El Iterum de una vida errante

Conferencia presentada el 11 de octubre del 2019 en el marco de la sesión inaugural del Grupo de Investigación de TyA- Toxicomania y alcoholismo

  • Publicado en NODVS LVI, novembre de 2019

Resum

A lo largo de la obra de Freud y Lacan nos encontramos con algunas magnificas aportaciones a la cuestion de lo fijo, lo que itera, ese Uno de goce que no hace serie por la via significante. Al mismo tiempo que tenemos esta secuencia de lo mismo una y otra vez, en esa repetición hayamos algo diferente, que escapa al iterum y que instaura un punto de heterogeneo que posibilita la aparición de lo nuevo, lo errante. Siguiendo este linieamiento el autor nos propone pensar y adentrarnos en la clinica de las toxicomanias. 

Paraules clau

Iterum, fijo, repetición, Uno, goce

Agradezco la invitación a hablar aquí para y con ustedes. Lo hago con la idea de que estamos poniendo en acto la decisión de Jacques-Alain Miller que impulsó con espíritu incansable Judith Miller por más de veinte años: conformar una red internacional de psicoanalistas de la orientación lacaniana que investiguen sobre la clínica de las toxicomanías y el alcoholismo.

El año pasado, aquí en Barcelona, tuvo lugar el segundo coloquio internacional TyA, en el marco del XI Congreso de la AMP y el próximo año tendrá lugar el tercer Coloquio Internacional, en Buenos Aires, también en el marco del Congreso de la AMP 2020, el sábado 18 de abril. Como el anterior, el tema del Coloquio está estrechamente ligado al del Congreso y llevará por título: “¿Con que sueñan los toxicómanos?”.

Lo que digo hoy intenta entonces anudar el recorrido de investigación de los últimos años del TyA Córdoba, con lo que actualmente estamos trabajando y también con lo que preparamos para el tercer Coloquio internacional que está por venir. El pasado, el presente y el futuro. Pero, en tanto para estar aquí con ustedes, he tenido que cruzar el Océano Atlántico -eso produce fuertes efectos en el cuerpo- en este anudamiento temporal del “hoy”, hay un componente espacial que queda también involucrado.

Intento así introducirme en el tema que me fue propuesto –la iteración y la repetición en la clínica de la toxicomanía- por la vía que propone Lacan en el Seminario XXI “Les non dupes errent”.

Hubo en Argentina en 2016 un hecho trágico -ocurrido en Buenos Aires- en el que murieron cinco personas y decenas debieron ser hospitalizadas por consumo de un cócktel de drogas –mal preparado- durante una fiesta electrónica. Esto llamó la atención pública –y la nuestra- sobre algo que aparentemente ya venía ocurriendo pero no estaba visibilizado: una forma de consumo desregulado que puede incluir la sobredosis y la muerte en sujetos que no solo no son rotulados como “adictos” o consumidores crónicos sino que inclusive siguen las pautas de vida neo-higienistas, las normas biopolíticas y la dietética impuesta a los cuerpos por la seudo-ciencia capitalista. Hablamos de personas “saludables”,“deportistas”.

Nos percatamos –en nuestro espacio de discusión clínica- de que en la práctica diaria teníamos permanentemente consultas de este tipo.Consumos que se volvían sintomáticos para los sujetos a partir de episodios –más o menos aislados- de desregulación o de desamarre que los arrastraban a situaciones en las que se podía encontrar el horror, la vergüenza, el olvido o la muerte.

Estas formas “episódicas” se superponen -de distintas maneras- con las formas clásicas, estereotipadas en lo que se conoce como “historia natural de la enfermedad”: dependencia, síndrome de abstinencia, etc.

A partir de estos nuevos fenómenos comenzamos a investigar lo fijo y lo errante como una combinatoria que incluye a los sujetos y sus cuerpos en su relación al consumo.

Como siempre, el primer mojón: Sigmund Freud. Es él quien señala que hay en la pulsión la fixerum, lo fijo, lo inamovible, lo imborrable, que no se modifica y que inclusive permanece después de un análisis bajo la forma de resto sintomático; y hay también la deriva, el drive, el empuje loco que hace del sujeto de pura lógica -el sujeto cartesiano que es piloto de su cuerpo/navío- un barco sin timón arrastrado por su propia tempestad.

Esté décalage entre lo fijo y lo errante es retomado por Lacan en el Seminario XXI, cuyo título Les non dupes errent juega con la homofonía en la lengua francesa entre “los no incautos” y “los nombres del padre”, pero juega también con la doble acepción del verbo errer: en el sentido de la errancia y en el sentido del error. También este último sentido, el del error se desdobla a su vez en lo que puede ser una equivocación y lo que puede constituir un estilo. Tal como lo dice Raymond Carver: “El estilo es el error trabajado hasta que parezca hecho a propósito”. Más precisamente, Lacan dice –en la primera sesión- sobre el título que ha elegido para ese año: “Suena raro ¿no? Es una pequeña muestra de mi estilo. O por decir mejor las cosas: “une petite erre”1.

Me detengo un momento en la palabra francesa erre: como verbo quiere decir vagar y también equivocarse; pero como sustantivo es de uso marítimo y se refiere a la velocidad residual de un navío. Sirve para nombrar el impulso de un barco, una vez que se apagaron sus motores. Creo por mi parte que se podría traducir como inercia. Según el diccionario, tiene doble raíz etimológica: una viene del antiguo verbo francés errer (como marcher, caminar) y otra del latín, del sustantivo iter (como chemin, el camino). De este doblez se sirve Lacan. Señala que el uso que se le da en el ejemplo de “caballero errante” por “caballero itinerante” es contrario a su raíz ya que precisamente iterare en latín quiere decir repetir, de allí el adverbio: Iterum. “Solo que, sin embargo, errer viene de iterare que nada tiene que ver con un viaje pues iterare quiere decir repetir, de iterum.”2 Digamos que no es lo mismo el vagabundaje, que la senda que se traza cuando el vagabundo se detiene a beber siempre en los mismos lugares. También podemos pensar en el path que vamos creando cuando navegamos en internet.

¡Un esfuerzo más de etimología!

La palabra Iterum tiene a su vez usos múltiples en latín y conserva siempre este sentido de lo que se repite, lo que persevera, pero también lo que impulsa y lo que reaparece en el tiempo. En el castellano –hasta donde he podido investigar- se conserva todavía en la jerga académica o eclesiástica. Cuando se trata de otorgar una distinción extraordinaria o una jerarquía superior, se considera, no el currículum –que es siempre objeto de la cosmética- si no el iterum del candidato, en tanto las marcas que ha ido dejando ese sujeto en su vida. Por ejemplo: ser encarcelado o exiliado por una dictadura o haber ocupado un cargo en esa misma dictadura. Se trata de lo que tiene un valor de marca, de escritura no narrativa, de lo que no hay que explicar o… ¡mejor no explicar! Es signo, quiere  decir algo para alguien.

En su Curso de La Orientación Lacaniana del 2011, JAM desarrolla de manera esclarecedora, como siempre, otra vertiente de esto: la iteración como operación matemática, consistente en la reiteración de una función que da siempre un resultado idéntico. Esta operación permite construir imágenes y resolver problemas -de infinita variedad- mediante la formación de los denominados objetos fractales. Imaginemos por caso un grano de arena, uno solo, un único grano de arena. Ese que se nos mete entre las mucosas y que nos raspa arruinando el momento del placer: en el ojo, en la garganta, en los genitales. Imaginemos ahora a ese mismo grano de arena, idéntico siempre a sí mismo, replicado infinitas veces, construyendo una pared, una muralla, un castillo, una ciudad… un mundo. Sobre la reiteración de lo mismo, de lo idéntico, la construcción de la más infinita variedad.

Miller señala que hay un itinerario en Lacan. Hay lo que es del orden de lo mismo y hay también las diferencias que se construyen con eso. En este sentido es que la idea de iteración se vuelve operativa al hacer la distinción con la repetición. Esta distinción permite hacer un link epistémico entre la primera y la última enseñanza de Lacan y resulta también fundamental para orientarse en el abordaje de los fenómenos clínicos de las toxicomanías y las adicciones.

La repetición, pide siempre la diferencia, en tanto se trata de una ficción que depende de ese elemento discreto y diferencial al que llamamos significante y que como sabemos no se significa a sí mismo, por lo tanto llama siempre a otro significante. Es siempre engañosa para el sujeto, que cree encontrar lo mismo en lo que es diferente: pensando que hoy es ayer deja afuera la contingencia. Es engañosa también porque induce una idea de destino ya escrito, del que no se puede escapar. Decía Víctor Hugo: “Por más que intentemos tallar lo mejor posible el misterioso mármol de nuestra existencia, siempre reaparecerá en él, la vena negra del destino”. De manera parecida a lo que Hugo hace con su personaje Jean Valjean en Los Miserables, alcohólicos anónimo pide a sus acólitos que repitan como mantra que nunca dejaran de ser alcohólicos.

Ya en el Seminario XI cuando aborda la repetición como concepto fundamental, Lacan distingue la tyche -encuentro con lo real- del automaton –la insistencia de los signos a la que nos somete el principio del placer- para decir: “lo real es lo que yace siempre detrás del automaton”3.

En el Seminario XVI De un Otro al otro  -entiendo yo-  da otro paso, con la génesis lógica del objeto a. Operación por la cual el significante vuelve contable al goce haciéndolo un subconjunto vacío dentro de la vacuola del goce, un subconjunto vacío que cuenta por uno. El goce del cuerpo, que no se puede decir, se podría en cambio contar, poner en la cuenta. Se trata de la misma operación del rasgo unario que es ilustrada en el Seminario XI como la marca que el hombre primitivo hace en el fondo de la caverna cuando caza un animal y que inicia la serie de las marcas que se harán cada vez que se case otro animal.

En el Seminario XVI sostiene que “Solo en el horizonte de una repetición infinita podemos considerar ver aparecer algo que responda a esta relación 1 con 1, entre el sujeto del goce y el sujeto instituido por la marca”4 para inmediatamente aclarar que esto es falso y que la operación de reducción siempre encuentra como balance de la pérdida a la misma operación.

En el capítulo titulado De Fibonacci a Pascal - comentada por JAM en su curso del año 2005 en la clase publicada por la revista Mediodicho con el nombre Entre algebra y estilo- Lacan desarrolla la serie creciente de los números enteros con la operación de adición del a:

                                                                                                 1

                                                                                               1+a

                                                                                               2+a

                                                                                               3+2 a

                                                                                               5+3 a

                                                                                               8+5 a

Y concluye: “En otras palabras, respecto de una extensión de los enteros del sujeto tomado a nivel de la masa, siempre habrá una falta más grande de unidades a. No habrá a para todo el mundo”5.

Con esta lógica anuda la clínica de la civilización y la clínica del sujeto. Lo que ocurre a nivel del seudo-discurso capitalista -que genera riquezas cada vez mayores y a la vez gigantescas masas de pobres- tiene su correlato en la manía, la toxicomanía de cada consumidor: deslizamiento metonímico infinito, efecto de esta negativización del goce por parte del significante, en su producción del objeto a plus de gozar.

Así, respecto del goce como tal, el toxicómano se va quedando siempre y cada vez más, con las manos vacías. Esto está presente en muchos testimonios de viejos consumidores que añoran las primeras experiencias con la sustancia a la vez que dan cuenta de la manera en que, con el tiempo, esta se va volviendo más tóxica y menos satisfactoria.  

En el Seminario XIX encontramos la aparición de otra lógica que retoma la idea de la marca. Esta vez bajo la forma del Uno que no hace serie, que no accede al dos y al que nombra uniano para distinguirlo del unario freudiano. Se apoya en el Parmenides de Platón para localizar un Uno completamente solo, carente de cualquier sombra de predicado y por lo tanto carente de ser. Es un Uno del que solo se puede decir: “hay el Uno”. Es de la naturaleza de la muesca, de la huella o la cicatriz aquella de la que suele decirse, que está allí para recordarnos que el pasado fue real. Producto del clinamen del lenguaje con el cuerpo, este nuevo Uno –a diferencia de lo unario que es soporte de la identificación- no pertenece al orden del ser si no al orden de la existencia que Lacan escribe con un guión: “ex-sistere es no recibir el propio sostén más que de un afuera que no es” 6.

En su curso de 2011 JAM dice: “El lenguaje introduce en este registro del goce, Freud decía la castración, Lacan dice otra cosa que engloba la castración, la repetición del Uno que conmemora una irrupción de goce inolvidable. El sujeto se encuentra desde entonces ligado a un ciclo de repeticiones cuyas instancias no se adicionan y cuyas experiencias no le enseñan nada. Es lo que se llama la adicción, para calificar esta repetición de goce”7.

Miller se apoya en el Seminario XIX para señalar esta raíz iterativa del síntoma en la que el alcohólico bebe siempre el mismo vaso de vino. Aquí el fenómeno toxicómano, que hemos distinguido claramente del síntoma neurótico, se acerca más al que se escribe con h en el Seminario XXIII y es nombrado en el Seminario XX como “lo que no cesa de escribirse”. Desde esta perspectiva entiendo que eso que “no cesa” es lo que se escribió como trauma de lalengua, vale decir lo que quedó como soporte del significante para construir las ficciones del ser, pero también lo que quedó por fuera, como ex-sistencia, como lo más real del goce inefable que afecta al cuerpo.

“El sitúa así lo que nosotros formulamos como la conjunción del Uno y del goce, una conjunción que no permite que la libido sufra avatares, metamorfosis, desplazamientos. "Punto de fijación" quiere decir que hay un Uno de goce que vuelve siempre al mismo lugar y, por ello, lo calificamos como real.8

Esta idea del Uno solo que no hace serie es correlativa también con la diferencia que hacemos entre el “inconsciente transferencial” que puede hacer lazo con el Otro y el “inconsciente real” que no hace lazo y que escapa siempre al sentido.

No creo que haya que entender esto como compartimientos estancos ya que en el mismo  Seminario XIX Lacan dice que el Uno es bífido y que de él viene lo que denominamos “asociación libre”. Parodiando al Parmenides da una indicación de lo que podría ser la operación analítica desde esta perspectiva “Al Uno, él le pasa la mano por el lomo, le explica, primoroso: Vamos, habla, querido Unito, todo esto no es más que palabrerías.”9. Aquí Platón podría ser perfectamente un analista en una entrevista con un adicto… Es siempre el Uno en tanto decir, lo que resta e impulsa todas la errancia de los dichos.

Vuelvo entonces al Seminario XXI para retomar la distinción entre lo fijo y lo errante. Sobre el final de esa primera clase, Lacan critica a quienes conciben –bajo la figura del viator- a la vida como un viaje desde el nacimiento hasta la muerte. La crítica es que se saltean la estructura y entiendo que debe leerse aquí –tal como lo propone Miller- que la estructura es la topología.  En esta topología, lo real de la vida, lo simbólico de la muerte y lo imaginario del cuerpo pueden anudarse por el sínthoma.

Me gustaría concluir con el último párrafo de la Traumdeutun que es citado por Lacan en el Seminario XXI:¿Y el valor de los sueños para el conocimiento del futuro? Ni pensar en ello, naturalmente. Podríamos reemplazarlo por esto otro: el conocimiento del pasado. Pues del pasado brota el sueño en todo sentido…. En la medida en que el sueño nos presenta el deseo como cumplido nos traslada indudablemente al futuro; pero este futuro que al soñante le parece presente es creado a imagen y semejanza de aquel pasado por el deseo indestructible”10.

¿Con qué sueñan los toxicómanos? Nuestra hipótesis es que sueñan con un dormir sin sueño. Sueñan el sueño de los no incautos y por eso yerran. Usando el tóxico para calmar el goce que agita al cuerpo intentan borrar su marca más singular y es por ello que la errancia puede transformarse en extravío y lo fijo en rigidez.

En el análisis –el de los toxicómanos y el de cualquiera, pero sobre todo los que practicamos el psicoanálisis - intentamos leer esas marcas, el iterum, que ha estructurado -anudando nuestro cuerpo- todas las vueltas tortuosas, los confusos laberintos, las largas elipses de nuestra vida errante.

No esperamos de esa lectura ni un sentido, ni una verdad, ni siquiera un significante, que es siempre prescriptor. Por el contrario, podemos obtener de lo más fijo un saber hacer completamente flexible para arreglárnosla con lo insoportable, mientras estemos aquí.

Notes

1. Lacan, J. . El Seminario. Seminario 21, Les Non-Dupes Errent. Sesión del 13/11/73. Inédito.

2. Ibid.

3. Lacan, J. (1964/1987) El Seminario, libro 11. Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós, p.62

4. Lacan,J. El Seminario. libro 16, De un Otro al otro. Buenos Aires: Paidós. pp. 130-131.

5. Ibíd., p. 131

6. Lacan, J. El Seminario, libro 19. …o peor. Buenos Aires: Paidós, p. 132.

7. Miller, J-A. Curso de la Orientación Lacaniana. Inédito. Clase 16/3/2011.

8. Miller J-A. Novena clase del curso de la Orientación lacaniana L`être et l`Un, impartida el 30 de marzo de 2011. En Freudiana 80.

9.Lacan, J. Seminario XXI Les Non-Dupes Errent. Sesión del 30/3/2011. Inedito.

10.Lacan,J. El Seminario, libro 19, …o peor. Op. cit., p.128

11.Lacan,J. Seminario XXI Les Non-Dupes Errent. Sesión del 13/11/73. Inédito.

Jorge Castillo

El Iterum de una vida errante

NODVS LVI, novembre de 2019

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