Una elaboración inédita

Primera versión de la ponencia de Magda Mataix para la Jornada de Apertura de la Sección Clínica de Barcelona el 5 de octubre del 2018.

  • Publicado en NODVS LIII, novembre de 2018

Resum

El presente trabajo se escribió con la intención de ser presentado en la Jornada de Apertura de la Sección Clínica de Barcelona, en la mesa titulada ‘No hay nadie para decir “yo sé”’.  En el texto se desarrollan los términos “elaboración inédita” que Miller describe en el Prólogo de Guitrancourt. Sin embargo, en lugar de tomarse del lado del enseñante, se tomaran del lado del participante, desgranándolos alrededor de tres ejes fundamentales: en su relación con la subjetividad de cada uno y su propio análisis; en su relación barrada con el saber y finalmente, en su vertiente del deseo y del amor.

 

Paraules clau

Elaboración, inédita, saber, análisis, deseo, amor. 

Voy a pasar a desplegar los términos “elaboración inédita”, que encontramos en el párrafo “(…) sólo se dispensa una enseñanza en el Campo Freudiano a condición de sostenerla con una elaboración inédita por modesta que sea”[1]. Miller se refiere aquí al campo de la enseñanza, de aquel que “dispensa una enseñanza”. Pero yo lo tomaré de mi lado, del lado del participante, pudiéndose transformar la frase en “sólo se accede a una enseñanza en el Campo Freudiano, a condición de sostenerla con una elaboración inédita por modesta que sea”.

Se me ocurre organizar lo que estos términos me suscitan, alrededor de tres ejes: “elaboración inédita”, ¿por qué?

1- En primer lugar, toda elaboración de saber que realiza un aprendiz en psicoanálisis, participante tal y como lo nombramos en el Campo Freudiano, está al servicio del encuentro con uno mismo, se trata de un saber comprometido con la subjetividad de cada uno y su propio análisis. Una producción viva, dinámica y a veces fugaz, impacta en el cuerpo, se desvanece y resurge resonando con sentidos diversos. Su formalización en escritura, permite dejar rastro, huellas que aunque a menudo se desdibujen, van dando paso a la elaboración de un cuerpo teórico, de un cuerpo que como el del sujeto, no se tiene, si no que se construye. Hace poco leí en una entrevista a Foucault que al preguntarle por Lacan, contestó: “pienso que el hermetismo de Lacan se debía al hecho de que la lectura de sus textos no fuera simplemente una “toma de conciencia” de sus ideas. Él quería que el lector se descubriera él mismo como sujeto del deseo a través de la lectura. Lacan quería que la oscuridad de sus Escritos fuera la complejidad misma del sujeto, y que el trabajo necesario para comprenderlo fuera un trabajo a realizar sobre si mismo”[2]. Sabemos, que un saber articulado a uno mismo como sugiere Foucault, no puede ser más que un saber inconsciente, un saber del cual no somos amo, un saber incompleto, oculto y tenebroso que se nos insinúa sin posibilidad de  decirse todo.

2- En segundo lugar, sabemos que en Psicoanálisis, la relación con el saber está barrada. No voy a obviar sin embargo, que el espejismo del A mayúscula, mítico y completo continua acomodado, poniendo a trabajar mi superyó y sus poderes más mortíferos. Los libros y seminarios se me acumulan en la pila del deber y me veo persiguiendo la ilusión de una episteme que se me escapa justamente por considerarla totalmente transmisible y completa, situándola entonces, del lado del saber amo.  Por suerte, el análisis me ha ido permitiendo vaciar y empezar a dar paso a la elección por la falta. La barra acompaña al saber en psicoanálisis, tanto del lado del enseñante como del participante. Sin embargo, como todo saber epistémico, existe un llamado al discurso universitario, Miller lo explicita en su texto en su intento de dejar bien claro qué es y qué no es la enseñanza en psicoanálisis: “Es universitaria nos dice, es sistemática y gradual. La imparten responsables cualificados, se sanciona con Certificados y Diplomas”. La adoración al objeto de conocimiento nos invoca, está claro, pero diría, que nuestras elaboraciones, las de los participantes, se convierten en inéditas justamente en el momento en que algo, por mínimo que sea, se desengancha del imperativo epistémico.

3- Y finalmente, la elección por la falta, nos lleva a la vertiente del deseo y del amor. Y es que tratándose de una enseñanza por la que justamente uno se siente atravesado, el amor al saber se siente, a veces fuera de sentido, pero resonando en el cuerpo. Y en este proceso, parafraseando a Foucault, descubriéndonos a nosotros mismos como sujetos del deseo a través de su lectura, y añadiría, y nuestra propia escritura.  A menudo, los participantes, acostumbramos a poner el foco en la lectura, pero ¿qué hay de nuestra producción?. Roland Barthes en su libro “El susurro del lenguaje” me interpela: “la lectura resulta ser verdaderamente una producción: ya no de imágenes interiores, de proyecciones, de fantasmas, sino literalmente de trabajo: el producto consumido se convierte en producción, en promesa, en deseo de producción y la cadena de los deseos comienza a desencadenarse, hasta que cada lectura vale por la escritura que engendra y así hasta el infinito.” (…) “Porque jamás será posible liberar la lectura, si de un solo golpe, no liberamos también la escritura”[3]. Participantes, lectores dispuestos a tirar del hilo, de aquel que deshilacha, y que a modo  del fort da, permite la sustracción de un saber, de una elaboración, sin duda inédita.

Notes

[1] Miller, Jacques-Alain. ‘Prólogo de Guitrancourt’.

[2] Foucault, Michel. `Lacan le “libérateur” de la del Psychanalyse’. Dits et écrits IV. Gallimard. Paris. 1994. p. 204-205. 

[3] Barthes, Roland. `El susurro del lenguaje. Más allá de la palabra y la escritura`. Paidós. Barcelona. 2009. p. 55-56.

Magda Mataix

Una elaboración inédita

NODVS LIII, novembre de 2018

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