El analista como causa de deseo: donde el saber da la vuelta [1]
Presentación del eje del Seminario de Casos del Seminario del Campo Freudiano en Barcelona, curso 2018-19 dedicado al texto de Jacques Lacan "El reverso del psicoanálisis".
El paciente suele consultar esperando un saber de tipo universal del practicante. Para que pueda acceder al saber de su inconsciente se debe producir un cambio de signo en su relación con el saber. Se trata de abrir el acceso a los límites del conocimiento que vale para todos a partir de la interrogación del malestar del que consulta, hacer aparecer el campo de su goce. La maniobra del analista produce un desplazamiento de la suposición de saber desde el analista hacia el inconsciente al obligar a la palabra regresar a la pulsión como fuente. En este punto se gira al revés de los otros discursos.
También se analiza el marco de discurso de nuestra época para situar las dificultades actuales de la clínica.
Agente, causa de deseo, discurso, conocimiento, saber
El texto que presento se dirige principalmente a los colegas que presentarán sus casos a lo largo de este año para poder preguntarnos con ellos: ¿De qué modo se juega esta cuestión en la clínica? Y, por supuesto, se dirige a los participantes del Seminario: este Seminario de casos no se plantea solamente como un espacio donde mostrar de qué se trata en la clínica psicoanalítica: es un espacio de “seminario” y como tal, está orientado a la investigación.
Sobre el origen
Podríamos decir que todo empieza por el desajuste que la palabra introduce en la carne viva del hombre. Decimos que es por la palabra que el hombre pierde el saber natural, el instinto. Por eso el hombre no tiene instrucciones, carece de las fórmulas que organizarían su cuerpo y la relación con los otros. No obstante, parece que para cada sujeto un saber se ha inscrito de algún modo y eso que el instinto no organiza - lo llamamos goce y se condensa en el objeto a - se organiza por otros medios. Es un saber que fracasa. El psicoanálisis permite la lectura de ese saber, hasta un límite: el origen.
Quiero hacer girar la idea del analista como objeto causa alrededor del punto en el que en el mismo Seminario nos dice que sobre el origen hay que renunciar a saber [2]. Esta afirmación será el punto de vacío alrededor del cual girará está presentación: nos concierne especialmente porque ese lugar es el que el analista ocupa sin obturarlo.
Cuando el analista encarna el lugar de la causa, está encarnando el lugar de ese desajuste.
Sobre el conocimiento y sobre el saber
En este Seminario, Lacan prosigue su elaboración en la distinción de dos clases de saber: lo que descubrimos en la menor experiencia del psicoanálisis es ciertamente del orden del saber y no del conocimiento o de la representación [3]. Por tanto, distingue algo que pertenece al orden del saber y algo que sitúa en el orden del conocimiento. Se refiere a conocimiento como el tipo de saber que quedó instituido cuando Descartes extrajo al sujeto del saber, concretamente a su goce [4] y el de Freud es otro tipo de saber, que se articula alrededor del goce.
Lacan dirá que El discurso de la ciencia [...] no le deja ningún lugar al hombre pero que esa es la condición del discurso analítico [5]. No es una crítica, es una constatación: la ciencia progresa gracias a esa operación que supuso una subversión en el ámbito del saber. Se obtuvo la posibilidad de un conocimiento no influido por el sujeto investigador, un conocimiento en el que su fantasma no intervenía. El conocimiento es la parte del saber a la que se puede acceder independientemente del fantasma del investigador. Se articula exclusivamente por el significante. Permite enviar satélites al sol o intervenir el cerebro con microcirugía.
En cambio, con Freud el saber versa sobre lo más singular de un sujeto - su fantasma y su síntoma privilegiadamente – y la función de la transferencia es esencial al tipo de saber en juego. El saber analítico precisa de la transferencia para organizarse.
Por otro lado, al igual que en la ciencia, el psicoanálisis también exige a sus practicantes que dejen sus fantasmas a un lado en las curas que dirigen, pero no desde la ignorancia sino desde su reconocimiento.
Igualmente, en ambos modos de abordar el mundo, se aplicará la imposibilidad de saber sobre el origen. Son verdaderos modos de saber [6]: en la ciencia se resuelve con el establecimiento de axiomas y en el psicoanálisis con el establecimiento de un fantasma fundamental.
Con su concepto de discurso Lacan estableció que en los límites de lo que se puede decir o saber, lo que organiza el campo son decisiones del investigador. Así vemos que en el discurso del amo, lo que resuelve es la palabra del amo; en el discurso universitario, la institución de un saber universal; en el discurso de la histérica, el sacrificio; en el discurso del analista, el silencio.
Del mismo modo, por el mismo motivo no podemos responder sobre el agente desde el ámbito del conocimiento: está ahí como apuesta ética. El origen siempre es un acto [7].
En los cuatro discursos, el agente es aquel que responde personalmente del límite del discurso. Por eso le tocará soportar la cuota de malestar que le será atribuida: eso lo puede hacer cualquier agente de cualquier discurso, no es preciso ser analista.
Del conocimiento universal al saber de lo singular
La cuestión que hoy nos interesa es ¿cómo se pasa del saber universal al de lo más íntimo? - ese íntimo debe incluir el real del que el sujeto es defensa -. ¿Cómo inspirar el deseo de ese otro tipo de saber? [8]
El analista como agente causa de deseo es el lugar donde el saber cambia de signo ¿De qué modo?
El analista es un interlocutor del sujeto que le ha consultado, a él se dirige como a Otro esperando que le dará la clave del saber necesario para vivir. Pero ¿qué clase de Otro representa y cómo juega ese lugar? Decimos el Otro, pero en el discurso del analista, al psicoanalista le dio el lugar del agente como objeto causa de deseo ¿Qué implica este cambio?
En el trabajo progresivo de su enseñanza, Lacan fue considerando de distintos modos el papel del analista en la cura: en su formalización el analista fue ocupando sucesivamente el lugar del Otro de la unificación simbólica, del Otro al que le falta una palabra, del Otro que tiene el objeto agalma.
A partir del Seminario 10 con su formalización del objeto a, cambiará su concepto de la relación analítica: el Otro, privilegiadamente el padre, ya no será más el lugar de la unificación simbólica, será el terreno donde se jugará la partida con lo real [9]. La relación simbólica se sustenta sobre una operación real: la pulsión entra en la partida como resto de la producción del sujeto. Si en el Seminario 11 nos habló del analista que encarna un deseo, al llegar al Seminario 16, Lacan concibe al analista como el que encarna el objeto que le falta al sujeto.
Del analista en el lugar del Otro como orden simbólico hasta el analista como agente causa, el recorrido supone la extracción del objeto a en la causación del sujeto y su recuperación por otros medios que convertían ese objeto en un plus de gozar.
La inclusión de este a, la inclusión del goce, fue la innovación lacaniana en el concepto de discurso de la filosofía de la época. Para Lacan se trataba de que aquello que no se resuelve por el lenguaje – el objeto a – forma parte del discurso y se resuelve por el discurso ¿de qué modo? Por el lazo social. Distintos modos de lazo, permiten tratar y reabsorber este resto de lenguaje.
El lazo implica una cesión de goce, se deja ir el goce solitario y se consiente a una nueva operación a partir de la relación con otro. Se consiente a la orden del amo, al saber del profesor, a sacrificarse por el otro o al silencio del analista.
Lacan organizó sus discursos a partir del discurso del amo, que es el discurso del inconsciente. Leemos circularmente: la significación del S1 se produce en el lugar del Otro (aquí ocupado por el S2) produciendo restos de discurso (a) que dividirán a un sujeto ($) que desconoce esa división – queda debajo de la fracción primera -.
La interpretación en el discurso del amo cierra la posibilidad de investigar. Recojo del testimonio de Doménico Cosenza una interpretación médica sobre algo que después se reveló fundamental en su vida: sus continuas caídas La respuesta del médico.... ..., marcó la lectura familiar de estos sucesos: “Señora, ¡su hijo es torpe!”... ... Permanecí con esta convicción durante largo tiempo incluso en el transcurso del análisis [10].
Decía que las caídas se revelaron fundamentales: al final de su análisis Cosenza pudo decir que eran correlativas al movimiento de tierra subjetivo que se producía por un encuentro con lo real. Fue el paso previo a la reformulación que le permitió finalizar el análisis en el que se muestra el verdadero peso de una caída en su historia [11].
Al considerar que el Otro incluye un real, el a, Lacan decidió separarlos en la estructura de discurso: el a por un lado, el A por el otro. Al Otro (A) le da un lugar en el matema general del discurso. Y el objeto a es uno de los cuatro elementos que se distribuyen en él. En el discurso del analista, al analista le dio el lugar del agente como a, aquello que empuja la creación discursiva desde el cuerpo; y en el lugar del Otro situó la división del sujeto, su deseo $.
Sobre la interpretación
El inconsciente, tal como es experimentado por el sujeto, funciona por la atribución a Otro de la suposición de saber: eso que el sujeto sabe de un modo extraño [12], supone que es el Otro quien lo sabe en realidad. Así el sujeto tiende a situar al padre, al maestro, al médico, al psicólogo o al analista como Otro, como aquel que dispone del conocimiento necesario para vivir.
Lo que marca la diferencia es como y desde donde responde el analista [13]. Al llegar al Seminario 17 ha habido un desplazamiento: si hasta entonces Lacan había formalizado el lugar del analista como el del Otro, lugar al que el analista no se identificaría, ahora le asigna otro lugar, el del a, en el que no se le puede identificar. Él va a ser soporte de múltiples identificaciones que le atribuirá el analizante, conviene que no se deje atrapar en ellas pero tampoco debe mostrar sus identificadores en el lugar donde es convocado.
Por otro lado, el “cuídense de comprender” que repetía desde el inicio de su enseñanza, muestra que se trata de los distintos modos de formalizar la función del analista alrededor de un vacío. En todos los casos, su silencio hace aparecer la división del sujeto que le consulta.
Veamos esto en los cuatrípodos. En la matriz del matema, hay el lugar en el que se produce ese sentido, el lugar del Otro. Si situamos los cuatro lugares, señalamos el lugar del Otro, como lugar donde se localiza el sentido del discurso.
Si la significación se produce en el lugar del Otro, en el discurso del analista será por la división del sujeto ($) que, por el silencio del analista (a), provoca la producción de sus significantes amo (S1) que se tramaran como mito (S2) en el siguiente lugar, el de la verdad. En el punto de la división, se producirá el significado por atribución de un deseo al analista.
Desde la perspectiva del Seminario 17, en cualquier discurso, hay un lugar desde el que las reglas de producción del discurso se organizan, es el lugar del agente. Por ejemplo, en el discurso del amo la regla es que dónde el discurso es insuficiente, se hace lo que dice el amo. En el discurso del analista, cuando el discurso encuentra un límite, el analista interviene para desencallar, a menudo con su silencio, para que el analizante diga qué significante amo iría a ese lugar de límite.
El analista también hace un uso de la interpretación [14]. Pero el analista no es el que interpreta si no que hace aparecer el hecho de que hay algo a interpretar, hace aparecer el enigma de la enunciación – el a contenido en A - y de este modo, promueve la interpretación analizante.
Una mujer consulta porque siente gran angustia, tiene cita para abortar en dos días y necesita hablar de ello. Está embarazada de un hombre con el que no desea tener un compromiso, no sabe qué le pasó por la cabeza. La sesión transcurre hasta el punto en que resuelve que lo que le pasó por la cabeza es que ya era mayor y que debía tener hijos. Concluye que no es suficiente deseo para tener un hijo. Le doy una nueva cita.
Cuando ella concluyó, yo había acabado de lanzar una interpretación: paralelamente a la mujer ordenada y tranquila en que usted se reconoce, existe la mujer alocada y seductora que surge cuando bebe alcohol y ese embarazo las puso en conexión. No añadía sentido pero permitía poner en relación la extrema ambivalencia y desasosiego experimentados con el orden en que se reconocía. Acude a la siguiente sesión diciendo que todo aquello que ella consideraba pasado – especialmente el rechazo al dicho materno que le ordenaba cazar a un hombre con un hijo - era plenamente vigente en su vida y parecía dirigirla más allá de ella misma, que creía controlarla. Había aparecido un enigma sobre su persona que decidió explorar en análisis.
El analista como agente se sitúa él mismo allí donde la palabra no alcanza, para que se siga hablando. Allí donde los otros despistaban el impase por medios que implican el poder, Lacan propone una subversión radical la que cede todo el poder del agente en favor de la palabra. Así la palabra alcanza su máxima potencia al verse obligada a regresar a la pulsión como fuente.
La interpretación, por ser esperada del Otro, será sobre el deseo que se le supone a quien se le atribuye el lugar. Dado que el analista ahí no responde, el analizante interpreta que hay un deseo que calla y la maniobra del analista producirá un desplazamiento de la suposición de saber del analista al inconsciente [15].
Una analizante ha empezado a pensar en separarse de su marido, la escucho callada y afirma: Usted me mira mal cuando le hablo de separarme de mi marido. Le devuelvo su interpretación: no sé..., pero... ¿quizá hay algún punto de duda o malestar en usted por desear separarse? De inmediato explica que no sabe cómo se lo dirá a su madre que la tachará de loca por haberlo pensado, abriendo en este punto una nueva vía de investigación en su análisis que la llevará a saber de la importancia de la mirada de la madre.
Con el discurso del analista se produce una inversión en la dirección de los otros discursos, estamos en el reverso del discurso del amo: si el mundo del amo aparece como ordenado es porque se lee después. El mundo tramado con significantes puede parecer ordenado pero no se ha producido ordenadamente, sino que fue causado.
¿De qué modo, pues, se consigue el cambio del conocimiento al saber del inconsciente?
Para que se produzca el giro en el saber, debe crearse un enigma que convoque al cuerpo, que convoque aquello que empuja al sujeto. Ese enigma solo se puede sostener si se trama en el silencio del analista. Se trata de histerizar al sujeto, de provocar su división para que se dirija a sus significantes amo para interrogarlos.
Se crea un vacío en el saber: el analista acepta que de eso no sabe y pone esta renuncia en el origen o el final de la sesión provocando el surgimiento de la falta que hará de motor. En realidad, el motor es la pulsión y el analista se hace equivalente a ella al prestarse a soportar en su cuerpo el silencio de la pulsión analizante.
El analista calla, pero no se trata de un silencio técnico, que obedezca a un protocolo, sino que responde a una ética: el silencio del analista corresponde a lo real en juego. Corresponde al desajuste, a la castración, a los momentos en que el sujeto se enfrenta a su real y sirve para poner de manifiesto los modos en los que él se apaña para hacerle frente.
En la pasada Conversación del Instituto escuchamos el caso de Victoria Horne Reinoso del que recorto el siguiente fragmento:
La analizante llega tarde, la analista calla, la analizante le atribuye enfado y se pregunta por el deseo de la analista ¿qué soy para usted? ¿Un caso? ¿Para qué me sirve todo esto? Usted no me dice nada, no soy interesante para usted... y la analista le puede mostrar la repetición de la que es soporte en ese momento: es esto justamente lo que usted repite [16].
La analizante podrá empezar reconocer un pasaje al acto, a hablar y a saber del sentimiento ofensivo que experimenta cuando se siente excluida. Es decir, el silencio del que solo surgió un usted repite eso consiguió una mejor formulación de lo que ella hace en la vida en los momentos de encuentro con un real insoportable.
Podemos decir que el analista renuncia radicalmente. Renuncia a dirigir el sentido de la producción, a ejercer el poder de significar que le es concedido y permite descubrir que este poder se soporta en la pulsión del que consulta. Aun cuando este saber no sea posible, en casos de psicosis por ejemplo, el analista renuncia a toda dirección del discurso.
Renuncia también a sus afectos personales. Cuando no es así, cuando el analista cede a su afecto, obtura el lugar de la causa. Del testimonio de Doménico Consenza nos servirán estas palabras aquel recorrido se interrumpió precozmente por efecto de un exceso de amistad que volvía simétrica la transferencia desalojando al analista de la posición de objeto causa de deseo. Nos habíamos vuelto demasiado amigos en la vida.
En definitiva, el analista renuncia a saber de aquello singular del que consulta.
Decía al inicio que el conocimiento científico progresó a partir del rechazo del fantasma del investigador. En psicoanálisis se ha producido la extracción del fantasma del investigador, del analista que conduce la cura. No de modo general, si no en cada caso particular. Se espera de un analista que conozca sus modos de enfrentarse a lo real y evite moverse a partir de ellos en la cura de otros. Es decir, no se espera de él que actúe a partir de su fantasma, por el contrario, se trata más bien de que ceda en ese punto. No quiere decir que siempre lo conseguirá: el control es el modo privilegiado de garantizar que si ocurre inadvertidamente, el analista pueda rectificar su posición en la cura.
Así por ejemplo, me fue muy útil la indicación en control de estar actuando como una madre ante la joven de quince años que intentaba responder de modo adulto a las dificultades en su vida.
El analista, pues, renuncia a dirigir la conciencia del que le consulta, renuncia a dar sentido, a ser quien sabe, renuncia a depositar ahí su goce. Es el discurso del revés: la pérdida está primero para producir el discurso. Ya no estamos en la lectura, estamos en la escritura. Y no se trata, como se cree, de que el discurso produzca la pérdida. En este Seminario, Lacan sitúa la pérdida en el origen. En las nuevas coordenadas que Lacan desarrolla: lo real no es para ser sabido, si no que el saber se añade a lo real [17].
Problemas en la clínica hoy
Junto con el discurso del analista, propongo tomar el discurso del capitalismo pensándolo también desde la perspectiva del objeto a. Como verán, no se trata de un verdadero discurso. Allí donde los discursos encontraban maneras de hacer con el desajuste humano, con la imposibilidad de encontrar una fórmula definitiva para el malestar, el capitalismo viene a decir que no hay tal desajuste.
Lacan lo formuló dos años después [18].
El discurso capitalista es una variante a partir del discurso del amo: si en el discurso del amo comandaba S₁, en el discurso capitalista comanda la insatisfacción del sujeto. En el esquema se intercambian denominador y numerador de la primera fracción provocando el impedimento del discurso como generador – si observamos, en todos los discursos a se sitúa después de S1 y S2, desprendiéndose de su sucesión.
En cambio en este discurso S1 à S2 están separados por el objeto a que no se ha desprendido.
Además se intenta hacer equivaler “a” a un objeto de consumo negando toda dimensión de real. El mensaje de este discurso es no hay desajuste: lo que le falta al humano es un objeto que puede ser obtenido en el mercado.
Por todo ello, en este discurso no existe la posibilidad de ceder el goce que era lo que equiparaba a los otros discursos, ahora se trata de gozar, de ceder al goce. Pero si el goce no se cede, no hay discurso. La experiencia de aceleración de nuestro tiempo es fruto de esta imposibilidad: el circuito de satisfacción es continuo y la excitación llega a límites de estrago.
La división del sujeto le mueve a buscar objetos de satisfacción y un saber solo para producirlos. El sujeto puede gozar pero no sabe qué significa su goce porque el objetivo es el goce y el sentido (que determinaría el S2) está imposibilitado. Es la promoción del goce (a) que observamos en la vida cotidiana actual, gozar sin preguntarse el por qué ni las consecuencias.
Una paciente consulta en plena crisis de angustia. Hace años que los médicos le recetan fármacos que la calman momentáneamente hasta que los síntomas recomienzan insidiosamente y la llevan a nuevas consultas. Después de escuchar el relato de los síntomas, le pregunto: bien, pero a usted ¿qué le ocurre? ¿Con que relaciona la angustia? Sorprendida la paciente explica que nadie, nadie, se lo ha preguntado en los años de consultas.
No hay inconsciente: el sujeto sabe lo que dice, sabe lo que quiere. Eso da mucho atractivo al discurso capitalista porque parece renunciar al lugar de comando, sería un discurso sin amo: en realidad la cuestión es que nada significa, o no importa si algo significa. Si el discurso del amo ofrecía una lectura del mundo - la del amo - y el discurso del analista permitía la lectura singular de la vida, el discurso capitalista acabó con la lectura.
La consecuencia del discurso del capitalismo es la destrucción del lazo, único lugar donde podía acogerse lo imposible.
La mujer del hombre fallecido preguntaba por qué a los médicos y ellos, sinceramente preocupados pero respondiendo a nivel de la causa orgánica, hicieron acudir a la especialista que era la que mejor podía explicar la causa médica de la muerte no prevista. Como la mujer no dejara de preguntar el por qué que remitiría a otra causa, se la quitaron de encima. El retorno en lo real no se hizo esperar: el pasaje al acto agresivo cayó de su propia lógica.
Quizá podríamos decir que la acogida de la transferencia como lazo permite poner un primer límite al goce. Porque solo el lazo hace de límite al interés particular, al goce cerrado ¿El lazo transferencial mismo es una posible salida al impase actual?
Lo imprevisible
El psicoanálisis contribuyó al mundo como es hoy. Que se haya desarrollado la idea de que la represión era un obstáculo y que el goce debía ser liberado tiene que ver también con la introducción del psicoanálisis en el mundo [19].
En consecuencia, debemos recordar que no podemos intentar planificar lo que queremos que ocurra. Podemos calcular algo, pero el azar, la contingencia y las decisiones de otros también jugarán su partida. Estar en posición de objeto causa, quiere decir que uno asume que puede causar el deseo y que cuando recibe una consulta, en lugar de responder con su goce, se priva de ello y no responde si no para provocar que el que consulta, hable.
Uno no decide causar, uno deja que eso ocurra. Solo podremos analizar después las respuestas que se den desde ese lugar. Entonces en los casos que escuchemos este curso se tratará de recoger qué se hace en la clínica actual y que efectos se obtienen para el analizante y para el analista a partir del trabajo bajo transferencia.
Como dice Pierre Malengreau “un psicoanálisis es algo que nunca ocurre como estaba previsto”[20].
Recogiendo las preguntas que se desprenden
Si cuando Lacan dictó el Seminario 17, el psicoanálisis era el reverso del discurso del amo del que se hacía salir al analizante por el discurso de la histeria, y si hoy el marco de discurso no es el del amo si no el del capitalismo ¿es necesario un movimiento suplementario?
Dado las dificultades para instaurar límites hoy ¿Qué ha hecho de límite al goce en la cura? ¿En qué momentos de la cura aparecen mejores límites?
¿Para qué y cómo consulta un sujeto en el marco del discurso capitalista? ¿De qué modo se las apañan los analistas frente a las demandas de ofrecer el objeto que remedie el malestar? ¿Cómo maneja el analista la exigencia de algunos sujetos de ejercer como técnico?
¿Qué uso del silencio?
¿Qué puede decir sobre el control del acto?
No deseamos obtener respuestas universales si no ver cómo se ha jugado o en qué condiciones se juega en cada caso.
Para concluir, una breve reflexión sobre la construcción de los casos
En la construcción del caso acorde con un analista con su delicada función [21], el analista mismo formará parte del relato: sus intervenciones se traman en el desarrollo del decir analizante y la lógica del caso se ordena a partir de esas intervenciones y de su posición.
El analista como causa permite que se despliegue la lógica, que se ordene la lógica del caso, sin influir pero actuando como un punto a partir del cual esa lógica va a ordenarse. Esto es así porque deja un lugar vacío.
En los casos se trata de mostrar lo que es de estructura y lo que está más allá, lo singular. Que sepamos que hay cuestiones de estructura no debe impedir mostrar lo que se escapa y lo más singular del sujeto así como nuestras preguntas, intervenciones – privilegiadamente el silencio, en este curso - y nuestra posición investigadora ¿Cómo se ha intervenido para causar el discurso analizante?
[1] Presentación del eje del Seminario de Casos del Seminario del Campo Freudiano en Barcelona, curso 2018-2019.
[2] Lacan, J. El Seminario 17. El reverso del psicoanálisis. Paidós. Buenos Aires, 1992. Pág. 17
[3] Ibíd., pág. 30
[4] Ibíd., pág. 21
[5] Ibíd., pág. 157
[6] Los modos no verdaderos de saber son aquellos en los que el fantasma del practicante impregna la teoría y la práctica. Por ejemplo, la hipnosis no separa el fantasma del investigador del experimento que realiza. No es un verdadero modo de conocimiento. O en muchas disciplinas llamadas “alternativas” ocurre lo mismo. Igualmente, en la psicología llamada científica, se ignora y desconoce el fantasma del investigador, pero eso no impide que el fantasma intervenga en su aplicación. En cambio, en la física, da igual el deseo del investigador: las fórmulas posibles a partir de los axiomas establecidos funcionaran sea quien sea el investigador.
[7] Lacan, J. El Seminario 15. El acto psicoanalítico Inédito. Clase del 10 de enero de 1968
[8] Tomo como referencia lo que Lacan dice al final de la pág. 22 del Seminario 17.
[9] Lacan, J. «Introducción a los nombres del padre.» (1963) En De los nombres del padre, de J. Lacan, 65-103. Buenos Aires: Paidós, 2005
[10] Testimonio de pase realizado en Barcelona el 19 de junio de 2018 bajo el título: Caer en el análisis: entre fantasma y acontecimiento de cuerpo. Inédito. Notas cedidas por el autor.
[11] Cosenza, D. “Primer testimonio de pase” en Revista Freudiana. Núm. 80. Barcelona, 2017 Págs. 125-136
[12] Lacan, J. El Seminario 17. El reverso del psicoanálisis. Op. Cit. Pág.98
[13] Por otro lado, Lacan en la página 64 de este Seminario señala que una cosa es estar situado en el lugar del Otro y otra, querer ser el Otro... de alguien. De eso dice Lacan que es una canallada, se refiere a aquellos profesionales que se ponen en el lugar del propietario o detentador de la verdad de lo que dice el que consulta.
[14] Lacan, J. El Seminario 17. El reverso del psicoanálisis. Op. Cit. Pág. 37
[15] Lacan, J. El Seminario 17. El reverso del psicoanálisis. Op. Cit. Pág. 38-39
[16] Horne Reinoso, V. “El momento privilegiado del goce” XVIII Conversación del ICF 29 de septiembre de 2018 en Barcelona. Inédito.
[17] Lacan, J. El Seminario 17. El reverso del psicoanálisis. Op. Cit. Pág. 201-202
[18] Lacan, J. «Del discurso psicoanalítico. Conferencia de Milán.» elsigma.com. 13 de 03 de 2006. http://www.elsigma.com/historia-viva/traduccion-de-la-conferencia-de-lacan-en-milan-del-12-de-mayo-de-1972/9506 (último acceso: 05 de 05 de 2017).
[19] Miller, J.-A. “Una fantasía” en la Web del VIII Congreso de la AMP que tuvo lugar en 2012 en Buenos Aires, Argentina http://2012.congresoamp.com/es/template.php?file=Textos/Conferencia-de-Jacques-Alain-Miller-en-Comandatuba.html
[20] Malengreau, P. « La construcción del caso en una clínica orientada hacia lo real” en La práctica psicoanalítica y su orientación” Madrid. Gredos, 2013. Pág. 151
[21] Miller, J. “Delicadeza” en Mediodicho. Núm. 34 Revista de la EOL. Córdoba (Argentina) 2008
Cosenza, D. Testimonio de pase realizado en Barcelona el 19 de junio de 2018 bajo el título: Caer en el análisis: entre fantasma y acontecimiento de cuerpo. Inédito. Notas cedidas por el autor.
Cosenza, D. “Primer testimonio de pase” en Revista Freudiana. Núm. 80. Barcelona, 2017 Págs. 125-136
Horne Reinoso, V. “El momento privilegiado del goce” XVIII Conversación del ICF 29 de septiembre de 2018 en Barcelona. Inédito
Malengreau, P. « La construcción del caso en una clínica orientada hacia lo real” en La práctica psicoanalítica y su orientación” Madrid. Gredos, 2013. Pág. 151
Miller, J. “Delicadeza” en Mediodicho. Núm. 34 Revista de la EOL. Córdoba (Argentina) 2008
Miller, J.-A. “Una fantasía” en la Web del VIII Congreso de la AMP que tuvo lugar en 2012 en Buenos Aires, Argentina http://2012.congresoamp.com/es/template.php?file=Textos/Conferencia-de-Jacques-Alain-Miller-en-Comandatuba.html (último acceso 15/10/2018)
Lacan, J. «Introducción a los nombres del padre.» (1963) En De los nombres del padre, de
J. Lacan, 65-103. Buenos Aires: Paidós, 2005
Lacan, J. «Del discurso psicoanalítico. Conferencia de Milán.» elsigma.com. 13 de 03 de
2006. http://www.elsigma.com/historia-viva/traduccion-de-la-conferencia-de-lacan-en-milan-del-12-de-mayo-de-1972/9506 (último acceso 05 de mayo de 2017).
Lacan, J. El Seminario 15. El acto psicoanalítico Inédito
Lacan, J. El Seminario 17. El reverso del psicoanálisis. Paidós. Buenos Aires, 1992
El analista como causa de deseo: donde el saber da la vuelta [1]
NODVS LV, juny de 2019