Comentario del escrito de Jacques Lacan El estadío del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica1
Referencia presentada para la sesión del 9 de noviembre de 2019 del Seminario del Campo Freudiano de Barcelona, impartida por Gustavo Stiglitz.
El presente texto pretende abordar el escrito de Lacan tomando como eje el descentramiento del sujeto respecto del yo y la crítica a la suposición de autonomía de este último, que el mismo autor retomará en las primeras clases de su Seminario sobre El Yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica unos años después.
Yo, sujeto, espejo, unidad, alienante, descentramiento, desconocimiento.
El texto que trabajaré esta mañana fue presentado por Jacques Lacan ante el XVI Congreso Internacional de Psicoanálisis en el año 1949, si bien una versión anterior a este escrito había sido ya presentada trece años antes en Marienbad. El propio Lacan expresó mucho tiempo después “entré al psicoanálisis con una escobilla que se llamaba el estadío del espejo”2 para hacer referencia a esta como una de sus primeras intervenciones en el ambiente psicoanalítico.
Es allí donde describe una experiencia del infante que, tal como lo introduce en las clases del Seminario que hoy trabajamos, le permitirá describir “una dialéctica presente en todos los niveles de la estructuración del yo humano”3. Desde la edad de los 6 meses y hasta el año y medio aproximadamente, el lactante frente al espejo nos ofrece un espectáculo en el cual, sin dominio de la marcha, a veces siquiera de su capacidad para estar de pie, supera con gran trabajo las dificultades de su motricidad para poder suspenderse en una postura inclinada y conseguir un aspecto instantáneo de la imagen. De este interés del niño por su imagen en el espejo Lacan destaca un dato clave: el júbilo que le devuelve la experiencia, rasgo mediante el cual el niño se distingue, ciertamente, del animal. Se interesa por su imagen, ríe, la hace responder.
Para Lacan, la satisfacción del niño al reconocerse en su forma especular radica en una anticipación. La completud de la forma que le devuelve la imagen se anticipa respecto a su propia experiencia corporal, y es que esa forma total del cuerpo que no le es dada sino como una Gestalt contrasta significativamente con la turbulencia de movimientos con que el niño se experimenta a sí mismo animándola. Esta “discordia primordial”4 sitúa al estadío del espejo como un “drama cuyo empuje interno se precipita de la insuficiencia a la anticipación y que para el sujeto, presa de la ilusión de identificación espacial, maquina las fantasías que se suceden desde una imagen fragmentada del cuerpo hasta una forma que llamaremos ortopédica de su totalidad —y hasta la armadura por fin asumida de una identidad alienante”5. Destaco el adjetivo que utiliza Lacan aquí para describir la forma que adquiere esta identidad, alienante, porque la imagen en el espejo es indudablemente la suya, pero al mismo tiempo, debido al desfasaje que se produce respecto de su propia experiencia, es más bien la de otro.
Como Lacan recuerda a su audiencia, esta misma experiencia del cuerpo fragmentado se nos muestra con frecuencia a través de los sueños producidos en determinados momentos del análisis bajo la forma de miembros desunidos u órganos figurados en exoscopia, tal como han sido representados en la pintura de Jerónimo Bosco. Tal vez recuerden los detalles del infierno retratados en “El jardín de las delicias”, obra a la que Lacan hizo también referencia en otro de sus escritos de esta época6. Dicha fragmentación no es ajena tampoco a la manifestación de algunos síntomas, como lo son la de la escisión esquizoide o de espasmo, de la histeria. Sin embargo, no es necesario ir muy lejos para imaginar esta experiencia fragmentada propia de los tiempos más remotos del sujeto, ya que, como dice Lacan mismo en el Seminario 2: “de esto siempre queda algo”7. Por eso, me atrevo a preguntarnos, ¿acaso alguno de nosotros se atrevería a decir que puede sentir su cuerpo como una unidad? Traten de sentir la unidad de su cuerpo y verán que siempre hay algo que se destaca, y también algo que se nos escapa.
Entonces, frente a esta desintegración, la unidad que le devuelve al niño su imagen especular lleva a Lacan a suponer al estadío del espejo “como una identificación en el sentido pleno que el análisis da al término: a saber, la transformación producida en el sujeto cuando asume una imagen”. Esa identificación que surgirá como efecto que aquella discordia primordial es la que derivará luego en la matriz simbólica de las identificaciones ulteriores, pero también la que llevara consigo la función alienante del yo que antes mencionaba. Matriz “alienada” de la constitución subjetiva que, como recordamos el encuentro pasado, encontraría su expresión literaria para Lacan en la célebre frase de Rimbaud: “Je est un autre [yo es otro]”8.
Así, Lacan nos enseña que esta unificación es siempre relativa, que junto a esa unidad hay algo que permanece como una multiplicidad incoherente difícil de aprehender. Es por ello que hacia el final del texto dedica unos párrafos a poner en tensión sus elaboraciones con el existencialismo sartreano por pretender este último asegurar la posibilidad de un análisis existencial basándose en la creencia de una autosuficiencia de la conciencia y en la ilusión de la autonomía del yo. A estas premisas, dice Lacan, “se opone toda nuestra experiencia en la medida en que nos aparta de concebir el yo como centrado sobre el sistema percepción-conciencia, como organizado por el “principio de realidad” en que se formula el prejuicio cientificista más opuesto a la dialéctica del conocimiento —para indicarnos que partamos de la función de desconocimiento que lo caracteriza”9.
Esto nos lleva nuevamente a las clases del Seminario 2 y las diversas referencias de Lacan al descentramiento, a “la excentricidad del sujeto respecto al yo”10, a la discordancia de éste respecto del núcleo de nuestro ser11. Tal como nos advierte Miller en sus conferencias dictadas en España y publicadas luego bajo el título Introducción a la clínica Lacaniana, “La manera constante por la cual Lacan da cuenta de la preeminencia de la imagen del cuerpo propio en los seres humanos tiene que ver con la suposición de una falta, con la suposición de un agujero, que la imagen del cuerpo propio vendría a colmar, a tapar. No se puede entender el privilegio específico de esa imagen, la importancia que tiene en los seres humanos, sino suponiendo que viene a tapar una falta esencial12”. Lo que Lacan propone en su escrito sobre el estadío del espejo constituye una de las primeras versiones de este desfasaje, de esta hiancia que nos lleva a concebir un estatuto descentrado del sujeto, aquel que se funda en un "otro lugar" radical según el psicoanálisis.
Ese otro lugar es correlativo de la fórmula del fin de análisis que Lacan concebía en aquel entonces y que esboza al final de este escrito al decir que: “En el recurso, que nosotros preservamos, del sujeto al sujeto, el psicoanálisis puede acompañar al paciente hasta el límite extático del “Tú eres eso”, donde se revela la cifra de su destino mortal”13. Justo allí donde, al decir de Lacan, empieza el verdadero viaje.
1. Lacan, J. (1949/2008). El estadío del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica. Escritos 1. Buenos Aires: Siglo XXI.
2. Lacan, Jacques. Seminario 15. El acto psicoanalítico. Sesión del 10-01-1968. Inédito
3. Lacan, J. (1954-55/1978). El Seminario, libro 2, El Yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica. Buenos Aires: Paidós, p. 81
4. Lacan, J. (1949/2008). El estadío del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica. Op. cit. p.102
5. Lacan, J. Ibíd. p. 103
6. Lacan, J. La agresividad en psicoanálisis. Escritos 1. Buenos Aires: Siglo XXI, p.110
7. Lacan, J. (1954-55/1978). El Seminario, libro 2, El Yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica. Op. cit. p. 81
8. Lacan, J. Ibíd. p. 17
9. Lacan, J. (1949/2008) El estadío del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica. Op. cit. p. 105
10. Lacan, J. (1954-55/1978). El Seminario, libro 2, El Yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica. Op. cit. p. 74
11. Lacan, J. Ibíd. p. 72
12. Miller, J.-A. (2006) Introducción a la clínica lacaniana. Conferencias en España. Barcelona: RBA, p. 382
13. Lacan, J. El estadío del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica. (1949/2008) Op. cit. p. 105
Comentario del escrito de Jacques Lacan El estadío del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica1
NODVS LVI, novembre de 2019