Más allá del Principio de Placer 

Referencia presentada en la sesión del 14 de diciembre de 2019 del Seminario del Campo Freudiano de Barcelona, impartida por Xavier Esqué. 

  • Publicado en NODVS LVII, abril de 2020

Resum

Para Freud, veinticinco años de trabajo intenso han traído consigo que las metas más inmediatas de la técnica psicoanalítica sean totalmente otras que al comienzo. Plantea que en la vida anímica se da una compulsión a la repetición que va más allá del principio del placer y es más primordial, más elemental y más pulsional que el principio que destrona. Con Más allá del principio del placer se inicia un giro crucial en la historia del psicoanálisis como praxis, entendiendo a ésta como el tratamiento de lo Real por lo Simbólico. 

Paraules clau

real, pulsión de muerte, compulsión a la repetición, principio de placer, transferencia, representación, desplazamiento, sujeto del inconsciente

En marzo de 1919 Sigmund Freud le escribe a Sandor Ferenczi: “Un trabajo con el misterioso título Más allá del principio del placer está en proceso de creación…digo allí muchas cosas poco claras, el lector deberá arreglárselas por sus propios medios. A veces no se puede hacer otra cosa”1.

Así inicia un giro crucial en la historia del psicoanálisis como praxis, entendiendo a ésta como el tratamiento de lo Real por lo Simbólico. “Giro determinado por el encuentro en la clínica con el inconsciente no reprimido y la Pulsión de Muerte”2.

En el Seminario que nos convoca, Lacan pide encarecidamente a su audiencia la lectura de este texto que describe como extraordinario, ambiguo y hasta confuso.

“El instinto de muerte no es una confesión de impotencia, no es la detención ante un irreductible, un inefable último. El instinto de muerte es un concepto. Trataremos de dar algunos pasos más para alcanzarlo”3.

 

Primeros pasos

Freud parte del procedimiento catártico de la época4, a partir de la hipnosis se insta a los enfermos a recordar los traumas sexuales olvidados, una vez que el recuerdo que había provocado ataques reaparece, se desgasta con el auxilio del lenguaje y el afecto puede ser abreaccionado gracias al principio de constancia que reza así: “en todo individuo, para la conservación de su salud existe el afán, el propósito, de volver a empequeñecer la suma de excitación”.

Pero en la histeria de conversión la suma de excitación se fija en lo corporal y suspende el desplazamiento de la investidura, y en la neurosis obsesiva esa suma de excitación liberada se adhiere a otra representación no inconciliable pero que en virtud de este enlace falso deviene una representación obsesiva.

Desde sus primeros trabajos Freud anticipa la ruptura conceptual. Expone entonces su hipótesis auxiliar: “En las funciones psíquicas cabe distinguir algo, monto de afecto, suma de excitación, que tiene todas las propiedades de una cantidad, aunque no poseamos medio alguno para medirla, algo que es susceptible de aumento, disminución, desplazamiento y descarga, y que se difunde por las huellas mnémicas de las representaciones como lo haría una carga eléctrica por la superficie de los cuerpos”5. No es lo mismo que el afecto pierda intensidad a que se desplace.

El yo se impone tratar como no acontecida la representación intolerable, tarea insoluble para él pues una vez que la huella mnémica y el afecto adherido a la representación están ahí, ya no se los puede extirpar. Esto lo lleva a preguntarse si no existiría en la vida psíquica, a pesar del principio de constancia, una fuente independiente de desprendimiento de displacer.

Ya en ese período hay algo que no se soluciona con la pretendida homeostasis, que lleva al sujeto más allá de su bienestar y que anticipa la cara no descifrable del síntoma, su resistencia.

Más allá del yo, en esta conexión de una representación con otra representación, sostenida en el desplazamiento de la suma de excitación, se constituye el inconsciente y el sujeto, en tanto sujeto del inconsciente, queda manejado, sujetado por las representaciones.

Lacan subraya que entre el sujeto del inconsciente y la organización del yo hay una disimetría absoluta. “Freud descubre el funcionamiento del símbolo en estado didáctico, en estado semántico, en sus desplazamientos, retruécanos, juegos de palabras, bromas que funcionan por su cuenta en la máquina de soñar”6.

 

Más allá

 

Para Freud, veinticinco años de trabajo intenso han traído consigo que las metas más inmediatas de la técnica psicoanalítica sean totalmente otras que al comienzo.

“Es incorrecto hablar de un imperio del principio del placer sobre el decurso de los procesos anímicos. Si así fuera, la abrumadora mayoría de nuestros procesos anímicos tendría que ir acompañada de placer o llevar a él; y la experiencia más universal refuta enérgicamente esta conclusión”7.

Plantea que en la vida anímica se da una compulsión a la repetición que va más allá del principio del placer y es más primordial, más elemental y más pulsional que el principio que destrona. En dicha repetición está en juego el empuje (drang) de procesar psíquicamente algo impresionante, de apoderarse enteramente de eso8.

¿Qué es lo impresionante? aquello que pone en movimiento a la defensa y amenaza con quebrar, con sobrepasar, por su exceso mismo, las características del aparato psíquico.

Freud admite en el texto, que sólo en raros casos podemos aprehender puros, sin la injerencia de otros motivos, los efectos de la compulsión de repetición y se referirá al juego infantil, los sueños traumáticos y los fenómenos de transferencia.

Observa a su nieto de un año y medio9 un día que la madre había estado ausente muchas horas y a su regreso la saluda con esta comunicación: “¡Bebé o-o-o-o!”. Durante su soledad, el niño había encontrado un medio de hacerse desaparecer a sí mismo, descubrió su imagen en el espejo del vestuario y luego le hurtó el cuerpo de manera que su imagen se fue (Fort).

Tal como lo indica Lacan, el niño no se centra en la partida de la madre ni en vigilar su vuelta para verla de nuevo allí, el juego es la respuesta del sujeto “a lo que la ausencia de la madre vino a crear en el lindero de su dominio, en el borde de su cuna, a saber, un foso, a cuyo alrededor sólo tiene que ponerse a jugar el juego del salto”10.

Esa abertura es lo impresionante, donde el propio niño se arroja fuera y vale como el carretel que arroja y que, al mismo tiempo, sostiene con un piolín. La frase “¡Bebé o-o-o-o!”, sanciona que el niño algo perdió (Fort), emerge como testimonio del desaparecer, experiencia del orden de una automutilación que arroja fuera algo de la voz, pues también opera la exigencia pulsional.

En este punto se trata de un único fonema, el Fort lo representa, primera marca o inscripción del sujeto. Luego de ese momento, el lenguaje, que antecede al niño, le devuelva el Da (aquí está), vale decir, la primera oposición pronunciada. Aparece el Fort-Da y se pone en juego el intento fallido de recobrar el objeto perdido, opera como causa de la repetición y se sostiene en los fonemas en los cuales dicha repetición insiste y se inaugura, no sin displacer, el placer de la repetición como ganancia de placer.

“Esto es la necesidad de repetición tal como la vemos surgir más allá del principio del placer. Solo es introducida por el registro del lenguaje, por la función del símbolo, por la problemática de la pregunta en el orden humano”11.

Al explorar las neurosis de guerra, que denomina traumáticas, descubre su causa en las excitaciones externas impresionantes como para abrir brecha en la barrera contra estímulos, consecuencia de una imperfección del aparato psíquico, que se sitúa en el núcleo de la estructura. Esta misma ausencia de una barrera que resguarde al aparato psíquico de excitaciones provenientes del interior, “adquiere la mayor importancia económica, y con frecuencia, da ocasión a perturbaciones económicas equiparables a las neurosis traumáticas”12. Es decir, los sueños que ocurren en dichas neurosis y los sueños que se presentan en los psicoanálisis y que nos devuelven los traumas psíquicos de la infancia.

En el terreno de la transferencia, Freud descubre que el analizante se ve obligado a repetir lo reprimido como vivencia presente, en vez de recordarlo en calidad de fragmento del pasado y se relaciona siempre con un fragmento de la vida sexual infantil, acontecimientos impresionantes (eindrucksvolle Ereignisse) de la infancia que escapan a la cadena asociativa. Al explorar estas experiencias impresionantes plantea una ruptura que franquea el paso a algo que no se reduce al campo en que se produce.

En el terreno de lo no ligado, se tratará de una satisfacción, pero de otro orden, donde la repetición actúa contra la vida velando como resistencia aquel material inconsciente imposible de reconocer (Unerkannte).

De la cara simbólica de la pulsión de muerte a su cara silenciosa, traumática, nos hemos instalado más allá del principio de placer.

“Freud se topa con un obstáculo que lo confronta con una pregunta clínica y, por lo tanto, ética: aquello que se le presenta como lo no simbolizado, lo no reconocido, lo no ligado, todos nombres de lo Real que funda el discurso”13. Pero no se detuvo ante este indomeñable, sino que intentaba bordearlo por medio de la palabra sirviéndose del discurso científico, del arte o de la mitología, como modos de tratar el vacío.



 

Notes

1 Sigmund Freud-Sandor Ferenczi, Correspondance 1914-1919. Cartas del 17 y 31 de marzo de 1919, en, Tome II. París, Calamann-Lévy, 1996, pp. 371 y 378.

Freud, Sigmund. “Manuscrito inédito. Texto bilingüe”. Edición y comentarios Lionel F. Klimkiewicz. Mármol Izquierdo, Buenos Aires, 2014.

3 Lacan, Jacques. El Seminario, libro 2, El Yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica. Paidós, Buenos Aires, 2206, p. 112

Freud, Sigmund: “Sobre el mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos: comunicación premiminar”. Obras completas. Vol II. Amorrortu Editores, Madrid, 2006, p.25

Freud, Sigmund: “Las neuropsicosis de defensa” Obras completas. Vol III. Amorrortu Editores, Madrid, 2006, p.61

6 Lacan, Jacques. El Seminario, libro 2, op. cit., p. 121

Freud, Sigmund: “Más allá del principio del placer”. Obras completas. Vol XVIII. Amorrortu Editores, Madrid, 2006, p. 9

8 Ibid., p. 16.

Ibid., p. 15.

10 Lacan, Jacques. El Seminario, libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Paidós, Buenos Aires, 2206, p. 70

11 Lacan, Jacques. El Seminario, libro 2, El Yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica. Paidós, Buenos Aires, 2206, p. 141

12 Freud, Sigmund. “Más allá del principio de placer. Manuscritos inéditos y versiones publicadas”. Op. cit., p.133

13 Freud, Sigmund. “Manuscrito inédito. Texto bilingüe”. op. cit., p. 11

Karina Piluso

Más allá del Principio de Placer 

NODVS LVII, abril de 2020

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