9. Por último se capta que la injuria de la que Lacan hablará en diferentes momentos, es lo que alude al sujeto en lo más real de su ser.
Por último, plantea la cuestión de la temporalidad diciendo que siguiendo la entrevista con la paciente, no se sabe bien quien habló primero, aunque no es eso en lo que se va a detener, sino en afirmar que: en la forma primera de hablar del sujeto, ahí donde se recibe el mensaje del Otro en la forma invertida, la alusión precede a la respuesta. En el caso que nos ocupa, dado que no hay regulación por lo simbólico, alocución y respuesta son como una misma cosa, y por lo tanto la respuesta presupone la alocución, o lo que es lo mismo la respuesta está totalmente implicada en la alocución. Marrana es un supuesto previo de Vengo del fiambrero. “el Otro está excluido verdaderamente de la palabra delirante, no hay verdad por detrás, hay tan poca que el sujeto mismo no le atribuye verdad alguna (…) está en una realidad de perplejidad”10
1. Lacan, J. El Seminario 3 Las Psicosis Ed. Paidós. Pag. 69
2. Ibid, pag. 70
3. Lacan, J. Seminario 3 Las Psicosis. Ed. Paidós. Pag. 72.
4. Ibid, pag. 73
5. Ibid, pag. 75
6. Lacan. J Seminario 3 Las Psicosis Ed. Paidós. Pag, 79
7. Lacan, J Seminario 3 La psicosis. Ed. Paidós. Pag. 80
8. Ibid, pag. 80
9. Ibid, pag. 81
10. Lacan, J. Seminario 3 La Psicosis. Ed. Paidós. Pag. 81
· Lacan, J. “El seminario. Las psicosis” Libro 3. Ed. Paidós. 1955-56
· Freud, S. “La pérdida de realidad en neurosis y psicosis” 1923
“Neurosis y Psicosis” 1923
“El hombre de los lobos” 1914 (1918)
· Vidal, J. “El fenómeno paranoide en las Neurosis y las Psicosis” Rev. As. Esp. de Psiquiatría. Año 2000.
"Vengo del fiambrero" del Seminario 3 de Jacques Lacan
NODVS LIII, novembre de 2018