Exactitud y Verdad: Reseña a partir de "La carta robada" de Lacan
Trabajo presentado en el Seminario de Investigación del área de la Tétrada del curso 2018-2019: “Leer Lacan”, con Miquel Bassols.
El presente trabajo desarrolla la diferencia que destaca Lacan entre el campo de la exactitud y el registro de la verdad, describiendo por medio de esta diferencia, la complejidad de la comunicación.
Exactitud, verdad, comunicación, intersubjetividad, palabra plena, engaño
“Es decir que se pasa allí del campo de la exactitud al registro de la verdad. Ahora bien, ese registro, nos atrevemos a pensar que no tenemos que insistir en ello, se sitúa en un lugar totalmente diferente, o sea, propiamente en la fundación de la intersubjetividad. Se sitúa allí donde el sujeto no puede captar nada sino la subjetividad misma que constituye un Otro en absoluto. Nos contentaremos, para indicar aquí su lugar, con evocar el diálogo que nos parece merecer su atribución de historia judía, por el despojo en que aparece la relación del significante con la palabra, en la adjuracion en que viene a culminar. “Por qué me mientes – se oye exclamar en él sin aliento-, sí, por que me mientes diciendome que vas a Cracovia para que yo crea que vas a Lemberg, cuando en realidad es a Cracovia adonde vas?1”
Siguiendo el párrafo, Lacan diferencia en el comienzo el campo de la exactitud con el registro de la verdad. La verdad es el significante amo en estos momentos de su enseñanza, no tiene nada que ver con la exactitud, “la verdad no es decir lo que es, no es la adecuación de la palabra y de la cosa, la verdad depende del discurso”2.
En el cuento de Poe la exactitud se puede ver en la manera de proceder del prefecto de policía: la casa del ministro es registrada pulgada por pulgada y se numera cada decímetro cúbico. Se examinan las cosas al microscopio, se atraviesan los almohadones con largas agujas, no hay método científico que quede sin aplicar. “Aquí se juega con la atractiva idea de que los policías, cuanto mas actúen como policías, menos encontrarán, cuanto más pesquisa menos posibilidad de hallar la carta, podríamos decir, cuanto más exactitud menos verdad, ya que la significación como tal nunca está donde creemos que debe estar.”3
Esto nos permitiría pensar la complejidad de la noción de comunicación, cuestionando como hace Lacan en los inicios de su enseñanza, la “verosimilitud”que parecería asegurarse en la “garantía de la exactitud”. Lacan evoca en este escrito a Benveniste y el pretendido lenguaje de las abejas para mostrar la insuficiencia de la noción de lenguaje- signo.
En la comunicación de las abejas hay una abeja “exploradora” que encuentra una fuente de alimento y la marca. En seguida, vuelve a la colmena, y las que allí están toman un poco de polen y un poco del alimento que es masticado por la exploradora. Así saben de qué alimento se trata. Posteriormente por medio de una danza, la exploradora muestra a las otras el origen del alimento. El punto nodal está en la danza, las investigaciones de zoólogos muestran que esa danza está perfectamente cifrada. En la danza hay dos movimientos: uno consiste en dar círculos horizontales de izquierda a derecha y derecha a izquierda, en el otro la abeja hace la figura de un ocho. El primer movimiento indica la distancia a la que se encuentra el alimento, no pasa de los cien metros, los ochos indican que la distancia es mayor a los cien metros. En lo que se refiere a los ochos la cosa es más compleja, ya que la frecuencia del movimiento indica distancias exactas. A mayor distancia, más lenta es la danza. Asimismo, el eje del ocho que realiza la abeja, muestra la dirección conforme a un punto de referencia que es el sol. La abeja muestra un ángulo con respecto al eje y así indica la dirección.
Se trata sin duda de un código, de un sistema de señales, pero Lacan se preguntará si esto hace que sea un lenguaje. Podemos decir que se distingue de él precisamente por la correlación fija de sus signos con la realidad que significan.
“A medida que el lenguaje se hace más funcional, se vuelve impropio para la palabra, y de hacersenos demasiado particular, pierde su función de lenguaje”.4
Es decir, el lenguaje cuanto más quiere comunicar, menor valor de palabra posee. Lacan, en estos años, distingue la palabra vacía de la palabra plena. La primera haría referencia a aquella palabra que cierra sentido y no abre camino a la pregunta, podríamos ubicarla en el esquema L en el registro puramente imaginario que va desde -a- hacia -a’-, la palabra plena en cambio es aquella que aparece a partir de un trastabillar del discurso mostrándonos algo de la verdad del sujeto, sabemos gracias a la experiencia analítica que en el lapsus, en el acto fallido, en el chiste, justamente en todo lo que no tiene que ver con la exactitud sino con lo inexacto, es donde aparece la verdad del inconsciente.
Evocando nuevamente la conducta animal, Massota en su publicación de 1976 decía: “Hay en la palabra para el psicoanálisis un operador tero, no hay que buscar en ellas lo que ellas significan, sino otra cosa”5. Metáfora que alude a la conducta de este pájaro que pone el grito en un lado y los huevos en otro. En el discurso, siguiendo a Massota, lo importante es lo no importante, la función de la palabra por donde estas revelan su capacidad de remitir no a lo que quieren decir, sino a otra cosa. “El inconsciente, precisamente, solo se aclara y se nos confía cuando miramos un poco al lado”6.
Siguiendo con el párrafo, Lacan enuncia que el registro de la verdad se sitúa en la fundación de la intersubjetividad, allí donde el sujeto no puede captar nada sino la subjetividad misma que constituye un Otro en absoluto. ¿Qué entiende Lacan por intersubjetividad en estos momentos de su enseñanza?
Podrían distinguirse dos usos bien diferenciados:
- La intersubjetividad imaginaria, entendida como la relación dual, de la equivalencia del otro al uno, del alter ego al ego. El trabajo analitico sería a traves de la identificación entre dos sujetos que se suponen homogéneos (analista como espejo, vivo). Estaríamos en el registro imaginario puro, en el bla bla, palabra vacía, caracterizado en el cuento de Poe, por ejemplo, en el juego del par e impar.
- La intersubjetividad simbólica: Nunca hay una simple duplicidad de términos, sino que siempre hay tres términos en la estructura, aún cuando esos tres términos no estén explícitamente presentes. Está determinada por la incidencia del lenguaje, que trasciende y antecede a los participantes.
En “Función y campo de la palabra”, Lacan dice que la alocución del sujeto supone un alocutario, el lenguaje humano constituiría una comunicación donde el emisor recibe del receptor su propio mensaje bajo una forma invertida, la palabra incluye siempre subjetivamente su respuesta. Advenga lo que advenga en la intersubjetividad intervalar, es que la verdad está allí. Destacando aquí el intervalo, aquello que adviene en el “entre” de las instancias enunciativas, localizándose allí la verdad.
El registro de la verdad se ubica en la fundación de la intersubjetividad, se sitúa allí donde el sujeto no puede captar nada sino la subjetividad misma que constituye un Otro en absoluto, es en esta instancia tercera o intervalar, el Otro, en donde se ubican la verdad y la subjetividad misma.
En el seminario de 1954 Lacan afirma que en la función de la palabra de quien se trata es del Otro, no del otro con minúscula especular, reflejo del yo (moi) y en consecuencia del ámbito de lo imaginario sino del gran Otro como sujeto de la intersubjetividad, que se encuentra más allá del muro del lenguaje. Incluso si se habla a las paredes, dirá Lacan en una nota a pie de página de 1966, siempre se dirige a Otro.
Pero, ¿por qué elige este chiste para ilustrarnos el lugar de la intersubjetividad y de la verdad?
Freud se fija en la agudeza justamente por su nivel elevado de elaboración significante, encuentra en esto un nivel particular de las formaciones del inconsciente. “Su actividad creadora devela el reto del sinsentido, donde el humor simboliza una verdad que no dice su última palabra. En ninguna otra parte la intención del individuo es en efecto más manifiestamente rebasada por el hallazgo del sujeto, en ninguna otra parte se hace sentir mejor la distinción que hacemos de uno y otro, y esto tiene que ver con la necesidad del tercer oyente, siempre supuesto y por el hecho de que el chiste no pierde su poder en su transmisión al estilo indirecto7”
“Por qué me mientes – se oye exclamar en él sin aliento-, sí, por que me mientes diciendome que vas a Cracovia para que yo crea que vas a Lemberg, cuando en realidad es a Cracovia adonde vas?”
No hay fidelidad, exactitud posible, lo que encontramos es el engaño, la imposibilidad de la transparencia. Como pronunció Lacan en una conferencia en 1974 que luego se tituló “El fenómeno Lacaniano”, las palabras, el lenguaje como dicen, hacen de ello la función más extraña cuando creen que es un medio de comunicación. ¿Comunicación de que? ¿De la verdad? Con todo, es muy curioso que no se den cuenta de que la palabra sirve igualmente para la verdad y para la mentira. Y que existen incluso todas las posibilidades de que sirva para la mentira con más frecuencia que para la verdad. Lo verdadero puede deducirse de lo falso, la inexactitud es la forma misma de la verdad.
Volviendo a la conducta animal, citada más arriba, cabría preguntarse, como el propio Lacan lo hace, si cuando el animal borra sus huellas y hace falsas huellas significa que está haciendo significantes.
El animal no hace huellas tales que se crea que son falsas, no existe la dimensión del engaño en este plano. “Dejar huellas falsamente falsas es un comportamiento, no diré esencialmente humano, sino esencialmente significante. Ahí se presentifica un sujeto. Cuando una huella se ha trazado para que se la tome por una huella falsa, entonces sabemos que hay un sujeto hablante, sabemos que hay un sujeto causa”8.
Lo propiamente humano, presencia del significante, es la huella falsamente falsa, y de esta se trata en el chiste: “Por qué me mientes diciendo que vas a Cracovia”, podemos pensarlo como una primer huella, “para que yo piense que vas a Lemberg” ahí se instaura una huella falsa, “cuando en verdad es a Cracovia adonde vas”: huella falsamente falsa. Retomando, el tero puede instaurar una falsa huella pero no puede engañarnos poniendo un huevo y cantando allí mismo, la dimensión del engaño es propiamente humana, significante y es allí donde algo de la verdad del sujeto puede salir a la luz.
1. Lacan, J. (1956) “La carta robada” en Escritos 1. Siglo XXI Pag. 31
2. Jacques-Alain Miller (2009): Cosas de finura en psicoanálisis XX Curso del 10 de junio de 2009
3. Lacan, J. (1954-1955)“Par o impar? Mas alla de la intersubjetividad” en Seminario 2: El yo en la teoria de Freud y en la tecnica psicoanalitica Paidos Pag. 280
4. Función y campo de la palabra en Escritos . Siglo XXI Pag.287
5. Massota O, (1976) Lecciones de Introduccion al Psicoanalisis. Ed Gedisa. Pag.45
6. Lacan, J. (1957-1958) “El famillionario” en Seminario 5: Las formaciones del Inconsciente. Paidos. Pag 24
7. Lacan, J.(1953) Funcion y campo de la palabra en Escritos 1. Siglo XXI Pag 261
8. Lacan, J. (1962-1963) “Lo que engaña” en Semiario 10: La angustia. Paidos Pag. 75
Exactitud y Verdad: Reseña a partir de "La carta robada" de Lacan
NODVS LIV, abril de 2019